Lunes de la Vigésimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario
Ex
23, 20-23a
Sería
interesante mirar la globalidad del Éxodo como una vivienda de 4 plantas,
subdivididas en alcobas. Las estancias serían: a la entrada, una panorámica del
marco situacional que enfrentaban los Israelitas en Egipto; la segunda
instancia, la marcha por el desierto; la tercera, tiene como núcleo la Alianza,
y la Cuarta, mira hacia como apareció la “Tienda del Encuentro” y su diseño. La
perícopa que hoy nos va a ocupar, se refiere a la tercera estancia, por lo que
convendría darle un vistazo más detallado a ese piso.
En
él se toca el asunto del viaje para llegar al Sinaí, empezando con a) la propuesta
que les hace Dios de sellar entre Él y su pueblo -en éxodo-, una Alianza, luego
viene b) la entrega de las Tablas, y luego, como se recordará el asunto de d) el
Becerro de oro que se fabricaron porque Moisés tardaba en regresar. La parte b,
puede considerarse integrada por los capítulos 20-24, dónde no sólo se les hace
entrega de La Tablas de la Ley sino que además se les dan otras leyes
relacionadas con el Altar, la esclavitud, los crímenes, ciertos de ellos
regulados con más detalle, seguramente por su frecuente acaecer, leyes sobre la
propiedad, sobre las calumnias, los juicios promovidos con acusaciones falsas,
el trato que se daría a los emigrantes y sobre algunos aspectos cultuales y la
institución de las Festividades: la de los panes ázimos, la de la siega y la de
la cosecha-las primicias. Para llegar a la promesa de protección y escolta
angelical, que es la esencia y el motivo de que esta perícopa se haya escogido
para la celebración -hoy- de los Santos Ángeles Custodios.
El
Señor ofrece a Moisés y a través de él, a su pueblo, que tendrán un מַלְאָך [malak] “ángel” que irá por delante לִשְׁמָרְךָ֖ [shamar]
“que hace guardia para proteger”, “que custodia”, de ahí que se les llame custodios,
que es el significado de esta palabra; aportándoles protección, y les servirá
de guía para llegar a la tierra prevista para ellos, para llevarlos a feliz
destino.
Allí
se nos señala cómo ha de ser nuestra relación con él: de respeto, de
acatamiento, sin rebeldías, porque el ángel es Su Embajador ante nosotros,
actúa en su Nombre Santo y es portador de sus designios amorosos para cada uno
de nosotros.
Hará
de nuestros enemigos, los enemigos suyos, si -los ciudadanos del pueblo de
Dios- tenemos un adversario, Dios lo mirará como adversario suyo. Y, concluye
la perícopa reiterando que, el ángel custodio פָּנִים [panim]
irá por delante”.
Sal
91(90), 1-2. 3-4. 5-6. 10-11
Las
festividades que se instauraron como obligatorias, a las que se refiere en el
Éxodo, antes de llegar a prometer la escolta de un ángel; demarcaba unas
peregrinaciones a Jerusalén, para llegar al Templo: se trata de peregrinaciones
estrictamente cultuales.
Este
salomo de hoy, es un salmo de peregrinación. Se toman los versos que se
refieren al asombro al llegar y contemplar la maravilla y la hermosura del
templo, y la estrofa final, de una oración que ofrecen los peregrinos por los
habitantes de la ciudad que los acoge: ellos oran por sus anfitriones.
Teniendo
el Templo ante sus ojos, habiendo llegado por fin a Jerusalén, se sienten por
fin, libres de los azares y riesgos del camino, superan la preocupación, han
dejado los asaltantes de caminos atrás, y ahora, se regodean, en alabanza al Dios
Poderoso que los trajo con bien.
Sus
ojos se abren para entender que Dios ha sido Refugio y Alcázar. Él los ha
guardado y tenido a salvo de las trampas del camino, de las incertidumbres que
les mencionaron otros viajeros como precauciones a tomar.
Los
ángeles custodios tiene alas, así los creó Dios, y sus alas los han cubierto,
haciéndolos invisibles para sus enemigos.
Los
brazos de los ángeles son fuertes como músculos de toro, como brazos de
gladiador, su sola presencia ya es “escudo y armadura”.
Los
viajes, y para un pueblo en Éxodo, todo el tiempo es viaje, tiene peligros
diurnos y peligros nocturnos: había maleantes que atacaban en la noche, pero
también había asaltantes diurnos que -como francotiradores- se apostaban y los
atacaban con sus mortales flechas. Además, había accidentes geográficos y
fenómenos naturales que también eran amenaza. Pero el ángel los cuida de todo
eso.
Una
misión muy claramente definida había entregado Dios a los ángeles, ellos no
tenían otra ocupación u otro objetivo, simple y sencillamente, estaban para
guardarlos en su caminar.
El
ángel no es una figura de evasión: ¡no hagamos nada que para eso está el ángel!
No es esta la lectura que se ha de hacer de este Don Celestial. Los ángeles no
están para cubrir nuestra pereza y encargarse de lo que nuestra diligencia
abandona. Pero allí donde pongamos nuestro empeño, el ángel centuplicará
nuestras fuerzas y nuestra astucia.
Mt
18, 1-5. 10
…más le valdría que le
colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al fondo del mar.
Mt 18, 6defg
Hay
una premisa comprensiva para adentrarnos en la hermenéutica de esta Lectura del
Evangelio mateano que tenemos para hoy. Una pregunta muy lógica es ¿quién de
nosotros, tan virtuosos, tan bien puestos, tan modosos, merece integrar el
gabinete de gobierno del Reino? Si hemos caminado con Jesús, si un sinfín de
veces lo invocamos ¡Señor, Señor! Si nuestro trato con Él se ha vuelto una
relación de cercanía, de profunda confianza, casi que de intimidad. ¿No es muy
justa la pregunta?
El
detalle crucial es que el Reino ya se realizó en Jesús
Crucificado-y-Resucitado. ¿Estará medianamente realizado en nosotros? ¡El Reino
ya está aquí! ¡Jesús lo puso en el centro! ¡Se trataba de un jovenzuelo, muy
niño, ya no mamaba del pecho de mamá, pero, ni siquiera había llegado a la edad
de ser circuncidado! eso lo sabemos por la palabra que se usa: «Él llamó a un παιδίον [paidion] “niño muy pequeño”, lo puso μέσῳ [meso] “en medio” “en el centro del
corrillo”, “en el núcleo de la ronda” y dijo…».
Hay,
como mínimo, dos valores esenciales de un niño de esta edad -claro que a veces
los malcriamos hasta que logramos destruir en ellos sus rasgos más generosos y
deseables- son rasgos tan nobles que -de verdad- los requeriríamos de querer
sinceramente ingresar en el Reino.
El
primero es su capacidad de sobreponerse a un disgusto, es imposible que su
enojo dure más allá de -digamos- cinco minutos. Si tuviéramos este Don
maravilloso del “perdón”, tendríamos el carnet de entrada al Reino.
La
otra característica, que nos parece que podía ser lo que Jesús señalaba, era su
dependencia: a esa edad, el niño es enteramente dependiente de sus “padres”, su
vida pende y depende de sus progenitores y los cuidados que ellos les brinden.
Si nosotros fuéramos capaces de vernos así, dependiendo enteramente de Dios,
habríamos alcanzado el Reino.
No
se trata de la “docilidad” para que las supuestas “autoridades” humanas nos manipulen.
El punto no radica en que algún hombre haga de nosotros marionetas fácilmente
manipulables, se trata de aceptar que “dependemos” de Dios, se trata de ver que
la línea de nuestra vida la traza el Señor, y por eso, ¡Él es el Señor!
Que
no nos vengan con el discurso de que la autoridad divina la detenta A, B o C. que
el “príncipe x” o el “tiranuelo y” han sido directamente designados por Dios
como sus apoderados; eso es ¡ideología barata! La historia está repleta de esas
figuras que se mimetizan de divinidad y tejen afanosamente su entramado de
control y dictadura. ¡Hay que desenmascararlos! Pero, por el contrario, hay que
aprender a discernir y reconocer lo que viene de Dios, con los que él nos ha
manifestado, especialmente sus hagiógrafos, y ¡a ellos sí! acatarlos. Por
ejemplo, acatamos al Papa, a él como autoridad Petrina, también a los “padres
de la Iglesia”, a sus “Doctores”, ¡si, y si!, de verdad que ellos nos trasmiten
la Revelación. Pero, no abundemos mucho más allá; cuando empecemos a
enumerarlos, vayamos con tiento. Atención y cuidado con los que pretenden
“completar la revelación”, evitemos el afán esnob en materia religiosa y
pretender estar al día con el más reciente “iluminado”.
Hay
otra manera de despreciarlos: decirles cualquier cosa, imprecisiones, a veces
hasta errores, revolver elementos que la Iglesia no promueve, guiarlos con
nuestra escasez y nuestra penuria, difundir tergiversaciones, repetir simplezas
y/o desinformaciones, inclusive, andar proclamando “verdades a medias”. Por
favor, que no se recorte el Evangelio a la medida de la insuficiencia.
¿Queréis
derribar a esos encaretados? Mirad quien se aprovecha de cualquier débil,
cualquiera que los maltrate, que los minimice, que los ignore, que los engañe,
que les mienta, que los desampare, bajo cualquier pretexto -especialmente si se
trata de su pretendida “autoridad”, o muy exigida sabiduría- esos no ven, ni
saben, que los Ángeles Custodios de esos “pequeños” están constantemente viendo
el Rostro del Señor.
Perdonar
y saber depender ¡de Dios!, es la ruta para llegar a ser de los más grandes en
el Reino.
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