Miq 2, 1-5
La urgencia de avanzar en la edificación
del Reino de Justicia
Una de
las pesadillas de Miqueas fueron los falsos profetas… el falso profeta es
interesado y cobarde, porque cede a los deseos y caprichos de sus oyentes; el
profeta verdadero es desinteresado y valiente, porque está investido de una
fuerza superior. El desinterés es condición de valentía. Dios no quiere halagar,
sino denunciar para convertir.
Luis
Alonso Schökel
Hoy damos inicio a un brevísimos cursillo -un curso relámpago,
con sólo dos sesiones; deberían ser tres, pero el lunes próximo celebraremos la
Fiesta de Santa María Magdalena, que tiene sus Lecturas propias- sobre el
profeta Miqueas. En este profeta, del reino de Judá, de origen campesino, proveniente
de Moréshet una pequeña aldea de la fructífera llanura de Sefelá a unos 30
kilómetros al suroccidente de Jerusalén, encontramos en él, un sentido de
continuidad con relación al proto-Isaías, podríamos -inclusive- visualizarlo
como un discípulo. Se trata de un profeta de denuncia social, que apunta su
dedo acusador hacia la expoliación de tierras y plantíos, le denuncia de los
aparatos de explotación (estructuras de poder) y la corrupción imperante.
Son ejes de su denuncia
a) Los
abusos
b) La
violencia como recurso de explotación
c) La
exacerbación de la pobreza
d) El
atropello del campesinado.
La perícopa de hoy denuncia a los que traman crímenes y
planean acciones pérfidas. Dice que se acuestan a urdir sus insidias y madrugan
a implementarlas. Luego señala -desenmascarando la expoliación de las tierras-
que desean los campos y las casas y se adueñan de ellas. Se concentran en hacer
blanco a los cabezas de familia para clavar en ellos el colmillo
explotador.
El Señor no se queda indiferente, y declara por boca del
profeta que también Él ha pensado como corresponder, con su Brazo, a tanta felonía,
y les advierte que les van a sobrevenir “malos tiempos”.
Lo que ellos han hurtado, vendrá el momento en que sea
nuevamente repartido y los terrenos asignados y loteados, irán en demérito de
sus propiedades, por ser posesiones mal-habidas. En la Asamblea-de-Dios, ante
el Tribunal Divino, nadie las asignará ni un pobre terruño, y esa será la paga
recibida por tanta iniquidad.
Si uno continúa leyendo encontrará que denuncia a los que se
adueñan de los mantos y las túnicas, porque su campaña de despojo no miraba a
dejar al pobre desnudo. También de comerse la carne de “mi pueblo”, porque el
Señor se pone como Go-el y asume la defensa de los que no tienen quien los
defienda. El profeta dirige el ojo acusador hacia esa campaña de explotación
que hace de todo un pueblo, “carne picada para echarla en la olla del puchero”.
Denuncia que ellos declaran una guerra “que llaman santa”, a
los que no les llenan las arcas y se dejan avasallar sin chistar.
Esta es una clara muestra de la denuncia que adelanta Miqueas
en su profetismo. Podemos ubicar su ministerio profético entre el 727-701 a.C.
Cubriendo los reinados de Jotán, Ajaz y Ezequías.
Volveremos sobre este profeta el próximo martes.
Sal 85(84), 2-4. 5-6. 7-8
Estamos ante un salmo con carácter oracular. Por lo general
estos salmos constan de dos partes:
- Se
pide que el oráculo sea proferido
- Como
consecuencia del oráculo ¿qué pasa?
Y, también aparece una consigna que apunta a la convicción
que brota del oráculo, de que la promesa será cumplida.
Representa un salto en el tiempo, mientras la Primera Lectura
es pre-exilica- este salmo es cuasi-post-exilico, se refiere a la autorización que
dará Ciro para volver a la Patria.
En este salmo el salmista descubre todas las Bondades que
Dios les regala, pero observa -también- el sinfín de penalidades que los
envuelven. Y se interroga si la fuetera recibida -o sea el exilio soportado- no
ha aplacado aun la Ira del Señor.
Mirando después de estas penalidades, el salmista descubre
una promesa luminosa:
“La Salvación está ya
cerca de sus fieles
y la Gloria habitará en
nuestra tierra.”
Es cierto que Dios anuncia la Paz, pero está condicionada a
que el pueblo se convierta, y tiene que ser una “conversión sincera”, el
salmista la llama “conversión de corazón”.
El salmo tiene un eje en la idea del regreso, con un doble
sentido, volver a la patria y también convertirse: שׁוּב [shub]
"volver", en su doble acepción.
Mt 12, 14-21
Jesús
es peligroso para aquellos que logran una buena situación a costa de la miseria
de los demás.
Ivo
Storiolo
Tal vez los perseguidores de siempre tenían en su pecho la
opción de -usar su supuesta autoridad para acallar a Jesús- seguramente su
confianza estribaba en ir paulatinamente debilitándolo hasta arrinconarlo en el
silencio.
Contra ese supuesto, Jesús iba adelante. En el evangelio de
ayer vimos que lo arrinconaban para tratar de obligarlo a asumir el “irresponsable
e inhumano respeto del sábado”. «Al reducir el sábado a una casuística de los
permitido y de lo prohibido, se cierran los ojos ante la realidad del sábado.
No es el culto con todas sus prescripciones lo que tiene que ser la medida,
sino la misericordia, la piedad, lo que da consistencia al compromiso del
hombre en la acción de Dios» ((P. Le Poittevin/Etienne Charpentier). Jesús se
encuentra de frente a los “falsos profetas”, manteniéndose firme, cuestiona la
institucionalidad de una religión que quiere preservar la injusticia.
Mantiene su coherencia, pero no quiere liberar las fieras
para acarrear su fin; al contrario, hay una especie de retirada, de pausa, en
su petición de que no lo pusieran en evidencia por haber sanado a muchos. Para Jesús,
esto no se tata de una campaña promocional de un detergente en caja, mucho
menos de gritar consignas a tono con los intereses de los poderosos.
Pese a lo cual, sus maneras, su tono y su acento son los de
la mansedumbre. Se aúnan la gentileza con la suavidad. Nos queda claro que nuestro
estilo, que heredamos de Él, está exento de toda violencia, de cualquier
amenaza y de cualquier prepotencia. Por el contrario, nuestra manera ensambla
la comprensión y la paciencia.
Nuestro anuncio no se parece al de los comerciantes que
fundan todas sus ventas en la repetición rabiosa y desesperante de su propaganda;
por el contrario, confiamos en la escucha comprensiva y en la aceptación
inteligente de los que tiene su corazón ajeno a las cadenas. (Los falsos
profetas -con su arrogancia- nos mandan a sentarnos porque ellos creen que son
más los que viven engañados y que pueden prolongar indefinidamente su farsa).
Cuando dice que lo seguían muchos, esforcémonos para
descifrar ¿quiénes lo seguían?: eran las ovejas que andaban sin pastor, y
llegaban a la consciencia de su situación.
Viendo que la realidad experimentaba un recalentamiento, se
retiró y se marchó de allí. Su objetivo no es su muerte, pero sabe que tiene
obligaciones indisolubles con la Justicia, y que su ligazón con sus valores,
está por encima de las tácticas evasivas.
Para una Lectura correcta de estos eventos, el evangelio
mateano, liga su comprensión con un pasaje del Deutero-Isaías: 42, 1-4. Cuando
leemos esto, entendemos porque Jesús se definía como “manso y humilde de
corazón”. Porque Jesús da entero cumplimiento a la profecía:
a) No
lo oirán -como a politiquero de turno- dando gritos en las plazas.
b) Es
una caña debilitada, pero que no la quebraran
c) Es
un pabilo con apenas una chispa, pero esa chispa se vuelve claridad indeleble,
d) El
Universo entero cifra en Él su confianza.
«Jesús no es el juez que viene a condenar sino el siervo
humilde que cumple su misión sin gritos y dejando a cada uno su oportunidad»
(P. Le Poittevin/Etienne Charpentier).
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