SANTA
MARÍA MAGDALENA
A veces - las gafas
para ver a Jesús son las lágrimas
Papa Francisco
Cant
3, 1-4a
Así
como para un hombre, es esencial la Presencia de su Amada, también para una
mujer es fundamental que el hombre, al concluir su jornada laboral, fuera de
casa, retorne a su hogar y la mujer cuente con la presencia de su amado.
La
mujer que presenta el relato en el Cantar de los Cantares, cae en la angustia
cuando -al caer la tarde- el Amado no llega al lecho nupcial. No podía quedarse
en su tálamo vacío, así que va en su búsqueda, y se encuentra a los vigilantes
que cumplen su ronda por las calles, hecho que la Amada aprovecha para
inquirirles si lo han visto, si conocen su paradero.
Tan
pronto pregunta a los guardias, lo encuentra. ¡Ah! Qué dicha, qué descanso,
¡qué alegría!
En
el poderoso paralelismo de Jesús es el Novio y la Iglesia, está en su rol de la
“Amada”, lo que nos da la pauta: esa nuestra vía para la “búsqueda”, no basta
una espera atenta, no se trata de mirar hacia lo alto y ver en qué momento cae
el "meteorito"; es una búsqueda activa, salé -no se queda en casa resignada-
pregunta, no tiene ambages en que todo el mundo vea su “interés”, no vacila;
entonces, la búsqueda se ve “premiada” con el hallazgo. (Quizás, a veces, olvidamos que Él también está en nuestra búsqueda, afanoso).
Al
Amor no se conforma con la ausencia. El Amor busca sin tregua, hasta que
encuentra.
Sal
63(62), 2.3-4.5-6.8-9
Este
es un Salmo del Huésped de YHWH. El salmista canta un ruego para alojarse en la
recámara de Dios-Su-Señor. Este salmo habla de un anhelo de comunicación
profunda, intensiva con Dios. Habla de un dialogo de profunda comprensión,
donde los más finos sentimientos de Ternura, tienden un puente de acercamiento,
de intercompenetración. El orante se funde con su Señor.
De
sus once versos se han tomado siete para configurar la perícopa, y con ellos se
han organizado 4 estrofas:
Igual
que en el Cantar de los Cantares, empieza enunciando la “sed” que experimenta y
la compara con la sed que tiene la tierra en tiempos de sequía.
Y,
se remite a una experiencia que ha tenido en el Santuario de darse cuenta que,
la Gracia que proviene de Dios es más valiosa que la vida misma.
Las
cosas fritas en grasa, por ejemplo, en manteca, son deliciosas, por ejemplo, un
“gordito” asado, es un recreo para el paladar. En la tercera estrofa se refiere
al contacto y la cercanía con Dios, comparándola con la dicha y goce de un
paladar que se satisface comiendo “chicharrón”. Tal vez parezca muy prosaica la
comparación, pero es una comparación “gourmet” para aquella cultura.
En
la cuarta estrofa explica cómo es esa compenetración: el intenso amor a Dios por
parte del salmista, que se siente cobijado por la protección de la Propia Ala
de Dios y sostenido por la Mano-Poderosa, la Mano-Derecha-del-Señor.
Jn
20, 1.11-18
La Iglesia agradece por
todas las manifestaciones del "genio" femenino que aparecieron a lo
largo de la historia, en medio de todos los pueblos y naciones, gracias por
todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia
del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y
caridad: agradece por todos los frutos de la santidad femenina.
Juan Pablo II
La
resurrección, un “fenómeno” histórico, que, a falta de testigos o registros
fílmicos, no podemos “historizar”- se constituye para los Discípulos en un
proceso. Algo que se va produciendo en el corazón paulatinamente, y que sólo al
cabo de su “digestión” -no en el estómago sino en el corazón- se asimila. Tal
“asimilación” está muy lejos de ser una comprensión, es más bien una
“experiencia” que alcanza nuestro ser, y se instala como “Columna Fundante” de
nuestra existencia.
Para
la Magdalena esta experiencia inicia cuando ella va a terminar de “enterrar” a
su Amado Maestro, el Primer Día de la Semana (Domingo) después de su muerte. Ni
siquiera ha “clareado”, la oscuridad sigue teniendo su dominio. Hay dos
ángeles, son dos testigos, porque lo que declaraba una mujer no tenía validez
testimonial, a menos que hubiera, mínimo, dos testigos (hombres), que la
avalaran. Pero podemos asimilarlos a los Querubines de la Tapa del Arca del
Sancta Sanctorum.
Ella
llora ante el no-hallazgo del Amado, cumpliendo la profecía del propio
Jesús que en el Capítulo 16 de este mismo Evangelio, augura que lloraremos,
pero nuestro llanto se trocará en dicha jubilosa y ya nadie podrá sustraérnosla
(Cfr. 16, 22b-23a).
Ella
lo confunde con el “hortelano”, y no está distante de la Verdad, porque Él es
el Dueño y Señor del Huerto Primigenio, del Jardín del Edén. Cuando lo llama
Rabbuni, le está diciendo “Esposo” (una de las acepciones de esta palabra
aramea), y también le está diciendo “Maestro Supremo y Jefe del Sanedrín” (que
es la otra acepción, de las tres básicas que tiene Rabbuni).
En
vez de afanarnos por atribuirle a Jesús amores a la manera humana de
hombre-mujer -ahí estaríamos proyectando en Él nuestra propia imagen, y
nuestras propias necesidades; y, lo más grave, bloqueando la comprensión del
Amor de Dios que nos ama -ahí sí- como un ser humano ama a su Amada (retomando
ese valioso paralelismo); entendamos que aquí se están dando las imágenes que
nos retratan-a nosotros, fieles suyos- como Iglesia-esposa que adora a
Jesús-Esposo.
Al
iniciar la perícopa, la Magdalena busca un muerto para ungirlo con mirra; el
terminar, Ella se hace Apóstola que proclama que ¡su Amado está Vivo!
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