Jer 18,
18-20
יִרְמְיָ֙הוּ֙ [Yirmayahu]
“Jeremías” este nombre significa “YHWH exalta”, nació en 645 y en el 626 fue
llamado a ejercer el profetismo hasta el año 586 (estas tres fechas son de a.C.).
así que su período profético cubre los reinados de Josías, Joacaz, Yoyaquim, Joaquín
y Sedecías.
La obra tiene 52 capítulos, y la perícopa que
proclamamos hoy está tomada del primer bloque, (Caps. 1-25) sacado de lo que
predicó Jeremías en el primer periodo -20 primeros años de su profetismo- en
este bloque encontramos los Mensajes proféticos sobre Judá y Jerusalén.
Al terminar este período, Dios le ordenó registrar por
escrito la continuidad de sus oráculos, y para el cumplimiento de esta tarea
encargó a un escribano -Baruc- que fungió como amanuense, y que se encargara de
trascribir toda su experiencia profética. Está orden está registrada en el
capítulo 36 del Libro de Jeremías.
Su predicación encontró dolorosa y obstinada resistencia.
Detectó que este pueblo de dura cerviz tenía un corazón de piedra. Y, como a
nadie nos gusta que se nos canten las verdades, contra él se agruparon todas
las fuerzas oscuras -sacerdotes, profetas y sabios- que conspiraron contra su
vida, y en cuyas manos se hallaba el monopolio de la autoridad y el poder.
El gran interrogante para Jeremías es: ¿cómo puede suceder
que se atente contra aquel que les ha procurado el bien y se ha afanado por
redirigirlos y sacarlos del error? ¿es, acaso posible, que se pague el bien con
maldad? Y, tomando en cuenta que el profeta abogo ante Dios por ellos. Hasta
allí va nuestra Primera Lectura.
Si continuáramos leyendo los tres versículos siguientes (18, 21-23) veríamos ante todo el rencor y el veneno que destiló este profeta. Salió a
flote todo el rencor que cupo en su pecho contra los que le hicieron la guerra.
¡Qué lejos estamos de Esteban, el protomartir, que -según está relatado en los hechos de los
Apóstoles, mientras sus contradictores lo lapidaban, imploraba al Cielo perdón
para ellos! (Hch 7, 54-59)
Es ahí donde Jeremías clama al Señor los castigue con todo
rigor, que los entregue al hambre y a la muerte, que se oigan desde sus casas
salir los gritos desgarradores, que los ladrones se ceben robándoles todas sus
propiedades. No ahorra en rencor y en animo vengativo. En conclusión, él pide
que Dios los ejecute en el momento en que Dios esté más airado para que tengan
una muerte encarnizada.
El profeta no está nada afanado por apiadarse y
reconocer el valor del perdón com derrotero que camina el Justo.
Sal 31(30),
5-6. 14.15-16
Este
salmo tiene 24 versos y se toman 5 de ellos para organizar la perícopa que se
proclama. Con ellos se organizaron tres estrofas.
1) El salmista que
clama, compara su situación con la de un pajarito que ha sido capturado en una
red tendida como trampa. El salmista se abandona en la Bondad del socorro
divino.
2) Verdaderamente que
complotan contra él. El pacto es para quitarle le vida.
3) Pero Dios que
sujeta todos los hilos manejará su liberación, sus bondadosas Manos lo
libertaran, en Él se abandona.
En
el responsorio clama pidiendo Misericordia porque para los débiles el Señor es
el Único recurso de Salvación
Se
trata de un Salmo del Huésped de YHWH.
Este huésped que clama es un levita, o un profeta o alguien de la
burocracia del rey.
Mt 20, 17-28
Abre la perícopa una enumeración, la tercera que les hace Jesús, del final que le espera. Les da con suficiente detalle los momentos de su desenlace: Están subiendo a Jerusalén
1) El Hijo de Hombre
va a ser entregado
2) A los Sumos
Sacerdotes y a los escribas.
3) Lo condenaran a
muerte
4) Para que ejecuten
esa sentencia se lo entregaran a los “gentiles”
5) Se burlarán, lo
azotarán y lo crucificarán.
Se
los dice precisamente a los Doce, los de su “equipo cercano y más estable”
En
ese preciso momento, lo aborda la madre de los “hijos de Zebedeo” y viene a
pedirle que sus hijos se sienten a su derecha e izquierda cuando Él se siente
en el Trono Mesiánico. Ella quiere para ellos los cargos privilegiados de
Primer Ministro y Vice-Ministro respectivamente.
Y
los otros se enfadaron con los hijos de Zebedeo porque ellos también codiciaban
para sí la ocupación de los más altos ministerios del Reino que el Mesías venía
a implantar. A veces suponemos que, en un momento dado, los discípulos
-especialmente los más cercanos y, por supuesto, los Doce, se habría sacudido esa
idea triunfalista del Mesías-Rey-y-Guerrero para entender el mesianismo que hoy
por hoy entendemos los cristianos. ¡Y no fue así, muy a pesar de las
explicaciones frecuentes de Jesús y de sus anuncios de la pasión, ellos compartieron
esa ideología hasta que Jesús bajó a la tumba! Solo entonces se produjo la metanoia
para enfocar hacia este Mesías que era Siervo Sufriente de YHWH. Por eso, en el
momento del prendimiento, Simón Pedro sacó la espada y Jesús hubo de restañarle
la oreja a Malco. Todavía ahí, los Apóstoles confiaban en las vías violentas
para imponer su “autoridad”.
Destaca
la comprensión exacta que tiene Jesús de la cadena de mando; Él no disimula, no
disfraza de ninguna manera, que no es a Él a quien corresponde dar estos
cargos. Su autoridad no supone hacer ocupar las vacantes. Es potestativo del Padre
designar a quienes estarán cercanos al Mesías en el Trono de su Poder. Pero ya
sabemos que todo el pueblo judío esperaba un Mesías de poderío y Majestad.
Es
posible que Jesús ignorara que esos puestos ya estaban asignados a Gestas y
Dimas.
Jesús
les enfatiza que ellos no pueden ser como los gobernantes y reyes tradicionales
que en todas las partes del mundo se agazapan tras su autoridad para cobrarse a
precio de león, con dolor y crueldad. Todavía -en más de uno- sobrevive el
corazón de torturador; y hay más de uno que suspira por implantar el reino por
las vías de hecho. “Los jefes de las naciones los tiranizan, y que los grandes las
oprimen con su poderío. ¡Entre vosotros no debe ser así!”
Recordemos
todas las desventajas que tener sobre si autoridades reales acarrea: padecer vejámenes
y humillaciones sin término: el Profeta Samuel les advirtió el sufrimiento que
las traerían los reyes, pero ellos se obstinaron, quisieron uno y Dios le dijo
a Samuel: “Déselo”. (1Sam 8, 11-):
a) Tomará vuestros hijos y los destinará a sus
carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro.
b) Los empleará como jefes de mil y jefes de
cincuenta;
c) les hará labrar sus campos, segar su cosecha,
d) fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus
carros.
e) Tomará vuestras hijas para perfumistas,
cocineras y panaderas.
f) Tomará
vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus
servidores.
g) Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras
viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores.
h) Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros
mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él.
i) Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros
mismos seréis sus esclavos.
Lo más grave es que no habrá
vuelta atrás: “Ese día os lamentaréis a causa del rey que os habéis elegido,
pero entonces Yahveh no os responderá”. Quizás las más graves consecuencias no
se registran allí, cabe nombrar también que:
i.
Perderían
su dignidad de hombres libres
ii.
Se harían
idolatras y politeístas al uso de otras culturas según se les impusiera.
iii.
Perderían
su identidad cultural, sus usos y costumbres.
iv.
Empezarían
a pensar según modos ajenos
v.
Terminarían
por desconocer la Ley que Dios les había enseñado para plegarse a modas y
caprichos humanos, pasajeros.
Concluyamos diciendo que el
Mesianismo de Jesús era totalmente diverso del Mesianismo que ellos se habían
figurado. Porque los tiranos y los opresores están lejísimos de querer
construir el Reino de Dios, y sólo les mueve el ansia de riqueza y la sumisión
de las gentes que ellos avasallaran.
Todo reinado sustentado en el
dolor, la explotación y la tiranía cocina rebelión que más tarde o más temprano
revierte en asesinato y venganza.
Sólo el amor construye
permanencia, pero el amor pasa por los parámetros de la sinodalidad, a saber: el perdón, el servicio desinteresado y la bondad. Por lo tanto, nosotros no
tiranizaremos a las gentes -y de hacerlo, estaremos sembrando tempestades- nuestro
lenguaje mesiánico es el del Servicio, como claramente se nos enseña hoy.
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