VIERNES SANTO – PASIÓN DEL SEÑOR
Is 52,13-53,12; Sal 30,
2.6.12-13.15-17.25; Hb 4,14-16.5,7-9; Jn 18,1-19,42
Y como una zarza
ardiendo, como el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, se manifiesta a los que
buscan apresarlo diciéndoles: “YO SOY”. Es Yavé que les hace caer en tierra.
Emilio L. Mazariegos
Los hombres pueden
ponerse a la derecha o a la izquierda de la cruz. Pero, quieran o no quieran,
están a uno de sus lados.
Ernest Hello
¿Quién
juzga a quién?
No
estamos ante una muerte cualquiera, estamos ante la Muerte que derrotará la
muerte definitivamente. La Lectura de estos dos capítulos del Evangelio según
San Juan que componen la Pasión, es definitiva para entender lo que pasa con
esta Muerte. En ellos encontramos una gran cantidad de figuras, imágenes y
simbolismos. Insistimos que los símbolos podían ser decodificados por la
Comunidad Joánica que contaba con los referentes de decodificación, no así
nosotros. Siguiendo la Pasión con mucha atención lo primero que se nota es el
empeño de mostrar a Jesús como Rey. Evidentemente es un Rey de una clase muy
especial. ¡Su corona es de espinas! El Manto de Púrpura, es un trapo que le
proveen los soldados torturadores; también ellos le adjudican el Cetro, una
caña. En este evangelio se ha prescindido de ciertos detalles que aminorarían
la calidad real de Jesús: No hay insultos, no hay escupitajos.
El
cuadro decisivo, donde se muestra todo el señorío de Jesús es el momento en que
el propio Pilato hace sentar (la palabra es ἐκάθισεν [ekathisen], que está en indicativo aoristo activo del
verbo καθίζω [kathiso] “hacer sentar”, “mandar sentar”
a Jesús en la silla desde donde se juzgaba. «… la expresión ekathisen epi
bematos en el v. 13, traducida por la vulgata “sedit pro tribunali”. Mientras comúnmente se pensaba que la
frase significase que Pilato se sentó, dada la cercanía del nombre de Jesús y
la posible atribución de un valor activo al verbo ἐκάθισεν [ekathisen] parece que Pilato “hizo sentar a Jesús”, en el
sentido de que lo instaló sobre la silla.»[1] Revisemos cómo traduce
Luis Alonso Schökel: “Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en
el tribunal, en el lugar llamado Enlosado (en hebreo Gabbata)”.Jn 19,13. Vayamos
con el Cardenal Martini: «La impresión que se saca de la escena, pues, es que
el que parece estar siendo juzgado, en realidad está juzgando a la humanidad.»[2] «Jesús es acusado, pero de
hecho es Él el que juzga. Jesús es rey, pero un soberano que reina sobre los que
escuchan sus palabras. En el centro la escena de la coronación, despojada de
todo detalle (esputos, genuflexiones), hace destacar el título de rey. Y la
escena termina apoteósicamente: Pilato hace sentar a Jesús en su tribunal para
proclamarlo rey (v.13).»[3]
Un mapa
de Lectura
Este
texto, como hemos dicho, de suyo denso; merece un atento estudio; nuestro rol
de discípulos nos llama a leerlo y meditarlo con atención, con espiritualidad; acompañar a Jesús en esta Semana Santa,
significa –así lo entendemos- leer de manera meditada y con suma devoción las
páginas de la Escritura consagradas a la Pasión. Pero no sólo hoy. El sentido
intrínseco a esta celebración que la Iglesia ha instituido y conservado, lleva
en sí, el mismo espíritu eucarístico, “Hagan esto en memoria mía”, y el alma
toda de la Iglesia opera con este sentimiento, conservar lo que Jesús –con su
Vida, Pasión y Muerte- nos legó, y que alumbra nuestro caminar en el
discipulado.
El
Cardenal Martini nos proporciona un plano para no hacer la exploración a
tientas, casi una guía turística (si cabe la analogía) a la Pasión en el
Evangelio de San Juan. Podemos aprovechar este “plano” que trazó Carlo María
Martini para explorar la Pasión con mayor provecho y más honda profundización. Él
nos propone una subdivisión en 7 episodios:
1. El arresto de Jesús 18, 1-12
2. Jesús ante los sumos sacerdotes y la
negación de Pedro 18, 13-27
3. Jesús ante Pilatos 18, 28 – 19, 16
4. La Crucifixión 19, 17-22
5. El “cumplimiento” 19, 23-30
6. Agua y sangre y el Cordero de Dios 19,
31-39
7. La valentía de los Amigos 18, 38-42.
Opción
preferencial
Pilato
nos mostrará a Jesús: “Ecce homo”: Aquí tienen al hombre” Jn 19, 5c. Ya es un
guiñapo; azotado, coronado de espinas, abofeteado, víctima de la burla, pero
sobre todo y ante todo, sentenciado. Pilato no se cansa de pronunciar su
sentencia: No encuentra en Él culpa alguna, lo declara tres veces inocente. Sabemos que los opresores romanos les habían
quitado a los judíos toda autoridad para condenar a muerte, por eso lo presentan
al gobernador romano para esta farsa de juicio. El Sanedrín, los Sumos
sacerdotes, los fariseos y los saduceos ya llevaban la sentencia escrita en su
corazón. Como lo dijera Caifás, “conviene que un hombre solo muera por el
pueblo” (Cfr. Jn 18, 14).
«Y
acudirán a Ti en sus dolores y en sus cansancios, buscando en tus palabras ese
amor que ellos apenas saben producir. Tu corazón cansado dará fuerza a los suyos.
Tus manos, dispuestas ya a ser taladradas, sostendrán las suyas. Y, aun sin
darse cuenta, incluso cuando gritan “crucifícale”, estarán reconociendo que Tú
eres el único, el ultimo amor» (Martín Descalzo, José Luis. BUENAS NOTICIAS).
Cuando
Pilato lo muestra, aquella gente lo “ovaciona”: ¡Crucifícalo, crucifícalo! ¡Vaya
qué ovación! Pero del hombre que Pilato les muestra, queda solamente –¿cómo diríamos?
- un ripio de hombre. De lunes a miércoles
estuvimos viendo tres de los canticos del Siervo de YHWH, aquí cabe iluminar la
interpretación joánica retomándolos: “Muchos se horrorizan al verlo porque
estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre;(Is 52, 14) …
No vimos en Él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los
hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento, como uno del cual se
aparta la mirada, despreciado y desestimado. (Is 53, 2d-3), es lo que leemos en
el Cuarto Cantico del Siervo Sufriente: «Dios nos avisa que es necesario
dar un paso al frente. Es preciso sobrepasar los límites de las explicaciones
humanas. Pues la razón humana sola, no basta para entender la extraña victoria
de la justicia de Dios sobre la injusticia de los hombres... Jesús… sobrepasó
los límites estrechos de las explicaciones y teorías humanas de su tiempo…»[4]. Aun hoy nos desborda al
intentar atrapar su imagen de Crucificado.
Aquí se nos presenta el tema de la opción
preferencial de Dios por los pobres. Si nos preguntamos por la razón para esta
opción preferencial podemos mirar a Jesús en su trono: ¡Miremos al crucificado!
Los pobres a su imagen y semejanza. «Dios escogió a los pobres… porque
encontraba en ellos el reflejo de sí mismo, el resto que quedó de su honra y
gloria divina en medio de la humanidad (Is 42, 8). Los escogió porque en ellos
seguía existiendo el ideal que Él soñaba para todos, el ideal de una sociedad
igualitaria y fraterna, sin opresor ni oprimido. Pues, a pesar de ser
maltratados, ellos no maltrataban; a pesar de ser oprimidos, no oprimían (Is
42, 2-3) En ellos existía la matriz del futuro de la humanidad. Y los escogió
de acuerdo a su justicia divina (Is 42, 6)»[5]
El
salmo para este Viernes Santo es el Salmo 31(30). El responsorio dice: בְּיָדְךָ֮ אַפְקִ֪יד
ר֫וּחִ֥י “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Sal
31(30), 5(6)a. Otra versión dice: “En tus manos está mi destino”, aún otro traductor
ha dicho: “En tus manos están mis azares”. Como quiera que sea, es la confianza
en el Señor. El estará siempre al cuidado, de Él nos podemos fiar. Lo cual se
relaciona directamente con aquello de que en los pobres está la matriz del
futuro de la humanidad: Ellos como nadie se preocupan del hermano, si tienen un
pan lo comparten, son el epítome de la solidaridad. El corazón de los pobres es
siempre misericordioso como el corazón del Padre. Son portadores de la semilla
de la liberación. «Los he amado hasta este punto y se los he probado, se los he
declarado así…Ámenme hasta este punto y pruébenmelo, declárenmelo como yo lo he
hecho por ustedes…” Escuchemos esta invitación, la más dulce, la más suave que
pueda darse y que nos viene enviada por el ser infinitamente amable, por Dios,
belleza suprema… Y saquemos provecho de la lección que nos ha dado la sabiduría
infinita, Aquel único que puede amar infinitamente,…»[6], nos dice el Hno. Carlos
de Jesús.
Nuestra
teología para hoy no es un razonamiento alambicado e inaccesible. Es una idea
sencilla de mansedumbre que encierra en sí la imagen de Jesús que avanza como
una oveja llevada al matadero, como varón de dolores … (su manto real es -cómo
lo dejó perfectamente claro ayer- la
toalla que se ató a la cintura con la que amorosamente secó los pies de sus
discípulos y con la que mostró su abajamiento para estar en medio de ellos no
como el que es servido, sino como el que sirve). “En efecto, no tenemos un sumo
sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que
Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, … (Sólo que Él no
pecó)” (Hb 4, 15). Quedamos muy impacientes por leer la perícopa del capítulo
54 de Isaías que proclamaremos como Tercera Lectura en la Vigilia Pascual.
Así
la imagen del Crucificado nos remite una vez más a Mt 25, 31-46. «¡Oh, mi Señor
Jesús! Hazme ver siempre con más claridad esta verdad esencial y tan necesaria
que el demonio busca continuamente oscurecer a nuestros ojos… Haz resplandecer
ante mis ojos esta doctrina de la cruz, y haz que yo la abrace, así como tú
quieres de mí… Haz que yo también pueda decir que no sé sino una sola cosa: A
Jesús, y a Jesús crucificado”… ¡Oh, Dios mío!, “haz que yo vea”, haz que estas
verdades se hagan presentes siempre ante mis ojos, y haz que yo conforme a
ellas mi vida, en ti, por medio de ti. Amén. Y concede las mismas gracias a
todos los hombres, en vista de ti.»[7]
[1] Martini, Carlo María. Op. Cit. p. 168
[2] Idem
[3] Charpentier, Etienne. PARA LEER EL NUEVO
TESTAMENTO. Ed. Verbo Divino. Navarra – España 2004 p. 134
[4]
Mesters. Carlos o.c.d. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE.LOS CANTICOS DEL SIERVO
DE DIOS EN EL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS. Ed EDICAY y Centro Bíblico “Verbo
Divino”. Quito-Ecuador 1993. pp. 83.88
[5] Mesters, Carlos o.c.d. Op. Cit
p. 110
[6]
Beato Charles de Foucauld. ENCONTRAR AL SEÑOR EN SU PASIÓN.
MEDITACIONES. Ed. San Pablo. Bogotá –Colombia. 2014. p. 45-46
[7]
Ibid. p. 46
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