Ap
18, 1-2. 21-23. 19, 1-3. 9a
Venimos
de hablar sobre el “mar vítreo”, quisiéramos añadir, para clarificar, que su
sentido más firme y neto tendría que ser “bautismo”. Si, su significado es
“sacramental”.
Si
la esposa es fiel, amerita ese noble título, en caso contrario se denuncia su
adulterio, en materia sexual, entra a considerarse prostituida, su actuación la
califica como “ramera”. Cuando un pueblo, le es fiel a su Señor, ese pueblo es
tenido por esposa fiel, pero si incurre en idolatría, pertenece a la categoría
de las esposas prostituidas, ese pueblo es tenido por adultero.
Después
de las señales simbólicas (11,19 – 15,1), viene la sección de las siete copas
(15,2 – 16.21) donde siete ángeles derraman la “ira de Dios”. Hoy vamos a
saltar directo a las visiones del Juicio que podemos descomponer en
i)
Visión introductoria
ii)
Victoria sobre los monstruos
iii)
Juicio de toda la humanidad
iv)
Anuncios del Cielo Nuevo y de una tierra Nueva.
Estos
cuatro apartados ocupan 17, 3b – 21.1. Ahí dejaremos nuestra exploración del
Apocalipsis. No veremos ni la “Nueva Jerusalén” (21,2 – 22,5), ni el epilogo,
formado por los últimos 16 versículos que cierran el Apocalipsis (22,6-21).
La
perícopa de hoy está tomada de una subsección que llamaremos el Juicio de la
Gran Babilonia, que aquí se llama la Gran Ramera (18, 1-24) y, la segunda
parte, enlaza con el capítulo 19 que contiene otra subsección que habla de la
liturgia del Triunfo Final 19, 1-8, y un versículo que actúa como gancho para
enlazar la conclusión: El título de la bienaventuranza de ser invitados, que
está inspirado en Ez 26-28, nos congrega en rededor al Resucitado, el Cordero lanceado,
pero en pie. Uno podría -con fines exegéticos-fraccionarla en dos partes: la
que proviene del capítulo 18, y la que se toma del capítulo 19.
En
la primera parte, un Ángel anuncia la caída de Babilonia. La Gran Prostituta es
Babilonia, pero en breve se entrevé que es metáfora de Roma, que es analógica,
pasado el tiempo, de aquella que causó insoportable dolor y desgarramiento en
el pasado, al pueblo de Israel destruyendo el Templo y llevándoselas deportados
a Babilonia a saborear el gusto de la esclavitud. Ahora, es Roma la fuente del
imperialismo y razón de la persecución contra el cristianismo. Así como antes,
Jerusalén fue
a) residencia de
demonios,
b) guarida de
espíritus inmundos
c) escondrijo de
pajarracos inmundos y abominables
El
ángel brillante da una imagen de cómo será la destrucción de Roma, como la de
una piedra pesada de molino que es precipitada al mar, y entonces, se borrará
todo rastro suyo en la tierra.
Vienen
los “ayes” que preceden la bienaventuranza: Los indicativos de su rotunda
destrucción serán precisamente el final de todo aquel jolgorio que la
acompañaba:
a) Se callarán para
siempre los cantantes y los citaristas, tanto como sus flautistas y
trompetistas.
b) Ni artistas ni
artífices, será el fin de todas las delicias que allí se fabricaban.
c) Las moliendas, con
el chirrido típico de los molinos se acallará
d) Se apagarán las
lámparas que anunciaban su presencia en la distancia y en medio de la noche
e) Ni los requiebros
de los novios ni las carantoñas de sus novias se emitirán en lo sucesivo
f) En el fondo, todo
esto desaparecerá porque se extinguirán sus comerciantes que con sus negocios y
sus bártulos eran el origen de las alegrías de esa ciudad. El hagiógrafo afirma
que el comercio soterraba la promoción de brujos y brujerías, en la trastienda
de tanto comercio pagano.
La
segunda parte de la perícopa empieza por el Ángel radiante que deslumbra, y
proclama la caída de la Gran Babilonia (parece estar diciendo: “Todas las
potencias encandelillantes han caído, esta no será la excepción”). En el verso
19,1 aparece la palabra σωτηρία [soteria]
“Salvación”; “salvación”,
más Gloria y Poder causadas porque Él las detenta, debido a que sus κρίσεις “juicios” son verdaderos y justos. Ya hemos
hablado que eso, la Justicia del Señor hace de Dios un “amigo”, un “aliado “Confiable”.
La
bienaventuranza conclusiva ensalza a los que aceptaron la invitación a las
Bodas del Cordero: Μακάριοι οἱ εἰς τὸ δεῖπνον τοῦ γάμου τοῦ Ἀρνίου.
Sal
100(99) 1b-2. 3. 4. 5
Este
Himno tiene un espíritu universal, inclusivo. Nos llama al gozo, nos convida a
ser alegres en nuestro discipulado. Es un Salmo de la Alianza.
Inicia
con una triple exhortación:
1) Que todos los
habitantes de la tierra aclamen al Señor
2) Que la tierra
entera lo sirva
3) Que al entra
delante de Él entonemos “vítores”.
En
la segunda estrofa se refiere a tener conciencia que Él es nuestro Dueño y
Señor:
1) El Señor es Dios
2) Él es nuestro
Creador
3) Le pertenecemos
como las ovejas a su Pastor
La
tercera estrofa reclama nuestra “Acción de Gracias”
1) Cuando pasemos a
estar en su Presencia
2) Que entonemos
himnos al pasar por sus puertas, al ingresar en sus atrios.
3) Dándole gracias, lo
que incluye -claro está- bendecir su Nombre.
Y, la perícopa concluye dando tres rasgos que
apuntalan nuestro deber de darle y mostrarle gratitud
1) El Señor es Bueno
2) Su Misericordia es
Eterna
3) Su fidelidad dura
por siempre.
Lc
21, 20-28
La visión de la
Jerusalén Celestial donde se reúnen todos los pueblos en torno al Dios Único,
nos mantiene aún más ligados a esta ciudad, y a través de ella, a todas las
ciudades de los hombres… Nuestra tarea consiste en mostrar al mundo el
Evangelio del Amor.
Vincenzo Paglia
Un
verdadero manual de funciones para cuando llegue la hora de la “Evacuación
definitiva”, en ese caso, no será un simulacro:
Jerusalén
estará sitiada por ejércitos, o sea que su destrucción será el episodio
consecutivo: Hora de la desolación.
Paso
1: Los que estén en Judea que se refugien en los montes.
Paso
2: Darse cuenta que se va a cumplir todo lo anunciado.
Paso
3: Los que estén en el campo, que se queden allá y pernocten allí.
Paso
4: Como se diría en el argot popular: “Las preñadas llevaran del bulto” otro
tanto para las que estén amamantando. Serán horas de amargura.
Paso
5: Sucumbirán a filo de espada. Y,
nuevamente sufrirán deportación.
Paso
6: Lo peor que podría suceder: los paganos, esos “impuros” pisotearan la
ciudad, patearan las sacras lozas del Templo.
Estos
seis puntos son lo peor que podía pasar, para poder ilustrar de qué estamos
hablando, es indispensable pasar ahora a un lenguaje cósmico. Que el templo sea
profanado y destruido sólo puede leerse históricamente hablando, como el fin,
no de Jerusalén, sino del Universo entero:
1) Signos en el sol y
la luna, las estrellas y en la propia tierra
2) Angustias de las
gentes
3) Estruendos del mar
y del oleaje
4) Desfallecimientos
de los hombres aterrados por el miedo y la ansiedad
5) Las potencias del
Cielo serán sacudidas.
Es
la hora, el tiempo ha llegado, sucederá lo tan esperado: El Hijo del hombre
vendrá sobre una nube con gran Poder y Gloria.
Y,
cuando todos los fanáticos fundamentalistas se relamen los labios y frotan con
fruición sus manos, entonces, ¡desínflense! ¡No es el fin! ¡Es el Principio de
una Nueva Época! Este momento Glorioso se llama en griego ἀπολύτρωσις [apolitrosis] “Redención”, quiere decir, “se pagó el rescate y quedaron
libres”. En vez del tan ansiado fin que los milenaristas proclamaban, se
produce un seguir adelante; pero ya no bajo el dominio de los opresores, sino
bajo la Justicia que trae el Señor.
Los que han resistido confiando en el Señor, pueden llenar
sus corazones de dicha, sabran lo que significa “Bienaventurados”. El Evangelio
en vez de pedirnos angustia y susto, nos propone: ¡Alcen la cabeza!
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