1Cor
4, 6b-15
Según
nuestro mapa de la estructura de este Libro, que como ya lo dijimos, para
efectos de su estudio, lo hemos parcelado en siete bloques, hoy entramos a la
cuarta y última parte del primer bloque. En esta perícopa de hoy se hace un
contrapunto entre la situación de los que se han dado a la tarea de llevar el
anuncio, y -como contraparte- los miembros de esta comunidad que como hijos han
heredado un tesoro, el tesoro del Reino que Jesucristo les ha traído y que
Pablo, junto con Apolo les llevaron, junto con otros predicadores que fundaron
la Comunidad Corintia.
No
deben enfrentarse ni crear separaciones entre unos y otros, porque unos hayan
recibido el anuncio por vía de un portador y otros por el trabajo y desvelos de
otro. Lo importante es mantenerse firmes en la Verdad del Mensaje y no andar
fracturando la Unidad porque unos sean discípulos del uno y otros de otro.
Quien haya llevado “la carta” no es lo valioso, no importa quien haya actuado
como cartero, importa que les haya llegado la carta -portadora del mensaje- a
sus manos.
La
comunidad se aleja de Pablo y es la arrogancia la que los aparta y los va
llevando al desvío. Siempre es amenazante cuando los frutos de nuestra fe nos
embriagan y en nosotros viene a florecer la toxina del éxito. Pensamos que en
muchas oportunidades nuestros poderes -los que Dios nos da para respaldar
nuestro testimonio-, se bloquean, precisamente porque al ejercerlos, nos
descresta la obra de Dios por medio de nosotros: llegamos a dudar si es obra de
Dios, o quizás, somos nosotros solos, los que traemos tanto poder. Por eso se
seca la fuente y no fluye más.
Sería
grave que los carteros por el camino abrieran los sobres y adulteraran el
contenido. ¡Eso sería muy preocupante! Pero, mientras el contenido de la
correspondencia se mantenga intacto, todos deberían estar felices de las
abundantes contrataciones de la “oficina de correos”, porque a mayor número de
carteros, más pronto y con mayor eficacia llegará la correspondencia a su
destino.
Es
asombroso que en una comunidad surjan envidias y se generen roces porque hay
abundancia de “carteros”, ¡bendito sea Dios que ha socorrido más jornaleros! La
siembra será más amplia y más pronta. Lo que hay que cuidar es la fidelidad del
Mensaje.
Los
que actúan como “apóstoles” los que se ponen en la punta de la lanza a la tarea
del anuncio, les corresponde jugar el papel de “locos por Cristo”. Y pese a
todo, tenemos que soportar ser tratados como a la” basura del mundo”.
Dice
San Pablo que él es -por así decirlo- el papá de la comunidad en tanto que
fundador, y que esa gloria no le puede ser hurtada, porque su existencia como
Comunidad parte del hecho fundacional; y al padre se le podrá reprochar otros
defectos, pero el dar vida a la fe, ya lo indemniza de cualquier otra falla de
que se le pudiera acusar.
Sal
145(144), 17-18. 19-20. 21
Todas
las épocas tienen sus altibajos, sus dificultades, sus laceraciones y sus piedras
de tropiezo. Es difícil compararlas: a veces nos parece que la nuestra es de
las peores, pero en cada edad “se han cocido habas”. A nosotros nos ha tocado
como caldo de cultivo una era de incredulidad y ateísmo, y cierto que la
navegación se dificulta bastante con tantos icebergs flotando acelerados en el
oleaje que nosotros tratamos de sortear.
Jesús
es nuestro radar para detectar, ya desde lejos, las amenazas flotantes que se
nos vienen encima, y nos va llevando con su Sapientísima Guía por entre todos
esos gigantes de hielo portadores de desgracia y del congelamiento de la fe.
Como
si fuera poco Jesús nos trae un nutrimento vitamínico que nos hace agiles para
todas las maniobras, que, para estar a salvo, requerimos. Este es un salmo de
la Alianza, un salmo alefático, donde cada estrofa -como un acróstico, inicia
con una de las letras del alefato. La fórmula es magistral, todos los días
“hablar bien” de Dios, traer al escenario de nuestra consciencia, la claridad
del Dios que nos protege, del Dios que es Salvación, del Dios que es Digno de
toda Alabanza. Del Dios que reina en nuestras vidas y al que le ofrecemos
nuestro corazón por Trono: ¡Dios cuyo reinado es perpetuo!
En
la primera estrofa tenemos tres rasgos divinos que queremos bendecir: a) Dios
es Justo b) Dios es bondadoso en todo lo que hace, c) Dios es un Dios cercano,
no interpone ninguna distancia, no saca pretextos de lejanía para descuidarnos.
En
la segunda estrofa, nos explica cómo se desvela y como nos tutora como “Tierno
y Dulce Pastor”: a) satisface nuestros deseos, b) escucha nuestros clamores de
salvación, c) guarda a los que lo aman, d) sólo permite el castigo de los
malvados.
En
la tercera estrofa nos dice que, por los motivos antes señalados, la misión de
nuestra vida es cantar y contar bendiciones para nuestro Dios y Señor.
La
antífona nos lleva a repetir por cuatro veces que Dios es “cercano” y
especialmente lo es, con aquellos que a Él claman.
Lc
6-1-5
Seguimos
viendo la actividad de Jesús en Galilea. Jesús pone todo su esfuerzo en sacarnos
de la “cuadricula religiosa”, la que ritualiza la fe en fórmulas culticas, la
que prefiere el legalismo -como fetichización de la fe- y le sacrifica a ese ídolo la Bondad Divina,
que siempre fluye, libre y sanadora, siempre priorizando la dignidad de la
persona por encima de los bloqueos sabáticos. En esta parte del evangelio
lucano, Jesús levanta blindajes y libra el poder de Dios de las férreas
interpretaciones cultuales relativas al Sabbath.
Para
mostrarles como hay que flexibilizar y “humanizar” la ley, Jesús les da un
ejemplo Davídico: "el pan de la presencia," o "el pan de los
rostros." Quiere decir que estaban continuamente delante de su Rostro, en
el Santa Sanctorum, donde sólo podía entrar el Sumo Sacerdote: sobre la Mesa de
los Panes de la Proposición, que se podría traducir “Panes del Ofrecimiento”, 12
panes que representaban a las 12 tribus de Israel, presentados y puestos en el
Templo de Jerusalén, en la Presencia de Dios. Los panes eran un reconocimiento
simbólico de que Dios era el recurso para la vida y el sustento de su pueblo, Israel;
y también servían como un acto de agradecimiento de Israel a Dios. Estaban
destinados a que Dios los comiera.
Y
Jesús lo que nos trae a la memoria es que en cierta situación en la que David y
los suyos tuvieron hambre, no se pararon en “leyes”, y pusieron por delante la
necesidad humana. Con este ejemplo, Jesús nos lleva de la mano hasta una
poderosa conclusión: El Hijo del hombre es Señor del Sabbath.
Sólo
que si hay una cosa que empodera la testarudez de los ritualistas es la fuerza
de la letra. A ellos no les bastó la enseñanza, y una y otra vez lo
cuestionaron y lo juzgaron, porque para ellos la visión “cuadriculada de la
fe”, convertida en un amasijo de fórmulas y preceptos era más importante. Es
más, todo el odio que descargaron contra Él y que lo llevó a la crucifixión,
estaba empapado de ira por contradecirles su fetichización del legalismo como
fundamento de su fe. Así como para otros, el tema era “de quien se era
discípulo”, para estos la cuestión está en la preceptualidad del Sábado. Para
ellos, el precepto era su padre: se llaman “Bar
Mitzvah” hijo del precepto, o “Bat
Mitzvah” en el caso de una mujer. Para ellos, El Sabbath estaba totalmente por
encima del Hijo del hombre.
Nosotros
nos sorprendemos y nos escandalizamos de esto, pero tenemos nuestros propios
“fetichismos” religiosos, que no queremos que nadie nos toque. No podemos
quedarnos en la anécdota; hay que superar la historieta y revisar ¿qué anquilosamientos
de la fe nos victimizan y nos condenan a la parálisis? Citamos el caso de
aquellos aspectos en los que la Iglesia abre sus brazos al dialogo
interreligioso y nosotros decimos: “me importa un rábano, yo, por mi parte,
mantengo mi persecución, al horno con ellos”. Por solo dar un ejemplo.
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