Hch
18, 1-8.
De
Atenas, Pablo va a Corintio. Encontró allí a Aquila y su esposa Prisca. Ellos
habían sido expulsados de Roma por Claudio, quien hizo desplazar a todos los
judíos por decreto. Tenían el mismo oficio que Pablo, hacían tiendas de lona.
Se piensa, de lo que aquí se dice, que Pablo trabajaba entre semana y los
sábados, se dedicaba a predicar en la sinagoga, tanto a judíos como a griegos,
el Evangelio. Como estos rechazaban entre blasfemias el anuncio, Pablo,
sacudiéndose las vestiduras, los dejó y se fue a predicar a los gentiles,
yéndose a casa de un tal Ticio Justo, que era judío y cuya casa era vecina de
la Sinagoga.
Crispo,
jefe de la Sinagoga, aceptó la predica de Pablo junto con otros muchos
corintios que escuchaban a Pablo y pedían el bautismo.
Sal
98(97), 1bcde. 2-3ab. 3cd-4
Hemos
hablado de los Salmos del Reino, que acompañaban un cortejo del Arca para
entronizarla en el Sancta Sanctorum, acompañado de muchas muestras de jolgorio
y regocijo. Se ha dicho que el esquema general lo tomaron los judíos de las procesiones
de este tipo que entronizaban a Marduk -dios babilonio- que se enfrentaba en
combate a Tiamat, dragón que, representaba al Dios del mal. Lo que hizo el
judaísmo fue depurar este ritual de todo aquello que fuera incompatible con la
entronización de YHWH, que no era un Dios nacional sino la Divinidad Cósmica
que adora el pueblo elegido. Surgió así Tehom, la divinidad maligna de los
hebreos, representante del desorden, figura del caos, que YHWH desaloja
fundando el Cosmos.
La
invitación al canto y la aclamación emparentan este salmo con los himnos que
hemos venido glosando en estos días. En sí, el Salmo se titula “El Señor da a
conocer su Victoria”. Se inserta en la
festividad de las Succot, que -como lo hemos anotado mil veces- representaban
las viviendas improvisadas en que habitaban y se guarecían los judíos en su
deambular por el desierto durante los cuarenta años del Éxodo. El festejo tenía
por culmen una magnifica ovación, una aclamación de la Divinidad de YHWH,
denominada Teruah, sonido de aclamación estridente, pero también voz de alarma,
que en sus orígenes era un grito de guerra. Esta magnífica ovación concita a
todos los pueblos a aunarse en Alabanza común porque los atributos del
Dios-Justo resplandecen sobre los habitantes todos de la tierra, derramándose
equitativamente Justo-Gobernante, Pastor-Fiel.
La
perícopa se organiza en tres estrofas:
La
primera pide estrenar un canto nuevo, que reconoce las maravillas obradas por
Dios. Y hace consciencia de que el Señor -con su santo-Brazo- es
El-que-otorga-la-Victoria.
La
alegría el júbilo, brota de reconocer que Dios deje ver su Justicia a todas las
naciones, no se cierra sobre unos para negarse a otros, hace pública la
salvación. Cuando más lo necesitaba esparció Misericordia y Fidelidad sobre el
linaje Israelita, es lo que señala la segunda estrofa.
Esta
Victoria liberadora que sacó a los judíos de la esclavitud en Egipto, llega
hasta las comarcas más lejanas, dios se aprestigia porque todos, hasta las
fronteras más lejanas han recibido la Noticia: así que todo el Universo puede
unirse a la Teruah, todos están llamados a ovacionar, a gritar, a rebosar de
dicha: estamos ante un motivo para una Fiesta de Magnitud Cósmica.
La
Fiesta lleva inmanente la intuición de cómo será el esjatón, cuando Dios reine
en todo para todos.
Jn
16, 16-20
¡Hay
como una intermitencia! Si Dios está allí, a disposición, todo el tiempo,
nosotros lo damos por descontado. Lo que pasa con la Eucaristía: está allí, nos
espera, …. ¡pues, que siga esperando! Quizá iremos el próximo domingo, o de
pronto el siguiente, cuál es el afán, ahí está todo el tiempo esperando, ¿no
que es eterno? ¡Pues que espere!
A
los discípulos les pasó eso, Jesús les advierte que se ira por un tiempo, pero
les ofrece volver, que se va a ir al Padre… Y, ellos, no sacan nada de todo
esto. Y, Jesús hace aflorar, de este desconcierto una paradoja: Ellos se
entristecerán por su partida, pero el “mundo” se alegrará; al mundo la
Presencia del Señor le estorba, uno piensa cuando los papás están en casa, los
jóvenes quieren que se vayan, y llamar a los amigos, y organizar la "guachafita".
Sin
embargo, los que lo estiman, los que le tiene cariño, los dueños del Amor
sincero se entristecerán provisionalmente, para cuando retorne, la tristeza se
trasmutará en alegría.
He aquí la magia del Espíritu Santo, ¿Quiénes harán sonar el Shofar? ¿Quiénes ovacionarán con la Teruah? Los mismos que recuestan su cabeza amorosamente en el pecho del Amado. Los mismos a quienes les arda el corazón cuando se les expliquen las Escrituras.
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