domingo, 8 de septiembre de 2024

Lunes de la Vigésimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario

 


1Cor 5, 1-8

Cuando algo no es acorde con la Ley de Dios, el agente de pastoral debe denunciarlo, además, de ser posible, ha de sugerir pautas de corrección. Hoy ingresamos en el Segundo bloque, que va desde 5,1 hasta 6,20. Donde Pablo corrige ciertos comportamientos totalmente anti-cristianos. Se trata de:

a)    Un hombre que convive con su madrastra.

b)    Alguien de la Comunidad que lleva a juicio a otro, que también es miembro de la Comunidad.

c)    La prostitución, que era un problema que los tenía azotados.

 

Estableciendo una parábola, Pablo compara la Comunidad por él fundada con una “masa ázima”. La ventaja sobre la masa con levadura, es que esta última se corrompe prontamente, le sale hongo y el pan se echa a perder. La masa ázima es mucho más duradera y mucho menos corruptible. La levadura significaba la corrupción que sintomatizaba que la sociedad era injusta. La levadura era el signo de la corrupción y del pecado.


 

Sin embargo, en la sociedad hay un expediente: recurrir a la “mundanidad”, que maquilla -con toneladas de afeites- lo que es manifiestamente una perversidad, y le pone algún título rimbombante, lo que llamamos un “eufemismo”, que haga pasar lo bueno por malo o viceversa. Por ejemplo, del que vive con la madrastra se dirá que es un “verdadero macho”; del que lleva a su hermano de comunidad ante los tribunales, se dice “ese si no es bobo”; y, del que practica la prostitución se dirá “esa vaina se hizo para usarla, no sea pendejo”.

 

El que llevó la información a Pablo le pareció bonito chiste lo que esta estaba haciendo el que vivía con su madrastra.  La misma manera de contarlo traslucía que para tal caso, aquel podía ser considerado un “verdadero héroe”. Era una manera de cubrir la falta con una tonelada de tierra (o de maquillaje). Así lo que se alcahueteaba era un incesto. Los corintios veían todo esto como expresión de su libertad maximizada. En cambio, sin darse cuenta y tomar consciencia, estaban cayendo en el empecatamiento.

 

La medida recomendada es la de sacar a esta persona de la comunidad. Hacer evidente que no se cohonesta con estas cosas. No es un procedimiento ni un recurso personal de solución, se obra de tal manera ateniéndose a la autoridad que Jesús les ha otorgado. Este recurso es el que denominamos de “excomunión”.


 

No se vaya a pensar que este recurso es sólo una aplicación del poder recibido; por el contrario, se quiere favorecer tanto al pecador como a la comunidad salvándola de su contagio. La comunidad debe ser favorecida para preservarlos del pecado como influjo endémico. A la vez, se busca que el pecador se arrepienta y regrese a los brazos perdonadores de la Comunidad.

 

Jesucristo está creando (horneando) esta camada de panes, que procede con masa ázima y mantiene pura su obra. Jesucristo es nuestra “Pascua”. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El castigo propuesto no rinde culto al castigo mismo, sino que es un recurso terapéutico para recuperar tanto a la persona como a la comunidad.

 

La comunidad se implica en la corrección, porque tiene que hacerse cargo de identificar el pecado y hacerse cargo del daño que causa y de cómo desmoraliza a la comunidad. Por su parte, el penado, es “entregado a Satanás”, para que en su condición de abandono y desprotección se dé cuenta que el pecado lo conduce a su propio fin, que el pecado es autodestructivo.

 

En todo caso, lo que se quiere no es la perdición de aquella persona sino su regreso al cauce, para que en el Día del Juicio se haya restablecido la fraternidad.

 

La parábola del pan ázimo es contundente: Uno de los indicativos de la Pascua era el Pan Ázimo, no se podía permitir que se introdujera ni un poco de masa leudada, porque -la levadura, por poca que sea- hacía que toda la masa se corrompiera. Esto pasa con el pecado y con esta clase de personas que lo importan, soterradamente, traen la contaminación de la injustica y la corrupción a toda la masa de la comunidad.

 

Sal 5, 5-6a. 6b-7. 12

Notamos que este salmo no tiene doble numeración capitular, la numeración es unificada hasta el salmo 9, a partir del salmo 10 de la numeración según el texto masorético, comienza a ser diferente de la numeración litúrgica, según la Septuaginta.

 

Este es un salmo del huésped de YHWH. Todo lo que le inquieta en su propia vida, el hagiógrafo lo pone en las Manos de Dios, para que sea Él quien lo dirige, lo encamine y le dé las soluciones. Hay algo -con cariz muy positivo- del abandono del hijo que se fía enteramente de su padre.

 

El sentimiento preponderante es el de un fiel que se siente resguardado por el blindaje que le concede Dios, es un blindaje inexpugnable, bajo su Manto protector nos volvemos victoriosos y nuestra victoria está asegurada.

 

Sin embargo, no quiere decir que el malvado, porque se siente “hijo” pueda contar también con esa protección: ni el malvado, ni el que ama la maldad, ni el arrogante cuentan con el respaldo de Dios.

 

El salmo rechaza esa suposición: Dios no es cómplice de los malhechores, Dios destruye a los mentirosos; a los traidores y, a los violentos los aborrece YHWH. Dios no será anfitrión de ninguno de estos perversos.

 

Entonces, ¿Quiénes serán los huéspedes de Dios? Los que se acogen al Señor, se llenarán de gozo y radiaran júbilo los que aman el Santísimo Nombre.

 

La antífona es el verso 12: “Porque tú, oh SEÑOR, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de Tu Favor”, ese favor es Su Blindaje. Nuestro ruego es para que Dios nos conceda este favor a nosotros, sus fieles seguidores. Donde hemos traducido “justo” dice צַ֫דִּ֥יק [saddik] en otra parte comentábamos, el “justo” del Primer Testamento es el que nosotros llamamos “Santo”, aquel que se ajusta enteramente a la Voluntad Divina, a Su Justicia.

 

Lc 6, 6-11



Seguimos viendo le relativo a la observancia del sábado y la controversia que implica la visión farisea frente a la visión cristiana. Para los fariseos, curar estaba prohibido en sábado. El escenario de la perícopa, esta vez, es la sinagoga, una vez más debemos recordar que esta palabra significa “lugar de congregación”. Aquí hay alguien que tiene paralizada la mano derecha, ¿qué significa?  Que no puede valerse, que no puede trabajar porque esta es la mano hábil, la mano que labora, que produce.

 

Uno pensaría que lo que se quiere es que todos puedan trabajar, y que el interés central es que todos puedan aportar al lucro y subvenir a la propia manutención. Pero no es así, en este caso, necesitan tener uno que esté incapacitado, porque sin él, no podrían ponerle la emboscada a Jesús, este “desvalido” es útil al sistema, porque les da la oportunidad de “marginalizar” al Mismísimo-Señor: Así podrán declarar que Jesús es impío. Impío en este caso es otro disfemismo (lo contrario de eufemismo) para maquillar el bien como maldad. Son las manipulaciones de la Verdad, tan caras al Maligno.

 


Podrían alegrarse de la sanación de la mano tullida, ¡pero no! a ellos les entristece que haya salud, que haya salvación; Dios -que nunca para de crear- recrea la mano tullida, destullece. Que alguien pueda trabajar, lo que llamamos “la disminución del paro forzoso”, o la “disminución del desempleo”, es una dicha para todos nosotros; la sociedad enferma -en todo caso- requiere siempre una capa de desempleados que abarate la mano de obra que labora: es así como tienen a la mano el argumento, “si no le sirve, hay doscientos en la puerta esperando hacer lo mismo por menos”.

 

La regla de no poder sanar en sábado podía exceptuarse cuando la vida de alguien estaba en peligro. Sin embargo, aquí se podría decir que no había peligro, que, si había estado desempleado mucho tiempo, un día más no cambiaba las cosas.  (hoy sabemos que cada día mueren personas de hambre y que un día más de estar pasando necesidad, no se justifica, porque es un día más de desesperación).


 

La vida no puede perderse ni permanecer disminuida por el padecimiento de la necesidad, por las angustias del desempleo, por las condiciones infrahumanas: Dios vivo no puede sostener ese estado de cosas, no puede ni quiere permitirlo ni un segundo más.  Los escribas y los fariseos, por su parte, darán un rodeo, como los levitas y los sacerdotes para no contaminarse con estas impurezas.


 

Cae como anillo justo al dedo, este Evangelio en el Día Nacional de los Derechos Humanos en Colombia, en la memoria de San Pedro Claver, un defensor de la igualdad y el respeto para todas las personas.

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