Miq
7, 14-15. 18-20
Pastorea a tu pueblo, Señor,
con tu שָׁ֫בֶט [shebet] “cayado”
(cetro), al rebaño de tu heredad, que anda sólo en la espesura, en medio del
bosque, por el כַּרְמֶ֑ל [Kermel] Carmelo…
Miq 7, 14
Como
señalamos, el Libro tal cual llega hasta Miq 7,7; la parte que data del siglo VIII,
cuando vivió el profeta. Tiempo después, a finales del siglo V e inicios del IV,
se insertaron adiciones. Resultando de ello una relectura y re-copilación. En
estas adiciones lo que se puede ver y destaca, es la Presencia de Dios siempre
constante, Él está acaeciendo continuamente, su Misericordia no se apaga.
La
de hoy, es una de esas adiciones, la que refleja una “liturgia de la esperanza”,
consignada como dialogo entre Dios e Israel.
El pueblo expone su esperanza y Dios le responde garantizándole su
restauración.
En
estos días hemos tenido Lecturas donde el símil (paralelismo) se establece
entre Dios y, el cuidado que brindan los pastores. El texto de hoy, va en la
misma tónica. El pueblo clama que Dios
sea su Pastor y Dios les permite divisar los prodigios que realizará y que maravillaran
a otros pueblos.
Ha
de notarse que los matices de estas “maravillas” que aquí se mencionan se
concentran en “el perdón de los pecados”.
En
los versos finales de la perícopa de hoy, se rescatan apartes de una hermosa oración
de Dios que responde Amoroso y Misericordioso, conformada por los versos 18-20:
La respuesta de Dios -vocalizada por su profeta- inicia con una exclamación
jubiloso: “¿Qué Dios hay como Tú, capaz de perdonar el pecado, de pasar por
alto la falta del שְׁאֵרִית [Sheairith]
‘resto’ de tu heredad?”
Y
lo confirma con un oráculo consolador: “Concederás a Jacob tu Fidelidad y a
Abrahán tu Bondad, como lo juraste a nuestros padres desde los días de antaño”.
Sal
85(84), 2-4. 5-6. 7-8
Recientemente
resaltábamos que este salmo es post-exilico y canta la Bondad Divina que se ha
expresado usando como instrumento de sus Misericordias el rey Ciro, quien por
inspiración Divina sintió el impulso de promover la reconstrucción de Jerusalén
y del Templo y les permitió el regreso a su patria y les proporcionó recursos
destinados a tal reconstrucción.
Se
da una evidente analogía con nuestra situación: Vemos a Dios en incontables
situaciones actuar a nuestro favor y atender a nuestras urgencias más
inmediatas; pero, también vemos resurgir la maldad y la impiedad más crudas aquí
y allá.
Muchos
toman esto como que Dios sigue enojado y en su encono, multiplica nuestras
desventuras. Por eso el salmista lo interroga preguntándole hasta cuando mantendrá
activo su encono.
Pero,
las dificultades que ellos registraron fueron las que se presentaron para reconstruir
el Templo porque, en vez de un corazón agradecido, los que regresaron y los que
encontraron allí, no tenían afán por el Templo, sino que era su bienestar y su
comodidad lo que los preocupaba: así las cosas, eran los frutos puros del
egoísmo los que se cosechaban.
La
estructura del salmo es clara y lógica: Primero se recuerda como Dios fue
Misericordioso en el pasado. Luego el ruego de que Dios los conduzca en el “regreso”.
Y se concluye con las promesas de Dios que son su respuesta, ofrecimientos de
volverlos a beneficiar.
Mt
12, 46-50
El
gran destino del hombre es llegar a ser madre del Señor: dar cuerpo al Hijo de
Dios, hasta su estatura plena.
Silvano
Fausti
Mientras Jesús le hablaba a la gente que se agolpaba en torno
a Él, se presentan la Madre de Jesús y sus parientes. Y, alguien vino a avisarle
que su parentela se hallaba a la puerta y querían hablar con Él.
A la persona que le trajo la razón, Jesús le contesta con una
pregunta, una pregunta que puede sonar extraña: ¿Quién es mi madre y mis
hermanos?
Meditemos sobre este interrogante. ¿No son, acaso, los parientes
los que la sangre y el ADN establecen? ¿No es un hecho dado que el parentesco está
establecido? …
Sin embargo, cuando uno va a tomar espos@, ese parentesco no
tiene que ver nada con lo que la trasmisión hereditaria establece. Se llega a
ser “pariente”, y en grado sumo, por una opción. ¡No es un vínculo sanguíneo,
por cierto!
¿Cuál es la opción que nos une en parentesco como miembros de
la familia cristiana? Es un compromiso, así lo declara Jesús, es la opción por
los Mandatos Divinos. La coherencia con la “Voluntad del Padre Celestial”. No
se llega a pertenecer a esta familia de fe, si no se guarda la “Voluntad de
Dios”.
Nosotros tenemos carta blanca porque hemos sido invitados a
estar dentro, sentados a su alrededor, escuchándolo; no obstante, no faltarán
los que muy voluntariamente (voluntariosamente) hayan escogido quedarse por
fuera. ¡A veces no basta haber sido invitado, si nosotros, desechamos la
invitación! Aquí se constata que la “madre y los hermanos” estaban afuera;
deberían haber estado adentro, escuchando cuál era la Voluntad del Padre Celestial.
¿Dónde estamos nosotros, adentro o afuera?
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