miércoles, 27 de noviembre de 2024

Jueves de la Trigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

 


Ap 18, 1-2. 21-23. 19, 1-3. 9a

Venimos de hablar sobre el “mar vítreo”, quisiéramos añadir, para clarificar, que su sentido más firme y neto tendría que ser “bautismo”. Si, su significado es “sacramental”.

 

Si la esposa es fiel, amerita ese noble título, en caso contrario se denuncia su adulterio, en materia sexual, entra a considerarse prostituida, su actuación la califica como “ramera”. Cuando un pueblo, le es fiel a su Señor, ese pueblo es tenido por esposa fiel, pero si incurre en idolatría, pertenece a la categoría de las esposas prostituidas, ese pueblo es tenido por adultero.

 

Después de las señales simbólicas (11,19 – 15,1), viene la sección de las siete copas (15,2 – 16.21) donde siete ángeles derraman la “ira de Dios”. Hoy vamos a saltar directo a las visiones del Juicio que podemos descomponer en

i)              Visión introductoria

ii)             Victoria sobre los monstruos

iii)           Juicio de toda la humanidad

iv)           Anuncios del Cielo Nuevo y de una tierra Nueva.

Estos cuatro apartados ocupan 17, 3b – 21.1. Ahí dejaremos nuestra exploración del Apocalipsis. No veremos ni la “Nueva Jerusalén” (21,2 – 22,5), ni el epilogo, formado por los últimos 16 versículos que cierran el Apocalipsis (22,6-21).

 


La perícopa de hoy está tomada de una subsección que llamaremos el Juicio de la Gran Babilonia, que aquí se llama la Gran Ramera (18, 1-24) y, la segunda parte, enlaza con el capítulo 19 que contiene otra subsección que habla de la liturgia del Triunfo Final 19, 1-8, y un versículo que actúa como gancho para enlazar la conclusión: El título de la bienaventuranza de ser invitados, que está inspirado en Ez 26-28, nos congrega en rededor al Resucitado, el Cordero lanceado, pero en pie. Uno podría -con fines exegéticos-fraccionarla en dos partes: la que proviene del capítulo 18, y la que se toma del capítulo 19.

 

En la primera parte, un Ángel anuncia la caída de Babilonia. La Gran Prostituta es Babilonia, pero en breve se entrevé que es metáfora de Roma, que es analógica, pasado el tiempo, de aquella que causó insoportable dolor y desgarramiento en el pasado, al pueblo de Israel destruyendo el Templo y llevándoselas deportados a Babilonia a saborear el gusto de la esclavitud. Ahora, es Roma la fuente del imperialismo y razón de la persecución contra el cristianismo. Así como antes, Jerusalén fue

a)    residencia de demonios,

b)    guarida de espíritus inmundos

c)    escondrijo de pajarracos inmundos y abominables

El ángel brillante da una imagen de cómo será la destrucción de Roma, como la de una piedra pesada de molino que es precipitada al mar, y entonces, se borrará todo rastro suyo en la tierra.


 

Vienen los “ayes” que preceden la bienaventuranza: Los indicativos de su rotunda destrucción serán precisamente el final de todo aquel jolgorio que la acompañaba:

a)    Se callarán para siempre los cantantes y los citaristas, tanto como sus flautistas y trompetistas.

b)    Ni artistas ni artífices, será el fin de todas las delicias que allí se fabricaban.

c)    Las moliendas, con el chirrido típico de los molinos se acallará

d)    Se apagarán las lámparas que anunciaban su presencia en la distancia y en medio de la noche

e)    Ni los requiebros de los novios ni las carantoñas de sus novias se emitirán en lo sucesivo

f)     En el fondo, todo esto desaparecerá porque se extinguirán sus comerciantes que con sus negocios y sus bártulos eran el origen de las alegrías de esa ciudad. El hagiógrafo afirma que el comercio soterraba la promoción de brujos y brujerías, en la trastienda de tanto comercio pagano.

 

La segunda parte de la perícopa empieza por el Ángel radiante que deslumbra, y proclama la caída de la Gran Babilonia (parece estar diciendo: “Todas las potencias encandelillantes han caído, esta no será la excepción”). En el verso 19,1 aparece la palabra σωτηρία [soteria] “Salvación”; “salvación”, más Gloria y Poder causadas porque Él las detenta, debido a que sus κρίσεις “juicios” son verdaderos y justos. Ya hemos hablado que eso, la Justicia del Señor hace de Dios un “amigo”, un “aliado “Confiable”.

 

La bienaventuranza conclusiva ensalza a los que aceptaron la invitación a las Bodas del Cordero: Μακάριοι οἱ εἰς τὸ δεῖπνον τοῦ γάμου τοῦ Ἀρνίου.

 

Sal 100(99) 1b-2. 3. 4. 5

Este Himno tiene un espíritu universal, inclusivo. Nos llama al gozo, nos convida a ser alegres en nuestro discipulado. Es un Salmo de la Alianza.

 

Inicia con una triple exhortación:

1)    Que todos los habitantes de la tierra aclamen al Señor

2)    Que la tierra entera lo sirva

3)    Que al entra delante de Él entonemos “vítores”.

 

En la segunda estrofa se refiere a tener conciencia que Él es nuestro Dueño y Señor:

1)    El Señor es Dios

2)    Él es nuestro Creador

3)    Le pertenecemos como las ovejas a su Pastor

 

La tercera estrofa reclama nuestra “Acción de Gracias”

1)    Cuando pasemos a estar en su Presencia

2)    Que entonemos himnos al pasar por sus puertas, al ingresar en sus atrios.

3)    Dándole gracias, lo que incluye -claro está- bendecir su Nombre.

 Y, la perícopa concluye dando tres rasgos que apuntalan nuestro deber de darle y mostrarle gratitud

1)    El Señor es Bueno

2)    Su Misericordia es Eterna

3)    Su fidelidad dura por siempre.

 

Lc 21, 20-28

La visión de la Jerusalén Celestial donde se reúnen todos los pueblos en torno al Dios Único, nos mantiene aún más ligados a esta ciudad, y a través de ella, a todas las ciudades de los hombres… Nuestra tarea consiste en mostrar al mundo el Evangelio del Amor.

Vincenzo Paglia

Un verdadero manual de funciones para cuando llegue la hora de la “Evacuación definitiva”, en ese caso, no será un simulacro:

 


Jerusalén estará sitiada por ejércitos, o sea que su destrucción será el episodio consecutivo: Hora de la desolación.

 

Paso 1: Los que estén en Judea que se refugien en los montes.

Paso 2: Darse cuenta que se va a cumplir todo lo anunciado.

Paso 3: Los que estén en el campo, que se queden allá y pernocten allí.

Paso 4: Como se diría en el argot popular: “Las preñadas llevaran del bulto” otro tanto para las que estén amamantando. Serán horas de amargura.

Paso 5: Sucumbirán a filo de espada.  Y, nuevamente sufrirán deportación.

Paso 6: Lo peor que podría suceder: los paganos, esos “impuros” pisotearan la ciudad, patearan las sacras lozas del Templo.

 

Estos seis puntos son lo peor que podía pasar, para poder ilustrar de qué estamos hablando, es indispensable pasar ahora a un lenguaje cósmico. Que el templo sea profanado y destruido sólo puede leerse históricamente hablando, como el fin, no de Jerusalén, sino del Universo entero:

1)    Signos en el sol y la luna, las estrellas y en la propia tierra

2)    Angustias de las gentes

3)    Estruendos del mar y del oleaje

4)    Desfallecimientos de los hombres aterrados por el miedo y la ansiedad

5)    Las potencias del Cielo serán sacudidas.

 

Es la hora, el tiempo ha llegado, sucederá lo tan esperado: El Hijo del hombre vendrá sobre una nube con gran Poder y Gloria.

 


Y, cuando todos los fanáticos fundamentalistas se relamen los labios y frotan con fruición sus manos, entonces, ¡desínflense! ¡No es el fin! ¡Es el Principio de una Nueva Época! Este momento Glorioso se llama en griego ἀπολύτρωσις [apolitrosis] “Redención”, quiere decir, “se pagó el rescate y quedaron libres”. En vez del tan ansiado fin que los milenaristas proclamaban, se produce un seguir adelante; pero ya no bajo el dominio de los opresores, sino bajo la Justicia que trae el Señor.

 


Los que han resistido confiando en el Señor, pueden llenar sus corazones de dicha, sabran lo que significa “Bienaventurados”. El Evangelio en vez de pedirnos angustia y susto, nos propone: ¡Alcen la cabeza!  

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