domingo, 22 de diciembre de 2024

Lunes de la Cuarta Semana de Adviento

 


Mal 3, 1-4. 23-24

Los profetas post-exílicos son Ageo, Zacarías, Malaquías y muy seguramente, también Joel. Ageo y Zacarías lideraron con su profética el retorno de Babilonia y la reconstitución de la comunidad. No todos habían sido exiliados, el pueblo raso y común había quedado allí sin sacerdocio, y sin “los escribas”, digamos sin la autoridad que los acaudillaran. Los que retornaron que traían el propósito de la reconstrucción, poco a poco fueron enfriándose y retornando a su fe tibia, sino fría. En la segunda mitad del siglo V a.C. aparecieron las figuras de Nehemías y Esdras, en el período desde la caída de Babilonia en el 539 a. C. hasta la segunda mitad del siglo V a. C. -que es la época a la que nos estamos refiriendo- levantan un lenguaje y un discurso patriótico y nacionalista, que agitaba como banderas la santidad de los levitas, la observancia del culto la moralidad de las costumbres y el matrimonio ideal entre judíos por ambas partes de la pareja.

 

En su afán de combatir los matrimonios mixtos, Esdras y Nehemías declararon la disolución e invalides de los matrimonios mixtos, los obligaron a la separación inclusive llegaron a vapulear y a arrancarles el cabello como sanción a esta conducta conyugal trans-judaica. Estos textos tienen que leerse- hoy día- por fuera de todo fundamentalismo y de su pretendida aplicación literal.  La clave está en el respeto al amor, pero también en no pretender traicionar el credo propio y las propias convicciones.

 

El fanatismo necesita urgentemente ser derrotado, pero no se puede caer en dejar este aspecto esencial completamente al margen, reservándolo al “libre albedrio” de los individuos, porque el matrimonio, es -en definitiva- una institución que articula y abisagra la pareja a la comunidad en sus relaciones interpersonales. A la hora de presentar el matrimonio, no es posible dejar estos asuntos al margen y restarles importancia.

 

Muy a propósito con la llegada del Jubileo de la Misericordia, tenemos como un ojo al futuro el mensaje de esperanza que trae la perícopa de Malaquías que leemos hoy. Mal-Aki, es un nombre que significa Mi-mensajero, o sea, “Mensajero de Yahwé”. Este es el personaje que la perícopa de hoy nos quiere presentar.


 

Para anunciar la llegada de la nueva era con una espiritualidad altamente ecuménica. Este personaje es el “ángel de la Alianza” que cumple una función purificadora que es explicado por medio de dos figuras:

a) la lejía de lavandero, que lava y blanquea como ningún otro jabón, y

b) el fuego del crisol imagen tradicional por la misión purificadora que cumple el fuego.

 

El segundo bloque de la perícopa de hoy, los versos 3, 23-24 (en otra nomenclatura aparece como 4, 5 un solo versículo), presenta al Profeta Elías, como precursor de la era Mesiánica. El versículo anterior 3,22 en la otra nomenclatura 4,4 se menciona a Moisés, como el mediador que recibió la Ley que Dios les dio en el Horeb, para que la acataran.

 

Sal 25(24), 4-5a. 8-9. 10 y 14

Se trata de un salmo de súplica. En cuanto a su forma este es uno de los ocho salmos alefáticos que contiene el salterio.

 

En la primera estrofa de la perícopa suplica

a)    Que le enseñé Sus Caminos

b)    Que le haga conocer sus sendas.

c)    Que lo dirija con Su Verdad

d)    Que sea Él quien le enseña porque Él es quien Salva.

 

En la segunda estrofa

a)    Enseña porque Él es bueno y Recto

b)    Hace caminar inclusiva a los humildes

c)    Enseña a los humildes sus caminos.

 

En la Tercera estrofa señala que

a)    Sus sendas son misericordia y lealtad

b)    El Señor se confía a los que le temen y dan a conocer su Alianza.


 

La antífona responsorial nos anima a “levantar cabeza”, porque ya adviene nuestra “liberación”. Como se hace notar, el tema de la בְּרִית [berith] “Alianza”, del “pacto” entre Dios y su y

 

Lc 1, 57-66

Queremos empezar señalando que el nacimiento de Juan el Bautista no es sólo causa de dicha para Isabel y Zacarías, lleva jolgorio a toda la comunidad, son todos los vecinos los que se alegran. Esta situación no es solamente no es solamente la de Juan el Bautista, él, en realidad, nos representa a todos, cada niño que nace es un himno de esperanza a la Vida que es un regalo de Dios. La vida es un gran kit de esperanzas que se siembra en la historia.

 


Esas esperanzas se empiezan a materializar a través de un dato: Zacarías recobra el “habla”. No empieza simplemente a decir “cotidianidades”, sino que -así como lo hiciera María al pronunciar el Magnificat- aquí también Zacarías desborda en gozo, y pronuncia el Benedictus. Y, pronuncia una fórmula que lo reconoce como “precursor”: “Él ira delante del Señor a preparar sus caminos”. Con esta sentencia con la que abre el Benedictus, se deja ver cómo Juan el Bautista es el Elías que el judaísmo esperaba.

 

“Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría del gozo, creo que muchas veces nos gustan más las quejas… Quien nos da la alegría es el Espíritu Santo. Y eta alegría en el Espíritu Santo, nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas”. (Papa Francisco)

 

Este asunto del nombre, que es el eje de la perícopa, nos vuelve a poner ante la vista la enorme importancia que tiene en la cultura semítica el nombre y el significado del nombre, el nombre es como un resumen de lo que va ser la persona y de la misión que Dios le dio al venir a la vida. El nombre es una palabra y esa palabra sale de la boca de Dios para configurar su existencia. No es un mapa pormenorizado de lo que va a ser, sino un eje vital, mejor visto, es como un pivote que llena de sentido la historia personal.


 

Juan viene de Yohannan que significa “el que está lleno de la gracia de Dios”, (favorecido por Yah) es por tanto un nombre teofórico. Este favoritismo de Dios por él, da buena cuenta de por qué se debe llamar así este bebé. La gente no sabe de etimologías, pero intuían con claridad que todo esto formaba parte del lenguaje de Dios que lo tenía preparado para cosas magnificas, por eso decían: “Pues ¿qué será de este Niño? Porque la Mano del Señor estaba con Él. 

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