jueves, 3 de agosto de 2023

Jueves de la Décimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario


 

Ex 40, 16-21. 34-38

Bueno, hoy llegamos al final del Libro del Éxodo. Mañana pasaremos al Levítico, el Tercer Libro de la Biblia, el centro del Pentateuco (la Torah). Vamos a leer una perícopa tomada del último capítulo, con un fragmento que no se leerá, se trata de Ex 22-33.

 

Dijimos que, en los capítulos 25 – 31,11 YHWH le dio -a Moisés- todas las instrucciones cultuales y todos los detalles litúrgicos. Hoy se nos refiere cómo Moisés implemento al pie de la letra todas las instrucciones recibidas: los tablones, los travesaños, las columnas, la cubierta, todo conforme a lo mandado.

 

La Ley había sido pronunciado por YHWH, y su Palabra la establecía; su registro escrito, las Tablas con el Decálogo, no son -stricto sensu - la Ley, sino Su Testimonio. En el Arca lo que se puso fue el עֵדוּת [edud] “Testimonio” Material, de que esa, y no otra, era La que Dios había pactado.  Puso los “varales” con sus cinco cortinas, como una especie de “aislante” -por así decir, entre el contenido y el הַכַּפֹּ֛רֶת [hak-Kappored] “Sede de la Misericordia” “Propiciatorio”, que iba encima (flanqueado por los ángeles que lo decoraban).

 

Viene la parte que no se lee, donde Moisés pone la Mesa para los Panes, el velo, la מְנֹרָה

[Menorah] “Lámpara de aceite de siete brazos”, el Altar de Oro, el Incienso Ardiente, la Ante-puerta, y ofreció el Holocausto, todo según se lo había señalado el Señor. Puso, frente a la Tienda del Encuentro, una fuente para “purificarse” lavándose, y, todo alrededor, se definió como Atrio, o sea la “zona de patios” que rodeaba la Tienda del Encuentro, donde el pueblo podía acceder para traer y presentar sus ofrendas sacrificiales.

 

Retoma la perícopa en el verso 34, para referirnos cómo, una vez satisfechas las indicaciones estipuladas, se hizo Presente y la כָּבוֹד [Kabbot] “Gloria” del Señor lo llenó íntegramente, de manera tal que Moisés no pudo entrar.

 

Así -concluye el Éxodo-, señalando que Dios en Persona, los fue acompañando en todas las etapas de la travesía del Desierto; y cuando la Nube reposaba, ellos armaban su campamento; y, cuando la Nube se levantaba, de inmediato ellos recogían sus bártulos y reemprendían la marcha, liderados por YHWH.

 

Sal 84(83), 3. 4. 5-6a y 8a. 11

Este, muy a propósito, es un salmo de peregrinación. Se trata de un peregrinaje -como el que hizo el pueblo con Moisés, dirigidos por el propio YHWH. Pero, en este caso, no se va rumbo a la Tierra de Promisión- sino que el peregrinaje se dirige al Templo.

 

Cómo nos cuesta trabajo dirigirnos al Templo, la pereza -el Malo disfrazado de flojera- se adueña de nosotros y toda clase de obstáculos se ponen frente a nosotros. Cualquier otra actividad que se nos ocurra suena más atractiva que la Visita a nuestro Amadísimo. ¿cómo es posible que nos cueste tanto trabajo ir donde el que tanto nos Ama y al que tanto decimos amar?

 

Debería ser motivo de jolgorio, deberíamos alegrarnos al límite de lo que cabe en nuestro corazón. Para nada tendría que ser un “Mandamiento" de la Santa Madre Iglesia.

 

Miren lo que hay en el corazón del salmista y tratemos de explicar por qué  no son similares nuestros sentimientos:

 

El alma-dice él- se consume de anhelo por llegar a los atrios. Ellos no podían entrar en la Tienda del Encuentro, tenían que quedarse en los atrios, sin embargo, el corazón y todo su cuerpo se estremecían de gozo.

 

Hasta loa pajarillos quieren vivir en el Templo y hacen sus nidos en el alar, también la golondrina tiene un impulso reverente y se complace en anidar allí: es una golondrina devota.

 

Los sacerdotes, los levitas que viven allí, son supremamente dichosos, porque están cargándose de su Fuerza, llenándose de su Poder Divino, constantemente. Se gozan en su Presencia.

 

Y si se sacan cuentas, es preferible una vida corta en el Templo que una larga, pero alejados del Señor.

 

Unamos nuestra voz y proclamemos también: ¡Qué deseables son tus moradas, Señor del Universo! ¡Qué no diéramos por poder habitar en tu Santo Templo día y noche!

 

Mt 13, 47-53



A veces nos encontramos con reiteraciones inexplicables: Tomemos por caso la parábola del tesoro y la de la perla finísima, ¿no se trata de lo mismo? ¿no están ambas encaminadas a decirnos que hay que saber reconocer lo valioso del Reino para trabajar por él?

 

En aquellas sociedades, se daba una división del trabajo mínima: normalmente o se era pastor, o se era labrador o se era pescador. Quizás en las temporadas de cosecha, algunos pescadores brindaban sus manos para ayudarla a recoger, pero no eran especialistas en asuntos de sembrar, cosechar, arar, desyerbar. Quizás Jesús dio dos versiones análogas, pero la una destinada a los labradores, y la otra más cercana a la realidad de los pescadores.

 

La parábola de la cizaña y la de la red que “recoge toda clase de peces, tiene exactamente la misma sutil diferencia: ambas nos hablan de una tolerancia, de una cierta paciencia, de los tiempos y los ritmos propios de cada realidad, pero la del trigo y la cizaña está más enfocada a la lógica del labrador; mientras que la de la red, es una parábola que nos encamina hacia la espera paciente, pero mucho más clara para el pensamiento de los pescadores. En los dos casos, se subraya que Dios no arranca la cizaña, ni aplica alguna técnica de pesca que evite que peses pequeños o no útiles para prepararlos como alimento, no cayeran en la redada; siempre hay que esperar al “final”, por tres razones:

a)    La lucha contra el mal nos hace más fuertes y más astutos para el discernimiento del bien y el mal.

b)   Puede suceder, que la Paciencia Misericordiosa del Señor, dé tiempo para que los malos cambien y se dediquen a los caminos del bien. Así que la espera puede convertirse en una oportunidad de Salvación.

c)    Cuando Dios da tiempo, nos regala la hermosa posibilidad de ponernos a Su lado y trabajar con Él en la construcción del Reino, lo cual podría entenderse como una anticipación de la cosecha, pero también una demostración fehaciente de nuestro compromiso con la Alianza.

 

El tema escatológico, está en el orden del día, como “lentes” indispensables para la “visión” de los Misterios que aquí se Revelan.

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