Is
40, 25-31
Los
capítulos 40-55 en Isaías son el Deutero-Isaías, que se ha dado en llamar
“Profeta de Consolación”. A nuestro modo de ver la consecuencia más importante
de este cambio de voz, es el cambio de perspectiva del Mesianismo: el
proto-Isaías veía al Mesías como un Rey Poderoso; ahora la imagen que veremos
del Mesías es la del Siervo Sufriente. Este
Mesías sufre en lugar de su pueblo, Él recoge sobre sí todo el dolor y todos
los padecimientos, como un Cordero Manso, ofrece su Vida al Señor para expiar
por nosotros.
Aún
otro detalle que nos permitirá entender mejor este “cambio de voz” es que
ahora, la salvación es para toda la humanidad. Este cambio de foco supera el
judeo-centrismo del primer Isaías.
A
este “Isaías” se le ubica entre 546 – 539 a.C. o sea después de la victoria de
Ciro sobre Lidia y antes de la toma de Babilonia.
Esta
inserción fue realizada por un “editor” que decidió juntar a los tres Isaías.
De esta manera, tenemos una obra colectiva, y no a un autor único, aun cuando
lo que sí cabe entender es la existencia de una escuela profética que hunde
sus raíces y da secuencia al proto-Isaías; eso sí, con los cambios de
perspectiva y de estilo propios de cada uno.
La
perícopa de hoy nos muestra al Dios Creador, en el co-texto de mostrarnos la
Grandeza de Dios. Dios llama y convoca, y su autoridad de convocatoria es
eficaz, aun cuando las tribus de Israel han dado con una racha de desconfianza
hacia su Señor, lo ven ahora como un Dios “indiferente” que no le importa el
destino de su pueblo.
De
paso introduce una valiosa corrección: ¡Dios no se cansa! La antropomorfización
de la Divinidad los había llevado a pensar que Dios como nosotros, tiene
necesidad de un asueto, de un “merecido descanso”, y lo que les pasaba a ellos
era que Dios estaba de vacaciones, así el enemigo había aprovechado el receso
laboral de Dios para asolarlos.
No
solamente no se cansa, sino que quien a Él se acerca, obtiene inmediatamente
una carga de vitalidad y de fuerza incomparable. Bajo su Amparo, tiene alas de
águila, corren sin fatigarse y caminan sin cansarse.
Estas
ideas se desarrollarán en el Segundo-Isaías y serán la espina dorsal de su
profética. Si alguien tiene alguna duda del gran Poder de Dios, bastará que
contemple el lenguaje sideral y tendrá noticia de que Dios es Infatigable y
vive -sin tregua- atendiendo, con particular esmero a su pueblo elegido.
Sal
103(102), 1bc-2. 3-4. 8 y 10
Salmo
de Acción de Gracias. Que inicia con una puesta en alerta: Siempre nos amenaza
el riesgo de la ingratitud. No podemos descuidar las muchas veces que el Señor
nos ha asistido y todos los beneficios que ha ido sembrando en nuestra trayectoria.
El
dulce amorío de Dios para con nosotros es el tema incisivo que rige este Salmo.
El clima que lo enmarca es el de dos románticos enamorados. En la segunda
parte, hay una invitación constante para entrar en la misma orbita de gratitud
y esperanza.
En
la segunda estrofa de nuestra perícopa se muestra a Dios como un Dios
Perdonador y Sanador. Es un Go´el que corre pronto al rescate y está dispuesto
a redimirnos con su propia vida.
La
tercera estrofa apunta en la dirección de destacar que Dios está por encima de
resentimientos y rencores, que el no nos paga con la misma moneda de deslealtad
que nosotros le pagamos, sino que -precisamente por ser Dios del perdón- es
abundante y generoso en Clemencia, Compasión y Misericordia.
Como
corresponde a un salmo de Acción de Gracias, el responsorial nos invita a que
nuestra bendición de gratitud brote de nuestra propia alma, valga decir, de lo
más hondo de nuestro ser.
Mt
11, 28-30
El
tema del abandono y el cansancio se contraponen el tema de la ternura, el
cuidado constante y el aligeramiento de toda carga.
No
se trata de afirmar que todo esfuerzo será eliminado, siempre tendremos a
nuestro haber el estímulo de esforzarnos para alcanzar los logros que nos propongamos;
lo que no significa que estemos al garete, como “ovejas que no tiene Pastor”,
porque Él siempre va con nosotros.
Sólo
quisiéramos detenernos a comentar tres palabras que nos parecen claves en esta
perícopa:
Πραΰς [praus] “manso”,
“gentil”, “agradable” dice en el diccionario. Esta cualidad es la que aporta
poniendo en juego el “perdón”.
ταπεινὸς [tapeinos] “humilde”,
que sabe a consciencia que todos sus atributos son obsequios de Dios y todo
cuanto logra es bendición que viene del Cielo.
Ζυγός [zugos] “barra de
madera para que entre dos bueyes puedan trabajar juntos. Esta perícopa empieza
con la convocatoria: “Venid a mí”, la cual es un llamado al seguimiento.
Recordemos que el Señor nos envía de dos en dos, para que aprendamos a trabajar
juntos y vayamos progresando en el arte de construir comunidad, la comunidad no
se hace a partir de individualidades que se añaden, sino que se va dando un
proceso de trabajar, hoy con este, mañana con aquel, y así, en un proceso de
“maduración”, de “fermentación” (cuidándose, eso sí, de la levadura de los
fariseos).
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