jueves, 4 de septiembre de 2025

Viernes de la Vigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario


Col 1, 15-20

La parábola del Kintsugi

No nos saltamos ni un solo verso, donde lo dejamos ayer, ahí mismo lo retomamos hoy. Los aspectos referenciales que quedaron puestos nos dan tres piedras que podrían verse como un pivote tecnológico para sustentar firmemente un eje: en este co-texto son:

i)              Libres del poder de las tinieblas

ii)             Llevados en dirección del Reino donde le Rey Supremo es el Hijo de Dios

iii)           Se nos brinda en ello dos fortalezas: Liberación y Perdón de los Pecados que nos los da el propio Hijo de Dios

Tiene que entenderse que sin el Hijo no habría nada de esto, tratar de hacer girar la roca sería un esfuerzo vano. Sólo el aporte de esta “tecnología” permite hacer girar la pesada roca, que desempeña el papel de válvula de paso. Sólo por ahí se puede ingresar. Por otra parte, la fortaleza es inexpugnable.

 

Cuando pensamos ¿cómo ver a Dios? Sabemos que su visión nos está vedada. Pero por Gracia, Él ha optado por hacerse visible. ¡Ha “Creado” una imagen que lo visibiliza”!

 

Nosotros lo llamamos Padre, porque así nos lo enseñó Jesús; pero es una paternidad especial. Dios no engendra como engendra el ser humano. No hay nada de fecundación biológica ni el requerimiento de una sustancia fecundante que da origen a otra criatura manada de criaturas.

 

Toda la perícopa parece ser uno de esos casos que hemos mencionado en los que la Iglesia plasma una “liturgia” articulada como Eucología. La Comunidad ha querido expresar un proceso de Reconciliación, ante una Alianza que el hombre ha despedazado. Tenemos una fina porcelana que hemos hecho trisas contra el suelo, (quizás por pura torpeza), pero ahora son pedazos y polvillo de porcelana, que a simple vista no pueden “repararse”.

 

Repitamos nuestro proceso analítico de desagregar las piezas que se nos presentan

i)              Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible. Ya ahí hay un acto de suprema generosidad: Dios sabe que nos es inaccesible y tiene compasión, así que se da a conocer en la “imagen”.

ii)             Cristo es el Hijo Primogénito

iii)           Cristo es anterior a toda criatura.

iv)           En Cristo, Dios lo creó todo, tanto en el Cielo como en la Tierra

v)            Y cuando hablamos de lo invisible nos estamos refiriendo a los seres espirituales que tienen a) Dominio b) Autoridad C) Poder

vi)           Tanto lo visible como lo invisible todo está destinado a Cristo-Jesús

vii)          Todo fue creado por medio de Él y para Él: Toda la Creación existe por y para Cristo

viii)         Cristo existe antes de todas las cosas

ix)           Es por Cristo que se conserva el Orden del Todo

 

Este cristo-centrismo tiene un significado especial para la Comunidad, significado que -como Iglesia de Colosas- hemos heredado.

x)            Cristo es la Cabeza del Cuerpo

xi)           Ese cuerpo es la Iglesia

xii)          El, que es el Principio, fue el Primero en Resucitar, para seguir siendo también en eso el Primero. Conserva su Primogenitura, sobre todo.

xiii)         Lo cual ni es gratuito ni es accidental; sino que expresa que en Él reside todo el Poder de Dios. Y es, en ese sentido, que Jesús lo llama Padre. No es padre según la manera humana, sino que es Padre a la manera Divina, transfiriéndole todo el Poder, sin que Él mismo lo perdiera, ni siquiera en su más mínima parte. Como pasa siempre con el Amor, que al darlo no mengua, sino que en la praxis de su donación se ensancha.

 

Nosotros podríamos pensar de manera ingenua que Dios le da poder como a los superhéroes del cine. Por la gala que parece recubrir al poder. Pero el poder es nocivo, en sí mismo es nada a menos que sea PODER PARA SERVIR. ¿Para qué le da Dios todo el Poder a Cristo? Para que pueda recomponer la “porcelana pulverizada”.

xiv)         Por medio de Él, Dios reconcilió todo el Universo, ordenándolo hacia Él, tanto en la tierra como en el Cielo.

 

¿Cómo podía restañarse tan severo daño? Sólo hay un pegante en el Universo entero que podía deshacer la fractura del despedazamiento, en fragmentos atómicos, de la “porcelana”.

xv)          Vino la “paz” mediante la Sangre que Cristo derramó en la Cruz.


¡La Preciosísima Sangre de Cristo tiene ese poder Reconciliador! Sólo al derramarse podía sanar todo el daño que se ha causado en el decurso de los tiempos. ¡Toda esa ignominia sanada! Y la porcelana, restituida a su unidad original.

 

Sal 100(99), 1-2. 3. 4. 5

Dos maneras de cantar victoria, ¿o tres?

1)    Está el que canta victoria y, luego se va a un rincón oscuro y se deshace en llanto: Ese en realidad está deshecho por una derrota, vive en propia piel el fracaso, pero -a la vez- vive inmerso en una negación. Se convierte en su propia oscuridad.

2)    Esta el que canta victoria, y acabado el acto de celebración va y se acuesta y “se rasca la barriga”, esta fórmula del habla popular da a entender que esa persona se entrega a la holgazanería, a la ociosidad y no hace nada productivo, ¿por qué? porque ¡todo está hecho! (o hay alguien por ahí, según él, que lo hará todo).

3)    Están, además, los que ven que Dios nos honra permitiéndonos participar de la construcción del Reino, y nos tiene invitados a las Bodas del Cordero, a celebrar con Él ¡y a colaborar con Él! Y, es que estos entienden que en nuestra existencia de “ovejas de su rebaño” somos los llamados a proporcionar lana para dar abrigo a todos los del Reino. No hay que añadir que se trata de una forma parabólica de hablar y que lo que se quiere decir es que cada uno tiene algo que aportarle a la construcción del Reino, que, mientras se canta victoria, se sigue trabajando en la “Edificación”.  Como aquellas hilanderas que hacen danzar las ruecas entre sus dedos mientras entonan sus cantos.


Se deja entender, hondamente, que esto no apela a las 500 personas que se pueden reunir en una Iglesia. Se remite a “la tierra entera”. Es un llamado “planetario”, diría el poeta. El salmista lo que dice es que: “Tañan la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamen al Rey y Señor”.

 

Esto está claro y no hay problema. ¡Pero si hay problemas! La consigna se ha tergiversado, es la manipulación usual, reinterpretar deformando. «A menudo esta visión universal ha tomado, desgraciadamente, el rostro odioso de la “dominación”. Se ha pretendido anexionar a los demás a sí mismo, para explotarlos, para imponerles la propia manera de pensar. Y el deseo de “convertir” a los otros no estaba siempre exento de este instinto de superioridad, aun hablando de “catolicidad” … Cuando no se hacía otra cosa que imponer a otras culturas nuestra manera de pensar y de orar. Aún hoy día estamos lejos de habernos liberado de este “imperialismo” que unificaría la tierra entera “por la fuerza”. No obstante, progresa un movimiento que busaca la unificación de la humanidad “por unanimidad”, en la que cada uno se asocia libremente a un proyecto humano universal.» (Noël Quesson)

 

Lc 5, 33-39

Jesús trae una Novedad Radical

Los perros ladran, pero la caravana sigue.

André Gide

Queremos que Jesús sea un “niño juicioso que se toma toda la sopa”; pero hoy nos sorprende contra argumentándole a los fariseos y escribas. Actúa -como judío- en el marco de las sinagogas y del Templo, pero cuestiona a los judíos.


 

Vienen los líderes del judaísmo para preguntarle por qué, Él y los suyos, ignoran los preceptos sobre el ayuno, y lo contraponen a Juan el Bautista, que si cumplía la tradición de los ayunos; lo mismo que los discípulos del fariseísmo, también lo hacen ayunando los lunes y los jueves.

 

Jesús juega en la cancha de los judíos, pero no se pliega a su reglamento… La réplica que les da Jesús afirma que Él es el Novio en la Boda a la cual están siendo invitados sus discípulos, ¿si el Novio está con ellos, sería oportuno que se dedicaran a lamentar su ausencia? ¡Sería absurdo! Las fiestas de bodas duraban una semana y durante ese tiempo, se posponían los preceptos religiosos, como este del ayuno

 

Para clarificar esta respuesta les entrega una parábola doble: la del remiendo y los odres. Nosotros en las traducciones solemos poner “odres” en griego dice ἀσκοὺς [ascos] que podría traducirse por “cueros”, de pronto ligeramente más comprensible, realmente la palabra odre se ha vuelto un arcaísmo, tan pronto se pronuncia la cara que predomina es “de qué están hablando”.

 

¿Cómo funcionan las parábolas? Ellas parten de la narración de un suceso análogo y de este se infiere, basados en los elementos analógicos de semejanza (puntos de contacto referenciales), una verdad importante, una enseñanza moral. Así que hay una especie de paralelismo, una cierta correspondencia entre los dos planos para llegar a adquirir una comprensión apoyándose en esos puntos de parentesco. Quien entra en la parábola puede llegar a una inteligencia que antes no alcanzaba. Se requiere -eso sí- la voluntad de entrar en el juego y conectar los dos planos, sin esa anuencia, se queda uno por fuera. Para entrar en el juego hay que aceptar los engranajes analógicos entre planos.

 

Cuando hay algo nuevo, por ejemplo, el parche que se usa para hacer un remiendo, es preciso que sea un remiendo que tenga también antigüedad, no puede ser un parche nuevo, porque cuando se humedece el material nuevo, se encoje y se rasga todo; el remiendo habrá sido inútil y el remedio peor que el mal.

 

Cuando un vino nuevo se echa en un odre viejo -un odre es un recipiente hecho de una piel de animal, generalmente de cabra, que ha sido cosida y preparada para contener líquidos como vino o aceite- el vino nuevo desprende vapores que hacen que el odre se hinche, al empezar a sobrepasar el límite, esos vapores revientan el odre viejo, y lo que se consigue es un reguero: el odre se totea y el vino se derrama.

 

La parábola claramente se inserta en el territorio que yuxtapone lo viejo a lo nuevo. O sea, Jesús está diciendo que lo que Él enseña, es una “enseñanza Nueva”. Está diciendo que su “doctrina” es diversa del judaísmo, y está implicando que la doctrina del judaísmo pertenece a “las cosas viejas”.

 

Al ir un paso más allá, encontramos que Él reconoce que la gente se aferra el “vino antiguo” y que nadie acepta el “vino nuevo”, porque dicen que le falta añejamiento.

 

Jesús sabe, entiende y quiere hacerles entender que su Mensaje no puede estar contenido en personas que han llegado a tener la rigidez y la resistencia de los odres viejos; sino que sólo los odres dotados de la flexibilidad propia de los odres nuevos podrán contener su “Vino Nuevo”.

 

A nosotros también nos pasa, cuando nos agarramos y nos aferramos con pies y manos a la tradicional manera de ver las cosas, o a seguir haciendo las cosas como se hacían en otro tiempo, hasta ayer mismo. Se precisa superar el indietrismo; Papa Francisco explicó que un indietrista es quien, bajo capa de tradición, va hacia atrás, negando la fuerza vital misma de las raíces, que alimentan el futuro.


Pocas cosas fastidian tanto como las propuestas de cambio. El cambio tiende a engendrar inquietud, zozobra, molestias, incomodidades. El cambio siempre tiene el mal olor del desacomodo. ¡No vengan a movernos la silla que estamos muy bien apoltronados!

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