Jue 13, 2-7.
24-25a
En
hebreo este Libro se llama ספר שופטים [Shofetim] de [Shofet] que
significa “juez”, con este título se designaba a los líderes de los judíos
cuando se establecieron en Canaán. Sin embargo, este nombre no es el más
preciso del mundo, porque ellos, estos doce héroes, propiamente no son jueces,
palabra que designa en hebreo a personas designadas para resolver cuestiones
civiles, penales y religiosas, -bastante cercano a lo que nosotros entendemos
por juez-, aunque en nuestra sociedad sean, principalmente, encargados de
asuntos exclusivamente civiles y penales, sin atribuciones religiosas. Los
hechos relatados abarcan el compás de 180 años: 1200 al 1020 a.C.
El
Libro de los Jueces tiene una introducción doble, primero i) habla del
establecimiento de los Israelitas en Canaán (1,1-2,5); y luego, ii) Presenta
una panorámica de este periodo histórico que precedió a la monarquía (2,6-3.6).
Ahí
si empieza a presentar los jueces carismáticos sucesivamente hasta llegar a
Sansón, que es el duodécimo segundo “Juez”, cuya historia se narra en el Libro
de los Jueces, en los capítulos 13 al 16; el nombre Sansón proviene de la
palabra hebrea שמש [shemesh] que
significa 'sol', nombre frecuente entre los nombres propios de diversos pueblos
de origen mesopotámico. Con cada “juez” se repetía el esquema de los cuatro
tiempos:
1) En vida del caudillo
el pueblo obedece y sigue el judaísmo como está prescrito
2) Cuando muere el juez,
los Israelitas contravienen la ley y caen es estado de calamidad.
3) El Señor descarga
su ira sobre el pueblo infiel.
4) El pueblo eleva su
clamor -arrepentido- y el Señor que les envía un “juez” (salvador)
En
esto encontramos la esencia de los relatos de los caudillos de este pueblo:
Dios no los olvida nunca, y siempre les otorga la oportunidad de arrepentirse. Cuando se termina un ciclo, sin solución de
continuidad se gatilla el siguiente. Lo fundamental es que ¡Dios no abandona!
En
total tenemos 7 apostasías, 7 opresiones y 7 liberaciones.
Esta
historia está relacionada con la tribu de Dan; Dan era el quinto hijo de
Jacob-Israel. Esta tribu era la segunda en el número de hombres en condiciones
de ir al frente. Famosos por su habilidad de atacar por sorpresa. En conjunto,
la tribu de Dan fue culpable de idolatría. Hurtaron los ídolos de otras gentes
y los pusieron para ser usados en su propia adoración (Jueces 18,14-31).
De
esa tribu era Manoah, que será el padre de Sansón. Se nos informa que estaba
casado con una mujer estéril. El ángel del Señor se le aparece a la mujer de
Manoah y le profetiza que será madre. Y le dice que ese hijo estará consagrado
como Nazireo, que era una persona que “le pertenecía” a Dios:
Entre las
leyes que obligaban a un Nazireo, tenemos:
a) No podían beber
bebidas alcohólicas, ni comer uvas, pasas, ni nada que provenga de la vid.
b) Dejarse crecer el
cabello como señal de su santidad.
c) No podían acercarse
a ningún cadáver, ni siquiera el de sus familiares.
Sal
71(70), 3-4a. 5-6ab. 16-17
A
este lo clasificamos entre los salmos de súplica. este salmo parece salir de
los propios labios del salmista para presentar su situación, para clamar
socorro para él, pero esta voz, no es la de una persona, es la voz de un
pueblo, aquí, una misma persona habla por todos y encarna en ella la amenaza
que se cierne contra toda su comunidad.
Para
mostrar la indefensión que lo amenaza se escoge la voz del “anciano”. El anciano,
es quebrantable, ya no puede reaccionar en su propia defensa, no tiene agilidad
para el escape, ni prontitud para la persecución, sus fuerzas están menguadas,
y él es, totalmente, paradigma de fragilidad.
Nuestra
época ha hecho del anciano, para colmo de males, un solitario, que casi un
abandonado. La esfera de sus relacionados, está muy ocupada “viviendo su vida”.
El anciano está arrinconado, como suspendido en el tubo de vacío, supuesto que
él ya no vive, que él ya “vivió”.
En
la primera estrofa la súplica impetra la petición para que el Señor le sirva de
alcázar.
En
la segunda estrofa, pone como respaldo la fidelidad de toda la vida porque ya
desde joven e inclusive, desde su infancia primera ya se refugiaba bajo la
divina protección.
En
la tercera estrofa se compromete en la difusión de la Gloria del Señor, para
comunicarle a todos su Grandeza incomparable para que su lengua sea caja de
resonancia para el soporte firme que Dios es para todas las edades.
La
antífona responsorial contrae el compromiso de tener siempre llena la boca y
maquillados los labios con los cánticos de la divina Gloria, de sinceras
alabanzas.
Lc
1, 5-25
El
evangelio hoy guarda amplia relación con la primera Lectura: estamos ante otra
mujer con la desventura de la esterilidad: Ἐλισάβετ Elizabet
(nótese que la culpabilidad de ser estéril siempre recaía en la mujer);
precisamente la esposa del Sacerdote Zacarías, del turno de Abías. ¿Qué quiere
decir esto del turno de Abías? Recordemos que el propio David había dejado organizado
el turno rotativo de los sacerdotes en número de 24: 16 de la familia de
Eleazar y 8 de la de Itamar. A la ronda de Abías le correspondía el octavo
turno. Zacarías y su mujer Isabel eran ya de edad avanzada.
Pero
Dios tiende su mirada misericordiosa allí donde no lo esperamos, porque su
sabiduría conoce designios que los humanos ignoramos. Quiso YHWH mirar con
beneplácito a Isabel y, un día cuando Zacarías oficiaba y le tocaba casualmente
el ingreso al Sancta Sanctorum, mientras estaba incensando se la apareció el
Ángel del Señor a la derecha del Altar de la Incensación. El ángel, en primer término,
lo aquietó, le hizo ver que no había amenaza alguna tras su aparición, y le
entregó el presagio del hijo -que a pesar de su avanzada edad- concebirían. Lo
previno que ese hijo se llamaría Juan y que sería alegría de sus tardías
existencias.
Así
como sucedió con Sansón, se le enseña a Zacarías que este hijo sería Nazireo,
lo que implicaba que:
a) No probaría vino
(ni fruto alguno de la vid)
b) Estaría lleno del Espíritu
Santo ya desde el vientre de su Madre.
c) Convertiría a
muchos israelitas
d) Iría delante del
Señor (o sea que sería el “precursor”).
e) Sería portador del
Espíritu del profeta Elías
f) Y, su misión
estaría definida como “preparador del Camino del Señor”, para entregarle un
pueblo bien dispuesto, valga decir un pueblo debidamente catequizado para
acoger al Mesías.
Muchas
veces nos pasa, a cualquiera de nosotros, que el Señor nos ofrece sus obsequios,
y nosotros, exigimos copia en papel membretado, para poder reclamar por tardanza
y elevar un derecho de petición. Pues
así le sucedió a Zacarías, y el arcángel se comprometió, lo que era como
ponerse de garante de las promesas del Señor, en todo caso innecesario, porque ¿ante
qué juzgado podía acercarse a pleitear contra Dios el papá de Juan el Bautista?
Esto
no era otra cosa que una altanería con el propio Dios, así que la prueba, en
vez de ser un certificado de garantía de cumplimiento fue una dolorosa
penitencia. Permanecer en la mudez hasta que el evento que se le ofrecía
hubiera ocurrido. Talvez lo que quería prevenir el Señor era la presunción de
arrogarse viejo pero viril. Era cuestión de saber aguardar, que ya los hechos
dejarían establecido que Dios le había regalado estirpe.
En
ciertos medios ha desaparecido la confianza en la palabra, el Ángel estaba
empeñando la suya y Zacarías no le creyó.
Cuando
Zacarías hubo concluido su Turno de servicio sacerdotal, se fue a casa, y, a
los pocos días Isabel concibió, pero ella, en vez de jactarse, se puso cinco meses
en monacato, para no estar dándose aires con su preñez.
Su
humildad era ofrecida al Cielo que le había ahorrado el oprobio de seguirse
llamando estéril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario