Rm 9, 1-5
«… San Pablo. Él
demostró cómo el hombre estaba prisionero dentro de un doble sistema de
opresión, por el análisis que hizo del sistema pagano y del sistema judío.
Después demostró que Dios tiene su plan de Salvación por la fe en Jesucristo.
En los capítulos 9, 10,11, San Pablo discutirá el asunto más profundamente en
relación con los judíos… Invoca los grandes personajes de la historia de
Israel: Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, David. Cita a los profetas y a los
salmos».
Carlos Mesters
Romanos
puede de-construirse en tres sesiones:
1.    Saludo y Acción de
Gracias
2.     Estructura doctrinal
a.    El tema de la
Justificación
b.    El tema de la
Salvación
3.    Alusión a unas
situaciones concretas con un conjunto de pautas morales.
Llegando
el capítulo 9 de la “carta”, nos adentramos en una unidad nueva donde Pablo
profundiza el rol que, en este conjunto soteriológico, tiene Israel. En estos
tres capítulos, del 9-11, pasará revista a las enormes figuras del judaísmo: Abraham,
a quien ya ha mirado intensamente desde el capítulo 4, Isaac, Jacob (Israel),
Moisés y David. Para ensamblar esta visión de conjunto, se remite a los salmos
y a los profetas. Entramos en la sección donde se muestra la ruta propuesta al
pueblo de Israel para su Salvación. (9,1 – 11,36); estaremos en esta sección
hoy y el próximo lunes 3 de noviembre, el sábado tendremos Lecturas
específicas, con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos.
Inicia
San Pablo afirmando que preferiría ser uno de los renegados del cristianismo y
no tener que ver a sus hermanos de fe, alejados y rechazando a Jesús,
reincidamos recordando que Pablo lleva en sus venas y en su corazón, las raíces
de un fariseísmo recalcitrante, violento, dispuesto a imponer su fe y su opción
“leguleya” a sangre y piedra,  y
-descubrimos en su pasado- su connivencia como lapidador de creyentes
cristianos, donde su complicidad en el asesinato de San Esteban, es el cuadro
radiográfico para entender quién es Saulo.
Tal
vez -y es legítimo pensar que- Pablo después de “convertirse” en el célebre
episodio camino de Damasco, supusiera que un giro similar podía darse en los
corazones de los demás fariseos, acompañando el llamado, con una clara
explicación, es lo que parece estar haciendo al presentar la estructura
doctrinal que contiene Romanos. 
De
este momento (año 34 aproximadamente), al año 57-58 en que se escribe Romanos,
han trascurrido -los nada vanos que 24 años que median entre los dos puntos-, y
que permitieron “desmontar” la ilusión de una conversión del fariseísmo, y, en
cambio, la realidad que sobrevino fue un progresivo e intensificado proceso de
“división”, que condujo a polarizar las diferencias y hacer ver a los
cristianos como una secta herética del judaísmo.
En
cambio, el fariseísmo se hizo hegemónico en el judaísmo -mientras que, por otra
parte- las otras sectas judías fueron decreciendo y, hasta desapareciendo. Y,
muchos helenistas fueron adhiriendo el cristianismo, y Pablo fue
-paulatinamente- haciéndose a la idea que el cristianismo encontraba mejor
recepción a nivel de los “gentiles”.
Este
suceso, no puede desvincularse -de ninguna manera- del creciente helenismo que
desde Alejandro Magno y en el periodo subsecuente, bajo el gobierno de los
seleucidas, expandió la cultura griega, lo que llevo a que el sustrato de la
dominación imperial Romana, tuviera raigambre helenista y que el griego fuera
la “lingua franca” de este
imperio. Sin ignorar, que el corazón de los padres del cristianismo -Pablo, en
ellos comprendido- latía en hebreo.
Pablo
presenta su argumento como un testimonio garantizado ante el Espíritu Santo. Al
ser israelitas, no le cabe duda, que poseen la filiación adoptiva que contiene
5 elementos:
1)    La gloria
2)    Las Alianzas
3)    La Ley que se les
ha dado
4)    El culto, toda la
liturgia prescrita
5)    El circuito de
todas las promesas manifestadas.
Podemos
añadir todavía dos elementos para completar el septeto:
6)    Los patriarcas
7)    Y-como cúspide de
los patriarcas, Jesucristo procedente de los Patriarcas.
Y
da un rasgo magnifico y magnificador, que Cristo está por encima de todo.
¡Bendito
sea Dios por siempre!
Sal
147, 12-13. 14-15. 19-20
Este
salmo es un himno Los himnos son alabanzas con una estructura tripartita: se
invita a alabar, se alaba -propiamente lo que se quiere alabar y, se concluye.
¿En este caso que se quiere alabar? Lo que significa Jerusalén. “Ciudad de Paz”
La paz, en este caso, se traduce en tres elementos: seguridad, brindada por sus
murallas, pan en abundancia, y un segundo cinturón de protección y seguridad,
contar con Dios como Aliado. Tiene 20 versos, de los que se han tomado 6, para
conformar tres estrofas. 
1ª
estrofa: El Gran Aliado es quien ha hecho que los cerrojos de las puertas de la
muralla tengan tanta resistencia que sean inavasallables. Los que viven
protegidos por la muralla, no se regocijan por la muralla, sino por Dios que es
su Salvaguarda.
2ª
estrofa: esa seguridad es sinónimo de seguridad, de tranquilidad, de estar
resguardados. Pero a Dios no le ha bastado con darles un cerco de seguridad
contra las amenazas circundantes, ha hecho más, les ha dado los más deleitosos
manjares, significados por la “flor de harina”, lo mejor de lo mejor, para
deleitar el paladar.
3ª
estrofa: ¿Ya ahí les dado mucho? Uno de los sinónimos de Dios es “Generosidad”,
es “Abundancia”. Así que les da “la Cereza del Pastel”, una “legalidad” para
vivir en armonía, en fraternidad, en sinodalidad, en koinonía.
La categoría de la sinodalidad, se ha tenido que insistir mucho en esta época del sínodo de la Sinodalidad, y lo primero que se tiene que remarcar es que no se trata de un rasgo nuevo para la Iglesia, ni una característica que a Papa Francisco se le ocurrió proponer, sino que esta es una manera, un estilo que Jesús inculcó a sus Primeros Seguidores, Apóstoles y Discípulos.
Lc
14, 1-6
El camino para ser fieles
a la ley, sin descuidar la justicia, sin descuidar el amor, es el camino
contrario: desde el amor a la integridad; desde al amor al discernimiento;
desde al amor a la ley. Este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente
opuesto al de los doctores de la ley.
Papa Francisco
Homilía, Santa Marta.
Nos sentimos en la obligación de aclarar que lo que decimos no tiene nada que ver con el intento de reivindicar un supuesto “Jesús histórico”. Lo único que nos interesa es el Jesús de la fe. Pero, lo que no se puede uno dar el lujo de hacer es, una “lectura acomodada”, para que Jesús salga “bien peinado” en la foto; pensamos -con todo el respeto del mundo- que hay que mirar lo que de verdad dice la perícopa, y no intentar adulterarla de modo alguno. Es lo que honestamente pensamos que debe hacer un buen “discípulo-misionero”.
ὑδρωπικὸς [hydropicos]
“hidropesía”, es la única vez que esta palabra aparece en el Nuevo Testamento,
evidentemente se refiere a alguien afectado por la retención de líquido, lo que
conduje a una condición inflamatoria (recuérdese que Lucas era médico de profesión).
¿Por qué Jesús entró a casa de un fariseo? La referencia que nos da el Evangelio lucano dice que para comer el “pan” de cada día. O sea, lo que Dios tenía separado para que Él comiera en aquella jornada, el que Jesús llama en la Oración “el pan nuestro de cada día”, que no es sola y exclusivamente “pan”, sino el alimento cotidiano.
Parece que otra vez -aquel día- Jesús se había puesto, poco gel,
al peinarse. Estando en casa ajena, donde un fariseo importante -no era
cualquier fariseo, sino que era uno de “los principales”-, viene y lo
confronta. Nosotros que siempre tratamos de “prohibir” la crítica del prójimo
como una conducta francamente poco fraterna, nos encontramos a un Jesús “salido
de los cánones estipulados” que, flagrantemente reta al fariseo, y no en
cualquier tema, sino en un tema esencial al judaísmo: guardar el precepto del Sabbat.
¿Hasta allí llega el reto? ¡Pues no! ¡Va aún más lejos!
Infringe el Sabbat y lo cura. ¡Desafiante! ¿no es cierto? Acto seguido, se
refiere al hidrópico como si fuera un “animal de carga” y lo conecta como
referencia a los burros y los bueyes (¿se trataba de algún trabajador -un
esclavo, seguramente- que no se le daba tiempo ni de ver por lo esencial de su
salud, porque tenía que estar allí -disponible- en su puesto de trabajo de
Sabbat a Sabbat? Aun cuando el Sabbat fuera Día Sagrado de Descanso).
Aquí vendría muy bien aquello que nos decía San Agustín: “Ama y has lo que quieras” que para mejor interpretarlo podríamos transcribir como “todo lo que encierre un verdadero acto de amor, nunca podrá condenarse como violación de la Ley” ¿por qué esta paráfrasis? Porque algunos -ya en otra parte lo mencionamos- reinterpretan el dicho agustiniano como “yo digo que es amor y hago lo que se me da la gana, ¿quién me puede decir que eso no es amor?” Y -ojos abiertos, oídos despiertos- no se trata de tener un pretexto para traicionar la Voluntad Divina, sino -todo lo contrario, de hacer lo que “Dios manda” porque sólo lo que Dios manda es “Verdadero Amor”: ¡Jesús es estrictamente fiel al legalismo del amor!






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