Hch 1, 15-17. 20-26
Precisamos entender bien la expresión “estaba escrito” porque
a primera vista puede entenderse como una fatalidad, y si la vida del ser humano
está sometida a la fatalidad, este pierde su libertad, porque ya todo estaría
predeterminado y el hombre estaría “programado” para inexorablemente cumplir su
predestinación. En cambio, podemos captarlo como unos nodos inevitables por los
que pasa la economía de la Salvación, a los que el sujeto no está sometido,
sino el decurso del Plan soteriológico que diseñó Dios desde siempre
independiente de la opción humana sobre cada momento de su historia personal.
Sea cuál sea la elección humana, la vena del tiempo pasará por los nodos, esos
nodos garantizan que la voluntad de Dios se cumple y que su Economía Salvífica
¡es!
En uno de los nodos estaba previsto que Judas Iscariote sería
reemplazado, y “otro ocuparía su lugar”. Ese nodo tiene la coordenada 12 como
cardinalidad inexorable. Pero la actuación del hombre en la historia, la
modulación del hombre que el albedrío humano maneja, pide que el elegido sea
candidatizado por nosotros; pero -ponerse en las Manos de Dios- para que Él
señale por donde debe circular el nodo histórico, es la manera aquiescente con
la que, en suma, decimos “hágase Señor tu Voluntad”.
Es silenciar nuestra “rebeldía” para dar acogida a lo que Su
Voz quiera Hablar. Algo así como sí Dios dijera: “Paraos en la cabeza, si eso
os place”, y nosotros poniéndonos en Su Escucha, respondiéramos: “¡No Señor!
dinos cómo quieres que estemos, ¡de pie? o ¿sentados? Es dejarnos llevar de la
Mano, y rehusar al correteo “autónomo”.
Aparece, y nunca antes había sucedido, la designación de
“hermanos” para aludir a los miembros de la Comunidad cristiana. Dejarse guiar
de la Mano es lo que hace de alguien “hijo”. Y si todos guiados por la misma
Mano, todos hermanos.
Para esta designación, de alguna manera análoga a la de
nombrar Sanedrín (la Corte Suprema de la ley judía cuya misión era administrar
justicia interpretando y aplicando la Torah. Competente en temas tanto
religiosos como penales y también civiles), se requería un mínimo de 120
personas (10 por cada tribu, pero no se contaba que fueran de diversas tribus,
sino que el quorum mínimo para validar la elección era ese número); Lucas,
nuestro hagiógrafo, nos muestra que la elección de Matías se hizo respetando
los cánones de una Asamblea Judía regular.
Según la tradición popular, Matías predicó el Evangelio en
Judea, en Etiopía, en Colchis (Georgia)
donde se afirma que murió crucificado.
Sal 113(112), 1-2. 3-4. 5-6. 7-8
Después de servir la Segunda Copa se daba inicio al Canto del
Hallel egipcio, que empieza con el Salmo 113 y se continuaba con los siguientes
Salmos hasta el 118 inclusive. Estos seis Salmos conforman el Gran Hallel
(también se pronuncia Halhel). Es un Salmo Pascual, también recitado en
Pentecostés y en la Fiesta de las Chozas. Este entonar de la serie de los
salmos va hasta la Cuarta Copa.
Nosotros hoy tenemos cuatro estrofas, configuradas con 8
versículos.
En la primera, Se nos convida a Alabar: El Santo Nombre de
Dios, y que continúe esa Alabanza por los siglos de los siglos.
Durante todo el día, nos indica la segunda estrofa; el Señor
se eleva, envuelto en Su Gloria hasta Su Morada Eterna.
Pero, así como Se Eleva, El Señor también se sigue abajando
para llenarlo todo con su Presencia.
Y viene la declaratoria de su Amor Preferencial:
-al desvalido
-al pobre
A ellos los alza para ponerlos a la altura de los נְדִיבֵ֥י [nadibin] “príncipes”, “gobernadores”, “capitanes”
del pueblo.
Jn 15, 9-17
Nos
hallamos ante el tema de la “permanencia”, valga decir, la fidelidad en el
seguimiento. Esa fidelidad es una perseverancia en el Amor, también en el
“dejarse amar”.
Se
da un enlace clarificador, se especifica que permanecer en el amor no es alguna
idea vaga, general, abstracta, algo que hay que hacer, pero no se sabe qué es.
Jesús lo dice con todas las letras: Significa permanecer en el cumplimiento de
sus Mandamientos (que no se han de reducir a las Tablas Mosáicas). ¡Claro que hay que guardar los Diez
Mandamientos! pero hay que profundizar en sus otros Mandamientos, expresados,
por ejemplo, en el Sermón del Monte, en las Bienaventuranzas, en sus parábolas
en la tarea de edificar el Reino, pero especialmente en su Mandamiento: el
Mandamiento del Amor.
Así
lo dice y así nos lo recuerda hoy: Que nos amamos unos a otros como Él nos ha
amado. ¿Cómo nos ha amado? ¡Llegando al límite de “entregar su vida entera por
nosotros”! Así se constituyó en Amigo nuestro y así probó, más allá de toda
duda que somos sus Amigos.
¿Cómo
se ha edificado esa Amistad? Revelándonos y compartiéndonos todo cuanto su
Padre le ha Revelado.
¡Él
nos ha elegido! No hay que andar por ahí desesperado tratando de adquirir su
Amistad. Tras su amistad está la Gratuidad del Don. El Don no se puede vender
ni comprar. Si pudiera comercializarse no sería Don, sería “meretricio”, falso
amor por interés económico.
La amistad que es Don Suyo, no propone la entrega de “poderes”, pero conlleva el Poder máximo, la capacidad de donarse en gratuidad. No se puede ser más poderoso que dando la vida por Amor. Cualquier otro poder es alucinación, es seducción demoniaca
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