Hch 4, 13-21
Algo que escandaliza a los “poderosos”
es que la defensa y la proclamación de Jesús viene por cuenta de gente sin
letras, sin mayor educación, gente del “vulgo”, gente “chabacana” -seguramente
dirían ellos- lo que contrastaba con la seguridad y la parresia con la que se
expresaban. Los reconocían como “elementos” que andaban con Jesús, pero -al
verlos escoltados por el antes paralitico- no se les ocurría ninguna respuesta.
Les dan orden de salir -muy apropiado para poder complotar a sus espaldas y
urdir, a sus anchas las “tácticas”- para eliminar esta “molestia”.
En su forma de hablar se advierte que a
estas “autoridades” ni les interesa la verdad, ni les preocupa Dios; el
paralitico allí parado, en medio de los discípulos resulta un argumento
imbatible, porque todos lo habían visto mendigando, en el Templo, toda la vida.
Se ve que todo el respaldo contra sus argumentos se saca de la injustica y del
abuso, del miedo y la represión.
La posición de Pedro y Juan es obedecer
a Dios, costárales lo que les costase; puesto que la obediencia a Dios es lo
que exige la recta consciencia. Callar era una opción no disponible.
¿Qué se podía hacer? No les quedó otro
remedio que soltarlos. Se nota que el remedio que esperaban fuera suficiente
para silenciarlos, la “prohibición”, sólo era una “carabina de Ambrosio”,
porque no era justo que los discípulos obedecieran más a los jefes del pueblo,
a los ancianos y los escribas, pasando por sobre Dios.
Sal 118(117), 1 y 14-15. 18-18. 19-21
Es el mismo salmo de ayer, pero se han
escogido tres versos distintos.
Se ha traducido: ¡Dad gracias al Señor porque es Bueno! הֹוד֣וּ לַיהוָ֣ה aquí, la expresión יָדָה
[yadah] “dad gracias” puede traducirse por “cantad”,
o por “Alabad”, o “load”, o -también- por “Gloriad”, algunos especialistas
proponen traducirlo por “proclamad”, o por “pregonad”.
El Señor ha sido mi fuerza, ha sido mi
pilar de Salvación, se oye un clamor jubiloso en las tiendas de los justos.
Quizás estas “tiendas de los justos son las “enramadas” que se usaban para
celebrar la fiesta de Sukkot (las cabañas, las enramadas, los tabernáculos); no
es la Tienda del Encuentro porque a esta se la llamaba la Tienda de YHWH.
En la segunda estrofa está el tema de la
Resurrección, “no lo entregó a la muerte”, “vivirá para contar las hazañas del
Señor”.
En la tercera estrofa, para que pueda
entrar el Rey y su sequito de vasallos -el pueblo entero- los levitas y los
sacerdotes abren la Puerta. El Rey, entonces, caminara hacia el Altar para
“proclamar la Salvación”.
Mc 16, 9-15
Esta perícopa, nos presenta una sinopsis
de las apariciones del Resucitado y la misión de la Iglesia. Como sabemos este
capítulo no es marqueano, sino una adición que los miembros de la escuela de
marcos tuvieron a bien añadir para “redondear” el Evangelio que parecía
interrumpido sin un cierre propio. Después de haber resumido las otras
apariciones pasa a presentar el encuentro con los Once, en torno a la Mesa
(Eucarística), donde Jesús les reprocha su falta de entendimiento y su dureza
de corazón para asimilar los testimonios recibidos. Jerusalén quedará atrás
como ciudad de muerte, Galilea, el lugar de la cita con el Resucitado, será el
lugar de la Vida Renovada. Será entonces cuando les dé el Envío de proclamar el
Evangelio a toda la Creación.
En la base de la comprensión de esta
perícopa está la observación de un Jesús que no se queda estancado en el
reproche, que corrige para direccionar, no calla la debilidad, la menciona para
que allí florezca -en lo sucesivo- la apertura de corazón para el Anuncio. Pero
sigue confiando en ellos, pasa a enviarlos, no los amenaza con un “despido”
colectivo, sino que les muestra que después de su Ascensión, les corresponderá,
como lo han enfatizado los Obispos en Aparecida: no hay discipulado sin misión;
ser discípulos-misioneros es el perfil de cualquier seguimiento sincero.
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