Eclo 42, 15-25
Este
Libro contiene una serie de aforismos sobre los rasgos culturales propios del
judaísmo, se trata de reglas de urbanidad, algunos aspectos cultuales, y
también tiene algo de educación cívica con un neto perfume alegorista. En estos
días hemos tocado el tema de la teología de la “retribución”, y en este Libro
se pone en cuestión el tema de los premios, las pruebas, los castigos y su
conexión inmediata con la fortuna que cada uno tiene.
La
página de hoy se refiere exactamente al Creador, pone de inmediato como rasgo
globalizante su Omnisciencia, que es totalmente abarcadora y todo lo ha hecho
dejando traslucir en su Obra, la naturaleza del Artífice. Pero no se queda
atrapado en la “cosidad”, ni está cautivo de las apariencias, porque su
Conocimiento penetra y va directo al corazón, para tener un retrato exacto de
las intenciones y los móviles que nos impulsan.
Por
otra parte, trasciende con su Saber las fronteras que a nosotros nos limitan, y
desde su punto de observación le son observables pasado, presente y porvenir.
Además,
observemos esta simetría con la que el Señor construyó la realidad: Todas las
cosas van en pareja, organizadas en paralelo, en eso radica la perfección de la
Creación. Esas parejas como un coro, como un eco, la una como respuesta a
la otra. Y recíprocamente se confirma la excelencia de todo lo que Él ha hecho.
Sal
33(32), 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
Estamos
ante un himno, donde una cosa está frente a la otra, y entre las dos van
ratificando la excelencia de todo lo Creado. Algo de paralelismo semántico se
encuentra aquí. Dentro del estilo de la Primera Lectura, encontramos una sería
de aforismos, que hacen de este un himno sapiencial.
Primero,
se nos llama a agradecer con música de cítara, pero también con el decacordio.
Luego a cantar, y a ir marcando el ritmo con golpes de bastón (como suele marcar el/la maestr@ de ballet).
En
la segunda estrofa se atribuyen al Señor rasgos que lo definen: Su Palabra es sincera, todas sus actuaciones están revestidas de lealtad; y además tanta y
tan abundante es su Misericordia- que, con Ella, queda repleta la tierra
entera.
En
la tercera estrofa la primera pareja afirma que el Cielo fue creado por la
Palabra del Señor y -en la segunda- del Aliento que sale de la Boca Divina se creó
toda la organización cósmica, la armonía de los planetas. En la segunda pareja
se dice; como si fuera un recipiente, el agua del mar está contenida por las
paredes del odre que Dios les puso, y luego, compara las costas con un almacén
en que el Señor la encerró.
En
la estrofa número cuatro, se propone que el Santo Temor de Dios esté presente
en el corazón de todos sus habitantes, y que todos los pueblos han de
experimentar el temor reverencial hacia Él; y la causa y razón es que Él es su Creador,
su orden y mando fue lo que les dio Origen.
Cada
estrofa se remata con el responsorio: “La palabra del Señor hizo el Cielo.
Mc
10, 46-52
רבנית
Jesús
está saliendo de Jericó, rumbo a Jerusalén, a 27 km. de distancia, y allí, a la
vera, está el ciego que era hijo de Timeo. Este se pone a gritar, llamando a
Jesús Lo llama de tal manera que -indudablemente- lo reconoce como Mesías, al
declarar que pertenece al linaje de David. Lo ve -pese a su ceguera- como
heredero de las promesas que se le hicieron a David.
Aparece
por tres veces repetido un mismo verbo dentro de un solo verso (Mc 10, 49):
Φωνήσατε [fonesate]; φωνοῦσιν [fonousin]; φωνεῖ [fonei]; todos derivados del mismo φωνέω [foneo] “llamar”. La
conexión estaba abierta, era potencial, y, sin embargo, Jesús tiene que
admitirla, tiene que darle oportunidad, tiene que crearle el acceso; a lo cual
no se muestra para nada renuente, es más, se brinda por completo, su cohorte
puede traerlo y -con garantía de acogida plena- será recibido y atendido por el
Rey.
Aquí -nos parece que- viene lo más importante, lo que nos
toca a nosotros como discípulos, encargarnos de que al entrar en tratos con el
Maestro divino, la persona no se sienta cohibida, cortada, apocada sino -por el
contrario- que se sienta a sus anchas, no como sirviente, ni como subalterno,
sino como un hijo que habla son su Padre o con su Hermano.
¿Cómo lo hacen estos discípulos? Lo animan: Θάρσει
[Zarsei] “Confianza”, “No te amilanes”, “Puedes sentirte a tus anchas”.
Hay algo en el telón de fonde que hace que esta palabra suene a “Él es muy
buena gente, es muy comprensivo, a todos los que se le acercan los cura. ¡Ve!
¡Aprovecha que te llamó!
También aquí aparecen tres verbos, no es el
mismo, pero reflejan excelentemente que el ciego Bartimeo, se deja ir como
quien le han ofrecido un abrazo. Se deshace de todo impedimento, deja de lado
toda traba.
a)
Soltó el manto
b)
Dio un salto.
c)
ἦλθεν πρὸς [elzen
pros] Se acercó a Jesús; prácticamente “se le abalanzó”, “se le echo en
brazos”.
Primero,
Jesús le pide permiso para obrar, siempre respetuosos de la libertad humana, lo
hace que exprese su voluntad, casi como si se tratara de firmar una
autorización quirúrgica. Y la respuesta es llamarlo Ραββουνι [Rabbuní] “Mi maestro”, “Altísimo Maestro”,
“Decano preferido” (téngase en cuenta que en aquella cultura el lazo con el
Maestro era un lazo amoroso, al Maestro se le amaba como al Papá, más todavía,
el Papá espiritual, y el sentimiento que movía al discípulo era un vínculo
afectivo muy intenso.
¡A tal remanso de Bondad, zambullirse en Él!
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