Rm 1, 16-25
Nosotros
vivimos en un país donde es bastante bien aceptado el católico, hay una que
otra situación, pero en general, podemos hablar de una libertad de culto
bastante bien aplicada. Hay un rechazo tácito por parte de algunas personas,
pero esto se refiere, más bien, a cierta pereza para entrar en los Sacramentos
de nuestra Iglesia, que no a una situación de persecución.
Es
curioso contrastar con la situación de hace algunos años cuando todos -o casi
todos- querían bautizar a sus hijos cuanto antes, acompañarlos muy
estrechamente en el proceso de recibir por la Primera Vez la Eucaristía y
cuando jovencitas y jóvenes incluían en sus proyectos de vida el matrimonio
sacramental o la vida consagrada.
Si
ha cambiado en algo la situación, hay una pieza de comparación verdaderamente
patética en los países donde la población católica es minoritaria, o donde se
dan casos de flagrante persecución, profanación de Templos y atentados contra
la vida de los fieles. Allí, la valentía para sostener la fe en medio del
acoso, está en la zona limítrofe con el heroísmo que -muchas veces- es galardonado
con el martirio.
Pablo
vivió y trabajó su misión en un ambiente donde la fe no era conocida, se
estaban sembrando -hasta ahora- las primeras semillas, y la persecución
asociada con torturas, prisión, destierro y muerte era frecuente y se podía
encontrar a cada paso. Cuantas veces tuvo que huir y salvó su vida, a duras
penas, porque almas caritativas, en muchos casos -recién convertidos- lo ocultaron y lo secundaron en su
escapatoria. ¡Su vida toco el final, con el acerado borde de la espada aplicado
a su cuello!
Hoy
inicia la perícopa subrayando que no se avergüenza de su fe. Su fe la define
como seguimiento del Evangelio, y el Evangelio lo demarca como “fuerza de Dios
para la Salvación”. Aún ofrece otro lema para retratarnos en que consiste su
discipulado: La revelación, la manifestación de la Justicia Divina. Remata,
llevándonos a la cúspide, indicando que el justo no vive por nada más que por
su fe. La fe es su boleto incuestionable en el tren que se dirige a la Vida
Eterna.
Hilvana
perfectamente, la siguiente temática, ¿se queda Dios impávido e indiferente
ante la injusticia que se comete contra los fieles? No, por el contrario, Dios
es lento a la cólera y rico en clemencia, pero aquí aparece uno de los motivos
que puede llevar a cambiar el corazón de Ese-Tan-Misericordioso. Leemos entre
líneas: ¡quieren ver a Dios airado? Pues, si quieren ver algo que
verdaderamente os haga temblar, ahí está, bastará cometer cualquier impiedad,
cualquier injusticia contra sus hijos, el enunciado que nos entrega Pablo, nos
deja entender que no sólo se enoja porque ataquen a sus fieles, no -aquí viene
un retazo de catolicidad: todos los seres humanos los tiene por hijos. ¡quien
atropellare a uno de estos, mis pequeños, me atropella a Mi” (Cfr. Mt 25, 40)
Se
toca luego un punto de la mayor importancia para entender nuestra fe. Se habla
de una capacidad, de una inteligencia que se ha incorporado al ser humano,
siendo evidente a los sentidos con sólo contemplar la Creación. Sin embargo, “alardeando
de sabios”, hemos preferido hacernos los de la “vista gorda”, escamotear la
comprensión y ensamblar pretextos, y argumentos alambicados que nieguen la
Verdad que salta a la vista.
Por
preferir esa ruta de ignorancia y engaño, hemos caído en la idolatría y hemos
preferido adorar lo material, porque perceptible a los sentidos. ¡Toda nuestra “incredulidad” se basa sobre la
sensibilidad, haciendo caso omiso de la “inteligencia”! ¿A dónde hemos ido a
parar? A la idolatría. Por despreciar nuestra sensibilidad teologal, nos hemos
estrellado contra el fondo del desfiladero.
Sal 19(18),
2-3. 4-5b
Acercarse
a los salmos entraña una aproximación cariñosa y sensible a la herencia judaica
que contiene el catolicismo. Muchas veces hemos practicado un antisemitismo y
hemos incurrido en un discurso que ignora que
a) Jesús, María y José
eran judíos.
b) Jesús nunca declaró
un alejamiento o ruptura con el judaísmo, lo que hizo fue cuestionar algunos
enfoques -principalmente los del fariseísmo- pero siempre siguió yendo al
Templo y nunca les dijo a sus Discípulos que se alejaran de él.
c) Muchas de las
actividades del naciente cristianismo giraron en torno a las Sinagogas, y ellas
sirvieron como focos de proclamación kerigmática, de hecho, en muchas partes,
las comunidades nacieron allí.
d) Las primerísimas
comunidades eran mayoritariamente judías, más adelante se injertaron los
paganos, pero, eso fue definitivamente posterior.
e) Se ha pintado la
Conversión de San Pablo como una ruptura con su pasado judío, pero él mismo,
también siguió usando las sinagogas como ejes para su predicación.
Nosotros,
por la Enseñanza de Jesús, somos reacios al “leguleyismo” que tocó a los
fariseos, pero, continuamos su tradición, sólo que limitándola a los “10
Mandamientos”, mientras para ellos fue esencial, la atención a la Torah entera.
Nadie
quiere esconder las diferencias de hoy, pero -lo que nos proponemos-
sencillamente, es reconocer que nuestra aproximación a los Salmos, siempre
dependerá de una más clara e imparcial intelección de las raíces de nuestra fe.
El
Salmo de hoy quiere hacernos ver como la Naturaleza nos habla y nos muestra a
los gritos las Huellas de las Manos Creadoras. Nos alerta este salmo que hay
que saber ver con los ojos del corazón y hay que saber oír con los oídos del alma.
Nos alerta que, si honestamente queremos saber de Dios, hay que aprender este
Nuevo Lenguaje que tanto hemos descuidado y -a la vez- evitado aprender.
Lc 11, 37-41
Sin
llegar a caer en polarizaciones simplistas e ingenuas, uno podría empezar un
análisis sectorizando dos polos: los que cuidan, velan y se desvelan por la
exterioridad, y el otro bando, muestra una atención importante sobre lo
interior.
Consideramos
que siempre se da una mixtura entre las dos posiciones extremas, y -pensamos-
que la denuncia que Jesús hace el día de hoy, en este Evangelio mateano, apunta
en la dirección del extremismo exteriorista.
A
los rituales de limpieza Jesús contrapone la caridad. Hacer obras de caridad se
registra en el Libro de la Vida; la higiene exagerada, que no tiene un tinte
verdaderamente profiláctico, -es puro rito por la pura fascinación hacia el
ritualismo- no es religioso, es decir, no acerca a Dios. Es realmente
empobrecedor de la fe, cuando la religión se queda restringida a los actos
rituales. Si bien es cierto, existe -dentro de nuestra cultura- un claro afán
ritualista: Besar una imagen, llevar el escapulario como si este fuera un
amuleto, coleccionar objetos religiosos, hacer novenas, y -lo más deformante-
cualquiera de estas actitudes ejercida con un ánimo mercantil: es un “negocio”
con Dios, lo hago para que Dios quede obligado a complacerme. Creemos -con todo
respeto- que este enfoque debe corregirse, para darle paso a una fe y a un
culto más cercano a la propuesta cristiana.
Pero,
de otra parte, debemos ser muy cuidadosos con la apariencia, no sabemos en
realidad cual es la situación en el corazón de cada persona que hace o deja de
hacer: está -por ejemplo- el que no se arrodilla, cuando la liturgia lo
prescribe, pero ignoramos que la salud de sus rodillas no se lo permite. Lo
decimos, sólo a guisa de ejemplo, porque hay cientos de situaciones en donde
ignoramos lo que está detrás y lo que el corazón sabe, que el “observador”, por
el contrario, ignora.
Podríamos
generalizar diciendo que cada quien tiene su propia consciencia y – esta
“norma” de privilegiar la interioridad, sólo la puede juzgar cada quien desde
su propio fuero. En todo caso, Jesús dejó claramente sentado que, después que
el corazón esté limpio, lo externo y lo ritual, pasan a un plano
insignificante.
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