jueves, 14 de diciembre de 2023

Jueves de la Segunda Semana del Tiempo de Adviento


 

Is 41, 13-20

En los versos 1-5, el profeta nos presenta las cartas diplomáticas que Dios da a Ciro que entra a formar parte del Proyecto salvífico; en los versos 8-16, hallamos una presentación de Israel, a quien también Dios le entregó -como título diplomático- la misión que tiene ante las naciones.

 

Para delegarlo a la misión, Dios le hace una declaración de apoyo, de auxilio, y el Señor se confiesa Go´el, ser la verdadera Fortaleza del pueblo que no es más que un gusanito (imagen hiperbólica de pequeñez e insignificancia), una oruga. Pero el Señor es גָּאַל [gaal] “el Libertador”, “el Redentor”, “el pariente cercano que está llamado a cancelar las deudas para librarlo de caer en la esclavitud”, “el que pagará la fianza para sacarlo de la cárcel”, el único que revira por el indefenso”.

 

El Señor le dice a su pueblo que lo va a transformar y de su condición de gusano, de oruga, va a sacar un trillo. Un trillo no es lo mismo que un rastrillo, (como muchas veces se ha traducido), un trillo es “…de tres a cuatro pies de ancho y unos seis de largo, variando frecuentemente estas dimensiones, y se compone de dos o tres tablones ensamblados unos con otros, de más de cuatro pulgadas de grueso, en los que se hallan embutidas por su parte inferior muchos pedernales muy duros y cortantes que arrastran sobre las mieses. En la parte anterior hay clavada una argolla para atar la cuerda que le arrastra, y a la que se enganchan comúnmente dos caballerías; y sentado un hombre en el trillo lo conduce dando vueltas sobre la parva extendida en la era. Si el hombre necesita más peso, pone encima piedras grandes”.

 

El Señor promete no abandonarlos. Estará atento para calmarles la sed, y donará diversidad de manantiales para garantizar que ya no habrá sed. Y árboles de toda clase y especie, y será la propia Mano de Dios que obrará todos estos prodigios. El Señor no ahorrará portentos para dejar traslucir su Amor por su pueblo en la generosidad de sus maravillas.

 


“El pueblo elegido verdaderamente, trillará los montes hasta molerlos, reducirá a paja las colinas”.

 

Sal 145(144), 1bc y 9. 10-11. 12-13ab

Se nos repite que la maldad va campeona, que la corrupción lo ha invadido todo y que es el mal de nuestro siglo. Es como un veneno de desconfianza que se nos inocula y, lo más perjudicial de este veneno es la perdida de fe de los unos en los otros.

 

¿Cómo podemos construir Comunidad en medio de esa desconfianza circulante? Gran parte del trabajo de zapa que se ha hecho va contra la propia Iglesia. Las monjas son malas, todas ellas están destinadas a protagonizar alguna historia cinematográfica de brujería. Los sacerdotes son “degenerados” y para alguna sería televisiva, uno de los personajes es el “sacerdote mata-policías”.

 

Se promueve muchísimo la lectura, (indudablemente que está muy bien), pero la empresa editorial prioriza los escándalos en las instituciones donde la Iglesia siembra tanto bien. Porque ¡atacar a Dios vende! Algún ingenuo quiere cerrar el expediente concluyendo que “si el rio suena…”

 

Este de hoy es un salmo de la Alianza. Esta palabra codifica toda nuestra relación con Dios, él ha hecho un hermoso Pacto con nosotros. Este Pacto va por encima de toda la infamia diseminada, de toda la calumnia que Satán ha destilado en sus alambiques.

 

Hay una horrible campaña de desprestigio contra la Institución de la fe, y nosotros no podemos caer en este bombardeo y conformarnos con ser agentes repetidores de su falsedad.

 

El salmo alefático de hoy nos llama a hacer todo lo contrario: Alabar, Glorificar, al Dios Justo, el Rey Gloriosos, al Eterno, al que es compasivo con los débiles.

 

Hay un profetismo que nos incumbe, el de ensalzar a Dios. Hay una tarea que nos atañe, convocar a toda la Creación a mostrar la Misericordia Divina.  Mostrarle al que duda y cree en la semilla y en el estiércol del que divide, que el Reinado de Dios es por todas las edades. Pero, sobre todo, que el Señor es Clemente, Misericordioso, lento para montar en cólera y pletórico de Piedad, que significa amor al prójimo y capacidad de compasión, con el ser humano que Él siente en su corazón como hijos en el Hijo.

 

Mt 11, 11-15



Isaías nos había anunciado el cometido que tenía el profeta: tiene dos tareas básicas, que se puede definir en una sola: “terraplenar”, “allanar”.

a)    La montaña ha de ser abajada.

b)    Que lo hundido sea elevado

 

El profeta es un verdadero Trillo. Decimos que el bautismo hace de nosotros “Sacerdotes, Profetas y Reyes”, pero no nos lo tomamos en serio, o por lo menos, no lo suficientemente en serio -y no estamos invitando al fundamentalismo ni al apocaliptismo-.

 

Juan se lo tomó muy a pecho -era “el bautista”- llamaba a la Conversión, si uno está abajado ha de insistir para rellenarse, y si está como “montaña”, protuberante, tiene que hacer su mejor esfuerzo para abajarse.

 

Hemos dejado -flagrantemente- que hagan de las suyas. Falta hacer una toma de consciencia real. Con toma de consciencia no queremos emparentar con la violencia: ya se ha dicho hasta la saciedad, no podemos recurrir a métodos adversos con nuestra finalidad.

 

Los que aplican la violencia no se paran en mientes frente al Reino de los Cielos, ni a nada, para ellos no hay valores Sagrados; su cinismo no les da para eso. Así que donde empieza a germinar ellos llegan con sus guadañas y a punta de lanzallamas lo arrancan, lo arrebatan, lo desarraigan: ¡A punta de violencia!

 

Sabemos ¿por qué Juan es superior a cualquiera nacido de mujer? Porque Juan no es tanto profeta, como discípulo. Jesús no ha empezado su anuncio, no ha predicado todavía, pero ya Juan está allí “siguiéndolo”, lo sigue en la “Vanguardia”, va por delante, es el Primer Discípulo, quizás segundo, si contamos como Primera a María Santísima.

 

¡En eso estriba que no ha nacido de mujer uno más grande!


 

¿Qué hay que hacer? ¿Nos organizamos para implementar nuestra propia violencia?  ¿Nada de eso! Sólo les daríamos pretexto para destruirnos como personas y sepultar el legado cristiano que estamos llamados a conservar y trasmitir.

 

Lo que tenemos que hacer es no fomentar el engaño, no seguir contándonos historias dulzonas y bobaliconas. No aplicarle maquillaje al Evangelio. Tampoco quedarnos añorando el pasado glorioso cuando el rey ordenaba en qué y en quien creer. No pactar con Babilonia. No vender la conciencia al mejor postor, porque no se trata de un “remate”.

 

¿Quiénes están en el Reino de los Cielos que Jesús afirma que son superiores a Juan el bautista? Los Mártires, porque ellos han sido coherentes con su fe: fueron fieles y perseveraron en su fidelidad.

 

No temamos a los violentos, que los temblores no nos impulsen a la incoherencia. Profetismo. Testimonio y Discipulado están emparentados, son distintos momentos de la misma Fidelidad. 

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