Col 3, 12-17
Vivir a la manera de Cristo
Donde
dejamos ayer, retomamos hoy, exactamente ahí, como si se tratara de una Lectura
continuada.
Es
una carta escrita desde la prisión. En ella se hace patente una preocupación
pastoral que a cualquier pastoralista desvela- el cuidado de la Comunidad en
construcción, la salvaguarda de su integridad ante las amenazas que puedan
cernirse sobre ella. Algo que pueden hacer ellos es blindarse, porque es natural
que la sinodalidad requiera paciencia, fraternidad, comprensión, tolerancia
-pero no esa tolerancia vestida de indiferencia y desdén- sino una tolerancia
comprensiva, que mira hacia las etapas diversas que van recorriendo los
diversos miembros de acuerdo a su progreso y su maduración espiritual. Un
impedimento se deriva de las marcas y heridas que los hermanos puedan haber
padecido y que hayan quedado mal cicatrizadas o sanadas en falso.
Hay
que añadir una taza completa de compasión entrañable, tres cucharadas de
bondad, de dos a cinco onzas de humildad, mansedumbre a granel y paciencia,
toda la que se tenga al alcance. En este aspecto, mejor pecar por exceso.
El
perdón es un ingrediente que ha de estar siempre presente. Aprender a disolver
las quejas para traducirlas en sentimientos de sincera fraternidad. Recordar lo
mucho que el Señor nos perdona en cada jornada de nuestra existencia y, estar
en consecuencia, dispuestos a emularlo.
Estas
cosas no se pueden exigir, tiene que brotar espontáneamente de cada quien. No
se puede comparar porque está más allá de nuestras limitaciones humanas,
alcanzar la disponibilidad que proviene del Dulce Espíritu de mansedumbre que
el Señor nos socorre. Pensamos que en la medida en que nos arraigamos en
Jesucristo, nuestro corazón alcanza esa tonalidad de serenidad y paz tan
conveniente e indispensable a los procesos de construcción del Reino.
La
gratitud se ha de cultivar y se debe proponer -por parte de los pastores- como
un bien que hay que desyerbar, abonar y cuidar con gran atención.
La
Palabra de Dios será la semilla fértil que -en corazones disponibles- se podrá
cosechar con generosidad. Compartir la Palabra va más allá de la repetición
recortada e insustancial; tenemos que esforzarnos por subir a los altozanos de
su riqueza y procurar extractar los principios nutricios que contiene. Penetrar
su Sabiduría y poderla llevar fraternalmente exige método, dedicación y arduo
estudio. Las citas memorísticas no funcionan porque nuestra cultura ha
obliterado las palabras con las que se propuso, haciendo que hoy en día sean
oscuras y mudas a nuestra cotidianidad. Sabemos la mecánica de la lectura, pero
su exégesis nos está imposibilitada. Sabemos leer, sólo a medias, porque nos
está vetada la decodificación. En nuestra mente suena como un ruido
incomprensible.
Llamarnos
unos a otros al buen camino, supone la derrota de nuestros propios prejuicios.
Suponemos que nuestro edificio personal es sólido, pero a veces es “pura
fachada”. Por eso San Pablo puso como tercer requisito la humildad. Cuántas
veces no se nos ha dicho que tenemos que ponernos al nivel del interlocutor,
pero eso -no siempre significa abajarlo hasta la puerilidad simplista- en vez
de eso, por lo general, se necesita elevarlo un poco, y apelar a un esfuerzo
moderado y a un nivel ligeramente superior y -a veces- muy superior. No tan
arriba como para águilas, pero tampoco tan abajo como para lombrices.
La
oración debe brotar del corazón, y de corazones agradecidos. Esto tiene dos
requisitos: Deben ser plegarias verdaderamente inspiradas; y, segundo,
preferiblemente con rezos probados por su calidad textual y su nivel literario;
allí están para nuestro auxilio, los salmos y los himnos que los hagiógrafos
han incorporado a la Sagrada Escritura.
Podemos
-identificar un gozne de tres piedras
i)
Darle cabida y honda resonancia a la Palabra de Dios en
nuestros corazones y en nuestras vidas. Haciendo un esfuerzo sincero por
cotidianizar su Lectura.
ii)
Practicar con empeño la corrección fraterna.
iii)
Superar el criterio de vernos como desconocidos y procurar
articularnos a la vida eclesial por medio de nuestra participación comprometida
adhiriendo a alguno de los grupos de pastoral, para hacer operante nuestra vida
de fe acreciendo nuestro sentido de pertenencia.
Concluye
esta perícopa, exhortándonos a hablar y actuar siempre movidos por el Santísimo
Nombre, para acrecer sin tregua Su Glorificación. “Esta carta la finalizo, como
es costumbre mía, insistiendo en la vida del amor, del mutuo perdón y de la
oración practicada unos por otros”. (Santos Benetti)
La
Carta a los Colosenses tiene una estructura tripartita:
1) Presentar la obra Salvadora
de Dios (Soteriología) (1,9-23)
2) Señalar cuál es la
misión de Pablo respecto de esa comunidad y presentar su tarea general
3) Hacer una propuesta
de Lex vivendi, para la
comunidad cristiana.
Hoy tenemos un evidente encadenamiento de rasgos cristianos: Amor (Agape) – Perdón – Paz -Gratitud. Con la perícopa vista, llegamos al final de nuestro estudio de esta Carta. Los tres días siguientes viernes – Domingo, trabajaremos un asomo a la Primera a Timoteo.
Sal
150, 1b-2. 3-4. 5-6a
Este
salmo -es un himno- con él concluye el Libro de תְּהִילִים [tehillin] “las Alabanzas”, que así se
llama el Salterio en el Tanaj (Biblia Hebrea). Cada verso empieza pidiendo que הַ֥לְלוּ יָ֨הּ [hallu’ El] “alabemos a Yah”; El es la abreviatura de Eloim,
que era el Nombre primitivo de Dios Cósmico.
El
salmo se dirige al pueblo de Dios, valga decir a nosotros. Es una exhortación,
una convocatoria para todos nosotros. Nosotros somos el pueblo del tránsito, de
la peregrinación, de la tierra peregrinamos hacia el Cielo. Al ser el último
salmo, la última alabanza, indirecta y tácitamente se remite a la muerte.
Cuando estemos acercándonos vertiginosamente a la muerte, tendremos que -como el arquero, tensar la cuerda, para asegurarnos de pasar de este lado hasta la Eternidad. Ese tensar de la cuerda se ha de hacer con gratitud: Siempre nos ha llamado la atención, comparar nuestro peregrinaje por la vida, como una estadía en los campos de entrenamiento. Aquí no entrenamos para llegar Allá. Aquí nos ponemos a prueba, y aprendemos los rudimentos para la estadía ante el Rostro.
Aquí
hemos conocido y entrenado, nos hemos preparado para … Y, pasa a darnos 10
recomendaciones o razones de Alabanza. ¡Que todo ser que respira sobre la
tierra, exhale su alabanza a YHWH!
1) Vamos a estar
alabando continua y constantemente al Señor en su בְּקָדְשׁ֑וֹ [qodesh] "Santuario", “lugar
Sagrado”.
2) En el בִּרְקִ֥יעַ [raquia] “firmamento”.
3) Por sus Magníficas
obras
4) Por su Grandeza de
Hechos, Hechos Poderosos
5) ¿Cómo lo alabaremos?
Tocando las שׁוֹפָ֑ר [Shofar] Trompetas
6) Tocando las arpas y
las cítaras (la lira y el arpa, dice en hebreo)
7) Tocando tambores y
danzando
8) Tocando la
pandereta y las gaitas
9) Tocando con címbalos
sonoros
10) Tocándole con címbalos
vibrantes
El
último versículo convoca a toda criatura que respire sobre la tierra: ¡Que todo
ser que respira sobre la tierra, exhale su alabanza a YHWH!
Lc
6, 27-38
… no digo que la
mansedumbre, la bondad y la dulzura permitan obtenerlo todo. Pero si me parece
evidente que lo que puede obtenerse mediante la dulzura, la bondad y la
mansedumbre no puede obtenerse mediante la violencia.
Hélder Câmara
Hay
una lógica, que se han esforzado tanto en mostrarnos como la lógica-Lógica,
que, todo un proyecto educativo se ha montado sobre este esquema: “sean los
mejores, usted -cada uno- debe ser el mejor”. Pues, claro, ¡cada uno ve en
todos los demás un “rival”! ¿Cómo podemos construir sinodalidad sobre este
esquema tan férreamente implantado por generaciones? ¡Necesitamos una metanoia,
un cambio rotundo de perspectiva! Ese foco tan diverso del tradicional está
dado en las Bienaventuranzas y los Ayes.
Después de mostrarnos el clima más proclive al desarrollo de la plena felicidad para llegar a contemplar Su Rostro, y de mostrarnos -también- la atmosfera más adversa. Ahora sí, pasa a exhortarnos a las actitudes que nos asimilan y nos revisten de Cristo. Nos da los lineamientos que nos cristifican. ¿Cómo vivir Jesús-mente? (este “mente” que añadimos es para formar el adverbio, Jesús-mente = a la manera de Jesús).
En
la fe tenemos escaleras breves de tres o cuatro pasos, que pese a eso, nos
llevan muy alto. La de hoy es una escala de cuatro peldaños:
i)
Amar a los enemigos
ii)
Hacer el bien a los que nos odian
iii)
Bendecir a los que nos maldicen
iv)
Orar por los que calumnian
Como
creyentes y discípulos de Jesucristo tendremos algo que nos caracteriza: ¿Cuál
es el quid de nuestra fe? ¿qué es eso tan hermoso y tan impactante que nos hace
ir tras las Huellas de Jesús?
Que
no vaya a ser la situación como la de una amiga mía que coronaba su predicación
diciendo: ¡Créame, se lo digo yo, que he estudiado mucho! Cuando era niño,
muchos de mis compañeritos, pretendían -cada uno-, tener el balón más bonito,
respecto de los balones de todos los de mi clase. Claro, ¡eso es muy
respetable, pero no convence a nadie! Uno de ellos se tiraba al suelo,
pataleaba y gritaba entre lágrimas: ¡El mío es el mejor, el más lindo! Pero la
hermosura del balón cuenta poco, excepto si uno odia la hermosura y le da la
patada más fuerte, por ser tan bonito el balón.
A
lo que Jesús nos exhorta es a…
1) Amar a los
enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen,
rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale
también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da
al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames.
2) Tratar a los demás
como queremos que ellos nos traten. Porque si ustedes aman a los que los aman,
¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman. Y si hacen bien a
los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así. Y
si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué gracia tiene? También los
pecadores prestan a pecadores para que estos correspondan con algo. Amen a sus
enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la
recompensa de ustedes será grande, y serán hijos del Altísimo, que es bueno con
los ingratos y los pecadores.
3) Ser compasivos como
es compasivo el Padre de ustedes. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y
no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará; se les
echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la
medida que ustedes midan, serán medidos también.
¡Juzgar
a nadie, pero examinarlo todo, con detenimiento! No aceptemos tantas veces que
nos ofrecen, diciendo que, es carne de liebre y -en realidad- es carne de gato.
No
nos vayan a decir que propagamos una ideología, o que somos -nada más que
víctimas del engaño. A los promotores de la violencia y a los traficantes de
armas hay que decirles, de nuevo, una y mil veces que “quien siembre vientos
cosechará tempestades” (Cfr. Os 8,7); nadie que siembre frijoles cosechará
aguacates, salvo que en otra plantación tenga aguacateros. Quien siembre
violencia cosechará sed de venganza.
Ante
los afanados, los que no comen otra cosa que comidas rápidas y que toda su vida
está escrita en el pentagrama de la premura, Hay una mitología que dice -y las
guerras que tenemos hoy en día: en todos los rincones del mundo se han montado
sobre esa premisa- “Todo se puede lograr con la violencia, no hay nadie que se pueda
resistir a una tortura eficaz. Siempre podremos ganar cualquier guerra haciéndoles
gritar a sus mamás, a sus esposas, a sus hijos e hijas. Hay universidades que
perfeccionan esas “artes”: allí se forman las Einsatzgruppen, se trata de la producción en serie de sicarios,
la industrialización de la muerte. Hoy los alumnos han pasado a ocupar el lugar
de sus maestros.
Pero es muy cierto, esta ruta que propone nuestro discipulado en Jesucristo les ha de sonar, cuanto menos, absurda. Pero, ¡Es el Único Camino! El Camino de Jesucristo es la Paz (aun cuando tarde un poco la cosecha, sólo hay que esperar que los que aprendieron viendo la televisión, a arreglar el mundo a balazos, por fin se den cuanta).





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