sábado, 16 de marzo de 2024

Sábado de la Cuarta Semana de Cuaresma

 


Jer 11, 18-20

Los biblistas, estudiosos eruditos, nos aportan segmentaciones de los Libros que son un gran aporte a la hora de leer y ubicar las perícopas tanto temática como cronológicamente. Muchos de ellos han consagrado la vida entera al estudio y ordenación cronológica de las perícopas.

 

El Libro de Jeremías se desestructura en 4 bloques, el primero de ellos -que abarca los capítulos del 1 al 25- se refieren a los oráculos que remiten tanto a Judá como a Jerusalén. Uno de los ejes de su acción profética fue la eliminación de los santuarios múltiples, para lograr el centralismo del Santuario Único en Jerusalén.

 

Toda su vida está puesta bajo la clave de la contradicción. Está muy consciente y muy comprometido con su vocación profética y día tras día lucha para mantener su coherencia. Pero eso lo lleva a ni siquiera poder establecer un hogar con su amada. Su vida la ilumina ese celibato -que en aquella cultura era sintomático de anormalidad- y a posicionarse como un excéntrico solitario. Se caracterizó por soportar con entereza inquebrantable las múltiples acusaciones que sufrió de los reyes, especialmente los de Israel.

 

Los compatriotas de Anatot ven en él a un colaboracionista -con los caldeos-  así que le expresan su “cariño” con desprecios y torturas, desde azotes hasta el abandono en un aljibe, así como ser arrojado a las mazmorras. A esto se refiere la perícopa de hoy.

 

Encontramos algunos detalles de esta persecución que conllevan un denso paralelismo con el Protagonista Neotestamentario:

1.    Como manso cordero es llevado al matadero. Consigna que vendría a ser el lema del Viacrucis.

2.    Si, proponen que -aun siendo joven- borrarlo de las páginas de la historia.

3.    Y se afanan por arrancarlo de cuajo de la memoria de Su Pueblo.

4.    El objetivo es lograr que se olvide hasta su Nombre.

 

Pero Dios es Justo, Él es el Justo de los Justos. Su Juicio es Recto. No mira la superficie, sino que examina lo más profundo del ser: sus entrañas y su corazón.

 

Jeremías espera poder ver cómo el Señor les cobra tantos atropellos de los que lo hacen víctima. Ruega al Cielo les cobre la arbitrariedad destinándolos a su masacre.

 

Hay un interrogante que Jeremías pone como pivote. Por qué les va bien a los malos, y donde son sembrados allí echan raíces y se multiplican como la cizaña y cargan los frutos de su veneno, haciendo cundir el mal.

 

Aun así, ¡la Victoria del Justo prevalecerá!

 

Sal 7, 2-3. 9bc-10. 11-12

Este es un salmo de súplica. Podríamos descomponer este salmo es nos fragmentos

a)    Que el Señor no deje a los impíos salir gananciosos.

b)    Se vaticina el tristísimo fin que aguardo a los malhechores.

 

La suplica que vertebra esa perícopa es el clamor del “Justo” para que lo libre de sus perseguidores. Y, en cambio, reciba el bondadoso fallo de Dios que juzga con Justicia y ve las rectas intenciones que nos animan.

Con el versículo responsorial se pone bajo la protección tutelar del Propio Dios.

 

En la primera estrofa compara los perseguidores con leones descuartizadores.

En la segunda le pide al Señor que apoye al inocente, ya que Él es Justo.

En la tercera, viene otra comparación, en este caso, Dios es comparado con un Escudo Blindado.

 

Hay que entender y saber leer la Palabra de Dios, Él nos ha enseñado a Alabarlo. Pero hay que entender que su protección no es un revestimiento: Su Fuerza vive en nosotros, su Poder no es externo a nuestra vida, sino que puebla nuestra conciencia, habita en nuestra alma. Exteriormente podemos parecer muy frágiles pero nuestra consistencia es espiritual, sino, contemplemos la valentía de los que han adornado su vida con el Poder de su Entrega y han alcanzado el podio del Martirio.

 

No pedimos para que aplaste a los demás, que pudiendo estar garrafalmente equivocados son mis hermanos, hijos también Suyos; no Señor, nuestros ruegos apuntan a que fracasen los mecanismos y los medios y canales injustos que les permiten construir rascacielos de maldad y perversión, para ocultar tras de ellos, la Magnifica Belleza, de Su Amorosa Propuesta.

 

Nuestro clamor pide que no triunfe el engaño del Mentiroso, sino que Su Reino resplandezca Triunfal.

 

Jn 7, 40-53



Jesús ha subido “discretamente” a Jerusalén para la celebración de la fiesta de las Enramadas, o sea chozas como las que tendían en el desierto para resguardarse del sofoco diurno y de los fríos nocturnos, que para ellos se convirtieron en “signo” de su itinerancia de 40 años. Se suele decir que era la más alegre y la más solemne de las Fiestas del Judaísmo y que traía consigo el deber religioso de peregrinar a Jerusalén. Esta Fiesta tiene su cúspide en la Simjat Torá, fiesta de origen judío que se celebra al concluir la festividad de Sucot (choza, cabaña), siendo una festividad en sí misma. Se refiere al día en que se termina de leer en las sinagogas la última parte del Pentateuco en un rollo de la Torá, y se recomienza a leer la primera parte, el Génesis, conocida también como Bereshit. Esto es lo que nos dice el verso 37, señalando el Último Día como “el más grande de la Fiesta”.

 

Hasta los líderes religiosos que preguntan a las milicias romanas y a los adalides del Sanedrín, por qué no se ha hecho efectivo el arresto del Agitador, reciben por respuesta-sin poder salir del asombro. Que ¡nadie ha hablado como Él!

 

Jesús grita una declaratoria -ahí se anula toda la discreción”, ofreciendo darles de beber y saciar la sed de todo el que viniera a Él. Les calmará la sed, dándoles a beber del Espíritu santo. (Cfr. 7, 39) El Espíritu todavía no se había donado porque Jesús no había sido todavía, ἐδοξάσθη [edoxasthe] “glorificado”.

 

Se da una σχίσμα [schisma] “división”, un “sisma”, porque Él es visto como Mesías, pero su cuna no lo confirmaba: según se esperaba el Mesías debía venir de Belén, mientras que Jesús -según su manera de entender- provenía de Nazaret. La división la da la cuna del Mesías.

 

En la perícopa se deja sentado que los contradictores eran los fariseos, seguramente en el momento de la discusión, ellos erán los únicos sobrevivientes allí presentes, en condición de opositores, los únicos que conoció los de la comunidad joánica.

 

Aquí se presenta una oposición entre los que saben / los que no tienen derecho a saber. Según eso los que no saben se han dejado embaucar. A los que no tenemos derecho a saber, los fariseos nos acomodan el sonoro título de “malditos”.

 

Nicodemo, -es curioso que la etimología de este nombre es estrictamente griega y significa “la victoria del pueblo” (que también era fariseo) -a quien conocimos en el cap. 3, que vino en lo oscuro, a platicar con Jesús- les pone de presente que todo el mundo debe ser tenido por inocente mientras no se le haya oído en descargos. Los opositores le dicen que, si se ha pasado al bando de los Galileos, y, que la letra Escrituristica establece que Galilea no es cuna de profetas.

 

¿Será que la mención de Nicodemo -es un mensaje cifrado- y quiere decir que a la larga el que salió ganancioso y venció a los demás fue precisamente el grupo de los que “no saben nada”, de “los que no entienden de la ley”?

 

El cerco se va cerrando en torno a Jesús, cada vez el anillo tiene menor diámetro, la decisión de apresarlo flota como un drone artillado sobre Él, y la atmosfera que se respira es la de una condena a muerte a punto de ser pronunciada, sin respeto a la ley, ni a la Verdad.

 

Por lo pronto, tanto alboroto para nada, no llegaron a ningún acuerdo, y se disolvieron (que se sepa no fue necesario recurrir a los lacrimógenos), ¡cada uno a su rancho!

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario