Hch
15, 1-6
Proponiendo la existencia de “cristianos de segunda clase”
Llegan
unos cristianos judaizantes de Judea a Antioquía y llegan exigiendo que los
cristianos deben cumplir con la ley mosaica, en particular con la circuncisión,
es decir, que deben hacerse por entero judíos. Que se hubiera decidido
predicarle -también- a los paganos, no encerraba un gran problema, era similar
a lo que sucedía con los “temerosos de Dios”, los “prosélitos”, que se acercaban
al judaísmo, pero cuanto mucho podían llegar a ser judíos de segunda clase.
Algo análogo encerraba su propuesta con los cristianos venidos del paganismo, a
menos que se plegaran a la práctica estricta del judaísmo. Se puede
diagnosticar como un retroceso: se ha dado un paso atrás, se está revisando para
imponer lo que hasta aquel momento no se había exigido. Y debían guardar todas
las demás leyes del mosaísmo. Claro, no se tomó esta propuesta sosegadamente,
sino que, como lo dice el texto, “Esto provocó un gran altercado”.
Comisionaron
a Pablo y Bernabé para subir a Jerusalén a consultar a los apóstoles este
asunto. En Jerusalén fueron recibidos con alborozo tanto por parte de los
Apóstoles, como por los Presbíteros y por la Iglesia entera. Pero encontraron
también allí, un frente de oposición, constituido por los
fariseos-cristianizados.
La
perícopa nos deja, por hoy, en la asamblea de Apóstoles y Presbíteros que se
reunieron a estudiar el asunto.
Sal
122(121), 1bc-2. 3-4b. 4c-5.
Un
salmo gradual (הַֽמַּעֲל֗וֹת [ma'alah]
“subiendo las gradas”,
“procesionar por los peldaños”), es un salmo sobre la peregrinación a
Jerusalén, a visitar el Templo. Todas las peregrinaciones tienen su antecedente
en esta marcha ritual hasta el Templo. En verdad se está hablando de otras
“subidas”, son subidas que aluden a una “liberación alcanzada”: se sube de
Egipto, se sube de la deportación de Babilonia, se sube como cada mortal
asciende al Señor “marchando en peregrinación” a lo largo de toda la vida, y,
se subirá al final de los tiempos.
Este
poema en particular maneja un contrapunto en cada dístico: primero un verso con
tres acentos y luego el siguiente, con sólo dos acentos. Es como una emoción
contenida, casi inmanejable, declamada al compás de la alegría. Hay una dicha
incontenible que pisan ya casi los umbrales de la Ciudad Santa, בֵּ֖ית יְהוָ֣ה.[bet
Yahwe] “la “Casa del Señor”. ¡Estamos ingresando en la Ciudad que Dios se
escogió como Morada!
La
primera estrofa nos habla de esta toma de consciencia, ¿qué estamos haciendo en
esta sinodalidad? ¿Por qué marchamos juntos en ascenso? ¡Y, al darnos cuenta, שָׂ֭מַחְתִּי [maḥ-tî] “qué alegría!”
La
segunda estrofa evoca una idea de חָבַר [chabar] “hechizo”, hay algo mágico que la defiende, que la
sustenta, que le sirve de basamento.
Recordemos
que en sus puertas se ubicaban los jueces a impartir justicia. Siguiendo la
“tradición” judaica, se sube para loar y adorar el Santo Nombre. Allí se
proclaman los testimonios de su Grandeza Misericordiosa.
Jn
15, 1-8
En
el capítulo 15 de San Juan, encontramos 15 veces la palabra “permanecer”. Y, se
nos plantea a modo de “Mandamiento”: Permanezcan en Mí y Yo en ustedes”. No es
un mandamiento caprichoso, nos explica el por qué. Sólo injertados en Él
seremos fructíferos. Y, nos da una analogía: si Jesús es la Vid, solamente
unidos a la Vid, el κλῆμα [klema] “sarmiento” carga. Y, pegados a la Vid
que es Jesús, la cosecha será prolífica. Y ¿cómo llegamos a ser “sarmientos”?
sólo si logramos entender nuestra fraternal “igualdad”, que consiste en no
buscar escalar posiciones en Su Amor, y entender que sólo Él tiene derecho a
entregar las “preferencias” de Su Amor, y que no hay “ascensos” por “adulación”.
La escala de “promoción” del Señor, no es una escalera por “meritocracia”. ¡El
amor verdadero, ni se compra ni se vende!
Al
contextualizar este capítulo, insistimos -una vez más- que se trata de un
discurso de despedida que tiene por sentido animarnos, dejarnos cimentados en
fortaleza, convencidos que aquello que se suele llamar derrota, es sólo un
proceso de depuración, para evitar que seamos como la higuera estéril. La
higuera estéril estaba condenada a ser arrojada al fuego; y, así todo el que no
da fruto, será cortado para despejar el terreno y dar cabida a otros que -a su
vez- serán también podados. ¡Nuestra firmeza consiste en dejar de temer la
persecución, la exclusión, la tortura, y la muerte; todo aquello que nos
condena a permanecer encerrados en “el aposento alto”!
Hay
una joya verdadera, una Joya Celestial que Jesús nos entrega, y que podemos
pasar sin darnos cuenta: “Ustedes ya están καθαρός [kataros]
“limpios” por la Palabra que les he hablado” ¿Por qué resulta aquí hablando de
pureza”? Es que podar está expresado con la palabra καθαίρει [kathairei] “podar”, “purgar”, “eliminarle los elementos
indeseables”. (Hay que recordar que la Viña que plantó el Señor es Israel, que
no dio uvas dulces, sino “agrazones”, puro amargor y sinsabores. Pero a
nosotros, Jesús nos ha “podado”, con las Palabras que han salido de su Corazón,
a través de sus Labios. Esta perícopa de Juan se enlaza directamente con la
apertura a los “paganos” de la que nos habla Hechos de los Apóstoles, hoy:
Hemos sido constituidos un Nuevo Israel. Esta parte del discurso de Despedida
es una llamada clamorosa a “permanecer auténticos discípulos”.
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