Hch 11, 1-18
Dios declara puro lo que los judíos declaran impuro.
Vamos
a caminar en el sentido que ya se ha anunciado en días previos. Ya antes hemos
aludido a esa situación de ampliación de las comunidades y de la inserción de
los “helenistas”, pero lo que se produce ahora es una verdadera “metanoia”, un
cambio de mentalidad, una visión del hecho desde una perspectiva totalmente
diversa. Lo que vamos a tener ahora es a Pedro que ha recibido en un sueño una
“revelación” que le explica, le hace entender y lo capacita para explicarle a
los hermanos lo que se está dando. Pedro va a “justificar” sus acciones, a la
luz de una “reinterpretación” compartida, porque nosotros no podríamos entenderla
si Dios no nos la descifrara. Requerimos una exegesis.
Estaba
San Pedro -en Jafa (Jope), en casa de Simón el Curtidor- sumido en oración
cuando recibió -por medio de un ἐκστάσει [ekstasei] “éxtasis” (con toda exactitud significa
“sacarlo a uno de su estado psíquico normal” “arrebatarlo llenándolo de
asombro”)- como una sábana grande, como un mantel, como un enorme lienzo; que
descendía del cielo con los alimentos que los judíos tienen por impuros, y oyó
una Voz que le ordenaba, “Levántate, Pedro, mata y come”; su reacción fue, la
natural de una persona de la mentalidad judía, responder con repulsión y
negarse. He aquí que la Voz le revela una verdad poderosísima, Dios puede sacar
de cosas impuras, lo “puro”; lo que Dios ha limpiado, ha purificado, uno no lo
puede llamar “contaminado”, “profano”. Se repitió por tres veces la escena y
todo fue llevado nuevamente el Cielo.
En
aquel mismo momento llegaron tres personas -delegados de Cesarea- a buscarlo y
-no se explica cómo, los tres se convirtieron en seis Hch 11,12b (es que aquí
está la historia del centurión Cornelio -que se excluye, y que leemos en el año
par), que lo escoltaron a Cesarea, donde el anfitrión (precisamente Cornelio,
cuya participación está narrada en el capítulo 10, 1-33 de los Hechos, aun
cuando no se le nombra en ningún momento en esta perícopa -que cumple una
función exegética sobre Hch 10, 1-48) le manifestó que había recibido una
revelación paralela que le anunciaba que un tal Simón Pedro vendría y le
revelaría verdades de Salvación para todos en aquella casa (Cfr. Hch 11,13). Y
-según lo cuenta el relato- sucedió el Pentecostés sobre los paganos;
experiencia que es totalmente duple con respecto del Pentecostés para los
judíos, que se narra en el capítulo 2 de los Hechos.
Los
hechos con los que la conversión también es ofrecida a los paganos son, pues,
estos:
a) Visita a Cornelio,
visión de Pedro y visión de Cornelio. Hch 10, 1-33
b) Acontecimiento del Pentecostés
sobre los Paganos Hch 10, 34-48
c) Exegesis del Éxtasis
Hch 11, 1-10
d) Exegesis de la
visita de Pedro, llevado a Cesarea que entra en casa de un “incircunciso”. Hch
11, 11-14
e) Exegesis del Pentecostés
sobre los paganos Hch 11, 15-18.
Todo
esto ha supuesto una adaptación, una “plasticidad” para ir forjando la
catolicidad, que se flexibiliza frente a los contestos, a la época, al marco de
la civilización a la que se llega: se dan las pautas de la “inculturación de la
fe” que nosotros necesitamos hacer consciente.
Esta,
-que llamamos metanoia- que se da en Cesarea, abre una nueva etapa a la Evangelización
y dota de una nueva identidad al cristianismo, que ya no estará más cerrado a
los judíos, aun cuando tendrá que librar una tesonera labor para derribar las
fronteras que los “circuncisos” se empeñaban en sostener como imbatibles.
Sal 42(41),
2-3. 43(42), 3.4
Estos
dos salmos -conforme se nos presentan en la Biblia hebrea- son en realidad un
salmo único, dividido en tres partes algo así como pasado-presente y futuro.
Cada parte termina con un estribillo: “Espera en Dios que volverás a alabarlo:
/ Salud de mi rostro, Dios mío”//.
Son
un salmo de súplica. Lo que expresa es el anhelo de volver al Templo para ver a
Dios. Parece escrito en el exilio en Babilonia, aquí el pueblo elegido, está
representado por un Levita, que echa de menos el culto, y todas las ceremonias
que allí tenían lugar. El estribillo representa un espíritu de resistencia, a
pesar de estar rodeado de personas que se burlan de su fe y le arrostran que,
si Su Dios fuera poderoso, no lo habría dejado caer en esta situación.
La
estrofa 1 de la perícopa proclamada hoy, pertenece y manifiesta la nostalgia
del pasado. Las estrofas 2 y 3 se toman del augurio de un futuro
resplandeciente, mejor que el pasado. El presente -que se registra en los
versos 42(41), 7-12-, no está consignado en la perícopa con ninguna mención. Esta
parte está saturada de desánimo y amargura. Quizá por su tinte de aflicción se exceptuó.
La
melancolía, en la primera estrofa, se da a entender con la imagen de la cierva
sedienta que busca donde abrevar. Y se pregunta, cuando regresará al culto y al
Templo para contemplar de nuevo el Rostro de Dios, y calmar su sed de Dios con
el agua de su Presencia.
Como
alas de águila, una la Luz y otra la Verdad, el salmista suplica ser trasladado
al Monte del Templo, en Sion, lugar de la vivienda Divina.
Actuando
como profeta de su propio destino el salmista ya se ve en el futuro, entrando
al Templo y aproximándose al Altar de los sacrificios, llenándose de alegría y
entonando los canticos acompañados de música de cítara.
Jn 10, 11-18
Este
idioma que es el hebreo, junto con otras lenguas semitas, tiene una manera de
pensar la realidad bastante diversa de la nuestra. Por ejemplo, nosotros nos
referimos a la “hermosura” para destacar la belleza de rasgos, la magia óptica que
desata, la agradable visión que inspira sentimientos de gusto, de placer
sensorial. Insistimos que no dice “Buen Pastor”, sino Pastor Hermoso. Pero aquí
la hermosura no significa un joven atractivo de dulces facciones sino, la “hermosura”
de este Pastor consiste en ajustarse perfectamente a la imagen exacta de Pastor,
hasta alcanzar el rango de verdadero paradigma del “ser de Pastor”. Él cumple a
cabalidad ser modelo de “Pastor”: ἐγώ εἰμι ὁ ποιμὴν ὁ καλός. [ego eimi o poimen o
kalos] “Yo-Soy el Pastor Hermoso”.
A continuación, dice que un Pastor que verdaderamente se
precie de serlo, un pastor modelo, un pastor ejemplar, “da su vida por las
ovejas. Aquí se nota que “hermoso” significa que da la talla, que lo es en toda
la extensión de la palabra, que es digno prototipo de un verdadero pastor, que
es un modelo de lo que debe ser quien así se llame.
Es muy interesante que, el oficio de pastor es una profesión
no tan decorosa, en el sentido de ser un personaje que por lo general anda
sucio y embarrado; no huele muy bien que digamos, al fin de cuentas, cuidar
animales no tiene nada que ver con el buen porte y la majestad de la apariencia
y el atuendo. Sin embargo, para los gobernantes, para los líderes de los pueblos
semitas, el ideal del gobernante está en la imagen del “Pastor”. Y aquí
establece una comparación muy bien contrastada entre el “pastor” que es dueño
de las ovejas y aquel otro que simplemente lo hace por un estipendio: El dueño,
se hace matar por sus ovejitas; el asalariado -en cambio- no está dispuesto a
poner en juego su propio pellejo.
Las ovejas, como muchos animales domésticos, aprenden a
distinguir la voz de su amo. Y cuando lo oyen, le obedecen, y también se le
acercan con confianza. Este tipo de relación se teje igual entre los verdaderos
discípulos del Señor y entre Dios-Padre y Dios-Hijo.
En la Primera lectura, veíamos como Jesús, sus discípulos y
la Iglesia toda, tiene que darse por aludida en cuanto a “otras ovejas que no
son de este redil”, los incircuncisos, los paganos -en aquel entonces- hoy día,
muchas ovejitas díscolas, que andan por ahí, como ovejas que no tienen pastor.
La misión apunta hacía la unificación de todo el “rebaño” bajo un solo “Pastor”.
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