2S
1, 1-4. 11-12. 19. 23-27.
Cada
vez que cambiamos de Libro, nos disponemos para ir llevando el hilo con el
siguiente, anunciamos cuál será nuestro programa de trabajo, para su estudio,
presentándolos como cursillos bíblicos, sobre los Libros canónicos. Tendremos
este nuevo cursillo, con ocho lecciones empezando hoy -hasta el 31 de enero-
sobre el Segundo Libro de Samuel. Exceptuaremos los días 25 y 26, de este mes
de enero, (próximos miércoles y jueves), porque en esas fechas celebraremos la
memoria de San Pablo Apóstol y de los Santos Timoteo y Tito, respectivamente, y
en esas celebraciones tendremos Lecturas propias.
Ayer
leímos una perícopa tomada de 1S, 24, 3-21. En el capítulo 25 tenemos la
historia de Cabal, Abigaíl y David. En el capítulo 26 se repite la historia que
leímos ayer, solo que esta vez Saúl no había ido al baño, sino que estaba profundamente
dormido. Tampoco le corto la “orla del manto” sino que se llevaron, en prenda,
la lanza y una jarra de agua de la cabecera.
En
el capítulo 27, David se pone a pensar que -con la fama ganada por Saúl, y ya
bien demostrada, que no cumplía su palabra-, David dice: “tarde o temprano,
Saúl me va a matar”. Y huyó a Gat. Cuando Saúl se enteró, ahí sí tuvo descanso,
y dejó de perseguirlo. Allí en territorio filisteo y con una táctica de
guerrillas, medró David a sus anchas, exterminando a todos los que fueron
saqueados por él para que nadie fuera a contar en Gad, como se estaba
aprovechando y ocultaba sus correrías. Es importante leer este capítulo porque
nos deja entrever mejor el perfil davídico.
En
el capítulo 28, Saúl aparece contratando “adivina” de la Avenida Caracas (es
que aquí, en Bogotá, es una zona donde proliferan los profesionales de este ramo),
era una espiritista, renombrada de Endor, donde Saúl -que había prohibido la brujería
bajo pena de muerte y a la que él acude disfrazado- le vaticinó, por boca de
Samuel que fue el espíritu invocado por la nigromante, que al otro día moriría
y que el campamento de los israelitas caería bajo el acoso filisteo. La tal
espiritista -una vez concluido el ritual de invocación- le dio de comer a Saúl
y su escolta, y volvieron a su campamento.
El
capítulo 29 gira en torno al desenmascaramiento de David por los filisteos, y
como estos le exigieron a Aquis retirarle el apoyo y expulsarlo de su
territorio y que no siguiera apoyando al ejercito de los filisteos, pues era un
mercenario, mezclado entre ellos.
El
capítulo 30 trae la victoria de David sobre los amalecitas -que los habían
atacado y habían secuestrado a sus mujeres y hurtado su botín, así como
incendiado su campamento.
Al
volver victoriosos, 200 hombres que no habían ido a esta excursión sobre los
Amalecitas, esperaban la parte de la paga que les tocaba, pero los del ejército
davídico se negaban a darles, por no haber participado del combate. David
implantó la tradición que se respetaría en lo sucesivo de tomarlos en cuenta
para el reparto. Además, David repartió de su botín, regalos generosos a todas
las poblaciones que bien lo habían acogido en Judá.
El
capítulo 31 -el último del Primer Libro de Samuel- se refiere a la muerte de Saúl
(uno de los tres relatos diversos que nos presenta la Biblia) y sus tres hijos,
cuyos cadáveres fueron hallados en Guilboa y enterrados en Jabés, debajo de un
árbol (según esta versión de la muerte de Saúl, que aquí es presentada como un
suicidio).
Hoy,
el relato del Segundo Rollo inicia con un mensajero amalecita que viene a
informarle a David cuál había sido el final de Saúl y sus hijos, y que fue
mandado matar, porque siendo amalecita, no era digno de crédito, y podía estar
narrando a su acomodo la historia de los “héroes” Saúl y Jonatán (esta es la
2da versión que nos dan las Escrituras sobre esta muerte). Más aun cuando él
narró haberlo matado por su propia mano, porque cuando lo halló estaba
agonizando y él le había rogado que lo auxiliara con la eutanasia.
Sal
80(79), 2-3. 5-7
Este
salmo es una súplica. ¿A quién suplica el pueblo de Israel? En más de una ocasión
hemos repetido que la figura del rey, para el pueblo elegido era la de un Pastor.
El perfil del pastor es exactamente el del buen gobernante. ¿Quién era por antonomasia
el “pastor” entre las figuras que ocuparon el trono de Israel? Y, la respuesta
es David. ¡era él quien estaba pastoreando cuando vino Samuel a ungir al futuro
rey, el que había de suceder a Saúl, cuando este último cayó en desgracia a los
ojos de Dios.
Los
evangelios nos han familiarizado hondamente con otra figura del pueblo elegido
que es la de una viña. Inclusive Jesús nos dijo que, en esa viña, nosotros
somos los sarmientos, porque Él es le Vid: La Vid Verdadera. Este salmo retoma
esa imagen para mostrarse a sí mismo como pueblo-viña que le pide socorro -en
la tribulación que se abate sobre él- a su agricultor. Habida cuenta de que la
viña es un plantío que demanda el mayor cuidado, la poda constante, la
vigila permanente si se quiere que cargue racimos frondosos.
Este
clamor de auxilio que dirigimos al Señor no se ha quedado estéril, ha cargado
la vid más frondosa, el propio Jesucristo, nuestro Salvador.
Este
salmo tiene 19 versículos, de ellos se han tomado 4 solamente para armar la perícopa
a proclamar. Con esos 4 versículos se han organizado dos estrofas.
Ruega,
en la primera, que el Pastor se despierte y acuda protector sobre las doce
tribus de este pueblo elegido.
En
la segunda estrofa le pregunta a Dios si se prolongará mucho el enojo que ha
causado que le de a beber vasos y vasos llenos de lágrimas, y los puso en el
medio del fuego cruzado de las luchas de los pueblos que lo rodean. Y se han
vuelto el objeto de las burlas de todos los concurrentes.
En
el verso responsorial la imagen de Dios es la del Sol, el sol que ilumina y da
vida: Le pide a Dios que traiga su salvación sobre ellos (que somos nosotros) ,
y su Luz sea Salud y Vida para este pueblo que sin su resplandor se marchitara,
víctima como es de tantos acosos.
Mc
3, 20-21
Vendrá un tiempo en el
cual los seres humanos enloquecerán, y al ver a uno que no sea loco se le
enfrentaran, diciendo: “Tú estás loco”, porque es diferente de ellos.
Abba Antonio
Jesús
llegó a casa. ¿Cuál es la casa de un discípulo misionero? Allí donde se reúnen sus
compañeros de fe, sus correligionarios; la casa a la que llega Jesús es a “la
barca”, la que en su trasegar está construyendo con nosotros, mientras va dándonos
concentradas gotas de sinodalidad. En cualquier parte donde acampen los suyos, allí,
Él la toma por “casa”.
Donde
quiera que Él vaya, nosotros nos agolparemos sedientos y hambrientos de su sabiduría,
de sus enseñanzas, de su ejemplo de vida. Lo perseguimos hasta el acoso, sin
darle tregua porque necesitamos con urgencia aprender tanto de Él.
En
estos días hemos venido señalando, cómo los más cercanos, los de adentro, los
que identificamos como sus seguidores, sus correligionarios, son los primeros
en no poder comprender, en tergiversar su Mensaje, en chocar con otro tipo de expectativas
que no tienen que ver con la “Barca” que Él quiere construir. Para estos que
son los miembros de “su barca”, Jesús no está edificando el reino, está “enajenado”.
A muchos de nosotros nos parece que está “chiflado”.
Y
esta ha sido una tradición, porque una de las mejores maneras de desautorizar
al “maestro” es sugerir que está ido, que “se le corrió la teja”, que está “trastornado”.
Apostamos que ustedes también han oído a alguien tratando de desacreditarlos y diciendo
que “está trastornado”, que “tiene un tornillo flojo”, que “no nos tomen en
serio, que no nos funciona bien el “coco”. ¿No les han dicho algún día “descocados”?
El
físico-químico Robert Havemann, también filósofo, decía que: “…en una sociedad
enferma, el que está sano parece enfermo, y los otros se creen sanos, solamente
porque son todos iguales”.
¡Ahí
pueden reconocer la tripulación de la barca! Hacen propaganda para que no nos
hagan caso, para ellos, nosotros sólo somos “deschavetados”.
¡Jesús,
-a pesar de nuestra incomprensión nos ve como su “Familia”!
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