2Cor 3, 4-11
San
Pablo -y aquí seguimos los resultados de los investigadores más avezados en el
Paulismo- escribió una primera carta a
los Corintios, que se perdió. Luego una segunda, que es la que nosotros tenemos
por 1Cor. Esto hacía el año 54. Después, escribió cuatro cartas más que
aparecen refundidas en la que conocemos como 2Cor. Le perícopa de hoy, proviene
de la tercera carta que fue escrita, aproximadamente en el año 55 y comprende
2Cor 2, 14-7, 4.
Dios
tomó a Pablo y sus seguidores para hacer de ellos trasmisores de una “Nueva
Alianza”, que se caracteriza por ser una Alianza -ya no de la letra- del
Espíritu. Una declaración clave es que la “letra mata, mientras que el Espíritu
da vida”. Con Alianza de la letra” se denomina aquella que fue entregada por
Dios a Moisés en el Sinaí, que fueron las Tablas de la Ley. No fue que esa
Alianza se cumpliera carente de Gloria, al contrario, era tal su esplendor que
Moisés se volvía radiante y el pueblo no podía mirarlo a la cara, puesto que
encandelillaba, inclusive más que si miraran el sol, pero, así nos lo declara
San Pablo, se trataba de una luminiscencia pasajera. Y nos interroga San Pablo,
¿si así con aquella Alianza, podemos imaginarnos cómo será la reverberación de
esta Nueva Alianza del Espíritu -Alianza que es “ministerio de δικαιοσύνης [dicaiosunes]
“justicia”? Y, enfatizamos -como ayer-
que esta justicia no es de los tribunales, ni de nuestros jueces
y magistrados; es la Justicia que resulta del Veredicto que da Dios, de Su
Beneplácito.
Aquella
Gloria era brillo de lo pasajero, ¿cómo será ahora el destello de una Alianza
que es Permanente?
Sal
99(98), 5-6. 7.8.9
Dios
es Grandísimo, Dios es Santísimo. Es un Salmo del Reino. Podemos admirarnos del
Poder y la Santidad de Dios. Es el Tres-Veces-Santo. Se trata de un salmo
formado por 9 versos. De ellos ocupamos 5 en esta perícopa para organizar con
ellos 5 estrofas. En el responsorio reafirmamos que nuestro Dios es Santo y es
Señor. En Él se aúnan Santidad y Poder.
Primera
estrofa: Los pies del señor están apoyados en el “apoyapiés”, nosotros nos
prostramos delante de ellos con gesto de ensalzamiento.
Segunda
estrofa: Figuras preclaras del Antiguo Testamento: Moisés, Aarón, sus
sacerdotes y el profeta Samuel juntos lo invocan y el Señor nos responde.
Tercera
estrofa: La Gloria del Señor viene forrada en la Columna de Fuego -signo
claramente del Espíritu de Dios- y de ella brota la Voz Potente de Dios que
declara su Voluntad y proclama sus Mandatos, su Ley.
Cuarta
estrofa: respondía porque Dios es un Dios -de-Perdón, pero -en el extremo-
también un Dios que castiga si se le obliga.
Quinta
estrofa: Postrados ante el Monte Santo proclamemos al Triplemente Santo Dios
Mt
5, 17-19
La
perfección de la Ley que el pueblo escogido había recibido de Dios por medio de
Moisés, no llega a tal Perfección en un proceso de recorte, de mengua, de
amputación, de supresión. La plenitud se logra siendo fieles a los decretos de
la Ley, guardándola con total cabalidad.
No
se le suprimirá ni el más mínimo signo diacrítico, ni la más insignificante
virgulilla. Nuestra obligación estriba en comunicarla con asombrosa exactitud y
nuestro camino de santidad se recorrerá más vital y más ágil, cuanto mayor y
más preciso sea nuestro rigor y precisión en los detalles que Dios nos ha
mostrado.
Señor,
si quieres, concédele alas a tu pueblo, para que no tenga que reptar lenta y
cansinamente por entre los vericuetos de una Ley con la cual sólo alcanzamos a
distinguir las seducciones del pecado; si Tú quisieras, podríamos elevarnos a
las cumbres del Amor y desde allí, vivir mucho más cerca de tu Corazón, rozando
las Nieves de la Misericordia. Que no son Nieves frías, sino candentes como
nuestro corazón cuando nos explicas las Escrituras.
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