Gn 15, 1-12. 17-18
La
situación que agobiaba a Abrán, era la de no tener descendencia y que sus
bienes pasarían a manos de un criado -de nombre אֱלִיעֶזֶר
[Eliezer] “Dios es mi ayuda”- oriundo de Damasco.
YHWH,
le ofreció, personalmente, que su heredero sería un hijo propio legítimo y que
su descendencia sería, tan numerosa como las estrellas del cielo; y Abrán
confió, lo que se nos dice, tuvo profundas repercusiones en el Corazón Divino,
esta capacidad de creer y aceptar la Palabra de Dios, es el adorno por
excelencia que Dios le dio a Abrán. Pablo de Tarso lo llamará “nuestro padre en
la fe” (cfr. Rm 4, 11-16), y así lo tienen los judíos, puesto que fue el
primero en creer en YHWH.
Dios
se le identifica como el mismo que sacó a su parentela de Ur, y que le ofreció
tierra en aquel territorio donde había llegado. Abrán le preguntó a Dios, como
podía apuntalar esta fe por medio de un signo, y Dios le dio por signo una
Alianza: esta consistía en ofrecerle cinco animales: una novilla, una cabra, un
carnero, una tórtola y un pichón. Abrán se los sacrificó, y los ofrendó,
partiéndolos por la mitad, a excepción de las aves que no las cortó. Los
buitres venían y Abrán los espantaba. Pero,
conforme cayó la tarde Abrán se adormeció y en la duermevela, vio el fuego que
iba de arriba a abajo y viceversa sobre los cadáveres de los animales, como si
el fuego fuera la Boca Divina devorando la ofrenda.
Así,
con este Banquete quedó sellada la Alianza entre Dios y Abrán, con la que Dios
le garantizaba -y no sólo a él, sino a las generaciones de su linaje, por mil
generaciones- ser las destinatarias de su Bondad y su Preferencia.
Sal
105(104), 1-2. 3-4. 6-7. 8-9
Qué
mejor para este co-texto que un Salmo de la Alianza. La perdurabilidad de la Alianza se prolonga
en nosotros y nosotros la mantenemos por nuestros mayores, nuestra ascendencia,
si conservamos la gratitud por los favores prometidos y cumplidos y que -de
mantener nuestra gratitud- el Señor perpetuará indefinidamente haciendo que se
cumpla el ser זָכַ֣ר לְעֹולָ֣ם בְּרִיתֹ֑ו “una Alianza para siempre”.
Se toman los 9 primeros versos -menos el 5- y se organizan en
pares, para proponer 4 estrofas en esta perícopa que se proclama hoy:
Primera estrofa. Dar Gracias al señor, invocar su Nombre,
contarles a los pueblos sus hazañas y maravillas, cantarle acompañando los
canticos con instrumentos musicales.
Segunda estrofa. Gloriarse de su Nombre Santo, alégrense
quienes lo buscan, recurrir a Él y buscar continuamente su Rostro.
Tercera estrofa, les dice a los de la estirpe abrahamica que
el Señor gobierna “toda la tierra”.
Cuarta estrofa. La Alianza no caduca. No era un contrato a
término fijo. Dios que vive en la Eternidad, lo que Él dice, tiene resonancia per omnia secula seculorum.
Mt
7, 15-20
Dios,
al instituir el profetismo estuvo dispuesto a correr el riesgo de muchos que
acudirían con camuflaje a sembrar la confusión y a esparcir la falsedad. Es
decir, que, al lado de los emisarios y portavoces del Señor, estarían los
falsarios, los que te muestran un hueco inmundo y te garantizan que conduce al
Señor y que es la puerta correcta, la que lleva a las “verdes praderas” donde
el Señor te llevará a reposar. Jesús nos previene, porque por fuera se muestran
como ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Y, nos da un criterio, sus
frutos, puesto que sólo los profetas de verdad dan frutos dulces y jugosos:
cosa que no podemos esperar de los cardos y las zarzas.
El problema estriba -hoy en día- en que los falsos profetas con sus campañas publicitarias, han logrado engañarnos más de una vez y como dice el adagio popular, nos han metido “gato por liebre”. Así que tenemos que incrementar nuestra cautela, revisar los frutos a la Luz del Espíritu Santo. En este tema tenemos que ser verdaderamente cautelosos, no podemos dedicarnos a repetir las falsas campañas publicitarias que crean falsas necesidades sólo por incrementar las ventas y sin parar en mientes para aplicar los criterios de consumo antes que la ética. En esta categoría caen muchos vendedores de imagen. Por la ranura de una falsedad puede colarse toda una “ideología”. Así que ¡Cuidado con los falsos profetas!
Cuidado
también de vivir engañados y convertirnos en repetidores inocentes de mentiras.
Que no te hagan pasar un fruto venenoso por un higo o te vendan una toxina que en
el paquete dice “uvas”.
Una
última prevención, glosando la que Jesús nos dio en aquel contexto histórico.
Cuidado porque a veces en la bolsa de las uvas toxicas dice que son “toxicas”,
pero lo dice con letra tan pequeña que no se puede leer ni con lupa, y cuando
pasan la propaganda, la leen tan rápido, que no se entiende lo que dice. Los
empacadores también son “falsos profetas”. (Huelga decir que no estamos
hablando de higos y uvas, sino con un lenguaje parabólico).
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