Stg 5, 1-6
Hay una continuidad temática innegable
entre lo que nos viene diciendo Santiago en su Carta y lo que prosigue hoy. La
riqueza tiene ese brillo y ese encanto que nubla: recordemos lo que le pasó a
Eva, “Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito,
era una delicia de ver y deseable para adquirir conocimiento.” Y, ahí fue Troya,
no corta ni perezosa, agarró el fruto a dos manos y lo comió, y le compartió a
su marido. (Gn 3, 6)
Santiago nos empieza llamando la atención
sobre ¿cómo ve sus posesiones el enriquecido: las ve tentadoras, gratas a la
vista, detonadoras del apetito y que le permitirán el embrutecedor placer de la
“posesión”, sus “riquezas acumuladas.
Frente a este comportamiento digno de un
demente, señala Santiago como paralelo Celestial, lo que pasa con Dios mientras
el “rico” frota sus manos con gesto de satisfacción: mientras, Dios está
observando, está atento y defraudado por las vías que este ha usado para
enriquecerse: ha acaparado y retrasado los pagos de los salarios de sus
operarios, ha usufructuado del sudor de sus sub-alternos, seguramente ha
obtenido pingües ganancias comerciando con los pagos atrasados de los “labradores”.
Decimos Emmanuel, “Dios con nosotros”, y
nos imaginamos que Él no se da cuenta de nuestras jugadas por debajo de la mesa
y de las cartas que jugamos tramposamente, ocultas en las mangas y en los
bolsillos del chaleco. Por eso nos llama la atención diciéndonos ¡Miren!
¿Qué nos señala cuando nos llama a “Mirar”?
¡El jornal de los obreros que segaron sus campos, el que ustedes han retenido,
está gritando, y los gritos de los segadores llega nítido y claro a los Oídos
del Señor del Universo! (Cfr 5, 4)
Para señalarnos que la Justicia Divina no
se quedará bracicruzada, el hagiógrafo usa una metáfora: compara a los ricos y
sus barrigonas arcas (sus arcas son sus propios corazones, porque ellos
atesoran no en los baúles y en las cajas fuertes, sino en la avaricia de su corazón
y en las entrañas despiadadas que tiene los espoliadores), con animales
engordados pensando en el Día de las matanzas. Cuando llegue la hora de
llevarlos al matadero, correrán la misma suerte: morirán a manos de un matarife.
Para evitar malos entendidos habrá que repasar
el concepto de Justicia: No es que Dios castigue, es que, si uno siembra
semillas de cizaña, no esperará cosechar clavelitos. Se llama “consecuencia”,
no se llama castigo. ¡Si de castigos se tratara, no habría dado su vida por
nuestro Rescate!
Sal 49(48), 14-15ab. 15cde-16. 17-18.
19-20
¡Pobres de ustedes, los
que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre! ¡Pobres de ustedes,
los que ahora ríen, porque van a llorar de pena!
Lc 6, 25
El Salmo, que es el mismo de ayer, sólo
que hoy tomamos otros versículos distintos, parece que fuera la continuación de
la Primera Lectura, parece que hubiera salido de la misma mano de Santiago.
En la Primera estrofa nos habla de los “hombres
satisfechos”, ¿quién los pastorea? La propia muerte, que no usa cayado para
dirigirlos, sino que siempre blande su guadaña para segarnos en el momento que el
pecado garantice nuestra desgracia, nuestra perdición. ¡Ese sí que es impío!
¡Su tumba será el Sheol! Pero el hombre
piadoso, de entrañas compasivas, Dios lo salva, llegado el caso, lo arrancará
de las garras de la pérfida muerte eterna.
No hay que envidiarle nada al “rico”
cuyos tesoros son más pasajeros y provisionales que la vida de una mariposa, no
alcanzarán a dar ni un aleteo, y se destriparán contra el “abismo”.
En vida, se jactaban de sus lujos y sus
despilfarros, pero en el Sheol, la oscuridad es Eterna, es el único “lugar”
donde la Luz Divina y su Esplendor Maravilloso no llegan: por eso se llama “Muerte
Eterna”.
Mc 9, 41-50
Es desagradable llevar al paladar la
comida insulsa. La comida desabrida es insípida, inclusive, llega a dar
nauseas. El Señor Jesús nos llama a darle sabor alegra a la vida del mundo
enero cuando nos dirige hacia “Vosotros sois la sal de la tierra. Más si la sal
se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser
tirada afuera y pisoteada por los hombres”. (Mt 5, 13)
Un escándalo para nosotros es algo tan
salido de los limites morales que nos lleva a taparnos la boca como signo de “yo
no habría dicho eso tan vergonzoso, o no lo habría hecho” ese gesto, tan
automático, señala hacia lo indignante y condenable del hecho. La palabra que
nos encontramos en Mc 42 es σκανδαλίζω [scandalizo] “piedra
de tropiezo”, “trampa en la que uno se puede romper fácilmente una pierna”, “treta
para obligarlo a uno a comportarse mal a irse por donde Dios no manda”.
Si uno se vuelve eso, la piedra de tropiezo, la fuente dl
mal ejemplo, el enseñante de los malos pasos, el publicista del diablo”, más
nos vale cortarnos la mano, los pies y sacarnos el ojo malo que andar por ahí,
impulsando el mal, como agente satánico. No hay que taparse la boca moralistamente,
hay que evitar a toda costa incurrir en ser paradigma de maldad.
La perícopa nos habla de la Gehena que puede entenderse
como sinónimo de Infierno; era un sitio de perdición, porque allí se habían
practicado cultos perversos con ritos paganos. Allá la muerte es de por vida y
el fuego quemará sin cesar.
Ahora bien, hay personas más vulnerables a la corrupción
por su ingenuidad, por su credulidad, por su falta de información o escasa formación,
por tener pocos recursos morales en los que afianzarse. Ellos en general son
los débiles, los vulnerables. En el Evangelio se les nombra como μικρός [micros] “pequeño”, “menor de edad”, por extensión “inocente”.
Nosotros diríamos, tal vez, “marginales”, por ser ellos los desfavorecidos, en
el sentido de ser más fácilmente dañados y afectados por los escándalos del “mal
ejemplo”.
Sería preferible estar manco o cojo o tuerto y no convertirse
en guías hacia la corrupción y el pecado, peor aún, si es desviando a un “débil”.
Nuestra misión es radicalmente otra: es traer la “Luz” al
Mundo, para que la gente sea feliz gozando de la claridad y la plenitud de la
visión de lo que es bueno y nos da la Vida Eterna.
Nuestra Misión es proclamar el Evangelio, y
no olvidemos nunca que el Evangelio es una Buena noticia, la Noticia de Jesucristo
Salvador del Mundo.
Dios-Tres-Veces-Santo, te suplicamos que nos
forres en la salazón que preserva de ser corrompidos. ¡Sálanos oh Señor, con la
sal de la Fe! Y así gocemos de esa Paz que sólo Tú nos das.
No hay comentarios:
Publicar un comentario