Os
14, 2-10
Es
un profeta del norte, y le tocó desempeñarse durante el periodo real de una de
las vergüenzas históricas del reino de Efraín-Jacob: Jeroboam II (mientras en
el sur gobernaban Amasias y después Usías), y lo siguió haciendo hasta el
reinado de Ezequías: Empezó hacia el año 745 a.C. y no sabemos ni cuándo ni
dónde murió.
Oseas
-más que cualquiera otro profeta- es el profeta del amor, reiterando siempre la
imagen de Dios como un Marido y del pueblo (recordemos que pueblo en semítico
es femenino, “la puebla”) —los judíos— como su esposa, que termina siéndole
infiel, metáfora característica en la prosa del profeta.
A
Oseas le tocó una época muy dura, revueltas, golpes militares y regicidios
-cuatro en un muy corto periodo- época que está simbolizada con la “fornicación”
de Gomer (en el texto es corriente llamarla “meretriz”), su propia esposa.
La
perícopa de hoy comienza cuando recién se ha narrado la caída de Samaria. Sin
embargo, no puede decirse que haya algún hilo de continuidad histórica en este
Libro que se caracteriza por la carencia de unidad, y por su discontinuidad
cronológica. Vamos a tratar en la perícopa de hoy, del descubrimiento del Amor
Misericordioso de Dios.
Nuestra
perícopa hoy, hace resonar un destello de esperanza, y, con esta plegaria
litúrgica se verbaliza un sentimiento popular de arrepentimiento que llevará a
la postre a aproximar una Alianza de Dios siempre ansioso por entregar su
Bendición.
Se
reconoce que la Victoria no les vendrá de pactos con reyes y ejércitos vecinos,
lo que más bien les acarrearía idolatría, ya que estaban rodeados de pueblos e
imperios politeístas. Así que el profeta los invita al compromiso de no volver
a incurrir en la adoración de ídolos fabricados por ellos, fundidos en sus
hornos, modelados con metales de sus canteras.
Los
débiles, los desprotegidos, huérfanos y viudas en Él encontrarán compasión. Él
cura la deslealtad, sepulta su ira y se entrega a amarnos fielmente. Como las
más hermosas frondas y los huertos de frutos más deliciosos, así será el amor
que profesará YHWH a su puebla. Si perfume nos alcanzará y nos envolverá como
los famosos aromas del Líbano. Trigos y viñedos serán restaurados. Como un
Ciprés perenne.
Pero
hay una sabiduría que Dios nos infundió, nuestro corazón segrega una Justicia
que Dios mismo ha dispuesto nos adorne. Él nos ha condecorado con rasgos de
divina finura porque somos obra de sus Manos.
Si
no producimos de los candores que Él nos ha puesto, entonces, sólo seremos lo
contrario, zarzas espinosas, yerba mala, malezas y marañas que abruman y llenan
de desolación: se traslucirá que tenemos espíritu traidor.
Sal
81(80), 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17
Dios y el hombre se
buscan mutuamente, se miran el uno al otro.
Noël Quesson
Salmo
de Alianza. El señor se identifica y nos muestra su Credencial: Él es el Señor,
nuestro Dios. ¿Y, eso qué implica? Que a nosotros corresponde, como nuestra
parte en la Alianza, escucharlo.
Este
salmo tiene un ligero sabor de reproche cuando reclama: “Si mi pueblo me
escuchara”. El Señor pide ser escuchado. El adulterio consiste precisamente en
no escucharlo.
Israel,
en el mes de Tishri celebraba -como cúspide de sus celebraciones que iniciaban
con el Año Nuevo, la fiesta de la Neomenia. Luego, trascurridos siete días, la
Fiesta de las Trompetas, día de asueto y de ofrecer sacrificios. Luego viene el
Yom Kipur -análogo a nuestra Resurrección-, es la maravillosa oportunidad de cambiar
y corregir con ayuda de la oración, el ayuno y la caridad. En el décimo quinto
día, venía la Fiesta de las Suca, rememorando las precariedades que tuvieron
que pasar en el desierto y que su alojamiento fuera en cabañas improvisadas.
Meditar sobre esta situación itinerante del desierto era ocasión de renovación
de la Alianza. La Alianza es con el Gran Bienhechor-Gran Legislador.
Dios
oye nuestro clamor. No pasa indiferente, nada hay que le duela tanto como
nuestros pesares, todas nuestras penurias. Y nos libera sin tardanza.
Dios,
entristecido, se queja contra nosotros, deja anotado en el Libro de Actas que
lo hemos defraudado, que hemos sido fuente de su desilusión. Se queja pidiendo ¡Ay,
si lo escucháramos!
Nos
ha enseñado el monoteísmo, no nos puede ver sufrir la adoración a deidades
paganas, Él, que con todo Poder nos libró de la esclavitud, no sabe cómo
podemos anhelar volver a ella.
Es
como el Hijo que le ruega al Padre para que con un roce de su Dulzura lo
conduzca a prestar atención y corregir su derrotero. Todos, hasta nosotros, le
rogamos a Dios: ¡Haznos escuchar! Nosotros tampoco entendemos ¿De dónde hemos
sacado nuestra sordera? ¿Será el Malo el que nos ha puesto tacos en los oídos y
tapones de espesa cera que nos impiden oír los encantos de Su Amor?
Mc
12, 28b-34
El Reino de Dios se
hace accesible para el pueblo sencillo, pues lo importante para entrar en él
puede ser reconocido y cumplido por todos, sin necesidad de grandes estudios y
sin tener que pertenecer a un grupo privilegiado.
Euclides M. Balancin
No existe otro Mandamiento mayor que estos
Ya
estamos habituados a los encontronazos mal intencionados de escribas y fariseos
con Jesús. Ellos suelen (ojo al verbo, no está en pasado, y esto por una razón
suficientemente clara), van a Jesús buscando como atravesarle una piedra de
tropiezo, siempre procurando cogerlo en una respuesta aprovechable para
delatarlo, algo que decir que pintara a blasfemia, para poderlo llevar con el
patíbulo a cuestas, (y eso sigue ocurriendo hoy día). Lo que ellos tratan es de
poderlo declarar sacrílego.
En
su lugar, hoy encontramos a un γραμματέων [gramateon] “escriba”, que
va con una actitud franca, abierta y honesta a preguntarle algo, y no lo está
confrontando. Y la pregunta no es cualquier pregunta, no se trata de una
friolera, -al contrario-, pongamos aquí toda nuestra atención y fijémonos qué
es lo que le pregunta: ¿Cuál Mandamiento es el Primero de todos?
Esto ya nos lleva a un
asunto nodal: en todos los tiempos ha habido gente honesta tratando de
acercarse a Dios, y que lo hacen a carta cabal, como verdaderos buscadores, y
es que a Dios hay que buscarlo. Él se hace el encontradizo, nos sale al paso,
está atento a nuestra actitud. Sin embargo, cuando Él nos invita a permanecer
“despiertos”, significa que podemos pasar a su lado y, no advertirlo, y ¡perder
la oportunidad!
Un detalle más que podemos
rescatar en este Evangelio es que, hay que evitar los estereotipos, ¿es un
escriba? Entonces ¡descártenoslo! ¡no le pongamos cuidado! ¡cualquier cosa que
nos diga, será una trampa que nos está tendiendo! Pero, Jesús no procede así.
Le da una respuesta contundente, clara, muy exacta, le dedica tiempo y
atención. ¡Nada más lejos en Jesús que atenerse a rótulos! Jesús no es Uno que
cohonesta con prejuicios.
Está muy claro que Jesús
para responderle se remite a una cita de (Dt 6, 4s), oración hebraica
tradicional, el שְׁמַ֖ע Shema, nosotros
traducimos “escucha”, pero es un poquito más que escuchar, שְׁמַ֖ע se trata de “escuchar inteligentemente”,
“aguzando la comprensión”, poniendo todo de nuestra parte para mejor entender,
inclusive, rogándole a Dios que nos Ilumine su Santo Espíritu para que seamos
capaces de “taladrar” con el oído, lo que pudiera ser incomprensible a nuestra pobre
inteligencia. No sólo participa el cerebro, se integra a la función comprensiva
el corazón -no como afectividad ni como sentimentalismo- sino como
espiritualidad y apertura a Dios.
En la cita dice “con toda tu
διανοίας [dianoias] “mente”,
en el texto hebraico leemos מְאֹדֶֽךָ [meodeka] ahí entendemos “con vehemencia”, nosotros
los bogotanos de la vieja guardia habríamos traducido “Con alma vida y
sombrero”, algo así como “jugándose todas las fichas, hasta la última”. ¡Se
trata de un amor que se compromete totalmente! ¡Sin dar cabida a duda alguna!
¿Cómo será el amor de los
que se han ceñido la corona del martirio? ¡Así es al amor que ama con todo el
corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las ἰσχύς [ischus]
“fuerzas”! ἰσχύς significa con “virtud perfecta”, “con integridad”,
“comprometiendo la persona entera”.
Ese es un análisis de un
hemisferio del planeta, y ¿dónde está el otro lado? ¡No nos vayan a robar el
resto! La parte faltante, la segunda mitad es el amor al prójimo,
si el prójimo no entra a estar presente en el amor, este amor es nada más que
una mentira, pura teoría. Los “pensadores” hacen muchas maniobras para pasar la
sierra y recortar al prójimo. Silenciosamente, casi siempre de noche, llegan
con silenciadores en sus armas y disparan unas balas que obnubilan la comprensión,
cuando uno se despierta, el soporífero ha hecho su letal efecto, y ya pasamos a
ser de los que consideran el amor al prójimo como una “ideología”. Un ribete
sobrante, innecesario. O más desarticulador: una necedad.
Nótese bien que Jesús
considera los dos hemisferios como una sola cosa. El Mandamiento mayor, según
se lee aquí son “las dos cosas juntas”.
Aquí va otro “nótese
bien”, el escriba -que no tiene su comprensión sesgada- que es un judío
“recto”, se pone, de inmediato, de acuerdo con Jesús. ¿Qué entendemos nosotros
de este “ponerse de acuerdo”? Que en realidad no hay una brecha insalvable
entre el judaísmo y el cristianismo, a menos que uno vaya predispuesto a
aserrar los hemisferios, o contratado para tenderle una trampa a Jesús
(contrato nimio, por unas cuantas monedas).
¡Vamos a ver ahora, cuántos separatistas profesionales se rasgan las vestiduras! Como Jesús no está cargado de prejuicios discriminatorios, no duda ni por un momento en afirmar que este escriba también tiene amplia cabida en el Reino de Dios. ¡Qué, sólo le falta dar un simple saltito! “No estas lejos del Reino de Dios”.
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