martes, 5 de diciembre de 2023

Martes de la Primera Semana de Adviento


 

Is 11, 1-10

EL ÁRBOL DE JESÉ

Esta perícopa es el pivote mesiánico en Isaías. Todos los reyes de Judá tenían un antepasado común, que era Jesé. Podemos entender esta perícopa como la articulación de dos aspectos que están directamente conectados con la cuestión del Mesías proveniente del linaje davídico: a) La descendencia de David y b) el proceso de recuperación de la perdida felicidad paradisiaca.

 

En el año 716 a.C. se va a entronizar a Ezequías, hijo de Acaz, el anuncio prospectivo de lo que se esperaría de él es lo que se espera del que va a ser coronado como concreción de las promesas mesiánicas; no se trata de la simple coronación de un sucesor, sino de la esperanza de que diera paso el cumplimiento de la promesa paradisiaca que acarreaba el Anunciado-Prometido, el cumplimiento de un Ungido que traería consigo la Paz Universal. Comprendiendo esto, el cristianismo primitivo, vio en Jesús, al descendiente de David lo que les ayudo a reconocerlo Mesías.

 

Jesé es el גֶּ֫זַע [geh'zah] “tocón”, “muñón de tronco”, “lo que queda del tronco cuando se asierra el árbol”; de él brota un חֹ֖טֶר [joter] “vástago; una “ramita”, un “despunte”, una “yema”, un נֵ֫צֶר [netser] “renuevo”. Como si del árbol talado, de pronto saliera una plántula, y los ojos avizores del profeta, distinguieran en él, una nueva generación, el anuncio de un árbol por fin sólido, estable, erguido y fornido. Lo que tímidamente se asoma es, apenas, un almacigo donde la mirada futurista del vate reconoce ya el gobernante que establecerá la Justicia.

 

El Espíritu del Señor se posará sobre ese “vástago” y lo coronará con una diadema de 6 “potencias”: 2 + 2 + 2.

a)     Prudencia y sabiduría

b)    Consejo y valentía

c)    Conocimiento y temor (respeto) de Dios

 

El trabajo sobre la versión griega y la latinización que le aplicó San Jerónimo, se permitió añadir la “piedad”; para tener así el elenco de los 7 Dones del Espíritu Santo.

 


Pasemos a la parte b) el Paraíso por fin restablecido; ya el “pez grande” no devora el “chico”. Los versos 6-9, nos detallan les relaciones escatológicas que nos traerá la Nueva Jerusalén: En el elenco de los “peces grandes” están el lobo, la pantera, el oso, el león, el áspid, los que tradicionalmente se engullen a las víctimas. Por otra parte, están los “pequeños”, que siempre han sido condenados a desangrarse en el Altar: el cordero, el cabrito, la vaca, el buey; (no necesariamente pequeños, pero victimizados por su mansedumbre).

 

¿Quién podrá compatibilizar estos antagonismos tan rotundos y consuetudinarios? ¡El ser humano! ¡Un hijo de hombre! ¡Pero no lo logrará, a menos que se le inculquen estos valores desde la más tierna infancia! En las primeras etapas de su vida: cuando sea un “muchacho”, cuando sea aun “chico”, cuando apenas se le destete.

 

Si se espera a momentos más tardíos, crecerá torcido y ya no habrá “tu tía” que lo enderece. ¿Que habrá de enseñársele para que ambiente bien en su corazón el pacifismo? La sabiduría del Señor, su aceptación, su acatamiento, el sincero “temor de Dios”, huelga decirse que temor no debe identificarse con ninguna clase de “miedo”; porque lo que Él acepta es el respeto, ningún miedo le complace, menos el que está pintoreteado de piedad y devoción.

 

¿Cómo identificaremos que se ha llegado a ese punto? Cuando el Templo atraiga la atención de todas las naciones, creyentes o no; y se le preste atención porque se lo reconocerá como Tribunal Imparcial. Los dones del Espíritu Santo actuando en nosotros nos retrotraen a volver a habitar el Paraíso. Son la “llave de ingreso” a la Sede Mesiánica.

 

Sal 72(71), 1-2. 7-8. 12-13. 17

Que Él defienda a los humildes del pueblo

socorra a los hijos del pobre

y quebrante al explotador.

Sal 72(71), 4

 

Este Salmo es una elaboración post-exilica: Se aprovecha de todo un estilo “cortesano” y “apoteósico” para explicar lo trascendente. Es un lenguaje “aristócrata” para significar el reinado Celestial con elementos “terrenales”, lo que se llama un “revestimiento”. Nos habla con figuras conocidas de lo que es incognoscible, desde nuestra dimensión. Es pues un salmo Real, habla del reinado escatológico, que será perpetuo y cósmico, por los siglos de los siglos.

 

No vayamos a pensar que la visión escatológica pretende pintar -por adelantado- y darnos a conocer lo que Dios mismo declaró estar oculto hasta que llegue la fecha. Dios ha querido anticiparnos unos rasgos para que vayamos trabajando en ellos, en aceptarlos desde ya, para anticipar nuestras prácticas bajo esas circunstancias. Identifiquemos algunos, que nos entrega el salmo (la perícopa de hoy):

a)    Justicia,

b)    Defensa de los vulnerables, de los “pequeños”

c)    Sacar la cara por los pobres

d)    Reinado universal

e)    Defensor de los humildes

f)     Aniquilador de toda forma de explotación.

 


Tratemos de entender los que -con tanta urgencia- Dios nos pide que nos entrenemos

1)    La Justicia se entregará al que se ha hecho “hombre” y como hombre sabe qué es ser frágil.

2)    Su Justicia atravesará toda la tierra de parte a parte, de lado a lado, como la saeta atraviesa la manzana.

3)    Los pobres, los afligidos, los desprotegidos, los indigentes, los que tenían la vida pendiente de un hilo, conocerán un mundo que para ellos era sólo un sueño ideal. ¡Una fantasía!

4)    Su Nombre Mesiánico reverberará por toda la Eternidad. Más duradero que el sol. Su bendición llenará todos los caminos e irá sembrando la dicha más intensa por todas las dimensiones de la tierra.

 

El responsorio nos indica que todo eso sólo llegará cuando llegue la fecha demarcada.  Entonces, por fin, florecerá la Justicia, y la Paz abundará sin agotarse jamás.

 

Cuando los impíos y su relea oyen este anuncio, los atacan los estertores y -como algo inconsciente, automático- llevan sus manos ágiles a las cananas. No faltan entre ellos los que han hecho grabar en sus cartucheras las imágenes de los Santos.

 

Lc 10, 21-24



Uno puede quedarse absolutamente absorto contemplando un globo que asciende a alturas estratosféricas, y quedarse ahí, porque realmente es placentero mirarlo y verlo cómo sube… simple y llanamente. ¡No hay ninguna otra responsabilidad!

 

No obstante, en la lectura de un texto (perdonen la iteración, texto remite a “tejido”), es definitivo que demos un marco co-textual. Si sólo miramos el “retazo” siempre quedará faltando algo, cierta información que nos dé lo necesario para lograr una mayor y mejor comprensión.

 

Muchas personas cogen un texto y con un exprimidor quieren hacerlo decir, lo que les interesa, y para eso, nada mejor que arrancar la cita de su tejido co-textual. Aquí -e la perícopa de hoy- tenemos un buen ejemplo, dice que Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo. Pero, ¿Qué fue lo que detonó esa alegría?

 

Está perícopa viene después de “el envío de los setenta y dos”. Cuando ellos vuelven, reportan sus logros. Vamos a enumerar los dos aspectos:

      i.        Los “enviados” regresaron muy alegres, porque hasta los demonios se les sometían en Su Nombre. Jesús recoge este apunte y reconoce que Él se daba cuenta que el aparato de “escandalo” con el que trabaja Satanás, se desmoronaba y venía a pique.

     ii.        Jesús ha realizado una “transferencia de autoridad”, les ha confiado y compartido su poder. Los ha dotado para pisar escorpiones y serpientes, para “aniquilar” toda fuerza satánica, y ¡nada podrá dañarlos”. Pero Jesús les dice que no es de eso de lo que deben alegrarse:

    iii.        Deben alegrarse de que sus nombres estén escritos en los Cielos.

 

Y, ahí está el punto: Volvemos a la pregunta: ¿De qué se alegra Jesús? De que el nombre de los “Apóstoles” esté escrito en los Cielos. Pero hay un aspecto adicional de esta alegría: Son muchos los que no se dan cuenta de la verdadera consecuencia del esfuerzo de los Apóstoles. Hay muchos que lo interpretan como un logro personal, montan su negocio de espectacularidad, y recaban pingües ganancias; otros -muy afligidos- se preocupan del leve crecimiento numérico, y su tristeza llega al límite, cuando se tiene que hablar de retroceso y disminución.  Pero, ¡no es esto lo trascendental! El gran esfuerzo y la inversión de vida en favor de la causa del Evangelio, jamás será ignorado por el Señor, verdaderamente todos sus mártires resplandecen en los Libros Divinos del Juicio.

 

Hay puntos que no se pueden negociar y que no debemos desconocer:

a)    Los nombres se escriben en el mismo orden en que cumplen la Divina Voluntad.

b)    El perdón es una de las plataformas que con mayor resonancia nos acercan a gozar de nuestros nombres en las Páginas Celestiales.

c)    Saberse abandonar en las Manos de Dios es expresión de sincera fidelidad y acogida de su Divina Voluntad.

 

Hay quienes se afanan por ver a Dios y su Justicia. Y, otros se deshacen en la nostalgia de no poderlo oír. Tenemos que trabajar en la cultura de la mirada y la cultura de la escucha. No dejar que Jesús pase por nuestras vidas y no nos demos cuenta. Que nuestra vida espiritual no sea un exceso de rezos que nos incapaciten para darnos cuenta de los Milagros y las Preferencias que el Padre va sembrando, nos va mostrando y nos vive diciendo: Que Él no siembra solo semillas.

 

Él, mostrándoseles, se les revela: los declara “Bienaventurados”, porque en aquel preciso momento, lo están viendo y oyendo. Las tres condiciones estipuladas pueden ser cumplidas hoy día, cuando las aceptemos y nos acojamos a ellas, lo estaremos viendo y oyendo. ¡La Bienaventuranza sigue vigente!

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