Os
14, 2-10
Llegamos
a nuestra lección final del Libro del profeta Oseas. El capítulo 14 podemos
dividirlo en 4 enfoques:
1) El verso que hace
de apertura del capítulo es una amenaza escalofriante: “Samaria pagará la culpa
/ de revelarse contra su Dios;/los pasarán a cuchillo / estrellarán a las criaturas,
/ abrirán el vientre de las embarazadas.
2) Luego viene el
bloque 14, 2-4 un clamor del profeta que conviva vivamente a Israel para que
vuelva a Dios.
a. Abre y domina una
expresión de conversión: שׁוּב [shub],
“vuelve”.
b. Les muestra el fallo, el error, les señala que כָּשַׁל [kashal]
“tropezaron y cayeron”,
c. Les dice que preparen unas דָּבָר [dabar]
“palabras”, un “discurso”, para mostrarle a Dios su arrepentimiento, ya no se
apoyaran en Asiria, ya no pondrán su confianza en los caballos que monten para
el combate.
d. Pero, aquí viene la reconvención más precisa que
desenmascara su triste y lamentable idolatría “no volveremos llamar “dios” a la
obra de nuestras manos”.
3) Este tercer bloque está conformado por los versículos 14,
5-9 donde YHWH les responde:
a. Dios acudirá a “sanar”, Él es un Dios “sanador”
b. Su Amor es fiel, es inquebrantable, en su Corazón no puede
anidar la cólera.
c. Hay aquí una nueva “imagen” Dios como el rocío matutino que
cubre todo el césped.
d. El Rocío Divino hará florecer a Israel como florece el “lirio”.
4) Es un añadido que puso el “editor” de la obra del profeta
con un toque y un acento y sabor sapiencial:
a. Toda la enseñanza del profeta no cabe en cualquier corazón,
esto solo lo capta el que es verdaderamente “sabio”.
b. Se requiere una inteligencia venida del Cielo.
c. En todo lo revelado por Oseas se descubre que Dios traza caminos
rectos.
d. Pero en un camino recto, la impiedad de los “rebeldes” se
vuelve tropiezo y -en consecuencia- caída.
Sal
51(50), 3-4. 8-9. 12-13. 14 y 17
En
la Primera Lectura ya encontramos ese cambio tan rotundo que consiste en pasar
del sacrificio de animales, a presentar el corazón arrepentido. Allí le dice
que prepare un “discurso”, unas “palabras”; no le dice que ofrezca mucho
derramamiento de sangre, no pide inmolación de novillos y le da la pauta de corrección:
eso no alegra ni apacigua al Señor; en cambio, lo que el Señor no desprecia es
el corazón sinceramente contrito por el pecado cometido.
Para
poder acceder a este Salmo, se requiere bajar a beber en las fuentes de la
parábola de “los dos hermanos y el padre perdonador” (Lc 15,11-32). Sin esta referencia la puerta del salmo sólo
quedará entre-abierta, y nosotros en el exterior, sin lograr ingresar.
Cabe
recomendar la atenta lectura del salmo, observando los verbos que van marcando
la procesualidad del perdón. El ruego en este salmo es un ruego “bautismal”,
que Dios lo lave, ahogando en las aguas, la impiedad de su corazón.
No
podemos dejar el salmo suspendido como un globo sin fuerzas para subir, pero feliz
de seguir flotando -resignado con su estancamiento-; hay un versículo que nos
recrudece el nivel de conciencia, cuando en él se expresa que Sion ha sido
demolida, y Jerusalén está allí escueta, desprovista de murallas protectoras:
el daño se hizo y el poder socavador del pecado corroe, y arrastra sus
consecuencias sobre el pueblo escarnecido, flagelado y despojado. Esa gente que
sufrirá las consecuencias del capricho lascivo de David, será el pueblo
arrastrado a la idolatría y llevado en doloroso exilio a Babilonia.
La
toxina que se introduce en la sangre social del organismo humano, no se suprime
con sayal y ceniza. Bueno es reconocer la culpa, magnifico el espíritu penitencial,
pero las consecuencias “temporales” del pecado mordieron -con dientes de hiena-
las carnes del linaje davídico.
¡El
propio Mesías tuvo que cargar la cruz Calvario arriba!
Mt
10, 16-23
“Yo los envío como ovejas entre lobos”, este enunciado define
bien el riesgo de la “Misión”. El discípulo-misionero, no recibe un envío sobre
seguro; por el contrario, se nos previene -como punto de partida- la
complejidad y el riesgo que reviste este “envío”.
Precisamente por eso, hay dos cualidades que nos propone esta
perícopa, debemos desarrollar, activar y manejar a lo largo de la misión: φρόνιμοι [fronimoi]” prudentes”, que en la perícopa
se nos dice es una cualidad de las “serpientes”; ἀκέραιος [akeraios] “no
contaminados por la ambición” y esta -según leemos allí- es un atributo propio
de las palomas.
Hay más, no basta con ser prudentes y poner coto a nuestras
ambiciones; hay que cuidarse de la gente que tiene unos rasgos generales que
las identifican:
a) Nos
entregan a los tribunales
b) Nos
llevan a azotar en las sinagogas (sus lugares de reunión)
c) Nos
arrastraran a comparecer ante los tribunales y ante los gobernantes
Así lo harán, precisamente porque somos Cristóforos. Nos
conducen allí para que demos testimonio ante creyentes e incrédulos.
Lo cierto es que no debemos angustiarnos reflexionando qué
debemos decir y qué debemos callar; el santo espíritu -que os mueve- el podrá
en nuestros labios los argumentos precisos. No los que nos inmunizan, sino los
que en la libertad de los hijos de Dios estamos llamados a declarar para no
desinflar el Mensaje encargado, sino para preservar la calidad cristológica del
anuncio.
¿Quiénes se harán cargo de implementar la persecución?
Nuestros parientes cercadnos, nuestros propios familiares. Por causa de Jesús seremos “odiados por todos”.
En suma, ¿Qué nos aguarda? La perseverancia. Permanecer
fieles “hasta el final” es lo que lleva a la Salvación.
Hay una recomendación que nos llama a trabajar por la defensa
de nuestra propia vida: Si aquí nos persiguen, huyamos a otra parte. ¿Se irán
agotando los lugares donde podemos continuar la labor? Sí, poco a poco escasearan,
pero antes de que se agoten definitivamente, será la Parusía. Entonces, ¡perseveremos
en el Señor!
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