2S
18, 9-10. 14b. 24-25a. 31-19,3
¡Hijo mío, Absalón, hijo mío!
“En David se
entremezclan el bastón y la honda, el arpa y la lanza, el cetro y las
sandalias, el canto y el llanto, el triunfo y el desprecio, todo ello aceptado
y asumido ante Dios”
José Luis Caravias sj.
¿Cómo
se manifestó la violencia y la muerte como consecuencias de las faltas de
David, recayendo sobre su propio linaje? David se vio abocado a la rebeldía de
las tribus, la más importante encontró su expresión en Absalón que se hizo a la
corona en Hebrón, la antigua capital, y quien alcanzó a reinar, por un momento,
en Jerusalén.
Cuando
iban a enfrentarlo se cuenta que David pretendía ir con ellos, pero sus
capitanes le dijeron que sería gravísimo que él llegara a caer en el fragor del
combate y el daño sería irreparable, peor que si caían sus capitanes. Los dejó
ir y se quedó, pero antes de partir les recomendó que velaran por la vida del
rebelde Absalón.
Ya
sabemos que Absalón -quien iba cabalgando un mulo- se le enredó el cabello y en
esta trabazón de cabello y ramaje encontró Absalón, agazapada, la asesina
muerte.
Según
la usanza de aquellos pueblos iba Absalón cabalgando a lomo de Mulo, como su
cabellera era larga, al pasar por debajo de una encina, se quedó enredado, como
lo dice explícitamente la Lectura, el mulo siguió de largo y Absalón -un
muchacho guapísimo y de una cabellera especialmente abundante, según nos los
informa la Biblia- quedó allí, colgado, expuesto y vulnerable. Se lo
notificaron a Joab, y Joab, que era uno de los capitanes de David (el primero
en entrar a Jebús -Jerusalén- cuando la iban a tomar, y el que se encargó de
poner a Urías en el frente de combate para que muriera); pasándose por la faja
la recomendación de David - lo traspasó con tres jabalinas- luego le enterraron
lapidándolo. ¡Matado y rematado! Esto inaugura, en Israel, una tradición -usual
en otros pueblos- del cainismo con el propósito de adueñarse, conservar o
perpetuarse en el Trono. Leyendo de corrido la biografía de Joab, chorrea
sangre, que entrapa las manos del lector bíblico. Estos “capitanes” son
frecuentes en la historia y volotean, como moscas, alrededor del poderoso, son
excrecencias del “poder”. Tristemente se adhiere el pecado al poder por estas
ramas que atrapan por el cabello a sus víctimas.
¡Un
cusita y Ahimaas (el hijo del Sacerdote Zadoc), salieron en volandas -como el
atleta de Maratón- a llevar el mensaje a David! Esperaban que David se alegrara, pero todo el
tiempo aguarda por buenas noticias y cuando sabe la realidad del final de su
hijo, despedazado por la luctuosa reseña se echa a llorar. Decía que preferiría
haber muerto él, que no su hijo.
En
el capítulo 20, (que no está en nuestro programa de estudios), hay otra
rebelión importante: se trata de Seba, de la línea benjaminita, su slogan
rezaba así: “No tenemos nada que ver con David, ni repartimos herencia con el
hijo de Jesé. ¡Cada uno a sus tiendas Israel! Lo que reaparecerá con vigor en
el Capítulo 10 del Segundo Libro de las Crónicas. Cuando Roboam llegue al
Trono.
Sal
86(85), 1b-2. 3-4. 5-6
Este
es un Salmo de súplica. Salmo del que se sabe pecador y busca el amparo del
Misericordioso.
Pero
también, como opinan muchos, es también un himno que alaba al Señor y clama por
la Fidelidad de Dios.
El
que alaba es un Fiel, pero es también un desamparado, un marginal, un pobre
infeliz. Quien es víctima de otros que se ocupan de oprimirlo. La solicitud que
le eleva al Cielo es que lo saque de esa opresión, que lo libere. Si llega esta
liberación el corazón del fiel se alegrará. Por eso él ora. ¿Qué se entiende en
este caso por “oración”: ¡Elevar el Alma!
La
fidelidad del orante se manifiesta en reconocer a Dios en su Bondad, en su
Clemencia, en su Escucha, en la atención que prodiga al suplicante. Al oferente
de la oración: el que ofrece la plegaria orante.
En
el versículo responsorial hay un antropomorfismo: se compara a Dios con un ser
humano, que tiene que dirigir sus orejas hacia el foco originario de la voz que
le habla, para alcanzar a oír lo qué le dice.
Mc
5, 21-43
Jesús
abandona la región “pagana” de la Decápolis y regresa a territorio judío, quedándose
en la zona aledaña al lago.
Esta
perícopa está narrada como un sándwich -que técnicamente llamamos en literatura
una “inclusión”- el pan, luego la lonja de carne y queso, para cerrar con la otra
taja de pan:
1º
Llega Jairo, cabeza de la comunidad sinagogal, a rogarle que vaya a imponerle
las manos para que alcance la salud. Así que Jesús se fue con Jairo,
curiosamente este es un nombre de origen griego (significa “alegría”, “gozo”, “al
que Dios ilumina”) este cargo de “jefatura sinagogal” no implicaba poder, era
una especie de acolito mayor, con funciones de “maestro de ceremonia” con
ninguna responsabilidad administrativa.
2º Hace su aparición la “hemorroisa” que llevaba, ya, doce años con ese problema sin
que los médicos le “dieran con el chiste” y había gastado en esos tratamientos
toda su “fortuna”, consiguiendo, tan solo, empeorar.
Se
le acercó por detrás, para que nadie se diera cuenta y lo tocó -recordemos que
aquello implicaba quedar “impuro”. Y ella logró instantáneamente el prodigio.
Lo
curioso es que el poder sanador que emana Jesús no sale sin que Él lo note. Y
pregunta quien obtuvo “a la chita callando” un milagro. Jesús deshace todas
aquellas patrañas de “impureza” la tranquiliza y le muestra la gratuidad del
favor recibido: Ella no le ha robado nada, Él solo quería mostrar que no se
apegaba a todas eso mitos de “impureza”, establecidos sólo para mantener
apresado el poder y favor de Dios que no rechaza a quienes lo necesitan, sino
que se les hace el Encontradizo, y llega allí donde Lo están buscando, donde claman
por Él.
3º.
Ya
es demasiado tarde, la hija de Jairo ha muerto, se demoraron mucho en llegar.
Jesús le dice a Jairo que derrote el temor -ese temor que es dolor cuando la
muerte grita su campeonato- y lo derrote con un poder dado por Dios al ser
humano: le Fe.
Para
Jesús, la muerte no es sino un sueño, un dormir que puede ser despertado con el
despertador adecuado: El poder de Dios.
Una
de las frecuentes reacciones del incrédulo es la burla. En estos últimos días encontrábamos
que muchos querían neutralizarlo, impedir que actuara con su Ilimitado Poder, tratándolo
de loco. Al loco y al que nos hace reír -el payaso- se le ignora, se le
desautoriza, se le arrincona con el desprecio de la risa.
Sólo
a sus discípulos más cercanos, los más formados, los más fiables que pueden
testimoniar este “milagro”, Una Resurrección, toma por compañía a Pedro, Santiago
y Juan a quienes se sumaron los más directos interesados: su papá y su mamá,
ellos cinco vieron y oyeron que le dijo en arameo: “Talitha qumi”. Y, de
inmediato, despertó y se levantó. Era una jovencita de sólo 12 años.
Sólo
hay que hacer dos cosas más, a saber:
a) Guardar el secreto Mesiánico
b) Darle de comer a la
niña, porque no era un fantasma, ni una aparición, era un ser vivo que necesita
comer. La inapetencia es signo de que la muerte va ganando, y lo contrario,
también es cierto, si comía era porque no sólo estaba un poco viva, sino que,
en realidad estaba ¡recontra-viva!
Marcos
nos muestra que este relato en forma de inclusión tiene por columna vertebral
la fe. Nos está enseñando que el poder humano que hace eficaz el poder Divino
es la Fe. Lo primero que se roba la muerte es la Fe.
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