Col 1, 15-20
La parábola del Kintsugi
No
nos saltamos ni un solo verso, donde lo dejamos ayer, ahí mismo lo retomamos
hoy. Los aspectos referenciales que quedaron puestos nos dan tres piedras que
podrían verse como un pivote tecnológico para sustentar firmemente un eje: en
este co-texto son:
i)
Libres del poder de las tinieblas
ii)
Llevados en dirección del Reino donde le Rey Supremo es el
Hijo de Dios
iii)
Se nos brinda en ello dos fortalezas: Liberación y Perdón
de los Pecados que nos los da el propio Hijo de Dios
Tiene
que entenderse que sin el Hijo no habría nada de esto, tratar de hacer girar la
roca sería un esfuerzo vano. Sólo el aporte de esta “tecnología” permite
hacer girar la pesada roca, que desempeña el papel de válvula de paso. Sólo por
ahí se puede ingresar. Por otra parte, la fortaleza es inexpugnable.
Cuando
pensamos ¿cómo ver a Dios? Sabemos que su visión nos está vedada. Pero por
Gracia, Él ha optado por hacerse visible. ¡Ha “Creado” una imagen que lo
visibiliza”!
Nosotros
lo llamamos Padre, porque así nos lo enseñó Jesús; pero es una paternidad
especial. Dios no engendra como engendra el ser humano. No hay nada de
fecundación biológica ni el requerimiento de una sustancia fecundante que da
origen a otra criatura manada de criaturas.
Toda
la perícopa parece ser uno de esos casos que hemos mencionado en los que la
Iglesia plasma una “liturgia” articulada como Eucología. La Comunidad ha
querido expresar un proceso de Reconciliación, ante una Alianza que el hombre
ha despedazado. Tenemos una fina porcelana que hemos hecho trisas contra el
suelo, (quizás por pura torpeza), pero ahora son pedazos y polvillo de
porcelana, que a simple vista no pueden “repararse”.
Repitamos
nuestro proceso analítico de desagregar las piezas que se nos presentan
i)
Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible. Ya
ahí hay un acto de suprema generosidad: Dios sabe que nos es inaccesible y
tiene compasión, así que se da a conocer en la “imagen”.
ii)
Cristo es el Hijo Primogénito
iii)
Cristo es anterior a toda criatura.
iv)
En Cristo, Dios lo creó todo, tanto en el Cielo como en la
Tierra
v)
Y cuando hablamos de lo invisible nos estamos refiriendo a
los seres espirituales que tienen a) Dominio b) Autoridad C) Poder
vi)
Tanto lo visible como lo invisible todo está destinado a Cristo-Jesús
vii)
Todo fue creado por medio de Él y para Él: Toda la Creación
existe por y para Cristo
viii)
Cristo existe antes de todas las cosas
ix)
Es por Cristo que se conserva el Orden del Todo
Este
cristo-centrismo tiene un significado especial para la Comunidad, significado
que -como Iglesia de Colosas- hemos heredado.
x)
Cristo es la Cabeza del Cuerpo
xi)
Ese cuerpo es la Iglesia
xii)
El, que es el Principio, fue el Primero en Resucitar, para
seguir siendo también en eso el Primero. Conserva su Primogenitura, sobre todo.
xiii)
Lo cual ni es gratuito ni es accidental; sino que expresa que
en Él reside todo el Poder de Dios. Y es, en ese sentido, que Jesús lo llama Padre.
No es padre según la manera humana, sino que es Padre a la manera Divina, transfiriéndole
todo el Poder, sin que Él mismo lo perdiera, ni siquiera en su más mínima parte.
Como pasa siempre con el Amor, que al darlo no mengua, sino que en la praxis de
su donación se ensancha.
Nosotros
podríamos pensar de manera ingenua que Dios le da poder como a los superhéroes del
cine. Por la gala que parece recubrir al poder. Pero el poder es nocivo, en sí
mismo es nada a menos que sea PODER PARA SERVIR. ¿Para qué le da Dios todo el
Poder a Cristo? Para que pueda recomponer la “porcelana pulverizada”.
xiv)
Por medio de Él, Dios reconcilió todo el Universo,
ordenándolo hacia Él, tanto en la tierra como en el Cielo.
¿Cómo
podía restañarse tan severo daño? Sólo hay un pegante en el Universo entero que
podía deshacer la fractura del despedazamiento, en fragmentos atómicos, de la “porcelana”.
xv)
Vino la “paz” mediante la Sangre que Cristo derramó en la
Cruz.
¡La Preciosísima Sangre de Cristo tiene ese poder Reconciliador! Sólo al derramarse podía sanar todo el daño que se ha causado en el decurso de los tiempos. ¡Toda esa ignominia sanada! Y la porcelana, restituida a su unidad original.
Sal
100(99), 1-2. 3. 4. 5
Dos
maneras de cantar victoria, ¿o tres?
1) Está el que canta
victoria y, luego se va a un rincón oscuro y se deshace en llanto: Ese en realidad
está deshecho por una derrota, vive en propia piel el fracaso, pero -a la vez-
vive inmerso en una negación. Se convierte en su propia oscuridad.
2) Esta el que canta
victoria, y acabado el acto de celebración va y se acuesta y “se rasca la
barriga”, esta fórmula del habla popular da a entender que esa persona se
entrega a la holgazanería, a la ociosidad y no hace nada productivo, ¿por qué?
porque ¡todo está hecho! (o hay alguien por ahí, según él, que lo hará todo).
3) Están, además, los
que ven que Dios nos honra permitiéndonos participar de la construcción del
Reino, y nos tiene invitados a las Bodas del Cordero, a celebrar con Él ¡y a
colaborar con Él! Y, es que estos entienden que en nuestra existencia de “ovejas
de su rebaño” somos los llamados a proporcionar lana para dar abrigo a todos
los del Reino. No hay que añadir que se trata de una forma parabólica de hablar
y que lo que se quiere decir es que cada uno tiene algo que aportarle a la
construcción del Reino, que, mientras se canta victoria, se sigue trabajando en
la “Edificación”. Como aquellas
hilanderas que hacen danzar las ruecas entre sus dedos mientras entonan sus
cantos.
Se deja entender, hondamente, que esto no apela a las 500 personas que se pueden reunir en una Iglesia. Se remite a “la tierra entera”. Es un llamado “planetario”, diría el poeta. El salmista lo que dice es que: “Tañan la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamen al Rey y Señor”.
Esto
está claro y no hay problema. ¡Pero si hay problemas! La consigna se ha
tergiversado, es la manipulación usual, reinterpretar deformando. «A menudo
esta visión universal ha tomado, desgraciadamente, el rostro odioso de la “dominación”.
Se ha pretendido anexionar a los demás a sí mismo, para explotarlos, para
imponerles la propia manera de pensar. Y el deseo de “convertir” a los otros no
estaba siempre exento de este instinto de superioridad, aun hablando de “catolicidad”
… Cuando no se hacía otra cosa que imponer a otras culturas nuestra manera de
pensar y de orar. Aún hoy día estamos lejos de habernos liberado de este “imperialismo”
que unificaría la tierra entera “por la fuerza”. No obstante, progresa un movimiento
que busaca la unificación de la humanidad “por unanimidad”, en la que cada uno
se asocia libremente a un proyecto humano universal.» (Noël Quesson)
Lc
5, 33-39
Jesús trae una Novedad Radical
Los perros ladran, pero la caravana
sigue.
André Gide
Queremos
que Jesús sea un “niño juicioso que se toma toda la sopa”; pero hoy nos
sorprende contra argumentándole a los fariseos y escribas. Actúa -como judío-
en el marco de las sinagogas y del Templo, pero cuestiona a los judíos.
Vienen
los líderes del judaísmo para preguntarle por qué, Él y los suyos, ignoran los
preceptos sobre el ayuno, y lo contraponen a Juan el Bautista, que si cumplía
la tradición de los ayunos; lo mismo que los discípulos del fariseísmo, también
lo hacen ayunando los lunes y los jueves.
Jesús
juega en la cancha de los judíos, pero no se pliega a su reglamento… La réplica
que les da Jesús afirma que Él es el Novio en la Boda a la cual están siendo
invitados sus discípulos, ¿si el Novio está con ellos, sería oportuno que se
dedicaran a lamentar su ausencia? ¡Sería absurdo! Las fiestas de bodas duraban
una semana y durante ese tiempo, se posponían los preceptos religiosos, como
este del ayuno
Para
clarificar esta respuesta les entrega una parábola doble: la del remiendo y los
odres. Nosotros en las traducciones solemos poner “odres” en griego dice ἀσκοὺς [ascos] que podría traducirse por “cueros”, de
pronto ligeramente más comprensible, realmente la palabra odre se ha vuelto un arcaísmo,
tan pronto se pronuncia la cara que predomina es “de qué están hablando”.
¿Cómo
funcionan las parábolas? Ellas parten de la narración de un suceso análogo y de
este se infiere, basados en los elementos analógicos de semejanza (puntos de
contacto referenciales), una verdad importante, una enseñanza moral. Así que
hay una especie de paralelismo, una cierta correspondencia entre los dos planos
para llegar a adquirir una comprensión apoyándose en esos puntos de parentesco.
Quien entra en la parábola puede llegar a una inteligencia que antes no
alcanzaba. Se requiere -eso sí- la voluntad de entrar en el juego y conectar
los dos planos, sin esa anuencia, se queda uno por fuera. Para entrar en el
juego hay que aceptar los engranajes analógicos entre planos.
Cuando
hay algo nuevo, por ejemplo, el parche que se usa para hacer un remiendo, es
preciso que sea un remiendo que tenga también antigüedad, no puede ser un parche
nuevo, porque cuando se humedece el material nuevo, se encoje y se rasga todo;
el remiendo habrá sido inútil y el remedio peor que el mal.
Cuando
un vino nuevo se echa en un odre viejo -un odre es un recipiente hecho de una
piel de animal, generalmente de cabra, que ha sido cosida y preparada para
contener líquidos como vino o aceite- el vino nuevo desprende vapores que hacen
que el odre se hinche, al empezar a sobrepasar el límite, esos vapores
revientan el odre viejo, y lo que se consigue es un reguero: el odre se totea y
el vino se derrama.
La
parábola claramente se inserta en el territorio que yuxtapone lo viejo a lo
nuevo. O sea, Jesús está diciendo que lo que Él enseña, es una “enseñanza Nueva”.
Está diciendo que su “doctrina” es diversa del judaísmo, y está implicando que
la doctrina del judaísmo pertenece a “las cosas viejas”.
Al
ir un paso más allá, encontramos que Él reconoce que la gente se aferra el “vino
antiguo” y que nadie acepta el “vino nuevo”, porque dicen que le falta añejamiento.
Jesús
sabe, entiende y quiere hacerles entender que su Mensaje no puede estar
contenido en personas que han llegado a tener la rigidez y la resistencia de
los odres viejos; sino que sólo los odres dotados de la flexibilidad propia de
los odres nuevos podrán contener su “Vino Nuevo”.
A
nosotros también nos pasa, cuando nos agarramos y nos aferramos con pies y
manos a la tradicional manera de ver las cosas, o a seguir haciendo las cosas
como se hacían en otro tiempo, hasta ayer mismo. Se precisa superar el
indietrismo; Papa Francisco explicó que un indietrista es quien, bajo capa de
tradición, va hacia atrás, negando la fuerza vital misma de las raíces, que
alimentan el futuro.
Pocas cosas fastidian tanto como las propuestas de cambio. El cambio tiende a engendrar inquietud, zozobra, molestias, incomodidades. El cambio siempre tiene el mal olor del desacomodo. ¡No vengan a movernos la silla que estamos muy bien apoltronados!





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