Lev
23, 1. 4-11. 15-16. 27. 34b-37
La oración privada se
asemeja a la paja esparcida por aquí y por allá en un campo. Si se enciende
fuego, la llama tiene poco ardor, pero si se agrupa la paja esparcida, la llama
se hace abundante y se levanta hacia el cielo: así es la oración pública.
San Juan María Vianney
No
podemos perder de vista el hecho de que este Libro sea el centro del
Pentateuco, que esté colocado en su centro: dos antes (Génesis y Éxodo), y dos
después (Números y Deuteronomio). Decimos rápidamente la Ley y nos quedamos en
el Decálogo -atención no hay que cortar pasando las tijeras demasiado cerca de
os dedos-, pero habría que entender que la Ley Judía -como ellos la entienden-
es la תּוֹרָה Torá –“enseñanza” podría ser la traducción-, al que nosotros
llamamos -con una expresión derivada del griego- Pentateuco. Este Libro trata
de la Santidad. Santo es Dios, nosotros vagamos en un proceso de Santificación.
Dios es Santo, esa es Su Sustancia, nosotros somos adoptados, puestos aparte
para llegar a la Santidad.
En
este Libro encontramos una legislación sacrificial, indicaciones para la
ordenación sacerdotal, un reglamento de los rituales purificativos: sobre lo
puro y lo impuro, sobre el matrimonio, sobre Israel como Comunidad llamada a la
Santidad, sobre la santidad sacerdotal, y luego legislación sobre la vida
litúrgica. El Levítico podría verse como un Manual para la tribu de Levi,
recordemos, la tribu designada para el sacerdocio.
En
esta perícopa vamos a tratar el tema de las fiestas, definidas como מִקְרָאֵ֣י קֹ֑דֶשׁ [miqra kodesh] “Asambleas Litúrgicas”. ¡Esta expresión מִקְרָאֵ֣יֹ֑ [miqra] tiene una
profunda relación con la palabra Iglesia, que se refiere a una “convocación”! Es
un llamado a “reunirse”. Connota una asamblea que se reúne para estudiar
o leer un documento. Aquí está cifrada la significación básica de la
palabra “celebración”, proveniente del latín, dónde significa “reunirse en gran
número”, “asistir todos los pertenecientes”.
Tres “convocatorias” les da el Señor: Las festividades del
Señor allí demarcadas son פָּ֫סַח [Pesaj] Pascua, שבועות [Shavuot] “Semanas” Pentecostés
y סֻכּוֹת [sukkot] “las Tiendas”,
“los tabernáculos”, “las cabañas”. Estos rituales incluyen oblaciones,
holocaustos, ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones.
Sal
81(80), 3-4. 5-6ab. 10-11ab
Se
quieren resaltar dos aspectos de la Misericordia Divina en este Salmo de
Alianza: Su Bondad y habernos dado su Ley, o sea, habernos comunicado la
Sabiduría necesaria para alcanzar la Santidad. Él se alió a nosotros para
favorecernos, para extender su Generosidad, Él se solaza en su Munificencia, Su
Santidad es Magnificencia.
Este
poema está compuesto de 16 versos. En los apartes que tomamos para proclamar
hoy día, nos convoca para que hagamos resonar nuestros instrumentos musicales
festivos, y así, se deje oír el regocijo magnifico de nuestra alegría.
Pone
el reflector sobre el hecho de que estas “celebraciones” provienen de Dios, fue
Él quien las instituyó. Las puso en el calendario litúrgico y las dio a conocer
como elementos de su Ley.
Celebramos
al Único Dios, y Él Dios-Celoso, pero Bondadoso, nos previene para no ir a
incurrir en infidelidad, sino mantenernos lejos de los rituales idolátricos que
le ofenden como verdadero adulterio.
En
resumidas cuentas, nuestras alabanzas y nuestras fiestas litúrgicas son
sencillamente la manifestación de que la memoria de la Alianza está viva en nuestro
corazón. Son como periódicas reiteraciones y renovaciones de los votos de esa
conyugalidad del pueblo con su Dios.
Mt
13, 54-58
¿Qué
pasa cuando nuestra ingratitud olvida al “Novio” y no se celebra el
“Aniversario” de Matrimonio? El Novio termina por abandonar su Ternura, el
lenguaje de enamorados se difumina, la relación sufre un doloroso devalúo de
indiferencia y la Pasión entre ellos se interrumpe.
¿Qué
pasa si un día el Novio entra y la Novia al mirarlo no lo identifica, lo
confunde con “un vecino” común y corriente y sólo ve en Él a un artesano que
tiene su taller en las inmediaciones de su propia casa?
¿Qué
pasaría si un día, el profundo respeto y admiración por la Sabiduría del Novio,
que tanto encantaba a la Novia, desaparece, y ese buen día, el nuevo objeto de
atención son los rebuznos y los mugidos?
¿Qué
pasaría sí -además, algún día- la Novia, empezara a avergonzarse de los
parientes del Novio y ¿a verlos como gañanes, patanes y toscos? Y, empezara a
considerarse de mejor familia.
Es
muy lógico y probable que el Novio cesara de llevarle rosas, de portarse
galante, de componerle sus versos.
¡Y,
sí! Este riesgo es mayor cuando el Novio es el chico que toda la vida ha vivido
y crecido en el barrio, y de quien conocemos sus compañeros de estudios,
inclusive sabemos sus gustos alimenticios y musicales.
Jesús
llega a Nazaret (parece ser que la palabra Nazaret deriva de una expresión aramea que
significa “vara”, “vástago” (Cfr. Is 11,1), que según los investigadores era un
pueblo minúsculo, que ningún historiador de la época registró). Y va a enseñar a
la sinagoga (proviene de synagein, juntar) -que dicho sea de paso
significa reunir, para las Fiestas Litúrgicas estipuladas en la Ley: congregar;
-todo esto muy coherente con lo visto respecto de la Primera Lectura- donde se
“congrega” la gente para la “celebración”; del latín celebrare “acudir en gran número”.
El
tema ha sido, pues, que Dios no nos quiere solitarios, desperdigados,
individuados. ¿Por qué se habla de individuos? Porque -precisamente- no estamos
para ser divididos, arrancados del organismo, desmembrados: Estamos convocados para
ser comunidad, Dios no nos quiere ver des-sustanciados, desmembrados; Dios
quiere que mantengamos nuestra unidad en lo que nos unifica -según el término
aristotélico, la misma οὐσίαι que se ha traducido como “esencia”. Nuestra “esencia” está tejida con las
finas fibras de la sinodalidad, de esa fraternidad determinada por nuestra filiación
al Creador.
Nos parece inaudito que Él haya empezado -según nosotros al revés- que primero nos haya dejado ver su contexto material-familiar-humano, y -ahora, en segundo término- nos deje ver su ser de “profeta”, es decir, su Dimensión Espiritual, Su Divinidad. Sigue pareciéndonos imposible que en Uno convivan Dios-y-hombre.
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