1Cor
5, 1-8
Cuando
algo no es acorde con la Ley de Dios, el agente de pastoral debe denunciarlo,
además, de ser posible, ha de sugerir pautas de corrección. Hoy ingresamos en
el Segundo bloque, que va desde 5,1 hasta 6,20. Donde Pablo corrige ciertos
comportamientos totalmente anti-cristianos. Se trata de:
a) Un hombre que convive
con su madrastra.
b) Alguien de la
Comunidad que lleva a juicio a otro, que también es miembro de la Comunidad.
c) La prostitución, que
era un problema que los tenía azotados.
Estableciendo
una parábola, Pablo compara la Comunidad por él fundada con una “masa ázima”.
La ventaja sobre la masa con levadura, es que esta última se corrompe prontamente,
le sale hongo y el pan se echa a perder. La masa ázima es mucho más duradera y
mucho menos corruptible. La levadura significaba la corrupción que
sintomatizaba que la sociedad era injusta. La levadura era el signo de la corrupción
y del pecado.
Sin
embargo, en la sociedad hay un expediente: recurrir a la “mundanidad”, que
maquilla -con toneladas de afeites- lo que es manifiestamente una perversidad,
y le pone algún título rimbombante, lo que llamamos un “eufemismo”, que haga
pasar lo bueno por malo o viceversa. Por ejemplo, del que vive con la madrastra
se dirá que es un “verdadero macho”; del que lleva a su hermano de comunidad
ante los tribunales, se dice “ese si no es bobo”; y, del que practica la prostitución
se dirá “esa vaina se hizo para usarla, no sea pendejo”.
El
que llevó la información a Pablo le pareció bonito chiste lo que esta estaba
haciendo el que vivía con su madrastra. La
misma manera de contarlo traslucía que para tal caso, aquel podía ser
considerado un “verdadero héroe”. Era una manera de cubrir la falta con una
tonelada de tierra (o de maquillaje). Así lo que se alcahueteaba era un
incesto. Los corintios veían todo esto como expresión de su libertad maximizada.
En cambio, sin darse cuenta y tomar consciencia, estaban cayendo en el empecatamiento.
La
medida recomendada es la de sacar a esta persona de la comunidad. Hacer
evidente que no se cohonesta con estas cosas. No es un procedimiento ni un
recurso personal de solución, se obra de tal manera ateniéndose a la autoridad
que Jesús les ha otorgado. Este recurso es el que denominamos de “excomunión”.
No
se vaya a pensar que este recurso es sólo una aplicación del poder recibido;
por el contrario, se quiere favorecer tanto al pecador como a la comunidad salvándola
de su contagio. La comunidad debe ser favorecida para preservarlos del pecado
como influjo endémico. A la vez, se busca que el pecador se arrepienta y
regrese a los brazos perdonadores de la Comunidad.
Jesucristo
está creando (horneando) esta camada de panes, que procede con masa ázima y mantiene
pura su obra. Jesucristo es nuestra “Pascua”. Él es el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo. El castigo propuesto no rinde culto al castigo mismo,
sino que es un recurso terapéutico para recuperar tanto a la persona como a la
comunidad.
La
comunidad se implica en la corrección, porque tiene que hacerse cargo de
identificar el pecado y hacerse cargo del daño que causa y de cómo desmoraliza
a la comunidad. Por su parte, el penado, es “entregado a Satanás”, para que en
su condición de abandono y desprotección se dé cuenta que el pecado lo conduce
a su propio fin, que el pecado es autodestructivo.
En
todo caso, lo que se quiere no es la perdición de aquella persona sino su
regreso al cauce, para que en el Día del Juicio se haya restablecido la
fraternidad.
La
parábola del pan ázimo es contundente: Uno de los indicativos de la Pascua era
el Pan Ázimo, no se podía permitir que se introdujera ni un poco de masa
leudada, porque -la levadura, por poca que sea- hacía que toda la masa se
corrompiera. Esto pasa con el pecado y con esta clase de personas que lo
importan, soterradamente, traen la contaminación de la injustica y la
corrupción a toda la masa de la comunidad.
Sal
5, 5-6a. 6b-7. 12
Notamos
que este salmo no tiene doble numeración capitular, la numeración es unificada
hasta el salmo 9, a partir del salmo 10 de la numeración según el texto masorético,
comienza a ser diferente de la numeración litúrgica, según la Septuaginta.
Este
es un salmo del huésped de YHWH. Todo lo que le inquieta en su propia vida, el hagiógrafo
lo pone en las Manos de Dios, para que sea Él quien lo dirige, lo encamine y le
dé las soluciones. Hay algo -con cariz muy positivo- del abandono del hijo que
se fía enteramente de su padre.
El
sentimiento preponderante es el de un fiel que se siente resguardado por el blindaje
que le concede Dios, es un blindaje inexpugnable, bajo su Manto protector nos
volvemos victoriosos y nuestra victoria está asegurada.
Sin
embargo, no quiere decir que el malvado, porque se siente “hijo” pueda contar
también con esa protección: ni el malvado, ni el que ama la maldad, ni el
arrogante cuentan con el respaldo de Dios.
El
salmo rechaza esa suposición: Dios no es cómplice de los malhechores, Dios
destruye a los mentirosos; a los traidores y, a los violentos los aborrece
YHWH. Dios no será anfitrión de ninguno de estos perversos.
Entonces,
¿Quiénes serán los huéspedes de Dios? Los que se acogen al Señor, se llenarán
de gozo y radiaran júbilo los que aman el Santísimo Nombre.
La
antífona es el verso 12: “Porque tú, oh SEÑOR, bendices al justo, como
con un escudo lo rodeas de Tu Favor”, ese favor es Su Blindaje. Nuestro ruego
es para que Dios nos conceda este favor a nosotros, sus fieles seguidores.
Donde hemos traducido “justo” dice צַ֫דִּ֥יק [saddik] en otra parte comentábamos, el “justo” del Primer Testamento es
el que nosotros llamamos “Santo”, aquel que se ajusta enteramente a la Voluntad
Divina, a Su Justicia.
Lc
6, 6-11
Seguimos
viendo le relativo a la observancia del sábado y la controversia que implica la
visión farisea frente a la visión cristiana. Para los fariseos, curar estaba
prohibido en sábado. El escenario de la perícopa, esta vez, es la sinagoga, una
vez más debemos recordar que esta palabra significa “lugar de congregación”.
Aquí hay alguien que tiene paralizada la mano derecha, ¿qué significa? Que no puede valerse, que no puede trabajar
porque esta es la mano hábil, la mano que labora, que produce.
Uno
pensaría que lo que se quiere es que todos puedan trabajar, y que el interés central
es que todos puedan aportar al lucro y subvenir a la propia manutención. Pero
no es así, en este caso, necesitan tener uno que esté incapacitado, porque sin
él, no podrían ponerle la emboscada a Jesús, este “desvalido” es útil al
sistema, porque les da la oportunidad de “marginalizar” al Mismísimo-Señor: Así
podrán declarar que Jesús es impío. Impío en este caso es otro disfemismo (lo
contrario de eufemismo) para maquillar el bien como maldad. Son las manipulaciones
de la Verdad, tan caras al Maligno.
Podrían
alegrarse de la sanación de la mano tullida, ¡pero no! a ellos les entristece
que haya salud, que haya salvación; Dios -que nunca para de crear- recrea la
mano tullida, destullece. Que alguien pueda trabajar, lo que llamamos “la disminución
del paro forzoso”, o la “disminución del desempleo”, es una dicha para todos
nosotros; la sociedad enferma -en todo caso- requiere siempre una capa de
desempleados que abarate la mano de obra que labora: es así como tienen a la mano
el argumento, “si no le sirve, hay doscientos en la puerta esperando hacer lo
mismo por menos”.
La
regla de no poder sanar en sábado podía exceptuarse cuando la vida de alguien
estaba en peligro. Sin embargo, aquí se podría decir que no había peligro, que,
si había estado desempleado mucho tiempo, un día más no cambiaba las cosas. (hoy sabemos que cada día mueren personas de
hambre y que un día más de estar pasando necesidad, no se justifica, porque es
un día más de desesperación).
La
vida no puede perderse ni permanecer disminuida por el padecimiento de la
necesidad, por las angustias del desempleo, por las condiciones infrahumanas:
Dios vivo no puede sostener ese estado de cosas, no puede ni quiere permitirlo ni
un segundo más. Los escribas y los
fariseos, por su parte, darán un rodeo, como los levitas y los sacerdotes para
no contaminarse con estas impurezas.
Cae
como anillo justo al dedo, este Evangelio en el Día Nacional de los Derechos
Humanos en Colombia, en la memoria de San Pedro Claver, un defensor de la
igualdad y el respeto para todas las personas.
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