Esd 6, 7-8. 12b. 14-20
Aún
ha de sumarse otro detalle, los “entusiastas” que venían de la Golá y que
habían puesto en los primeros puestos de sus prioridades la reconstrucción del
Templo, he aquí que -y es lo que suele suceder- bajaron el Templo a una
prioridad mínima y, pusieron en el primer lugar del orden del día, la
reconstrucción de sus propias casas.
Darío
es un nombre que en persa es Darayamus y que significa “el que apoya para que
se haga el bien”. El relato de hoy trae -un elemento que ya habíamos enunciado
ayer- el traspaso del bastón de mando, de manos de Ciro a manos de Darío. Sin
embargo, cabe destacar que había una voluntad de continuidad en lo gobernado.
No estamos ante la situación del gobernante de turno que llega a desbaratar lo
que el gobernante anterior hizo u ordenó. En cambio, Darío, y esto era un
elemento definitorio de la “política” -como era vista por los persas-, estaban
por el “continuismo”.
Si
la pregunta fuera sobre el motivo de los persas para apoyar la reconstrucción
del Templo, podríamos dar, a lo menos, tes razones con distinta perspectiva:
1)
para cumplir una profecía bíblica que
permitía el regreso de los judíos del exilio babilónico,
2)
para restaurar la paz y la estabilidad al
permitir que la comunidad judía recuperara su centro religioso y cívico,
3)
y también como una
política imperial que beneficiaba a su vasto imperio, al fomentar la lealtad y
gratitud de una provincia sometida.
Se ha recuperado un
documento que ordenaba la reconstrucción del Templo judío en Elefantina,
firmado por el gobernador persa de la región de Samaria y Judá
Por fuentes extra-bíblicas
sabemos que Ciro también destino fondos para la reconstrucción del Templo de
Uruk (en la Irak actual, ci, ciudad de Mesopotamia, cuna de la escritura
cuneiforme y hogar de Gilgamesh).
Cambices, el sucesor de
Ciro, destinó fondos para la reconstrucción de un templo al dios Sais en Egipto,
al oeste del delta del Nilo, uno de los principales escenarios de las
celebraciones vinculadas a la coronación o jubileo del faraón.
Así, el templo de Amún -antiguo dios egipcio
Amón- en Jargah, fue reconstruido por orden de Ciro
Así
las cosas, Darío investiga cuidadosamente cuales habían sido los designios de
sus antecesores y, se entrega a impulsar esas empresas y aspiraciones. Fue su
decisión apoyar con los fondos del “erario público”, recaudado en la región de
Transeufratina -una satrapía conformada por los territorios al oeste del
Éufrates y compuesta por Siria, Palestina, Chipre y Fenicia; en síntesis, la
parte del imperio persa al oeste del Río Éufrates), la reconstrucción del
Templo.
Uno
de los factores que obstruyó la más pronta reconstrucción del Templo, fue la
oposición pertinaz de los samaritanos. Los judíos no eran considerados
suficientemente puros para participar en la reconstrucción, y por eso, ellos
decidieron construirse su propio templo en el monte Garizim.
La
reconstrucción del Templo se completó el 23 del mes de Agar del sexto año del
Reinado de Darío, lo que. De acuerdo a nuestro calendario sería el 1º de Abril
del 515 a.C. Como ya se dijo ayer, חֲנֻכָּה [Janucá] hanukkah
“la re-dedicación” del Templo se hizo con el sacrificio de incontables
animales, cuadrúpedos, especialmente bovinos. Y hubo una muy especial
organización litúrgica que atendía con detalle y precisión los turnos y su
duración y orden ajustándolos a lo prescrito en la Torah.
Los
contados sobrevivientes que había conocido el Templo de Salomón quedaron fríos
de la desilusión del resultado del Templo reconstruido bajo Zorobabel
-gobernador del imperio aqueménide. Para colmo de males, el Sancta-Sanctorum
permaneció vacío puesto que el Arca de la Alianza se había perdido. Solo se
puso la Mesa para los panes de la proposición, la mesa del Incienso y un
candelabro de siete brazos, en vez del de diez brazos que había puesto Salomón.
También el número de reses sacrificadas era diminuto al lado de los sacrificios
de la era salomónica.
Al
año siguiente, después de 70 años de la cesación de esta celebración, se retomó
la celebración de la Pascua, según la fecha señalada, lo que debió ocurrir el
21 de abril de 516 a.C.
Rituales de purificación se realizaron con muy piadosa intención, para celebrar su Primera Pascua post-exilica. Se encargaron pues los turnos sacerdotales y levíticos, y se asignó a los levitas el servicio de carnicería -conexo al de los sacrificios- que anteriormente era ejercido por laicos. Así, esta reforma post-exilica en el templo, conlleva un espíritu “clericalista”. La perícopa se cierra señalando la exclusividad ritual de sacerdotes y levitas en la ritualidad de los sacrificios.
Sal
122(121), 1bc-2. 3-4ab. 4cd-5
Es
un salmo de peregrinación que se puede tomar como el último de la Peregrinación
o el primero de los graduales; el salmista en el verso 1, nos da la
clasificación como מַעֲלָה [ma-la-hau] “gradual”. Lo primero, al llegar y contemplar el
Templo, es ver su esplendor y maravillarse ante Él. Una vez repuestos de la
admiración, viene la bienvenida -por parte de los Levitas- y el saludo por
parte de los peregrinos.
También
era importante una catequesis “turística” y “litúrgica” sobre el lugar, que en
este salmo es muy breve. En la conclusión del Salmo nos encontramos ya con el
“momento de la paz”.
Nuestra
traducción señala que Jerusalén es una ciudad bien “compacta”, desde niño
entendíamos, una ciudad de edificaciones muy estables y sólidas; ahora, con
alguna idea del hebreo, vengo a ver que la palabra חָבַר [chavar]
significa “que crea lazos de fraternidad”, que “intensifica las relaciones
interpersonales”, “que nos da un sentido de hermandad”, “que genera un poderoso
sentimiento de unidad”. (Sabido esto, entiendo por qué se ha puesto este Salmo
como antesala del Evangelio que se va a proclamar a continuación).
Se
hace mención de las oficinas de administración de la Justicia, porque estaban
los Doctores de la Ley, listos a dirimir “conflictos”, a resolver querellas,
siempre remitiéndose a la Ley Divina, a los códigos Μωσαϊκός “mosaicos”. Y no son oficinas
cualesquiera, son los Tronos de la Justicia, porque son los sitiales desde
donde Dios imparte y nos hace llegar la Suya que es le Justicia más Justiciera.
Hay una pregunta esencial para entender la Sacralidad del Templo: ¿Para qué está destinado el Templo? Para “celebrar”, o sea para congregarse (la esencia de la palabra “celebración” no es el carácter festivo, sino el sentido de “asistencia en masa”). Si, sencillamente “congregarse”, no, no es solo acudir muy piadosos y salir “beatificados”, con una idea farisaica de “ya cumplí”, “he observado lo prescrito en la Ley”. Hay otro elemento de radical importancia en el Templo, es acrecentar la fraternidad, mirar los rostros de los que asisten y saber que hay un parentesco de “hermandad” con todas esas caras que se dieron cita para “celebrar” el “Santo Nombre de Dios”, porque todos los asistentes Lo han llamado “Padre”: Para que sea una Alianza con Dios, tiene que ser, también, una Alianza con mis “hermanos”.
Entonces,
y sólo entonces, estarán puestas las bases verdaderas para que se despliegue la
Paz: שְׁל֣וֹם [Shalom] es una paz que
compendia amor, salud, bienestar, seguridad, concordia y fraternidad. Como
fuente de la Paz más plena: el Templo; desde allí bendecimos a todos los
“hermanos”.
Abandonemos
toda tristeza, y dejemos que nuestro corazón se trasforme en un Ramo frondoso
de Gratitud y Fraternidad.
Lc
8, 19-21
El que escucha la Palabra,
pero no la pone en práctica, es como el que mira su cara en un espejo y, en
cuanto se va, se le olvida cómo era.
Sant 1, 23s
Jesús
no se limita a “predicar” con su discurso la importancia de poner el Candelero
muy en alto, sino que Él vive así, no a la tapada, sino a ojos-vista, ¡Claro!
Arriesgándose, poniéndose en evidencia, llamando la atención de los
gobernantes, de las “autoridades” civiles y religiosas. Ahora, -pasa con
muchísima frecuencia- ponen los ojos sobre el “revoltoso”, pero miran hacia su
familia, porque allí pueden tocarle el “talón a Aquiles”, donde a Aquiles más
le dolería. La familia puede ser la vía más directa al amedrentamiento. Pero
Jesús ha querido mantener su fidelidad a lo que su Padre Celestial le ha
requerido: Fundar un nuevo tipo de familia, basada sobre otro tipo de
consanguinidad, la fidelidad al Padre del Cielo.
Jesús no se limita a proponer un discurso muy moral, ni a requerir deberes y obligaciones, cuantas más, aparentemente mejor. ¡No! Jesús, va a una praxis de su enseñanza, a una vivencia y un compromiso verdaderos conforme con el Anuncio; Él pone a actuar su Coherencia. Su familia: María y sus primos, están nerviosos porque Jesús está “pisando callos”, está incomodando, levantando ampolla y se está exponiendo al colocarse en la zona de mayor visibilidad. Sus “parientes” se sienten en la obligación de venir a “llamarle la atención”, no pueden entrar a llamarlo para hablar con Él, entonces, lo hacen llamar por terceros. Podemos imaginarnos como corrió la voz de oído en oído, desde la puerta hasta el punto donde se hallaba hablándoles.
Jesús,
que estamos habituados a ver como una persona muy modosita, que no discutía
nada, que no contrariaba a nadie, muy respetuoso de las “reglas”, viene a decir
con su “modelo y su idea de familia”, que este tema de la raza y la sangre no
tiene nada que ver para Dios, que el pueblo de Dios no eran los mejores, ni los
superiores, sino los más necesitados y que de ahí salía su preferencia: «… el
Evangelio crea una nueva familia, no constituida por vínculos naturales, sino
por los sólidos vínculos que crea el Espíritu. Para ser partícipes de esta
familia sólo se requiere una cosa: escuchar el Evangelio, conservarlo en el
corazón y ponerlo en práctica». (Vincenzo Paglia).
Se
pone en la “línea de tiro” cuando afirma que no tiene que desvelarse tanto por
“escuchar a Moisés”, sino que ahora tiene que “escuchar” la Palabra de Dios, y,
luego, el salto gigantesco, -que encierra una crítica impertinente contra los
letrados, los escribas y los fariseos: ¡Y cumplirla!
Ha
de recordarse aquí la idea semita de “guardar en el corazón”, que significa
además de la escucha el ponerlo por obra.
Un cambio total de fronteras: Despabílense los que se creen de Dios sólo porque nacieron en este pueblo, ¡Háganse de Dios! Vivan sus enseñanzas, practiquen la Voluntad de Dios. ¡Si! Verdaderamente un nuevo tipo de familia: La gente que atiende a Dios en todo lo que Él dice. ¡Bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la ponen por obra! (Cfr. Lc 11, 28)
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