Rm 3, 21-30a
…la justificación del
pecador lleva consigo una obra divina de recreación, de renovación de una
personalidad que había sido pervertida y desviada de sus verdaderos fines por
el acto del pecado.
Bruce Vawter
Hoy
vamos a ver el núcleo mismo de esta “carta”, el tema de la justificación. Corrientemente
se maneja la idea de practicar obras piadosas, de portarse muy coherente con la
Ley de Dios primero, y -entonces si- quedaremos justificados. En realidad, de
verdad hay algo que está antes y que valida todo lo demás, pero que, si no
está, hace todo vano: se trata de la fe. ¿y, en qué consiste esta fe? En
reconocer que Jesús con su Pasión y Resurrección nos ha ganado esa
“Justificación”. Lo entendemos como un carrito de madera, muy bien hecho, pero
que no tiene un motor propio, solo remolcado por el motor del carro de su papá,
el carrito andará. Entender que dependemos del “carro de verdad”, de su
“motor”, esa es la fe. Hay un solo carro con verdadero motor, es el carro del
Hijo de Dios que nos Redimió.
Pegados
al carro de Papá, y remolcados por él, nuestro propio carro puede ganar
“impulso” y moverse algún corto tramo. ¡Sin nuestro remolcador no hay caso! No
podremos “jugar” ni un poco, y toda la gracia y la diversión de la actividad
queda “quieta”.
Ahora
bien, el ala judaizante, lo que proponía era mantener la circuncisión y se
podría haber mantenido, pero ¿para qué? Cuando uno es niño, cree que puede
lograrlo todo con el llanto, (cuando uno es judío, cree que todo se puede
alcanzar con derramamiento de sangre); como ustedes se pueden imaginar, ni el
llanto ni la circuncisión harán que se mueva el carrito. ¡Dependemos de ser
“remolcados”!
En
la Alianza, Dios -en su Bondad Infinita- quiso “pactar” con el ser humano, y le
propuso la Ley, cuyo cumplimiento estricto, demostraba la fidelidad a la
relación. Ese contrato, se sellaba con el “sacrificio”, y su “documento” de
comprobación era la circuncisión. Pero ahora, con Jesús, sobreviene in segundo
Pacto: La Nueva Alianza.
Podríamos
decir -para ponerlo en términos figurativos, que ya no amarramos nuestro
modelito de madera, sin motor, al carro de papá, con un lazo, ahora vamos
unidos a su carro por una Cadena, que Él, en su Amor e interés por nosotros,
encontró más segura, más firme, menos riesgosa para nosotros: Así que ahora
estamos firmemente atados a Él por medio de una Cadena de Amor.
¡Ya
no estamos unidos por la Ley, sino por el Hijo-Crucificado-Muerto-y-Resucitado!
Este Sacrificio de Dios-mismo, nos ha introducido en la corrección, todo ahora
en nosotros puede ser “justo”, “correcto”, todo lo nuestro entró en la
“rectitud”; no lo logramos nosotros, ha sido el poderoso carro de Papá, con su
Poderosísimo-Motor-Salvador.
Adán,
no es nombre propio, es sustantivo común, quiere decir “ser humano”, creado a
partir del barro, barro finísimo, pero barro, al fin y al cabo. Todos los seres humanos, como quiso decírnoslo
Dios con el Libro de Jonás, le importamos, todos le dolemos, todos le
preocupamos. A todos quiere salvarnos, todos somos “ovejas de su rebaño”, hasta
los ninivitas, por mucho mal y mucho daño que le hubieran causado a su “pueblo
elegido”.
Esto
es duro aceptarlo para el pueblo judío, es lo que Jesús tratara a fondo en la
parábola del hermano mayor del hijo prodigado, que no quiere entrar a la fiesta
y reclama envidioso haber tenido un corderito para hacer fiesta con sus amigos.
Este hermano rencoroso, no entiende la Gracia, ignora totalmente lo que
significa “gratuidad”, no puede concebir que alguien se salve “gratis”. Él
quiere -y le parece muy razonable- que todos los que entren al concierto tengan
que pagar la boleta, no le cabe en la imaginación lo de “pases de cortesía” por
ejemplo si tocan en una ciudad donde vive la mamá del cantante, ella podría
gozar de uno de esos pases. Además, el “hermano mayor de la parábola”, exige
para si las localidades VIP. Tantos años como me he partido la espalda
trabajando aquí en esta finca, para que me salga -ahora- con este cuentico del
perdón y la gratuidad, sabiendo como sé que este “hijo tuyo” (no lo llama
“hermano mío”), malbarató todo su patrimonio en orgias y golfas. (Cfr. Lc 15,
29s)
Este
hermano no logra -en su ceguera envidiosa- darse cuenta que esa dedicación
virtuosa a trabajar la “finca” es un sub-producto del amor y no de una
disciplina férrea que él hubiera cultivado por un secreto noble impulso. En
realidad, ¡nadie daría peces en vez de serpientes y huevos en lugar de alacranes,
si Dios no soplara en nosotros su Generosidad! Es Él quien ha creado las
perfecciones en nuestro corazón y en todo nuestro ser para que seamos capaces
de erguirnos de nuestro barro. Creemos que compramos la salvación por la tarea
tan bien cumplida en respetar Mandamientos: Trabajé 20 horas en los “talleres
de Dios”, me merezco un cielo con carro último modelo.
Algunos
vienen con el siguiente contra-argumento: entonces ¿todos los esfuerzos tan vigorosos
de Santa Teresa de Calcuta, no eran necesarios? Se podría contestar que no los
eran, pero, cuantos han encontrado una visión del Rostro de Dios en la
transparencia de su Obra. Ella podría haberse Salvado sólo por la Gracia de
haber reconocido en Jesús a su Señor, pero Dios aceptó (y quizá sembró en su
corazón esos propósitos para motivar a quienes no los ven en otra parte o de
otra manera) su ofrecimiento para hablarnos a muchos, para tocar cientos de
corazones.
Cuando
Dios nos previó, mucho antes de estar en el vientre materno, ya tenía lista
toda la Gracia necesaria para nuestra Salvación, por lo que podemos garantizar
que el Infierno existe, pero no afirmar -sin lugar a dudas- que haya sido
estrenado. Porque la Gracia es más poderosa que toda la Maldad que pueda andar
por ahí suelta, pero que no es criatura de Dios.
Muy
a pesar de esto, si estamos intentando alcanzar la vida eterna, hay que
entender que la vida en el planeta tierra es un verdadero Campo de
entrenamiento, y que será muy difícil llegar allí si no tenemos el
acondicionamiento necesario y el entrenamiento que conforma el hábito: por
ejemplo, si aquí nos acostumbramos a odiar, ¿cómo podremos jugar -por toda la
eternidad- un juego que requiere tanta práctica en amar? Para Dios no hay
imposibles, pero -de verdad- ¿se la queremos poner más difícil?
Sal
130(129), 1b-2. 3-4. 5-7ab
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿Quién podrá
resistir?
Este es un Salmo Gradual. Vamos llegando el Templo y completando la Subida, conscientes -profundamente- de nuestro pecado, vamos a implorarlo, sabiendo que Él es El detentador de la Misericordia y que la entrega por Gratuidad, que sus Manos la derraman como Generoso Don.
Es
hermoso que el penitente no sube al Templo atafagado de egoísmo, va rogando por
él mismo, pero va rogando también por su Comunidad, por su pueblo, Israel. Su
entrega a la Voluntad Divina, que él sabe tan Generosa, es completa, nos hace
pensar de inmediato en la Exhortación Apostólica
C’est la Confiance «Si estamos
en las manos de un Padre que nos ama sin límites, eso será verdad pase lo que
pase, saldremos adelante
más allá de lo que ocurra y, de un modo u otro, se cumplirá en nuestras vidas su
proyecto de amor y plenitud.»
Se podría compendiar el Salmo diciendo que,
si no fuera por la Gracia Misericordiosa de Dios, porque somos pecadores, no
tendríamos sino un doloroso y oscuro futuro-sin futuro.
Nadie que no haya hecho guardia, en un
campamento, de noche, en territorio enemigo, esperando el nuevo día, puede
entender bien esta frase del salmo: “mi alma aguarda al Señor, más que el
centinela la aurora”.
Lc 11, 47-54
En
el capítulo 11 del Evangelio lucano nos encontramos con estos ¡Ayes! Que
lamentan lo que hacen los fariseos (en los cuatro primeros) y lo que hacen los νομικοῖς
[nomicois] “legistas”, en
los tres últimos:
1. Purifican por fuera
los vasos y los platos (No se dice el οὐαί [ouai] “ay”, pero se lamenta o se
denuncia algo)
2. Pagan el diezmo de
la menta, la ruda y de toda legumbre
3. Aman el sitio de
preferencia en las sinagogas
4. Son como sepulcros
que no se ven
5. Imponen a los
hombres cargas intolerables
6. Edifican los
sepulcros de los profetas
7. Se han llevado la
llave de la ciencia. Este saber es un saber -al que se llegaría por medio de
esa puerta- es muy especial, es el de la verdadera ciencia porque es
conocimiento Revelado, viene de Primera Mano y ha sido probado en la práctica.
Hay algo no
solo malo sino pésimo, porque desvirtúa la religión, toda la relación entre el
hombre y Dios (mediada por el Templo); examinemos cómo se da la falsificación:
1. Por dentro están
llenos de robo y maldad.
2. Se deja de lado la
Justicia
3. Se apegan a venias
y reverencias
4. Se camina por
encima de las tumbas, porque no se ven -no están debidamente marcadas con
pintura blanca-, y entonces queda uno impuro.
5. Esas cargas que se
inventan los legistas no ayudan a cargarlas, ellos se exceptúan.
6. Esos Mausoleos
están destinados a ser tumba de los profetas muertos a manos de los papás
7. No entran en el
verdadero γνώσεως [gnoseos] “saber” ni ellos, ni los
demás, es como si ellos se hubieran parado en la puerta a garantizar que esa
puerta no la use nadie.
Los
acusa de haber matado a los profetas, no uno que otro, sino desde el principio
-la primera página de la Biblia- nombra a Abel, y hasta el último de la Biblia
-nombra a Zacarías- que de acuerdo a la Biblia Judía son el principio y el fin.
En
guardia, muy atentos, porque esa ha venido siendo la filosofía que hemos
aplicado, la de legistas, para mantener el monopolio de la gestión eclesial,
so-pretexto que la jerarquía sabe, y sólo ella; donde se ha solapado el intento
de acaparar el privilegio de los principados y la nobleza; que para muchos el
Orden Sacerdotal era un salvoconducto de ingreso a la aristocracia.
Nuestra
muy amada Iglesia está en mora de espabilarse y limpiarse las lagañas para ver
lo que es ministerio, que viene de minus (el menor, el que menos, el que está
dispuesto a ser servidor, inclusive llega a significar “lo que se adeuda”, “lo
que hay que pagar”). Incluso el laicado, se acerca a los ministerios con esa
visión interesada de “al que buena sombra se arrima…” A este respecto, las
primeras etapas del Sínodo de la Sinodalidad dejaron -en muchas partes-
vislumbrar ya esta denuncia, este ¡ay!
No hay comentarios:
Publicar un comentario