Hch
22, 3-16
Por
lo menos tres veces se nos ofrecen relatos sobre la “llamada” de Pablo: Hch 9,
3-9; 22, 6-8; 26, 12-18 Es constructivo leer los tres y comparar sus
similitudes y sus diferencias.
Coinciden
en:
1. Antes era un
perseguidor acérrimo del cristianismo
2. Hablan de una Luz
del Cielo
3. Hablan de que Saulo
cayo en tierra, (no se menciona ningún caballo, que fue añadido por los
pintores)
4. Se oye una voz.
5. Se entabla un
dialogo
6. Jesús se manifiesta
como “el Perseguido”.
Ahora
miremos las divergencias:
1. Sólo Pablo ve a
alguien
2. Había sido
comisionado a Damasco
3. Queda ciego
(especie de escamas que le tapan la pupila)
4. Le indican que
gracias a él llegará el anuncio a los “paganos” y verán la Luz
5. La visión previa de
Ananías
Hay
una palabra clave que nos permite decodificar el mensaje y captar de qué
“Conversión” se trata, es el verbo διώκω [dioko] “perseguir”.
Interesante mirar si se repite, y de ser así, cuántas veces. Viendo que el eje
del asunto está en la persecución podemos decodificar que la conversión es el
paso de ser perseguidor / a ser anunciador, proclamador, propalador, vehículo,
apóstol.
De otro lado, este relato ha inducido a malinterpretar que
Saulo, al caerse, “purrum”, quedó convertido. Lo que podemos aseverar es que se
trata de un punto de inflexión que da inicio a un proceso que tiene su
duración, y que se debió prolongar por años. Es importante comprender que la
conversión no es un prodigio súbito, inclusive sería licito suponer que cuando
el cuidaba la ropa de los que lapidaban a Esteban, ya se había detonado el
inicio del proceso.
Es -por lo menos pueril- pensar que el paso de Saulo a
Pablo revistió un carácter “instantáneo”. Todos tendríamos que entender que hay
una prolongada etapa de “formación” que va esculpiendo en la conciencia y
definiendo la solidez de la fe y el compromiso. Si ese “proceso” no se vive,
quedamos en un punto de endeblez e inmadurez que no conduce a un creyente
verdadero.
Tampoco se puede entender como una serie de enunciados que
se memorizan y se pueden repetir con mayor o menor fluidez, ni como un “amor a
primera vista”, se puede dar un encanto inmediato, una especie de deslumbramiento,
pero el amor requiere de una serie de vivencias vinculantes que conduzcan a un
amor serio, definido, capaz de pasar al compromiso conyugal.
Tampoco basta con “echarle el agua” si lo que se detona en
la Pila Bautismal no se continúa en un contexto de espiritualidad familiar.
Limitar la conversión al rito sacramental llevará tan solo al desconcierto de
saberse bautizado, pero no identificarse como tal. Ser cristiano no se alcanza
con un ritual de “una vez por todas”, el Espíritu Santo estará allí, atento y
pendiente de ser reconocido y acogido en el corazón y la vida plena. ¿Sirve de
algo que aparezca en la partida de nacimiento el nombre del papá, si nunca en
la vida se vuelve a relacionar con él?
El compromiso que la fe nos pide es uno de evangelización,
la fe está para que la compartamos, para que la testimoniemos. No podemos
reducirnos a ser sólo creyentes de carácter nominal, hay que hacerse portador
de la Buena Nueva, que no significa repetidor de citas bíblicas sino vivir con
el estilo de vida que nos propone Jesucristo.
Sal
117(116), 1. 2
Este
salmo brevísimo es un himno. Nos llama a celebrar con alabanzas. Celebrar es
congregar, es reunir a todos los implicados. ¿Quiénes son los implicados en
este caso? Todos los vivientes, todos los hijos de Dios, todas sus criaturas.
No hay discriminaciones: este es la tarea que nos encomienda la fe,
conglomerarlos a todos para disfrutar la profunda alegría de su Fidelidad.
Imagínense: La fidelidad de Dios es eterna.
El
verso responsorial está tomado de la perícopa del Evangelio que se proclama
hoy, es el enunciado de la misión evangelizadora: “Vayan al mundo entero y
proclamen el Evangelio”.
Ahora,
en este balanceo ritual -mismo que practican los judíos en su oración- en ese
ir y venir pendular, encontramos las dos fronteras de esa oscilación: el amor y
la fidelidad. ¿Qué implican ese par de fronteras? Que la verdad de Dios no
tiene un carácter intelectual, sino afectivo, una afectividad ejercida con
voluntad persistente: la amplitud de la oscilación -en teofísica- recibe el
nombre de Alianza.
Estas
oscilaciones barren una distancia que el propio salmo mensura: “El mundo
entero”. ¡La Alianza no excluye a ningún habitante del planeta! ¡La Alianza es
inclusiva!
Mc
16, 15-18
El
Evangelio de Mc termina en 16, 8. Las mujeres fueron al Sepulcro y un joven
que, sentado a la derecha, vestido con túnica blanca, les dijo que no se
asustaran, porque ellas al verlo reaccionaron así. Las mujeres salieron huyendo
por el temor y el espanto que se adueñó de ellas. Se les entrega el anuncio de
la resurrección y el espanto las sobrecoge.
La
perícopa que se proclama hoy es un añadido, al que se suele llamar el “final
largo” y que nosotros hemos acogido como canónico. Se cree que fue redactado a
principios del Siglo II.
En
este final se encuentra 4 momentos:
i.
Se le aparece a María Magdalena
ii.
Se les aparece a dos peregrinos, se la aparece a los once
iii.
Asciende al cielo y ellos salen a predicar por todas
partes.
(Se
puede comentar que existe un “final breve” y “otro final largo” (Código free,
puesto después del verso 14).
La
Lectura de hoy perece un comentario a la actividad que desarrollo Saulo-Pablo
llevando el Anuncio más allá de las fronteras del judaísmo, alcanzando a la
Gentilidad en Turquía, Grecia, en particular a Macedonia; inclusive a Roma, y
más allá cuyo propósito no logró llevar a cabo.
Se
indican aquí los prodigios que los hará capaces de defender y salvaguardar el evangelio que estos esforazdos proclamadores anuncian:
a) Expulsaran demonio
b) Hablaran nuevas lenguas
c) Podrán coger
serpientes en sus manos
d) Si les dan a beber
veneno no los afectará
e) Sanaran enfermos
mediante la imposición de manos.
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