lunes, 30 de septiembre de 2024

Martes de la Vigésimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario




 

Job 3, 1-3. 11-17. 20-23

Toda muerte a sí mismo, toda renuncia libre y alegremente consentida, abre nuevas perspectivas de vida.

Pierre Dumoulin

Con alguna frecuencia nos referimos a Job como el Santo de la Paciencia. La perícopa que leemos hoy nos lleva a preguntarnos ¿qué tanta paciencia tiene alguien que se desea la muerte, alguien que preferiría no haber nacido? ¿Se puede poner como paradigma de la paciencia a quien desearía no haber nacido? ¿No estamos ante un caso de rebelión contra su Creador, (porque fue su Creador quien le dio la vida)?

 

Ayer proponíamos que el dios de Job era un dios quizás todopoderoso, pero no-Dios-Amor. Hoy queremos empezar con una reflexión sobre una brevísima cita de Mt 22,36-40, donde uno de los fariseos trató de acorralar a Jesús con una pregunta sobre los Mandamientos, más exactamente sobre el más importante, donde -como recordarán- la respuesta fue doble, porque Jesús le respondió con dos primeros, articulados como uno solo: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. Pero hay otro semejante a este:  Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. La base del amor al prójimo es el Amor a sí mismo… Ahora, articulemos la amarga queja de Job y procuremos proporcionar a Job como fuente de amor al prójimo.

 

Job enhebra hoy diversas maldiciones sobre su vida

i)      Su concepción

ii)     Su nacimiento

iii)   La noche de su concepción

iv)   La noche que lo dejó nacer

v)    ¿Por qué no habrá muerto en el vientre de mi madre o al nacer

vi)   Porque hubo rodillas que lo acunaron y pechos que lo amamantaron

vii)  Porque no lo abortaron

viii) Por qué deja dios ver la luz al que sufre

ix)   Por qué le da la luz a los que se van a sumir en la amargura

x)    Al que espera y busca la muerte

xi)   Sólo hallará la alegría al bajar a la tumba

xii)  No tiene descanso, no tiene sosiego,

xiii) No encuentra paz sino inquietud.

 

Cómo poner al lado de esta maldición y de esta renegar, la resignada fórmula de “Dios me lo dio Dios me lo quitó, alabado sea el nombre de Dios”.


 

Es por esto que ayer decíamos que no es el modelo de la paciencia -sino de una cierta clase de rebeldía. Pero esta terrible rebeldía deja ver el intenso afán de buscar y encontrar a Dios, es la rebeldía que expresa una búsqueda sincera.

 

Tres amigos vienen a ayudarle a sobrellevar la pena

1)    Elifaz, entrado en años, es moderado.

2)    Bildad, propone sentencias vanas

3)    Sofar, procura implantar el racionalismo sobre la desgracia

y se sientan con él en absoluto silencio, durante siete días; al cabo de los cuales, es Job quien lo rompe con la “queja” que leemos hoy.

 

¿Quién puede sinceramente reprocharle a Job su “reniegue”, cuando todos los motivos de su dicha han sido borrados de un plumazo? Realmente el dolor y la tristeza se han cebado en él. Quien haya pasado por esta esquina en el curso de su vida, puede intentar comprenderlo, inclusive puede sentirse llamado a defenderlo y a justificar la angustia que lo absorbe y lo nulifica.

 

Yendo a la arqueología textual, sabemos que la idea de premios y castigos después de la muerte es una manera de pensar relativamente reciente; y, no conocida por aquel entonces. La venimos a encontrar en la era de los Macabeos.

 

Cuando preguntamos si el no-pecado debe ser la justificación única y fundamental de la existencia, y cuando renegamos de la vida como una maldición por el dolor que nos puede traer, es porque hemos elegido mal la perspectiva desde la cual mirar. Bien es cierto que a nadie se le puede exigir vivir positivamente los días aciagos, también es cierto que la pena, el dolor y todo sufrimiento se convierten en filtros eficaces que nos limpian de nuestros egoísmos y de esa limitada forma de ver que sólo anhela el placer y los gustos que la vida trae. Jesús subió el calvario y fue enarbolado en la cruz y no lo permitió como un ejercicio de masoquismo sino, como un generoso acto de entrega, no para su propio lucro personal, sino para darse, para sacrificarse por amor a sus hermanos, más allá del racionalismo que lo habría condicionado a ahorrarse toda molestia. El dolor, el sufrimiento pueden ser una escuela efectiva que nos eduque en la Compasión. Cuando hemos sufrido estamos más capacitados para aceptar nuestra entrega por el bien del prójimo.

 

Muchas veces la santidad y el martirio nos descubren el rostro redentor del sufrimiento; pero enfrentarlo desde Dios es Gracia.

 

Mientras era prospero, Job no le hacía preguntas a Dios, ahora -que rasca sus llagas con una teja- le pregunta el por qué. ¿Falsa pregunta? ...; la única pregunta que vale la pena hacer es ¿cómo? ¿cómo vivir en las circunstancias que me son dadas? (Dumoulin).

 

Sal 88(87), 2-3. 4-5. 6. 7-8.

El hagiógrafo de este salmo (Coré, director del coro) ha sido alejado de sus cercanos, de su parentela, le han dejado como única compañía, las tinieblas.

 

En medio de su angustia, su clamor se alza al Señor, pide permiso a Dios, para que su voz suplicante resuene en Su Presencia.

 

Reconoce en Dios a su Go-el, el que lo apadrina, יְשׁוּעָתִ֑י [Yesu-ati] “el que lo Salva” y clama a Él para que deje llegar su clamor, que eleva de día y de noche.

 

Se presenta ante su Presencia en toda su desgarradora condición: con el alma repleta de pesares, y con la vida al borde del abismo; es un invalido del que se aprovechan para enterrarlo prematuramente.

 

No es un prisionero, pero camina entre los caídos, entre los cadáveres, entre los que fueron llevados lejos de los ojos, porque Él es el Viviente, lo sustraen de su Mirada.

 

Dios -que lo rige todo- lo ha llevado hasta el “fondo de la tumba”, sumiéndolo en las sombras, la Ira Divina arde fragorosa sobre él.

 

Es evidente que su estado es el del abandono, experimenta el rechazo, el sabor amargo de la traición. Sus esperanzas se han convertido en Jabel.

 

Si fuéramos más allá de la perícopa, encontraríamos a Dios que no abandona y que muestra su Poder y su Bondad resucitando. Pero lo que alcanzamos a leer hoy, se queda sumido en desesperanza. El liturgo se ha cuidado de dejarnos hacer consciencia de la desolación que envuelve a Job.

 

Lc 9, 51-56



Jesús ve llagada “Su Hora”. Sabe que su Momento definitivo tiene un marco espacial asignado: su patíbulo será colgado en Jerusalén, y toma la firme e irrevocable decisión de cumplirle la cita a Su Padre. No se trata de un determinismo, lo que está por ocurrir, tendrá que ocurrir, ¡No! Él quiere cumplirle al Padre y no se evade. Diferente de Job, Él avanza hacia el interior de la Tiniebla, porque sabe que dentro está el más Maravilloso y Deslumbrante Resplandor. No camina hacia la nada desesperanzada; por el contrario, se adentra en la Grandeza de su Reino. Esa Victoria Gloriosa no hace indoloro el paso (Pascua), la zona de tiniebla es insoportablemente dolorosa, pero a Él lo asiste la firmeza del Amor. Este amor que lo fortalece no es alguna clase de anestesia poderosísima, el alcanza a entender que todo este dolor no es inútil, que es el Regalo de su Donación, que se entrega Dios-y-hombre, por todos sus hermanos a su tarea Redentora, sabe que sólo Su Sangre es Moneda de Rescate Válida, con todo lo que este sufrimiento conlleva.

 

No van por delante los heraldos que hacen sonar sus trompetas y piden paso para que pase el Rey de Reyes. Como todo lo profetizado, también está Escrito como entrará el Rey en la Zona Tenebrarum, a lomo de borrego. ¡No por lo alto sino arrastrado! Complementa este abajamiento, esta kénosis, el desprecio de los Samaritanos que tampoco lo reconocen, que también lo ignoran, y lo van saludando con desprecio e indiferencia. Vino a nosotros y nosotros no lo quisimos reconocer. Cuando Él pasa, nosotros siempre sacamos a relucir nuestros documentos de ciudadanía, y se lee en ellos, que somos samaritanos (y no de los que se compadecen, sino de los inconmovibles, de los que tienen corazón de fierro).

 


Nuevamente, los que nos hacemos pasar por sus cercanos mostramos toda nuestra cerrazón, nuestro pétreo corazón, nuestro bajo sentido de projimidad, Él quiere salvar a todos los humanos y nosotros venimos a proponerle bombardeos destructivos con muy optimas razones y motivaciones, ahí hacemos gala de todo nuestro discurso bélico, “Señor, es porque te están rechazando a Ti”. Queremos manipularlo como pretexto, usar su Santo Nombre como efugio de justificación.


 

Asombrado por la lentitud de nuestro corazón se vuelve -una vez más- nos increpa y avanza inamovible en Su Decisión Salvífica.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Lunes de la Vigésimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario



Job 1, 6-22

Le dijo: “¿Cómo te llamas?” Contestó “Jacob”. Repuso, “ya no te llamaras Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y hombres y has podido”.

Gn 32, 28s

El Libro de Job no es histórico, este personaje es como un laboratorio de pruebas, vemos en el planteamiento de esta noveleta (de autor desconocido), que Job es un “justo” sufriente. Es un esbozo que recoge la progresiva edición de un enfoque plural que se ensambla procurando dar respuesta el tema del sufrimiento. Y, en particular, ante el sufrimiento del inocente.

 

Job -este personaje vive, según nos informa Job 1,1 fuera de Israel, en Us y allí mismo sabemos que “vivía una vida recta y sin tacha y que era un fiel servidor de Dios, cuidadoso de no hacer mal a nadie”-.  El Libro vivió un proceso de escritura que podemos intentar presentar con las siguientes etapas:

a)    El libro consistía, solamente, en el bloque 1,1-2,10; este Libro, como literatura oral ya corría en el 2000 a.C.

b)    Se redactaron y añadieron tres ciclos de “debate”. Capítulos 3 al 26, donde tres amigos de Job procuran convencerlo que, algún pecado debe estar detrás de sus calamidades porque Dios es Justo y si vive tal sufrimiento es que se merece semejante castigo.

c)    Para concluir esta polémica, Dios mismo se manifiesta y les impone silencio con su “ponencia”. 38,1-42,6.

d)    El capítulo 27 y el bloque 29-31 son dos monólogos de Job, adicionados.

e)    Luego se anexó también el discurso de un joven “sabio”, -un sabelotodo pedante que no permite que se le contradiga-  que no se había mencionado, aparece como un nuevo personaje: Elihú (caps. 32-37).

f)     Lo último que se añadió fue el capítulo 28: Himno a la Sabiduría.

g)    Se considera que su versión definitiva estuvo lista en el siglo V a.C.

 

Solemos presentar a Job como modelo de paciencia cuando es modelo de rebeldía sincera (Caravias). Job nunca se rebela contra Dios, pero contra argumenta a sus “amigos” que vienen a darle consuelo tratando de ayudarlo a encontrar una acusación que justifique su padecimiento: la perdida de todas sus riquezas, de sus seres queridos y el haber contraído una enfermedad dérmica manifestada en una ulceración que lo cubre de pies a cabeza y lo reduce a permanecer sentado en una pila de cenizas.

 

La perícopa de hoy se desarrolla y progresa acumulando los males e infortunios que le llueven a Job azotándolo y así, uno a otro se suceden los mensajeros que vienen, cada uno, a traerle la noticia de una nueva miseria que le cae. La lamentación de Job consiste en rasgarse el manto, afeitarse al cabeza y declarar que el Señor se lo había dado, y el Señor se lo podía quitar, y, fuera como fuera, la alabanza no se detendría ¡alabado sea el Nombre del Señor! La apuesta se da en torno a una prueba, que Job, pase lo que pase, no maldijera al Señor, no renegara de su fe. En conclusión, “Job no pecó ni protestó contra Dios”.

 

Dos cosas podemos concluir por lo pronto:

a)    No sólo entre los israelitas había justos, en otras partes también, como en este caso en Us.

b)    La gente buena también puede ser víctima del sufrimiento.

 

Detrás de la gran pregunta aparece la ficha del desconcierto y de la inexplicabilidad: ¿cómo puede permitir Dios esto? ¿cómo ha sucedido que Dios le dé al Satán salvoconducto para afectar sin compasión alguna al Justo?


 

Observemos que la perícopa nos dice que el Satán aprovecho una asamblea de los בְּנֵ֣י הָאֱלֹהִ֔ים [bene ha-elohim] “los hijos”, “los palomitos”, “los Santos” de Dios para “infiltrarse” y venir con todas sus marrullas y artimañas contra Job, quien era -así nos lo presenta el relato-un favorito de Dios y veía en él a un “justo y honrado que vive apartado del mal”.

 

Obsérvese, y así es siempre, el comportamiento diabólico, cómo intriga Satán introduciendo el elemento de sospecha sobre Job, acusándolo de segundas intenciones y señalando que el ser humano nunca obra con gratuidad sino siempre movido por intereses egoístas. ¡esto es lo que llamamos cizaña!

 

Es lógico, que el ser humano, que Dios creó inteligente, obre sobre motivos. Si la humanidad hiciera cosas sin causa ni razón, no diríamos que es “puro”, diríamos que es “irracional”. Lo importante no es hacer cosas “inmotivadas”, lo importante es la “pureza de las intenciones”. Es lógico y está muy bien que un joven dedique su esfuerzo y todo su empeño en estudiar una carrera con tesón y hacerse un profesional idóneo. Y, en la misma medida, que haya tras de esto el interés de llegar a ser un magnifico profesional, y ganarse la vida honestamente, puede también llevar en su pecho el anhelo de hacer mucho bien a la comunidad y a la sociedad con su carrera.

 

¿Dónde está lo malo? En que nosotros, nos creamos dioses, y empecemos a juzgar sobre supuestas “segundas intenciones”. Está en que nosotros admitamos la desconfianza. Esa “duda” permanente, esa “duda metódica”, esa desconfianza en el hermano es el ácido corrosivo que maneja el Satán. Hay que saber leer la Palabra de Dios. Hay que entender que no es Dios el que puede ser estafado en su ingenuidad; hay que recordar que Dios lo sabe todo y que no es juguete ingenuo de las maniobras diabólicas, los que pueden ser engañados por el Satán, somos nosotros. Y somos nosotros los que promovemos la desconfianza y el pensamiento de que el “hombre es malo”, que “la naturaleza humana es perversa”, y que obramos por “segundas y veladas intenciones”, y somos en realidad nosotros los que hemos podido levantar toda una sociedad y una cultura sometida a la “sospecha”. (¿Saben cuál es la jeringa de Satán para inocular la sospecha? Los mass media.)

 

Obsérvese bien qué dios está detrás de esta historieta, un dios con un sistema de circuitos cerrados muy defectuosos, un dios con un sistema de contrainteligencia tan torpe que fácilmente abre sus compuertas a todo tipo de estafadores. Allí, en este alto tribunal, se cuela con toda comodidad cualquier fantoche que luego, con toda amplitud, hará de las suyas llevando un falso pasaporte expedido por las celestiales oficinas. Este dios de la parábola no es Dios, este dios que hoy se nos muestra es el malo obrando entre nosotros y jugando con nosotros, es el mismo que ayer uso el disfraz de Serpiente. No es el Justo de los Justos, no es el Señor de Señores.

 

Este “Acusador”, este “Fiscal”, mezcla sus mentiras con verdades -estrategia muy usual en él, a través de los siglos- porque reconoce que Dios protege, y reconoce que Dios ha puesto cercados protectivos en torno a su Justo Job.  Y reconoce que Dios ha bendecido toda la hacienda del Justo.

 

Habrá que fortalecerse y dar un salto al vacío para sortear esta prueba que el Libro de Job nos lleva a vivir. No es Job el único que está siendo probado, leer el Libro de Job nos lleva a ser probados nosotros mismos. Al pasar al otro lado de este Libro podremos salir fortalecidos si somos capaces de discernir que el Dios de Job es un Dios desamorado. Todopoderoso, pero no “Todo-Amor”. “En todo esto no pecó Job”, dice el autor en dos ocasiones… pero, ¿la meta de la vida debe ser no pecar? ¡Los muebles, las piedras y las plantas tampoco pecan! (Pierre Dumoulan).

 

Sal 17(16), 1bcde. 2-3. 6-7



Salmo de súplica. Ante esas situaciones que nos abruman, ¿qué más podemos hacer que volver los ojos al Cielo? Es en el marco de la angustia cuando nuestro fervor alcanza su cima.  

 

Este salmo nos da un síntoma de nuestro verdadero corazón. Es un argumento contra aquellos que viven blandiendo la hoz de la “desconfianza”, que piensan que Dios nos ama porque nos hizo malos o a pesar de que somos malos. ¡Ni nos hizo ni somos! el Malo, el Satán, nos engaña y ellos intensifican y maximizan el engaño: Nos repiten -programación neuro-lingüística- que “somos malos sin remedio”.

 

Dice el Salmista: “Aun cuando sondees mi corazón, visitándolo de noche; aunque me pruebes a fuego, no encontraras malicia en mí.

 

Hay más, contra aquellos que dicen es que Dios no nos escucha, el salmista declara: “Yo te invoco porque Tú me respondes”.

Si uno no confiara en que Dios lo escucha ¿le diría? (como nosotros hoy le decimos cuatro veces): “Inclina tu Oído y escucha mis palabras”.

 

La presencia de este salmo en la liturgia de hoy consiste precisamente en que afronta el problema del Justo condenado al sufrimiento a pesar de su inocencia. No saben que los “interesados” fabrican infiernos a su medida para buscarle el quiebre al Justo. ¿De dónde salen tantos y tantos enemigos? Miremos los Evangelios y veremos donde tiene su hura: fariseos, saduceos, herodianos, Sumos Sacerdotes, escribas, doctores de la ley y el Sanedrín en pleno.

 

Lc 9, 46-50



Lucas retoma la cuestión de por qué les cuesta tanto a los discípulos entender el anuncio kerigmático que Jesús les hace sobre lo que se le viene encima, que será también su destino, porque el sitial importante que ellos esperaban, es otro muy diferente, y Jesús no los lleva con engaños. La oportunidad la aprovecha Jesús para anunciarles cuál será el derrotero tan pronto se llevan a su Líder.

 

Pero a ellos lo que los desvela es la idea de quien asumirá el mando cuando se ausente su Maestro.

 

Para su gran sorpresa lo que les responde Jesús en este renglón es todo lo contrario de lo que es lógico en el “sentido común”. El sentido común, en el marco de aquella cultura apuntaba hacia el πρεσβύτερος [presbiteros] “el más viejo”, “el anciano mayor”; muy paradojalmente, Jesús les propone παιδίον [paidion] “un niño”, “jovenzuelo”, pequeñín”, “alguien que aún está en su etapa formativa”.

 

En esta etapa no se han formado todavía resabios, a la persona le cuesta menos el cambio, se tiene mayor capacidad de escucha, se acepta y se acoge mejor lo nuevo, lo diferente, hay menos tradicionalismo, menos apego a las conveniencias personales…


 

Se produce un salto temático relativo, Juan introduce el asunto de alguien que “expulsa demonios en nombre de Jesús”. Es el grave problema de los círculos de influencia y el pretendido monopolio sobre los carismas Divinos. La respuesta es contundente: nada de exclusivismos, esto no es cuestión de “marca reservada”, hay un único requisito, ¡que se haga en el Santísimo Nombre de Jesús!

 

Y ¡Mucha atención! Hay que deshacerse de la manía de segregar los “otros” de “nosotros”, hay que madurar para darnos cuenta que nosotros somos “los otros” para ellos.  ¡El que no está en contra, está a favor! (Muy grande es el peligro de refinar las discriminaciones para hacer resaltar la diferencia apoyados en “algún rasgo” con el ansia de hacer que ese rasgo diferencial identifique la otredad y nos dé pie a maldecirla). Todos somos distintos pero eso no es la base de la discriminación sino que todos ls hijos de Dios somos distintos pero iguales a sus paternales ojos.

sábado, 28 de septiembre de 2024

SU MISERICORDIA LO GLORIFICA

 

Nm 11, 25-29 / Sal 19(18), (8-14) / Sgt 5, 1-6 / Mc 9, 38-43,45,47-48

 

El sol se volverá oscuridad,

y la luna como sangre,

antes que llegue el Día del Señor,

Día Grande y Glorioso.

 

Pero todos los que invoquen el Nombre del Señor,

Alcanzarán la salvación.

Hch. 2, 20-21

 

Por eso Dios le dio el más alto Honor

y el más excelente de todos los Nombres,

para que, ante ese Nombre concedido a Jesús,

doblen todos las rodillas

en el cielo, en la tierra,

y todos reconozcan que Jesucristo es Señor,

para Gloria de Dios Padre.

 

Fil 2,9-11

 





Cuando hablamos de escándalo lo hacemos frecuentemente para referirnos a una gran algarabía, a un griterío, a un bullicio insoportable. Decimos escándalo cuando nos referimos a las situaciones donde caben las interjecciones ¡Uy! ¡Ay! Porque se salen de la moral, conductas oprobiosas que constituyen comportamientos repelentes, que rompen con las convenciones sociales, por eso, no sólo nos asombran, sino que además nos indignan. De esta manera se pierde el sentido bíblico de la expresión y se limita seriamente la comprensión del mensaje. Recordemos que la palabra procede del latín scandălum, que, a su vez, procede del griego σκάνδαλον. Los indoeuropeos compusieron con -skand y el sufijo -alo el vocablo skandalo, que significaba ‘obstáculo’, ‘dificultad’, que llegó al griego como skandalon (‘obstáculo’), con el sentido de ‘trampa para hacer caer a alguien’. Ah, entonces nos estamos refiriendo a lo que puede dañar a otro, a un prójimo, que se pueda ver afectado por el “mal ejemplo”. Escándalo sería, pues, aquello que induce a que nuestros semejantes caigan en “pecado”.

 


Lo mismo pasa con el tema del nombre que para nosotros es simplemente una manera de distinguir a alguien de otro y, al usarlo, de llamarle la atención para iniciar un diálogo (vocativo), para que se sepa aludido. Pero, la cultura semita tiene otra percepción bien diversa de lo que es el “nombre”. En nuestra sociedad sobrevive un leve rastro de esa manera de ver el nombre, cuando nos referimos al significado del nombre: Así decimos que Elisa significa “la ayuda de Dios”, así como Jorge significa “agricultor”. Los nombres en la Biblia tienen una importancia definitiva. De esta manera, Abraham significa “Padre de una multitud”, Isaac “el hijo de la alegría”, Esaú “peludo”, Jacob “suplantador” y David significa “querido”. Observemos como el significado del nombre resulta ser una biografía condensada de estos personajes, sus vidas enteras están definidas por el significado de sus “nombres”. A lo que queremos llegar es a la conclusión que, desde esta perspectiva, el nombre equivale a la persona íntegra y da dirección y sentido a toda su existencia. El Nombre sobre todo nombre significa “Salvación” y ¡es Dios quien salva!

 


Cuando el pueblo judío experimentó el inmenso Amor de Dios, pensó –porque así pensamos los seres humanos- que “ser amado” era ser “el pueblo escogido”, y de ahí a pensar que era “el pueblo superior” y que Dios era su exclusividad no hay sino un paso milimétrico. Esa idea, subproducto de esta lógica, los llevo a pensar así: “pueblo amado por Dios” = “pueblo escogido” = “pueblo dueño de Dios”. Este XXVI Domingo nos muestra otra panorámica, desde el ángulo visual de Dios, Él no puede ser acaparado, no le pertenece a nadie, es para todos, nadie se puede arrogar su exclusividad.


 

Nosotros sus seguidores, lo que hacemos es vivir “en el Santo Nombre del Señor”. El discipulado, es decir, el seguimiento de Jesús requiere que corrijamos muchos desenfoques que son frecuentes cuando lo que buscamos no es la Persona de Jesús sino algún vago espejismo, alguna ideología; cuando al que estamos buscando es al portador de alguna muelle “alienación” que tranquilice nuestra conciencia y nos conforme, subsumiendo a Jesús entre los espectros y las momias. También es frecuente encontrar muchos que se dicen “seguidores de Jesús” porque lo llevan como flamante prendedor en la solapa para lucirlo y descrestar con Él; arrogantes y altaneros se convierten en “intocables” porque son los “escogidos de Dios”, sus “fieles creyentes”. En otras, no raras veces, hemos encontrado a esos “discípulos” que imponen sus tiranías y sus caprichos, blandiendo el nombre del Redentor como garrote que avala su despotismo. Seguro por eso ha afirmado Adriana Méndez Peñate que “Jesús le ha preguntado a los discípulos sobre quién es Él, llega a la conclusión de que ni el pueblo, ni los poderosos, ni sus mismos discípulos han entendido la clase de reino que Él viene a ofrecerles”.


 

En estos días, durante los recientes Domingos, descubrimos a Jesús concentrado en la tarea de instruirnos, se está dirigiendo a sus discípulos que urgentemente necesitamos ser corregidos, requerimos con gran premura que el Señor, nuestro Maestro, nos auxilie para entender qué clase de Reino es el que nos propone Jesús y que el servicio-amoroso es la clave y el mapa de su Reino. En esa misma tónica están las enseñanzas de este Domingo:

 

a)    Todos los que sintonizan con el Plan Salvífico pueden obrar y expulsar a los demonios en “su Nombre”, obrar prodigios y ayudar a salvar. Nada, ni nadie ha consignado a Dios en su propia cuenta bancaria o en su talonario de comprobante de depósitos.

b)    Hay otras maneras de ejercer el discipulado y es apoyando la “difusión” del Santo Nombre, o sea la difusión de sus enseñanzas, y es socorriendo a los predicadores, profetas y maestros que ayudan a extender su conocimiento, aun cuando ese apoyo sea simplemente “un vaso de agua” Dios no pasará por alto que ese vaso de agua fue dado pensando en ayudar a llevar la bondad salvadora de Dios allí donde se le desconoce o, donde el olvido, el descuido, o la distracción ha tratado de borrarlo.

c)    Por eso hemos de evitar a toda consta ser difusores de lo contrario, ayudando a promover el mal ejemplo, proponiendo vías contrarias a las que ha propuesto el Salvador, porque “el que conmigo no recoge, desparrama” (Lc 11, 23; Mt 12, 30). Antes que llegar a ser un contra-servidor es preferible morir con una piedra de molino atada al cuello.

d)    La mano que se apodera, coge y arrebata, así como los pies que nos pueden llevar por los malos caminos y el ojo codicioso que ve, desea e intoxica el corazón deben “domarse” para podernos sustraer a su control. El discípulo no se deja esclavizar de sus propias manos, pies y ojos cuando ellos van rumbo al precipicio de su perdición. El verdadero discípulo recorre las vías del Señor para mostrar a todos que esa es la vía que conduce a su Reinado.

e)    Esa mano codiciosa, esos ojos avaros que quieren quedarse con el “salario” que en justicia corresponde a los trabajadores fraguan la perdición y la condena del fuego que consumirá sus carnes como las consumiría el fuego. Dios no castiga porque Él es Infinitamente Misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; son nuestros pies los que nos llevan por las sendas indeseables a la Voluntad de Dios. (Ver Segunda Lectura de este Domingo).

 



El anti-discípulo recibe en vez de premio, su castigo de perdición, ir al fuego que tortura y que hace rechinar los dientes por toda la eternidad. Podemos ser sal y luz del mundo o ser la piedra de escándalo que hace tropezar a un hermano y lo lleve a mal vivir y recorrer las rutas que significan “muerte eterna”.


 

Demos conclusión a esta reflexión con las palabras de la Antífona de Entrada: «Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es un castigo merecido, porque pecamos contra ti y no obedecimos tus mandatos, pero glorifica tu Nombre y trátanos según tu inmensa Misericordia.»

viernes, 27 de septiembre de 2024

Sábado de la Vigésimo Quinta Semana del Tiempo Ordinario


 

Ec 11,9-12,8

¡Mientras puedan, recojan capullos de rosa!

Robert Herrick

Toda la perícopa está enmarcada en el co-texto de prodigarle, a un joven, las recomendaciones para que valore su juventud y la aproveche. No dejando por fuera el hecho de que la juventud, con todo su esplendor, también es “vana ilusión. (Esta es otra manera de traducir la fórmula הָֽבֶל [Jabel] “vacío”, “humo”, que se repite en 11,10 y, nuevamente en 12,8).

 

Después de 12, 8, viene un epilogo que concluye el Libro (12,9-14). Por eso, con este comentario, se cierra nuestro asomo al Qohélet. La semana próxima, la dedicaremos al estudio del Libro de Job, otro Libro con carácter sapiencial. Añadiremos aquí, que el género sapiencial entró en intensa crisis, y esa crisis la podemos detectar y rastrear con un serio estudio de estas tres que hemos enhebrado consecutivamente: Proverbios, Qohélet y Job.

 

Los consejos que se les dan a los jóvenes están referidos a un ejercicio proyectivo, donde se les invita a mirar hacia la adultez madura, y ver como todo el ímpetu y los desmanes de la juventud, inexorablemente desembocaran en ese estado de decaimiento y ruina que traen consigo los achaques.


 

En la primera parte 11,9-11,10 encontramos unas recomendaciones que suenan extrañas, y hasta licenciosas:

a)    Disfruta de lo bueno ahora que puedes

b)    Déjate llevar por los impulsos del corazón

c)    Y por todo lo que ves

A esta formulación subyace un principio sibarita: Si se te cruza en el camino uno de estos placeres, sería digno de castigo, dejarlo pasar: “recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas”, como quien dice “peca el que deja pasar la oportunidad del desfogo”; los que quieren optar por esta interpretación acusan a los otros de “reprimidos” para tener excusa para sus libertinajes.

 

Esta idea se refuerza cuando le dice que saque de su mente cualquier כָּ֫עַס [ka-as] “escrúpulo”, “molestia”, menosprecio” y elimina de tus pensamientos lo que te cause רָע [raj] “enfermedad”, “sufrimiento”.


 

El Qohélet se refiere a la salud, y al empuje vital con unas imágenes muy caras a la cultura oriental, son los semitismos:

a)    El cordón de plata

b)    La olla de oro

c)    El cántaro a orillas de la fuente

d)    La polea del pozo

 

Estos son los “dones” que ha recibido la juventud. Porque después sobrevendrán las dos últimas escenas de la vida

1.    E polvo volverá a la tierra

2.    El espíritu volverá a Dios

 

No se vaya a implicar el alma de la persona, sino simplemente el soplo vital que Dios le prestó y que lo anima. Algo semejante a la pila que hace mover y hasta sonar al muñeco.

 

En 12, 8, Qohélet no se niega la oportunidad de repetir una vez más su eslogan: הֲבֵ֧ל הֲבָלִ֛ים אָמַ֥ר הַקֹּוהֶ֖לֶת הַכֹּ֥ל הָֽבֶל׃ “Vanidad de vanidades, dijo Qohélet (el Convocador), todo es Vanidad (pura ilusión)”.

 

Sal 90(89) 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17

…porque a la hora que menos penséis vendrá el momento en que llegue el dueño de la casa a pediros cuentas.

Lc 12, 40

Este es un salmo de súplica. es el único salmo que se atribuye a Moisés. Va a tratar el asunto de la fragilidad de la vida humana y representa una profunda glosa a la perícopa de Qohélet que hemos examinado. Nuestra debilidad y nuestra caducidad humana parece apuntar a revelarnos que el hombre no-es, frente a Dios, el Único que en su perennidad Es.

 

Ante la velocidad y la inexorabilidad del tiempo que trae, remolcado, el carromato de la senectud, con sus destartaladas ruedas y sus chirriantes tablas y ejes, nos vemos obligado sa reconocer que la vida humana es el epítome de la brevedad. Las flores en la tumba son consuelo para el difunto que allí yace, porque le permiten visualizar cuan tamaña es la belleza y -sin embargo- cuán efímera. Nuestra radiante carroza, rueda siempre presurosa a su jamás bienvenido fin.

 

Aun a sabiendas de la transitoriedad de todo placer, hemos de vivir sin desenfocar que nada es para siempre.

 

a)    Dios crea -a partir del material humano- sólo polvo le vasta llamarnos de vuelta a la tierra que fue en si Manos la materia prima. Adán está hecho de adama (tierra fina que usa el alfarero).

b)    Un siglo o más, no alcanza a ser un segundo en el reloj Divino.

c)    Vemos a veces crecer el pasto, y por la tarde vemos las máquinas podadoras en los prados y entendemos el significado de la caducidad.

d)    ¿Cuál es, en suma, la súplica de este salmo? Que viendo lo pasajero que es todo y que todo está destinado a llegar a su fin, nosotros derivemos de eso, un sentido de aprovechamiento intenso y de rendir, mientras dure, los frutos más hermosos y sabrosos, a la mayor Gloria de Dios.

e)    Si en la juventud, YHWH nos inyecta con el elixir de la Sabiduría, nuestra vida no pasará en vano, sino que sabremos emprender tareas prosperas que reflejen la Misericordia de Dios como Bondad bajada de los Cielos.

 

Te suplicamos: ¡enséñanos a calcular nuestros días!

 

Lc 9, 43b-45

Sólo estas palabras nos curan de la sordera que nos mata. Dejarlas entrar en los oídos es la condición para poder “escuchar y “amar” según el mandato del Deuteronomio 6, 4s.

Silvano Fausti



Ciertos valores y ciertos conceptos, en vista de su importancia, al pedagogo no le queda más remedio que repetirlos hasta incurrir en la repetitividad más fuerte, aun cuando el alumno nos acuse de pesados. Jesús -como excelente pedagogo que Es, nos dice, una y otra vez, como quien previene a su estudiante de los peligros que le amenazan a la vuelta de la esquina: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”. Y nos advierte, “grábense bien estas palabras”.

 

Detrás de la palabra “Mesías”, había una carga muy pesada de tradiciones que apuntaban hacia la imagen de un poderoso líder político militar cuya identidad más patente se configuraba en torno a David como gobernante heroico y enérgico, que llevó a Israel a vivir uno de sus grandes momentos de esplendor, y donde, con el sometimiento de diversos pueblos, se habían visto cortejados con exención tributaria, ya que los avasallados tenían que pagar y ellos no. Además, David había logrado fortificar a Jerusalén y darles libertad respecto de los opresores que antes los tuvieron bajo su férula.

 

Todo este imaginario les hablaba de “victoria”, y no de derrota, así pues, ¿cómo podían entender que les hablara de “ser entregado en manos de los hombres? Cuando ellos ya se veían sentados en los puestos de mando y poder, se veían al frente de la economía y del dominio, aspiraban a los cargos gubernamentales más sobresalientes, a títulos, honores y banquetes; ellos se acercaban y le preguntaban si quería que hicieran llover fuego -seguramente recordando cómo fue al fin de Sodoma y Gomorra- bajo la ira de Dios, o como hizo llover fuego el profeta Elías. Esta imagen mesiánica de “hacer llover fuego”, como quien espera que Jesús los autorizara al bombardeo con misiles, nos permite imaginarnos lo imposible que era para ellos entender este lenguaje de Jesús que se opone radicalmente al imaginario que los dominaba.

 

Para Jesús era urgente que entendieran de qué les estaba hablando, cómo era su proyecto salvífico, cuál era la estructura de su “Buena Nueva”, para que la pudieran predicar.  Si no lograban sacudirse estas falsas imágenes ¿Cómo podrían ser los portadores de Su Evangelio?


 

Aún hoy día muchos levantan los ojos para mirar al que traspasaron y sólo ven una derrota, y siguen esperando que se baje de la cruz y empiece a “hacer llover fuego”. Y, claro, muchos se comprometen en el proyecto de hacer llover fuego en nombre del que sólo quiere traer Paz, Fraternidad y Solidaridad. En la cruz, en realidad, está crucificado un Proyecto que no nos animamos a asumir, mientras continuamos diciéndole que está equivocado, que debe llenarse de ira y acabar con este negocio que no marcha como ellos quieren.