viernes, 29 de marzo de 2024

MIRAD EL ÁRBOL DE LA CRUZ

 



VIERNES SANTO – PASIÓN DEL SEÑOR

Is 52,13-53,12; Sal 30, 2.6.12-13.15-17.25; Hb 4,14-16.5,7-9; Jn 18,1-19,42

 

Y como una zarza ardiendo, como el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, se manifiesta a los que buscan apresarlo diciéndoles: “YO SOY”. Es Yavé que les hace caer en tierra.

Emilio L. Mazariegos

 

Los hombres pueden ponerse a la derecha o a la izquierda de la cruz. Pero, quieran o no quieran, están a uno de sus lados.

Ernest Hello

 

¿Quién juzga a quién?

No estamos ante una muerte cualquiera, estamos ante la Muerte que derrotará la muerte definitivamente. La Lectura de estos dos capítulos del Evangelio según San Juan que componen la Pasión, es definitiva para entender lo que pasa con esta Muerte. En ellos encontramos una gran cantidad de figuras, imágenes y simbolismos. Insistimos que los símbolos podían ser decodificados por la Comunidad Joánica que contaba con los referentes de decodificación, no así nosotros. Siguiendo la Pasión con mucha atención lo primero que se nota es el empeño de mostrar a Jesús como Rey. Evidentemente es un Rey de una clase muy especial. ¡Su corona es de espinas! El Manto de Púrpura, es un trapo que le proveen los soldados torturadores; también ellos le adjudican el Cetro, una caña. En este evangelio se ha prescindido de ciertos detalles que aminorarían la calidad real de Jesús: No hay insultos, no hay escupitajos.

 


El cuadro decisivo, donde se muestra todo el señorío de Jesús es el momento en que el propio Pilato hace sentar (la palabra es ἐκάθισεν [ekathisen], que está en indicativo aoristo activo del verbo καθίζω [kathiso] “hacer sentar”, “mandar sentar” a Jesús en la silla desde donde se juzgaba. «… la expresión ekathisen epi bematos en el v. 13, traducida por la vulgata “sedit pro tribunali”. Mientras comúnmente se pensaba que la frase significase que Pilato se sentó, dada la cercanía del nombre de Jesús y la posible atribución de un valor activo al verbo ἐκάθισεν [ekathisen] parece que Pilato “hizo sentar a Jesús”, en el sentido de que lo instaló sobre la silla.»[1] Revisemos cómo traduce Luis Alonso Schökel: “Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado (en hebreo Gabbata)”.Jn 19,13. Vayamos con el Cardenal Martini: «La impresión que se saca de la escena, pues, es que el que parece estar siendo juzgado, en realidad está juzgando a la humanidad.»[2] «Jesús es acusado, pero de hecho es Él el que juzga. Jesús es rey, pero un soberano que reina sobre los que escuchan sus palabras. En el centro la escena de la coronación, despojada de todo detalle (esputos, genuflexiones), hace destacar el título de rey. Y la escena termina apoteósicamente: Pilato hace sentar a Jesús en su tribunal para proclamarlo rey (v.13).»[3]

 

Un mapa de Lectura

Este texto, como hemos dicho, de suyo denso; merece un atento estudio; nuestro rol de discípulos nos llama a leerlo y meditarlo con atención, con espiritualidad; acompañar a Jesús en esta Semana Santa, significa –así lo entendemos- leer de manera meditada y con suma devoción las páginas de la Escritura consagradas a la Pasión. Pero no sólo hoy. El sentido intrínseco a esta celebración que la Iglesia ha instituido y conservado, lleva en sí, el mismo espíritu eucarístico, “Hagan esto en memoria mía”, y el alma toda de la Iglesia opera con este sentimiento, conservar lo que Jesús –con su Vida, Pasión y Muerte- nos legó, y que alumbra nuestro caminar en el discipulado.

 

El Cardenal Martini nos proporciona un plano para no hacer la exploración a tientas, casi una guía turística (si cabe la analogía) a la Pasión en el Evangelio de San Juan. Podemos aprovechar este “plano” que trazó Carlo María Martini para explorar la Pasión con mayor provecho y más honda profundización. Él nos propone una subdivisión en 7 episodios:

 

1.    El arresto de Jesús 18, 1-12

2.    Jesús ante los sumos sacerdotes y la negación de Pedro 18, 13-27

3.    Jesús ante Pilatos 18, 28 – 19, 16

4.    La Crucifixión 19, 17-22

5.    El “cumplimiento” 19, 23-30

6.    Agua y sangre y el Cordero de Dios 19, 31-39

7.    La valentía de los Amigos 18, 38-42.

 

Opción preferencial

Pilato nos mostrará a Jesús: “Ecce homo”: Aquí tienen al hombre” Jn 19, 5c. Ya es un guiñapo; azotado, coronado de espinas, abofeteado, víctima de la burla, pero sobre todo y ante todo, sentenciado. Pilato no se cansa de pronunciar su sentencia: No encuentra en Él culpa alguna, lo declara tres veces inocente. Sabemos que los opresores romanos les habían quitado a los judíos toda autoridad para condenar a muerte, por eso lo presentan al gobernador romano para esta farsa de juicio. El Sanedrín, los Sumos sacerdotes, los fariseos y los saduceos ya llevaban la sentencia escrita en su corazón. Como lo dijera Caifás, “conviene que un hombre solo muera por el pueblo” (Cfr. Jn 18, 14).


 

«Y acudirán a Ti en sus dolores y en sus cansancios, buscando en tus palabras ese amor que ellos apenas saben producir. Tu corazón cansado dará fuerza a los suyos. Tus manos, dispuestas ya a ser taladradas, sostendrán las suyas. Y, aun sin darse cuenta, incluso cuando gritan “crucifícale”, estarán reconociendo que Tú eres el único, el ultimo amor» (Martín Descalzo, José Luis. BUENAS NOTICIAS).

 

Cuando Pilato lo muestra, aquella gente lo “ovaciona”: ¡Crucifícalo, crucifícalo! ¡Vaya qué ovación! Pero del hombre que Pilato les muestra, queda solamente –¿cómo diríamos? -   un ripio de hombre. De lunes a miércoles estuvimos viendo tres de los canticos del Siervo de YHWH, aquí cabe iluminar la interpretación joánica retomándolos: “Muchos se horrorizan al verlo porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre;(Is 52, 14) … No vimos en Él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento, como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado. (Is 53, 2d-3), es lo que leemos en el Cuarto Cantico del Siervo Sufriente: «Dios nos avisa que es necesario dar un paso al frente. Es preciso sobrepasar los límites de las explicaciones humanas. Pues la razón humana sola, no basta para entender la extraña victoria de la justicia de Dios sobre la injusticia de los hombres... Jesús… sobrepasó los límites estrechos de las explicaciones y teorías humanas de su tiempo…»[4]. Aun hoy nos desborda al intentar atrapar su imagen de Crucificado.

 

 Aquí se nos presenta el tema de la opción preferencial de Dios por los pobres. Si nos preguntamos por la razón para esta opción preferencial podemos mirar a Jesús en su trono: ¡Miremos al crucificado! Los pobres a su imagen y semejanza. «Dios escogió a los pobres… porque encontraba en ellos el reflejo de sí mismo, el resto que quedó de su honra y gloria divina en medio de la humanidad (Is 42, 8). Los escogió porque en ellos seguía existiendo el ideal que Él soñaba para todos, el ideal de una sociedad igualitaria y fraterna, sin opresor ni oprimido. Pues, a pesar de ser maltratados, ellos no maltrataban; a pesar de ser oprimidos, no oprimían (Is 42, 2-3) En ellos existía la matriz del futuro de la humanidad. Y los escogió de acuerdo a su justicia divina (Is 42, 6)»[5]


 

El salmo para este Viernes Santo es el Salmo 31(30). El responsorio dice: בְּיָדְךָ֮  אַפְקִ֪יד  ר֫וּחִ֥י  “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Sal 31(30), 5(6)a. Otra versión dice: “En tus manos está mi destino”, aún otro traductor ha dicho: “En tus manos están mis azares”. Como quiera que sea, es la confianza en el Señor. El estará siempre al cuidado, de Él nos podemos fiar. Lo cual se relaciona directamente con aquello de que en los pobres está la matriz del futuro de la humanidad: Ellos como nadie se preocupan del hermano, si tienen un pan lo comparten, son el epítome de la solidaridad. El corazón de los pobres es siempre misericordioso como el corazón del Padre. Son portadores de la semilla de la liberación. «Los he amado hasta este punto y se los he probado, se los he declarado así…Ámenme hasta este punto y pruébenmelo, declárenmelo como yo lo he hecho por ustedes…” Escuchemos esta invitación, la más dulce, la más suave que pueda darse y que nos viene enviada por el ser infinitamente amable, por Dios, belleza suprema… Y saquemos provecho de la lección que nos ha dado la sabiduría infinita, Aquel único que puede amar infinitamente,…»[6], nos dice el Hno. Carlos de Jesús.

 

Nuestra teología para hoy no es un razonamiento alambicado e inaccesible. Es una idea sencilla de mansedumbre que encierra en sí la imagen de Jesús que avanza como una oveja llevada al matadero, como varón de dolores … (su manto real es -cómo lo dejó perfectamente claro ayer-  la toalla que se ató a la cintura con la que amorosamente secó los pies de sus discípulos y con la que mostró su abajamiento para estar en medio de ellos no como el que es servido, sino como el que sirve). “En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, … (Sólo que Él no pecó)” (Hb 4, 15). Quedamos muy impacientes por leer la perícopa del capítulo 54 de Isaías que proclamaremos como Tercera Lectura en la Vigilia Pascual.


 

Así la imagen del Crucificado nos remite una vez más a Mt 25, 31-46. «¡Oh, mi Señor Jesús! Hazme ver siempre con más claridad esta verdad esencial y tan necesaria que el demonio busca continuamente oscurecer a nuestros ojos… Haz resplandecer ante mis ojos esta doctrina de la cruz, y haz que yo la abrace, así como tú quieres de mí… Haz que yo también pueda decir que no sé sino una sola cosa: A Jesús, y a Jesús crucificado”… ¡Oh, Dios mío!, “haz que yo vea”, haz que estas verdades se hagan presentes siempre ante mis ojos, y haz que yo conforme a ellas mi vida, en ti, por medio de ti. Amén. Y concede las mismas gracias a todos los hombres, en vista de ti.»[7]



[1] Martini, Carlo María. Op. Cit. p. 168

[2] Idem

[3] Charpentier, Etienne. PARA LEER EL NUEVO TESTAMENTO. Ed. Verbo Divino. Navarra – España 2004 p. 134

[4] Mesters. Carlos o.c.d. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE.LOS CANTICOS DEL SIERVO DE DIOS EN EL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS. Ed EDICAY y Centro Bíblico “Verbo Divino”. Quito-Ecuador 1993. pp. 83.88

[5] Mesters, Carlos o.c.d. Op. Cit p. 110

[6] Beato Charles de Foucauld. ENCONTRAR AL SEÑOR EN SU PASIÓN. MEDITACIONES. Ed. San Pablo. Bogotá –Colombia. 2014. p. 45-46

[7] Ibid. p. 46

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