1R
8, 1-7. 9-13
A PESAR DE TODO HUBO UNA TEOFANÍA.
En
el capítulo 25 del Éxodo, Dios le ordena a Moisés que le construya una Morada מִקְדָּ֑שׁ [miqdash] “Santuario”; de ahí en
adelante, YHWH le da instrucciones detalladas sobre el Arca de la Alianza, la
Mesa para los Panes de la Presencia, la Menorá, el altar de bronce, los patios
del Santuario, el aceite para las lámparas y el aceite para la unción, la ropa
de los sacerdotes, el ritual de consagración sacerdotal, las ofrendas diarias,
el altar del incienso, la palangana de bronce y los artesanos para el
Santuario. Le instituye toda una liturgia para el Culto.
Todas estas indicaciones
fueron cumplidas y el Libro de Éxodo refiere cómo se cumplió y cómo se hizo
todo lo indicado en los capítulos 35-40 hasta relatar cómo se consagró el Santuario.
En los versos 36- 37 se señala que el pueblo acampaba cuando Dios daba la señal
y se asentaba encima del santuario y cuando la nube se levantaba ellos también
levantaban el campamento. Y, así YHWH -a todo lo largo del Camino- acompañó a
los israelitas, sin desampararlos jamás. Verdaderamente era Dios-con-ellos.
Tres octavas partes del
éxodo están atentas a estos aspectos rituales de la Tienda del Encuentro, y de
cómo Dios estipula lo que quiere.
Hoy nos encontramos frente
a un cambio bastante desconcertante, Dios era YHWH trashumante; ahora -del
nomadismo, va a pasar a la sedentariedad. Pero Dios en ningún momento dice.
Quiero esto, me gustaría que fuera así: pongan una jarra de agua aquí, o unos
candelabros allá. En realidad, Dios no tiene oportunidad alguna de expresar su
“Voluntad”. Encontramos sólo la voz de Salomón que dice. “He querido erigirte
una casa para morada tuya, un lugar donde habites para siempre”. Algunos
teólogos han llegado a preguntarse sí era un Templo, o una Prisión… (¿Quería,
acaso, Salomón mantener a Dios bajo buena custodia?)
¡El contraste con la
tienda del Encuentro es muy, muy grande! ¿De dónde sacó Salomón el diseño de su Templo?
Los más eruditos investigadores encuentran su similitud con los Templos
fenicios cuyos despojos han desenterrado e investigado los arqueólogos, y les
parece que pudo inspirarse en ellos. Sin duda, encuentran otros
desenterradores de ruinas y vestigios históricos, que hubo otras influencias
del medio-oriente.
También se han encontrado en
el Templo reliquias de Astarté (diosa semítica de la fecundidad; diosa cananeo-fenicia
del amor, el sexo, la guerra y la caza) y otras huellas de cultos solares que
hacen suponer que se trataba en sus orígenes de una religión de Yahvé-Sol. Hasta que, en el reinado de Josías, estos
cultos paralelos fueron erradicados del Templo.
Los estudiosos han llegado
a datar de -muy poco antes del tiempo del exilio- que se implantó el relato del
Arca, que así llegó a ponerse como leitmotiv cultual, en lo tocante al
contenido del Arca y así fue interpolada en la Escritura.
La Biblia nos informa que
Salomón empezó a construir el Templo en el año cuarto de su reinado y que este
proceso le llevó siete años. Así que el episodio de la perícopa de hoy corresponde
al año undécimo de su reinado. Como se nos dice en el mes de Etanim - equivalía
a parte de septiembre y parte de octubre. A este mes, después del exilio
babilonio, se le llamó Tisri. En estas fechas se celebraba la fiesta del Sucot
(las Tiendas o cabañas o tabernáculos, en 1R 8, 65, se dice que se celebró esta
fiesta y allí se la llama “de las Enramadas” que nos parece una excelente
traducción para סוכות
[Sucot]); que por las enmarañadas deidades y el sincretismo cultual, podemos inferir
que se trató de una revolución para dejar atrás una religión de pastores y
remontarlos a una religión de agricultores, pues estas deidades -en las que una
y otra vez recaían idolátricamente los del pueblo- eran cultos relacionados con
los ciclos agrarios, para celebrar la terminación del ciclo agrícola, la
vendimia y la cosecha de aceitunas.
Sin embargo, tan pronto el
Arca fue depositada en el Sancta Sanctorum, la Shekiná llenó todo el templo del
Señor.
Estas cosas tan
prodigiosas de la Misericordia Divina no pueden ocultar que, efectivamente, el
campesinado cargó con todo el peso del reinado salomónico y su “esplendor”.
Sal 132(131), 6-7. 8-10
Este es un Salmo gradual, de subida al
templo. Ya se ha dicho acerca de este, que tiene una estructura catequética:
los sacerdotes-guías turísticos y conductores de la liturgia les formulaban, a
los del pueblo, preguntas que ya tenían una respuesta instituida, con ritmo
versicular y cantábile.
Para el tiempo en que fue compuesto el salmo
todavía no se había perdido el Arca con las Tablas de la Ley, ni el Templo
había sido destruido.
Todo
el Salmo se apoya cobre la promesa que profirió el Señor a David que estaba muy
inquieto puesto que le parecía urgente -para unificar al Pueblo- llegar a
contar con un Santuario unificado (y unificador).
En
el Salmo se pasa revista a la Bondad Magnánima del Señor que no ha escatimado
ningún recurso para salvaguardar a Israel.
Se
habla del Dorado del templo y la regia vestimenta sacerdotal y con esos
argumentos se pide que escuche a David y a todos sus sucesores ungidos con el
Crisma-real.
En
contraste con la magnífica vestimenta sacerdotal los portadores de enemistad
con Dios y su pueblo están vestidos de ignominia.
El
verso responsorial invita a YHWH a tomar posesión de su Trono en el Templo.
Mc
6, 53-56
Llega
Jesús y su comitiva a Genasaret y allí ponen pie en tierra. Basta con
reconocerlo para que Él, muy diligentemente se ponga en marcha para ir a su
encuentro. Quiere servir y no se esconde ni pone talanqueras para hacerse el
inalcanzable. Todo lo contrario, va hacia ellos. Sus discípulos quieren actuar
a veces como guardas de escolta, pero Él les reprocha, los reprende y los manda
dejarlos pasar, abrirles espacio, dejarlos acercarse.
Hay
una búsqueda atenta, se oye que El Profeta-Sanador está en las inmediaciones,
hay que moverse, hay que aguzarse, nuestros enfermos no pueden quedar por ahí
tirados y -nosotros- dejar pasar la opción, nos comprometemos con los nuestros
que están agobiados por la enfermedad, a veces -hasta faltan los recursos- pero
el Sanador anda por ahí, va y viene derramando sanación, entonces, ¡manos a la
obra! ¿Por dónde me dices que está? ¿Allá iremos corriendo! ¡Cargando a cuestas
con las camillas!
Hay
una epifanía, Jesús con su accionar –aun cuando la gente que no sabemos de la teología y la
simbología litúrgica no entendemos que eso era lo que implicaba estos "hospotales de campaña"- va rasgando el Velo del Templo, para que todos
podemos estar en la cercanía de la Persona que es, el Verdadero Santo de los
Santos: Y la gente, se aglomera para favorecerse con algún prodigio obrado en
estas jornadas de sanación. A nadie la pide firmar un contrato de beneficiario
de sus prodigios. No le importa hacerse con adeptos. Le importa hacer el bien,
darles lo que el Padre les ha enviado, no está de reclutamiento, no tienen que
dar la firma en un pliego petitorio o en algún formulario de exención de
impuestos, sólo tienen que venir, su voluntad de verlo, de tocar la cenefa de
su vestimenta, de acercársele, de verlo así sea de lejos, cuentan para Él. Todos
los que acudan podrán tocar la Orla.
No
pide un Templo para Él; ¡Él es el Templo!
No
hay que comprarle algún ungüento con el que obtiene alguna ganancia poniendo
puestos tácticamente bien distribuidos en cada lugar de acción, distribuyendo a
sus discípulos para la logística. No se menciona que busque o saque algún
lucro. Hay cero-logística.
Basta
con tocar el borde adornado de encaje de su manto para obtener curación:
Llegaba a pueblos, ciudades y aldeas que es como decir que ninguna “periferia
existencial” lo detenía. Lo hemos visto llegar a la Decápolis y moverse entre
paganos, pero también lo hemos visto entre sus paisanos y también próximo a su
parentela, Él está allí para todos: Óigase bien, ¡para todos! no discrimina a
nadie, todos tiene alta-honra y dignidad, todos pueden acercarse, a fin de
cuentas, son hijos del Mismo Padre.
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