miércoles, 20 de diciembre de 2023

Miércoles de la Tercera Semana de Adviento



Is 7, 10-14

Hoy tenemos la última Lectura tomada del Isaías, en nuestro cursillo Isaíano de Adviento, la próxima vez que leamos a Isaías, será el 25 de diciembre -ya en Navidad- cuando veremos lo que tiene que decir el Deutero-Isaías sobre el Mesías y el Mensajero de la Paz. Aquel texto servirá de preámbulo al Cuarto Cántico del Siervo Sufriente.

 

El Domingo (II de Adviento) leímos una perícopa del Trito-Isaías. Hoy, damos marcha atrás, y releemos del Proto-Isaías, la perícopa del capítulo 7, los versos 10-14, que se refieren a la “doncella” (desposada o núbil), el profeta se refería a Abi (si nombre no apocopado era Abías), hija de Zacarías, esposa de Acaz y madre de Ezequías. Hasta aquel momento, Abí aún no había dado descendencia el Rey.

 

Los capítulos 7-12 de Isaías, conforman el Libro de Immanu-El (con nosotros-Dios); nos hallamos en el reinado de אָחָ֖ז  Acaz (o Ajaz), hijo de Jotán de Judá, gobernó entre el 734 a. C. - 715 a. C. frente a la guerra siro-efraimita (736 a. C.-732 a.) aquí Efraím es una manera de referirse al reino Septentrional de Israel, se alía con Tiglat Pileser III de asiría, y, para consolidar ese “alianza” rinde culto a las divinidades extranjeras, pone en el Templo un altar que había visto en Damasco y que le había llamado la atención. Llegó a sacrificar a su propio hijo, y hacerlo pasar a fuego, atentando contra el linaje Davídico.

 

El eje de la Lectura de hoy es la Señal. Para qué servirá esta señal, ¿acaso, para fortalecer la fe de Acaz? En realidad, Dios desenmascara a Acaz, demostrando -contra lo que él aparenta- ya ha decidido hacer un pacto con los Asirios, porque pone su confianza, no en Dios, sino en el ejército Asirio. El profeta lo llama al orden, y le dice que le pida una señal a Dios, Acaz contra argumenta con una supuesta fidelidad a la Escritura que no va a pedir ninguna   אוֹת [oth] “señal”, “signo que sirve de argumento para demostrar algo”, porque sería como “tentar” al Señor (Cfr. Dt 6, 16), es decir, ponerlo a prueba. En verdad lo que quiere es, salirse con la suya y hacer lo que le parezca, para no reconocer que en realidad él desconfía de Dios y le parece que es mejor confiar en “hombres”, con un ejército profesional y pactar con los Asirios.

 

La señal será que “una doncella concebirá y dará a luz un hijo, y le podrá por nombre עִמָּ֖נוּ אֵֽל Immanu-el. Cuando las dificultades eran muy grandes, el Rey no engendraba el hijo, sino que el hijo era engendrado por el propio Dios, en esas circunstancias, el nombre no lo ponía el Padre, sino la Madre.

 

Al llegar aquí debemos decir que todo el capítulo nos habla de la “confianza en Dios”, que debe ser una confianza a toda prueba que Él viaja al lado de Israel, defendiéndolo. Y desvela la infidelidad de Acaz.

 

Sal 24(23), 1b-2. 3-4ab. 5-6

Empecemos mirando a quien pertenece toda la Creación, cosas y personas. Él la apuntaló sobre los mares, y sobre los ríos. Hay ciertas ecuaciones que mantiene el agua bajo control, para que ella no se salga de madre. Muy a pesar de los desequilibrios que nosotros introducimos.

 

Saltamos a otro punto: ¿Quién está a nivel de la dignidad, de la pureza, de la limpieza de consciencia para subir el lugar Santísimo donde el Señor ha puesto su vivienda? Viene, un nivel más alto de dignidad: ¿Quién puede entrar en el דְּבִיר [debir] “Sancta Sanctorum”. “el cuarto de atrás”, “el cuarto del fondo”, “¿la Vivienda del Santo de los Santos”, וְיֹ֣שְׁבֵי [yashab] “donde Él mora”? El salmo nos da una respuesta triple

a)    Que las manos sean inocentes.

b)    Que ha de tener el corazón muy puro.

c)    Que no incurre en la idolatría, el peor pecado, poner “ídolos” por encima de Dios.

 

¿A cuál Dios se refiere? A יְהוָ֥ה [Yahwe], el Dios de יַעֲקֹ֣ב [Yaqob] Jacob.

 

Ganar esta condición, significa alcanzar las delicias del Corazón de Dios que otorgará sus complacencias, a saber:

a)    Recibirá la בְ֭רָכָה [beraka] bendición del Señor

b)    Dios-el-Salvador, le hará Justicia. 

 

Es un salmo que se proclama a dos voces, en una dinámica de pregunta-respuesta. Es un Salmo del Reino, está en la tónica de la entronización.

 

Hay un factor esencial, Dios no reina porque se le haga una procesión de entronización, no reina porque se toquen trompetas y el Shofar; lo que sostiene el Trono es la coherencia moral de sus súbditos, el discipulado asumido con entera responsabilidad.

 

La dinámica de pregunta respuesta entre los fieles que llagan a la explanada del Templo y los guardianes del Templo que requieren las pruebas de pureza a los que quieren entrar.

 

Cuando se iba a Entronizar al Santísimo, por ser el Altísimo, ha<bía que levantar los dinteles para que pudiera entrar el rey de la Gloria.

 

Lc 1, 26-38



El evangelista Lucas trabaja en este primer capítulo de su Evangelio un paralelismo entre la Anunciación a Zacarías y la Anunciación a María Santísima. Al hilo de las dos narraciones lo que se está contraponiendo y comparando es la “Acogida” que da María al Mensaje que porta San Gabriel; mientras, que la actitud que caracteriza a Zacarías es la desconfianza, y descree, porque le suena “imposible” que su mujer, a tan avanzada edad pueda concebir y dar a luz.

 

Es verdad que María descubre la rareza de que ella fuera a concebir, si no había estado con ningún hombre, pero “recibe” con una aquiescencia sorprendente lo que Dios quiere regalarle a la humanidad mediado por la intervención de la Llena de Gracia.

 

Abramos un paréntesis para aclarar que muchas personas creen entender que la χαριτόω [charito] “Gracia” que se menciona son “gracias” en plural, como quien dijera “una mujer adornada de muchas virtudes”; cuando, en realidad habla de una Gracia-Única, y es que Ella es llena de Dios. Porque se dice que “es llena de Gracia” y no que “está” llena de gracia, porque la lengua española distingue plenamente entre los verbos ser y estar, “ser” es una condición permanente, que ya no se pierde, por ejemplo, “es médico”, “es mujer”, es azul; alguien dirá que ahora es azul pero más tarde puede decolorarse e irse empalideciendo hasta volverse de otro color, a lo que contestaremos que ese no es el uso corriente del idioma, que usa el verbo ser para denotar una “condición estable” ; “estar” -en cambio- es algo provisional: digamos, por ejemplo: “está en el médico”, “está en su casa”, “está jugando en el parque”, “está en el cine”, “está comiendo papas”; lo que puede y de hecho cambiará muy fácilmente. Analícenlo en el uso común que hacemos de estos dos verbos donde casi inconscientemente verbalizamos ser/ estar, como una dupla que subraya y denota estabilidad/provisionalidad.

 

Hay una información pleonástica:

a)    Reinará cobre la casa de Jacob para siempre

b)    Y su reino no tendrá fin.

Ambas afirmaciones hablan de lo mismo, de un reinado que no va a terminar, que perdurará por siempre.

 

Tenemos otra re-traducción del “Nombre” de Jesús: “Será llamado Hijo de Dios”.

 

María hace una valoración de su condición, de su disponibilidad, en los términos de la sociología política de su época y de su cultura: se pone en correspondencia con lo que significa la “esclavitud” como privación de la propia voluntad, como la condición de sometimiento total, como el abandono de toda opción propia para plegarse por entero a la subyugación: Desde esta perspectiva, se hace dúctil para que Dios reciba de ella “el plegarse” sin reservas a lo que Dios requiera para hacer realidad -con ella, por medio de ella- el Proyecto de Salvación que había gravado en Su Corazón Misericordioso desde los inicios mismos de la historia de la humanidad.

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