Zac 8, 20-23
Llegamos
hoy al final de este mes bíblico. Al llegar a este punto, retomamos las
palabras del Papa Benedicto XVI quien dijo el 1º de enero del 2011: “… con la
conciencia de que, ante los trágicos acontecimientos que marcan la historia,
ante las lógicas de guerra que por desgracia aún no están superadas del todo,
solo Dios puede tocar en lo profundo el alma humana y asegurar esperanza y paz
a la humanidad… Hoy queremos recoger el grito de tantos hombres, mujeres, niños
y ancianos víctimas de la guerra, que es el rostro más horrendo y violento de
la historia”.
Como
lo habíamos comentado previamente, hoy tendremos la tercera Lectura del Libro
del Profeta Zacarías. Recordaran que dijimos que el Libro de Zacarías podía
descomponerse en un primer y un segundo Zacarías. La perícopa que tenemos hoy,
concluye la parte del proto-Zacarías.
Miremos
un poco la estructura del proto-Zacarías: Ya en el capítulo tercero empiezan
una serie de visiones:
i) La del cambio de
ropas de Josué
ii) La del candelabro y
los olivos, en el capítulo cuarto
iii) La del rollo
escrito, en el capítulo 5
iv) Donde también viene
la visión de la medida y la mujer
v) En el capítulo 6o
la de los cuatro carros de guerra
A
partir de este punto, vemos cómo Josué es instituido Sumo sacerdote. A causa de
la muerte de Zorobabel la corona pasó a manos de los sacerdotes. El capítulo 8
nos presenta un grupo de “mensajes de salvación” que abran la puerta a la era mesiánica.
Jerusalén
-en la profecía- llegará a ser un polo de atracción. Jerusalén -una vez más lo
decimos- Ciudad-de-la-Paz, Ciudad-Sagrada, no se refiere a un geo-topos, no es
un lugar del mapamundi; es un lugar del mapa espiritual, donde se congregan
-palabra que significa “reunir las ovejas”- donde la “fuerza” atractiva radica
en la Comunión de la fe. Pero, la profecía no espera que se congreguen
-discriminatoriamente- los judíos, aspira que se unan y “comulguen” los pobladores
de distintos lugares y ciudades, y -aún más- que se inviten, que se llamen unos
a otros, que nos hagamos sentir convidados -no rechazados- unos a otros. Es una
gran obra de fraternidad y solidaridad que podrá redundar en frutos de Paz.
Nos
parece muy curioso y una verdadera imagen ilustrativa de un elemento de esta
profecía que, así cómo van a veces los “pequeñuelos” del Jardín Infantil-
sujetándose en fila, del delantal del compañerito que va delante, encadenados
todos, para no perder la “continuidad”-. La profecía prevé que los “gentiles”
vendrán a sujetarse de la ropa de los “creyentes” para hacerse “remolcar” y no
extraviarse, en su Camino hacia la Sede de la espiritualidad Universal.
Hay
en eso mucha expresividad del llamado que como Iglesia estamos llamados a
cumplir. Sin embargo, ¿cuántas veces, cargados de ira, nos sacudimos del
compañero que viene prendido a nuestro “delantal”? Fastidiados, porque no
queremos ser los “alambres” conductores de esa bellísima “simpatía” que nos
atrae hacia Jesús. Lo que expresamos es fastidio porque perdemos de vista la
fraternidad que como hijos del mismo Padre- nos une. No acertamos a dejarnos
llevar hacia Ese-Polo-de-Atracción.
Hay
un ascenso, un llamado o convocatoria para que los discípulos suban, ahora,
libremente a “buscar” al Señor. El verbo que se aplica a esta búsqueda es בָּקַשׁ [bakash] buscar, esforzarse
en la búsqueda: Los subtemas son: 1) la felicidad y la paz, y 2) una retro-deportación
junto con la 3) renovación de la Alianza, así como 4) la abundancia y la
fertilidad como manifestación de la bendición.
La semana pasada, -de lunes a miércoles, exploramos algo del Libro de Esdras. Mañana, daremos -apenas, un somero vistazo- al Libro de Nehemías, para, acto seguido, El jueves, celebraremos a los Santos Ángeles Custodios, con Lectura propias; y luego, considerar el Libro de Baruc (“bendito”, “afortunado”, “alabado”, significa este nombre), -que habría sido el secretario-escribano del profeta Jeremías-, lo que haremos el viernes y el sábado.
Sal
87(86), 1b-3. 4-5. 6-7
Este
Salmo se refieren al Templo de YHWH, Palacio donde mora Dios en Jerusalén, por
eso se les designa como “Canticos de Sion”, no son himnos destinados a cierto
momento cultual, aun cuando algunos estudiosos piensan que servían para
celebrar -y enmarcaban la dicha- de la Fiesta de las Cabañas, que recordemos,
evocan la marcha en Éxodo, a través del Desierto. Precisamente -y muy
paradojalmente- los pueblos que de manera más atroz bombardearon con su
paganismo a los Israelitas, son los que vienen pegados “al delantal” de cada
hebreo, subiendo hacia Sion, “el polo de atracción”: Egipto, Babilonia,
Filistea, Etiopía y Tiro.
Este
emplazamiento de Fe, no ha sido erigido por la decisión de hombres, ha sido el
Señor quien ha cimentado la Ciudad Santa. Es el Señor mismo quien la ha
preferido y así lo declara la primera estrofa de la perícopa. Hay -sin embargo-
que contemplar el espíritu que mueve esa atracción: No es por imposición sino
por atracción. No suben forzados, ¡suben enamorados!
Todos tendrán su registro de nacimiento (bautismo), no por constricción, sino porque han ido convencidos, porque han oído, de muchísimas voces y de muy plurales bocas que de allí mana la dicha y que la fuente de las danzas corre como una inundación de amor y solidaridad de Justica y de Paz, manando de Ella. La Mano de Dios los inscribirá -Personalmente- en el Libro de la Vida.
Entonces,
sin egoísmos, sin envidias, sin competitividad, brotará de la Fuente el gran
“Nosotros”, y los corazones lanzarán gozosos la Alabanza: ¡Dios está con
nosotros!
Lc
9, 51-56
Memoria agradecida libre y paciente
Cada uno de ustedes es
un regalo de Dios para el mundo. Su familia, la Iglesia, la escuela, y quienes tienen
responsabilidad en la sociedad han de trabajar unidos para que ustedes puedan
recibir como herencia un mundo mejor, sin envidias ni divisiones.
Papa Francisco
Entre
los que se opusieron a la reconstrucción del Templo después del destierro en
Babilonia, estaban los Samaritanos. Es muy especial que, Jesús los ve con otros
ojos, y muchas veces los pinta con pinceladas tan especiales de aceptación,
como en la Parábola del Samaritano, o en su charla -al borde del pozo- con la
Samaritana. Ellos llegaron a ser de los primeros en aceptar la “convocatoria” y
acoger con su escucha a los apóstoles. Se puede equiparar el rechazo samaritano
con aquel de sus paisanos que le bloquearon para obrar allí más milagros. En
general, cualquiera que tuviera “pinta” de ir hacia Jerusalén, era forzado a
desvío.
Jesús, inicia una fase de acogida de “su hora” porque “se completaron los días en que iba a ser llevado al Cielo”; sus acciones se han encadenado de tal manera que lo conducen a un desenlace digámoslo así, inevitable. Jesús, no por eso, evade las consecuencias de su coherencia. Entiende el encadenamiento lógico de su proceder y lo que su Anuncio ha desatado; Jesús sabe que su Enseñanza es el fulminante que en muchos pechos va detonando ansia asesina. Históricamente hablando -esta alternativa caínica- del asesinato como salida a una situación que para alguien es inadmisible, podríamos verla como una de las más socorridas y frecuentadas: hay que matar al que no acepta nuestra posición, el premio para quien nos contradice debe ser un sepulcro. ¿Hará el miedo que Jesús desista de la comisión que su Padre Celestial depositó en sus Manos? ¿Se acomodará Jesús a lo que quieren que diga, o -por el contrario- sostendrá su Palabra?
¿Son,
por supuesto, los adversarios de Jesús los que encuentran como solución
práctica, matar a su contradictor? ¡Seguramente sólo a sus enemigos les
encantaría teñirse las manos de rojo!
Ah,
pero para nuestra sorpresa, el propósito de algunos de los suyos apunta en la
misma dirección: ¡Son Santiago y Juan, los que piden autorización para abrir e
inaugurar las cajas de misiles que han recibido recientemente! O, piden permiso
para usar sus radios intercomunicadores para ordenar que se desate el
bombardeo. Jesús les responde con gran claridad, pero tantos de nosotros no
hemos llegado allí, -todavía- en nuestra
muy juiciosa lectura bíblica.
«La
Eucaristía forma en nosotros una memoria agradecida, porque nos reconocemos
hijos amados y saciados por el Padre; una memoria libre, porque el amor de Jesús,
su perdón, sana las heridas del pasado y nos mitiga el recuerdo de las
injusticias sufridas e infligidas; una memoria paciente, porque en medio de la
adversidad sabemos que el Espíritu de Jesús permanece en nosotros». (Papa
Francisco)
No se llega a ser discípulo-misionero si vivimos atrapados en la jaula del rencor y la venganza; acorralados por el deseo de la retaliación. La convocatoria nos congrega para ser discípulos-misioneros, especialmente, este mes que entra mañana, está destinado -como Iglesia- para animarnos y concienciarnos de esta responsabilidad. Recibimos este elemento clave de la Enseñanza Cristiana: Uno no tiene que dilatar el inicio de su obra misionera de evangelización hasta que sea un “escriba” experto en Escrituras. Pero, una cosa hay que decir, hasta que no hayamos pasado por la perícopa de hoy, y la hayamos “digerido”, y llevado al corazón -como hacía María Santísima- no estaremos aún listos para esparcir la Semilla.
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