domingo, 12 de octubre de 2025

Lunes de la Vigésimo Octava Semana del Tiempo Ordinario


 Ro 1, 1-7

 

Vamos a tener 18 sesiones -desde hoy hasta el 11 de noviembre- estudiando este escrito Paulino ten esencial: A los Romanos. Pablo no había estado en Roma, conocía algunos de los miembros de la Comunidad por haber tenido contactos personales con ellos, y precisamente, por medio de ellos tuvo muchas noticias de aquella comunidad y de los problemas que empezaban a darse entre ellos. El planeaba pasar por allí en su itinerario, rumbo a España. Se cree que fue escrita en Corintio después de un año bastante truculento y agitado. (algunos investigadores prefieren conjeturar su escritura en cercanías de Cencreas), residía en casa de un tal Gayo y se la dictó a Tercias, que actuó como escribano. La fecha que se señala, muy seguramente, fue el año 57 y principios del 58.

 

Se conjetura que la comunidad nació partiendo de judíos que se reunían en las Sinagogas romanas, y compartieron la noticias que llevaban, de Jesucristo, y así se cristianizaron. A este grupo se sumaron -con relativa rapidez- muchos gentiles. Hasta que, Claudio los expulsó de Roma, año 50 d.C. Una vez expulsados los judíos (los cristianos a ojos de los romanos, eran judíos), la comunidad -de los que quedaron- empezó a crecer en número, con la adhesión de paganos, que no ponían ninguna atención a la dieta prescrita por los judíos, ni a sus fiestas, ni a la Ley mosaica y mucho menos a la circuncisión. Entonces, al cabo de -algo así como cinco años de exilio-, se les permitió volver, y ellos pretendieron retomar donde habían dejado antes de su expulsión, lo que los gentiles conversos no consintieron. Así que la Iglesia estaba en ruptura, unos por aquí, los otros por allá. En el fondo, la carta busca establecer la unidad mostrándoles la doctrina verdadera para que ellos pudieran zanjar las desviaciones y consolidarse en la propuesta de un cristianismo claro y coherente, además de preparar el clima para su viaje programado.

 

El saludo comprende los versos 1-15 del capítulo primero. Hoy vamos a dar un vistazo a la primera mitad de este saludo:

 

El escrito comienza con una fórmula de remitencia: Παῦλος δοῦλος Χριστοῦ Ἰησοῦ, κλητὸς ἀπόστολος ἀφωρισμένος εἰς εὐαγγέλιον Θεοῦ, “Pablo, el esclavo de Jesús-el-Mesías, llamado a ser apóstol, escogido para el Evangelio de Dios”. Inmediatamente después, establece que el Evangelio habla del Hijo de Dios, al que -en lo que respecta a su humanidad- es de la estirpe davídica (en griego dice “de la semilla de David”); Él ha sido constituido en tal Filiación por el Espíritu de santidad (persona Trinitaria que escoge, separa y destina), en este caso, esa acción de ἀφωρισμένος [aforismenos] “separar”, de “poner aparte”, la realiza por medio de la Resurrección. Que Él Resucitara es la declaración del Espíritu Santo para que nosotros lo aceptemos sin dudar. De esta manera el Paráclito nos declara: Es Él y se los confirmo YO.

 

Habiendo ya enunciado la Filiación-Divina de Jesucristo, podemos asumir la Autoridad y Poderío del que está revestido, para designar enviados-plenipotenciarios, denominados “Apóstoles”, que efectuarán la “convocatoria” para acatar las consecuencias de la Fe. También a los Romanos que lo hayan aceptado, cabe la delegación y son constituidos -también ellos- misioneros en el anuncio.

 

Viene dada otra designación para los que aceptan la Fe, y son adornados con la Misión de sembrar esa semilla; a ellos Pablo los llama “Santos”. Esta santidad difiere de la que nosotros solemos mencionar, que consiste en reconocer una vida de coherencia que “garantiza” para nosotros su presencia ante el Rostro del Altísimo, desde donde pueden continuar abogando a nuestro favor; aquí se alude a otra Santidad, y es, la aceptación de Jesús-Hijo de Dios, y el responsabilizarse de la labor misionera: Un santo es el que acepa a Jesús como Hijo de Dios y se pone a vivir esa aceptación anunciándola a otros.

 

En ese sentido podemos decir que todos los fieles estamos llamados a disfrutar de esta designación y actuar como aspersores de la Semilla de la Buena Nueva. Bien visto y a fondo estudiado es una y la misma cosa: la tarea misionera en la tierra-y un “premio en el Cielo; un ahora, mientras estamos aquí y un después, cuando seamos repatriados en la Gloria.

 

Mucho hemos insistido que la Semilla del Evangelio no se da para acapararla, todo lo contrario, se nos da para regarla sin discriminaciones. No podemos abdicar de esta tarea tan definitiva para nuestra fe a favor de nadie, es más, tenemos que asumirla con hondo sentido de responsabilidad, dado que esa labor es parte esencial de la Salvación. “A los Romanos” es un Libro Soteriológico, por eso, porque nos marca las rutas de la Salvación y las responsabilidades que nos encomienda, así como la perspectiva correcta para que sea Buena Noticia de Jesucristo, y no tergiversación.

 

Cada vez es más patente la urgencia de toma de posiciones por parte del laicado en la tarea evangelizadora. El peligro de las tergiversaciones ha causado el celo que llevó a muchos a encerrarse en el exclusivismo de esta tarea, porque muchos son propensos a mezclar, lenta pero perseverantemente los “sabores” del sincretismo, dejándose llevar por el alud de los aromas y fragancias que el Malo entrevera como mentira entretejida con verdad. Así que, “guardianes” celosos para evitar las falsificaciones, prefirieron -ellos solos- darse a una tarea que -a la hora de la verdad- es competencia de todos los convocados.


Esta parte del saludo concluye con una fórmula que ha calado hondamente la Eucología: “… ἀγαπητοῖς [agapetois] “amados” de Dios, llamados ἁγίοις [agiois] “santos” más exactamente “diferentes”, gracia y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. Esa diferencia es “ser más parecidos a Dios, por vivir en fiel cercanía”.

 

Sal 98(97), 1bcde. 2-3ab. 3c-4

Empezamos, -indiferentemente de qué etapa estemos atravesando en nuestra existencia-, siempre “empezando”. Y todo inicio exige un cambio, un replanteamiento, no podemos ir adelante y comenzar siempre igual, por muy cómoda que sea la rutina, por muy convencidos que nos tengan nuestros métodos, hay que saber empezar, y esa sabiduría consiste en saber empezar siempre de manera renovada, encarar lo que viene de una manera inusual, como si nunca lo hubiéramos hecho antes. En este nuevo despertar, seamos compositores de un himno tan inusitado que diríamos ¡estamos ante un descubrimiento! Este es un nuevo modo, nunca se había hecho así, ¡no importa! ¡vamos a intentarlo por esta nueva vía!

 

Dios hace de cada mañana y de cada despertar, un estrene de la Justicia. Ayer, anoche mismo, al irnos a la cama, tal vez -con desengaño- cerramos los ojos y emitimos un veredicto: no fue mucho lo que se avanzó. Y, hoy, al despertar, nos hallamos enfrentados a un proyecto del Señor completamente Nuevo. Por eso Dios-es-Creador. Porque Él es inconteniblemente Innovador y nos entrega para este nuevo día una Justicia remodelada, con unos acordes nunca antes oídos.


Nosotros, seguramente veremos el telenoticiario y nos parecerá que ¡todo es lo mismo! ¿sabían ustedes que los fabricantes de opacidades se sentaron ayer y antier a planear la repetición? En cambio, Dios Creo este “hoy” y toda su Materia Prima era Salvación.

 

Dado que sepamos “escuchar” oiremos su diversa, muy diferente, Nueva Melodía, recién creada: Pero ¡hay que escuchar hacia adentro! Si sólo oyes hacia afuera, te engañarán los fraguadores de “productos estándar”, en cambio YHWH nunca pierde Su identidad, si Él tuviera que peinarse frente al espejo, cada día volvería a encontrar Su Rosto de Misericordia.

 

Eso es lo que nos ha revelado, al Crearnos selló con nosotros un pacto de Responsabilidad: Sernos Fieles, somos sus Criaturas y Él es Fiel a su Paternidad, no se des-responsabiliza, nos asume, no como una carga, sino como sus ἀγαπητοῖς “Amados”.

 

Estas verdades ya tocan las fronteras del fin del mundo, decimos, “hay rincones donde todavía no hemos llegado”, pero cuando Dios ha hecho sonar su Shofar, sus ecos han llegado, donde nosotros, los humanos, ni soñamos llegar. ¿Creemos que algún país no ha contemplado las pinceladas de un amanecer? ¿es que acaso habrá alguna isla que no haya tenido un atardecer arrebolado, con lluvia de estrellas, y con eclipse propio? No, ¿nosotros no hemos llegado! Pero a esos confines delegó Dios sus angelicales evangelizadores, sus κῆρυξ [kerix] “santos heraldos”.

 

¿Qué falta? ¡Que hagamos coro con nuestras voces reconociendo que Dios Triunfó desde la Cruz, y que, además hizo eco a su Victoria, Levantándolo de la Tumba!

 

Lc 11, 29-32

Quien es verdaderamente sabio, se convierte.

 

Cualquier persona que sepa leer y escribir puede leer la Biblia; pero encontrar en sus páginas Palabras de Vida Eterna es algo que la carne y la sangre no pueden revelar.

Michael Casey O. Cist.

 

Saber asomarnos a la Escritura para poder adentrarnos en el Mensaje Evangélico, es un arte verdadero. Muchas veces nos quedamos en cierta perifericidad del “show”, como cuando en Sansón sólo descubrimos un forzudo legendario, o en David, al niño-súper-héroe que encara al gigantón, o en el episodio de Noé, nos detenemos intrigados a racionalizar cómo hizo entrar las parejas de todos los animales y cómo las acomodó. Inclusive -diremos más- para resaltar cómo nos quedamos en la exterioridad: si miramos la Natividad como un cuadro bucólico de tele-dramón cuando maravillados resaltamos al Bebé puesto entre el forraje del ganado.


 

Porque nos negamos a verlo en cada maravilla, no merecemos ninguna otra ratificación. Ha realizado la más asombrosa e inexplicable Proeza, y nosotros -niños caprichosos-, coreamos ¡otra, otra, otra! ¡Descarada osadía, quererlo reducir a mico circense! Vamos por el mundo, visitando santuarios en procura de un Milagro, no buscando su Mensaje Salvífico.

 

Todos los personajes del Primer Testamento están ahí, testimoniando su Grandeza, su Santidad, su Misericordia. Y nosotros, cambiando de tema, continuamos ¡otra, otra, otra!

 

Hay dos tareas que son nuestra competencia, y Jesús nos las señala hoy: ¡Son las claves de nuestra salvación! Buscar la Sabiduría y trabajar en la Conversión. σοφία [sofia] “Sabiduría” como la reina del Sur, μετανοέω [metanoeo] “conversión” como los Ninivitas, que ni lo conocían, pero acertaron a reconocer que no iban bien, y que podían desechar lo que no era digno-del-ser-humano; (es interesante constatar que fueron siempre los paganos los que aceptaron, tanto la Reina del Mediodía, como los Ninivitas lo eran). Si obramos lo contrario, nos enjaularemos nosotros -caminando voluntariamente hacia la cárcel cuyo rotulo en la entrada reza: “Prisión de las generaciones perversas”.

 

Sabiduría y conversión no son dos cosas, ¡el que se convierte, ese es el verdadero sabio!

 

No hay que tener hambre de espectacularidad, sino como la reina del Sur, cruzar el mundo entero buscando la Verdadera Sabiduría. Ya desde el principio, desde la más tierna infancia de Jesús, los Magos atravesaron todas las distancias, buscándolo, porque su Sabiduría eclipsaba la salomónica. Y, la conversión, claro, es el complemento perfecto, lo único que nos falta, Él ya nos regaló -incondicionalmente- la Redención, y nos aclaró que no teníamos que merecerla con algún tipo de esfuerzo, es una Donación, como corresponde a su Misericordia, no tenemos que arrancarnos los pecados como quien se arranca la piel- quiso el Señor en su Bondad otorgarla: ¿qué podemos hacer nosotros? ¿tratar de pagarla? ¿es que habría alguna moneda que la comprara?


¡No! Lo que cabe a nosotros es la admiración deslumbrada de su Infinita Misericordia. Darnos cuenta de la enormidad de Su regalo y cantarle Canticos Nuevos. Sin quedarnos en la superficialidad del canto, sino entendiendo de conjunto el drama Divino-humano de nuestra Salvación.

sábado, 11 de octubre de 2025

LA GRATITUD Y LA FE SE HERMANAN

 

2Re 5, 14-17; Sal 98(97), 1. 2-3ab. 3cd-4 (R.: cf. 2b); 2Tim 2, 8-13; Lucas 17, 11-19

 

El secreto de la felicidad es vivir cada momento y agradecer a Dios por todo lo que en su bondad nos envía, día tras día.

Santa Gianna Beretta Molla

 

Embolsar a Dios en una carga de tierra

“Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.  ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!” (Lc 14, 13-14). Es muy difícil para los ricos entrar al reino de los Cielos (Mt 19, 24). ¡Jesús prefiere a los pobres!


La sección de 2Re 2,1 – 8, 29 gira en torno al profeta Eliseo, sucesor de Elías, a este bloque lo conocemos como “el ciclo de Eliseo”. De allí proviene la Primera Lectura 2Re 5, 14-27, «Naamán es curado de su lepra», si, vamos a la Biblia y leemos lo que sigue encontramos a גֵּיחֲזִ֖י [gechazí] Guehazí, el criado de Eliseo, (2Re 5, 20-27) que cambia su salud -víctima de la ambición- por lepra. La codicia es la enfermedad del corazón que expresa deseo excesivo buscando riquezas, estatus o/y poder. La codicia contiene en sí la semilla satánica de la idolatría. En cambio, en el desprendimiento, el corazón sano puede holgarse en la donación, vive dadivoso, ha aprendido el ABC de la generosidad. El rico no es per se malo, la maldad lo cerca como hierba-mala que mina su projimidad, y lo contamina destruyendo en él la capacidad de ser a imagen y semejanza de su Padre, que es Clemente y Misericordioso.



Naamán quiere adorar en lo sucesivo tan sólo a YHWH, pero, como es el edecán del rey de Siria, necesita el permiso de Eliseo para poderse arrodillar cuando el Rey “se apoye en su brazo” para rendir tributo a su dios en el santuario de Rimón (cfr. 2Re 5, 18). Hay gratitud por haber sido sanado, pero Naamán quiere seguir con un pie en cada barca y Yahvé es un Dios-Celoso. Es difícil entender la asociación que hace Naamán entre la tierra de Israel (tierra “pura” donde se profesa culto solo a YHWH) que él pueda trasportar a lomo de mula para construirse su propio altar de adoración y ofrecerle sacrificios, como si Dios estuviera ligado a la tierra -típica cosificación de la relación con Dios-, mientras que, sabemos por la Sagrada Escritura que ¡YHWH no está atado a la tierra sino a su Pueblo, a las personas que lo conforman! Dios es un Dios transeúnte, itinerante, nómada, que acompaña a su pueblo. Acompañó a Abrahán, acompañó a Israel (Jacob); acompañó a su pueblo en Egipto, dónde viéndolo sufrir, sumido en la esclavitud, designó a Moisés para que liderara la salida-liberación de Egipto; y, luego, los acompañó en su vagar por el desierto durante 40 años, sin perder de vista que iba como Columna de Fuego en la noche y como Nube -que les daba sombra- durante el día. además, los alimentó y les dio de beber durante todo este tiempo, los sanaba sí eran picados por serpientes con sólo mirar la Serpiente de Bronce levantada por Moisés en una asta; todavía más, les permitió cruzar el Mar sin mojarse los pies. Por tanto, Dios va con nosotros aun cuando Naamán no alcanzaba a comprender, esto y su teología lo suponía ligado a unos cuantos bultos de tierra, como si a Dios se le pudiera aprisionar, enjaular, embolsar.

 

Sin embargo, Eliseo, el profeta –la voz de Dios- no se lo impide, ni lo corrige, ni lo refuta en modo alguno. Podríamos afirmar que Dios le acepta este culto conforme con la teología de Naamán aun cuando no sea conforme con el culto que YHWH espera de los miembros de su Pueblo-Escogido. Lo importante aquí son las manifestaciones de “gratitud” de Naamán, como reza en el adagio popular “cada quien da de lo que tiene” y desde el enfoque pagano de los sirios de la época, este era el tributo del creyente a sus dioses, luego, le es aceptado y el Señor se lo recibe, lo acepta como un incienso que le es grato.

 

Reflexionemos sobre la rotunda negativa de Eliseo de aceptar el “regalo” que le ofrece Naamán, recordemos que todo amor –y el amor de Dios que sana, que salva es Amor-Ágape, o sea amor de gratuidad- no se compra, ni se vende, ya que todo amor que se comercia, que se mercantiliza es “prostitución”; el Amor de Dios sólo se puede corresponder con nuestro culto, porque “el amor con amor se paga”. El acto cultual es gesto de amor para con su Amado-Divinidad.

 

Los clientes de YHWH.

¡Adelante, la redondez de la tierra como un canasto que se sacude!

¡Ríos, aplaudid, y que se alisten las montañas,

porque ha llegado el momento en que Dios va a "juzgar" a la tierra!

¡Ha llegado el día del rayo del sol, y de la radiante nivelación de la justicia!".

Paul Claudel

 

La palabra cliente parece provenir –etimológicamente hablando- de la raíz indoeuropea klei, kli, que significa “inclinarse”, “apoyarse en”, (de hecho, la palabra clínica proviene del griego kliné, que significa cama, que también deriva del indoeuropeo “reclinarse”). Entre los romanos, cuando un fuereño llegaba a Roma “apadrinado” por un patricio, ese era un cliente, y el patricio era su patronus; castellanizado “el patrón”. Nosotros hemos venido hablando del patronato de Dios sobre unas personas a las cuales Él brinda especial protección, cuidado y defensa; los llamamos los “clientes del Señor”, se trata de los pobres, los desamparados, los marginados, los expatriados, los desplazados, los extranjeros, los explotados, los ancianos, los niños, los huérfanos, las viudas, las mujeres, en general, todos los subyugados (puestos bajo algún yugo), incluidos los enfermos de toda laya, trátese de ciegos, sordos, paralíticos, leprosos, poseídos, endemoniados.

 

La seña de la llegada de Mesías era la curación de estos incurables, de este jaez de desahuciados.  

 

Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor

Es lo que leemos en el verso 4 del Salmo que entonamos para este Domingo. En otras versiones leemos “Canten a Dios con alegría habitantes de toda la tierra, cántenle himnos con estallido de júbilo”. Es una catolicidad con in-culturación, que la religión de YHWH no es exclusiva ni excluyente, permite acceso a todos, como ya empezábamos a comprender con San Pablo: “Ya no hay diferencia entre quien es judío y quien es griego, entre quien es esclavo y quien es hombre libre, no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”. Gal 3, 28. Así todos son acogidos, todos pueden adorar a este Dios Misericordioso, cada uno con su idiolecto cultural propio (lo que quiere decir que podemos ser Iglesia, con un culto unificador –no uniformizador-; que se acogen también las expresiones propias de cada cultura, como vemos en otros ritos católicos: además del romano, está el rito copto, el maronita, el melkita, el sirio, el armenio, el caldeo, por nombrar algunos). Y con canticos y danzas litúrgicas que lejos de significar desunión, respiran con amplias bocanadas, los aires de la identidad cultural y cultual, de la unidad en la diversidad.

 

Entonces, ¿en qué reposa la unidad? Leámoslo en el Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 815: "Por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección" (Col 3, 14). Pero la unidad de la Iglesia peregrina está asegurada por vínculos visibles de comunión:

— la profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles;

— la celebración común del culto divino, sobre todo de los sacramentos;

— la sucesión apostólica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (cf. UR 2; LG 14; CIC, can. 205).


No existe ninguna llamada a luchar por la implantación de la fe a “sangre y fuego”. Y esta afirmación reviste capital importancia, puesto que, la nuestra no es una fe que se impone por violencia o por cualquier otro medio; nuestro único medio es el amor. El profeta Jeremías hablaba de “seducción” porque los medios de que se vale el Amor de Dios y el anuncio de su Palabra son similares a los que usa el enamorado para alcanzar el corazón de la amada: tiernos gestos de infinita ternura, y de dulce galantería. Nuestro error evangelizador, en más de una oportunidad, ha provenido de una concepción torcida de las vías evangelizadoras que se han tomado como de posible “imposición”. ¡Urge erradicar este yerro!

 

Aquí está comprometida la catolicidad de nuestra fe, Cat´Olon, significa universal, ¡sí! Pero, especialmente, significa, ¡no sectaria! El salmo nos convoca, más bien, a hacer notar, a llamar la atención, a ‘permitir que otros vean lo que no alcanzan a notar; que los alcance la noticia que ningún noticiario les ha hecho llegar. ¡La Buena Nueva! Por encantamiento, por enamoramiento, ¡no y nunca por la fuerza!

 

Ser-Dios significa Dios-Fidelidad

En la 2da Carta a Timoteo nos encontramos enfrentados a la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo como a uno de esos puntos nodales de la profesión apostólica de fe. Ese “punto nodal” lo es hasta tal extremo que San Pablo se vio arrastrado a llevar cadenas y hasta dar su vida. Observemos, que el encadenamiento del “evangelizador” no significa el encadenamiento del “Evangelio”. Más bien al contrario, un evangelizador encadenado le da alas al Mensaje, lo convierte en Buena Noticia, para poder compartir y hacer partícipes a otros, a muchos, de esta verdad salvífica, que nos abre las puertas a la Gloria Eterna.

 

En los versos 11 y 12 se nos muestra una simetría perfecta:

a)    Si hemos muerto con Él,                           con Él viviremos

b)    Si sufrimos pacientemente con Él,            también con Él reinaremos,

c)    Si lo negamos,                                           Él también nos negará.

Pero, abruptamente, en el verso 13 se rompe la simetría:

            “Si somos infieles, …                                Él permanecerá fiel”.

 



En el propio verso 13 se nos da la explicación teológica: porque su Justicia no es reflejar nuestra infidelidad sino continuar con ese atributo de la Divinidad; ya que si Él incurriera en infidelidad sería hombre-caído y no Dios. Por eso, “Él permanecerá siempre fiel porque no puede desmentirse a Sí mismo” actuando al contrario de lo que Él es, porque la naturaleza de Dios es Fidelidad.

 

Agradecidos – vs- ingratos

«Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno».

San Josemaría Escrivá

Camino #268

 

 

El tema tratado en el Evangelio es la celebración del agradecimiento. Un agradecimiento dirigido a Dios: “Alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias.” Lc 17, 15b-16a. Pongamos el foco en la palabra εὐχαριστῶν eucaristón del verbo εὐχαριστέω [eucharisteo] “dar gracias”, “recibir con gratitud”, “agradecer”, donde distinguimos una clara consonancia con la palabra Eucaristía, “Acción de Gracias”. Miremos la raíz χαρισ [charis], (χάρις, ιτος, ἡ) «este término “de la gracia” –“charitos”. Viene decharis”, gracia, de la que derivachará”, alegría, y también la palabra “gratis” usada por Pablo para indicar la acción de Dios que perdona al pecador sin ningún mérito suyo»[1]


Sentimos que la gratitud no es ningún “chip” que uno ya trae en la cabeza, como se ha dado en decir. La gratitud se aprende y se aprende en el hogar. ¡Si, en el seno familiar! Si todo se recibe, sin merecimiento y sin gratitud, se crece creyendo que se “es mejor que sus padres”, y “mejor que todos los demás”. Esto trae como consecuencia pensar que todos están obligados, que todos deben darle, que el mundo y, hasta Dios mismo, tienen que “servirle”, tenerlo contento, darle gusto; si no, … viene la convulsión. A este gremio de los que piensan que “se les debe todo” pertenecían nueve de los diez leprosos. Sólo uno de ellos estaba alfabetizado en el significado de la gratitud y se sintió llamado, es más, quiso expresar, externalizar la “alegría de su corazón” por el “favor” recibido. Precisamente porque pudo reconocer el “don” recibido”. Ya en otras ocasiones nos hemos referido -lo que también nos priva de la gracia y de la gratitud- a quienes buscan milagro con pistola; sin dudar, pretenden chantajear a Dios, coaccionarlo para que obre a su favor, no falta el que lo amenaza, y –alguna vez lo mencionamos- hasta dejan la Iglesia y abandonan su fe, porque Dios no les dio gusto.

 

«Él, por tanto, se presenta como Aquel que viene a manifestar en el hoy de la historia la cercanía amorosa de Dios, que es ante todo obra de liberación para quienes son prisioneros del mal, para los débiles y los pobres. Los signos que acompañan la predicación de Jesús son manifestación del amor y de la compasión con la que Dios mira a los enfermos, a los pobres y a los pecadores que, en virtud de su condición, eran marginados por la sociedad, pero también por la religión. Él abre los ojos a los ciegos, cura a los leprosos, resucita a los muertos y anuncia la buena noticia a los pobres; Dios se acerca, Dios los ama (cf. Lc 7,22). Esto explica por qué Él proclama: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!» (Lc 6,20). En efecto, Dios muestra predilección hacia los pobres, a ellos se dirige la palabra de esperanza y de liberación del Señor y, por eso, aun en la condición de pobreza o debilidad, ya ninguno debe sentirse abandonado»[2].


Queremos subrayar cómo acoge Jesús esta gratitud: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. ¿Qué se entiende?, que el Samaritano (siempre un extranjero, considerado ajeno al judaísmo oficial), tiene fe, que Jesús lee esa fe en su gratitud, que los otros nueve no tenían fe y, en consecuencia, aunque quedaron limpios no lograron nada más, lograron una cosa pasajera, momentánea, algo que no les iba a durar mucho; en cambio, el Samaritano logró un bien eterno. “La Salvación”. La gratitud brota de la consciencia de haber sido sanado por la intervención de Dios, no por ninguna otra causa, quizás lo otros nueve creyeron que se habían sanado porque sí, creyeron haberse sanado como el que piensa que la afección se “envejeció” y se acabó, porque se murió: “yo sabía que era cuestión de esperar y me iba a mejorar”; no, este samaritano viene a agradecer porque reconoce el poder de Dios en acción, reconoce su salud como la obra de Jesús: ¡eso es lo que Salva!

 

Los nueve se creían dueños de la salvación, sólo necesitaban una sanación corporal, pero en el plano espiritual, eran “dueños de dios” (aquí ponemos “dios” con minúscula, porque, de Dios, nadie puede arrogarse ser propietario). ¿En nuestra ingratitud puede suponerse que también somos de la estirpe de los nueve?


 
¡Diez leprosos se curaron, pero uno solo se salvó! (Primo Gironi)

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 



[1] Martini, Card. Carlo María. LAS CONFESIONES DE SAN PABLO Ed. San Pablo 6ta reimpresión Bogotá – Colombia 2005 p. 127

[2] León XIV DILEXI TE. Roma 4 de octubre de 2025. #21

viernes, 10 de octubre de 2025

Sábado de la Vigésimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario

 

Jl 4, 12-21

Sólo nuestras Biblias se distribuyen así, con el capítulo 3 formado con solo 5 versos, y el capítulo 4 con 21 versículos; en otras ediciones, el profeta se silencia después de Jl 3,21.

 

Que sabor tan esperanzador y tan reconfortante, realmente -aún con su estilo apocalíptico- es una perícopa “consoladora”. Como algo coincidencial, se trata del Valle de Josafat -que es llamado, aquí, con el nombre: “Valle de la Decisión”, algunas traducciones ponen “Valle de la Poda”. Previamente se ha predicho que allí -llegado el Día del Señor- YHWH los reunirá y desde su Tribunal, los someterá a Juicio y su suerte quedará echada. No se hará por medio de debates acusatorios y defensivos, sino que cada cual aportará las “constancias” y las “evidencias”, pondrá la vida -como decidió vivirla- y colocada en la “Balanza”, casi que automáticamente se verá, lo que marque la “manecilla”. Allí se dan -como marco circunstancial-, una serie de fenómenos tectónicos inconfundibles -preámbulo y aviso de hallarse en una sección apocalíptica:

a)    Se oscurecerán el Sol, la Luna y las estrellas.

b)    Rugirá el Señor en Sion, gritará en Jerusalén

c)    Temblaran los Cielos y la Tierra.

d)    Abrigará a su pueblo y será refugio para los Israelitas.

e)    Las montañas y las colinas rezumarán vino y leche.

f)     De la Casa del Señor brotará una Fuente que regará el Valle de Sitín

g)    Egipto y Edón -los que se ensañaron con Judá- serán una desolación y un desierto solitario, respectivamente.

 

Los versos 9-10 van en contrahílo de lo profetizado por Isaías quien auguraba trasformar las espadas en arados y las lanzas en podaderas. Aquí, por el contrario, encontramos una convocatoria a la “guerra santa”.


En cambio, Judá y Jerusalén -voz consoladora para el pueblo judío- estarán pobladas para siempre. Esta profecía concluye vaticinando derramamiento vengativo de sangre para los que violentaron a los judíos.

 

Sal 97(96), 1-2. 5-6. 11-12

Con una ágil pincelada el salmista pinta al Señor ejerciendo Justicia desde Su Tribunal: en la tierra hay alegría, por todos los rincones del planeta hay jolgorio. El Señor que es indescifrable e incomprensible para los humanos, permanece envuelto en ese misterio que lo esconde como “nube y tiniebla”; pero -se alcanza a notar que- los cimientos de su Trono son la Justicia y el Derecho.

 

Es un salmo del Reino, por eso, Él está en su Trono-Tribunal. Se reitera la universalidad de la convocatoria, todos llamados, todos están invitados. Se realiza su Realeza, precisamente apelándolo como Rey, como Santísimo, como Altísimo Señor. ¡Su Real Majestad!


Toda la tierra y todos sus elementos y sus potencias se dan cita. Hasta las montañas, se derriten como cera, porque la Fuerza del Señor es Fuego de Forja que funde. Delante de Él van los Querubines, la tierra toda tiembla, el cosmos se estremece. El orbe deslumbra bañado en relámpagos.

 

El amanecer contiene Luz de “alegría” y gozo para los “justos”. Los que se han mantenido fieles, regocíjense en la celebración de su Santo Nombre.

 

Así como la mujer de Lot quedó como terrón de sal, así sean petrificados los que idolatran estatuas. Las deidades paganas, terminarán -ellas también-, dando culto al Verdadero Dios, y se derretirán para poderse postrar

 

Que entren en alianza todos los Justos de la tierra; no herirán a nadie, su oficio será hacerse coral de Paz que Alabe y Bendiga tanta Bondad como derrocha el Dios de Justicia, el Dios Amado.

 

Lc 11, 27-28

Normalmente extendemos nuestros halagos y nuestro reconocimiento a los parientes cercanos de cualquier triunfador, de cualquier exitoso, del que ganó el concurso, del que fue electo, del designado a la gerencia. También, a su paso, se escuchó la voz de una mujer que decidió halagar a María por ese Hijo que conducía a muchos a Magnificar el Santísimo Nombre.


Aprovecha Jesús para plantear y fundar un nuevo enfoque. No hay que bendecir los lazos de carne y sangre; hay que considerar otro esquema de hacerse pariente, de ser cercano, hay otros vínculos más fuertes, que unen más, que nos consolidan definitivamente como “familiares”.

 

Enseñando esta nueva genealogía que Él quiere establecer, señala que -cuando se habla de Dios- el Verdadero parentesco es el del acatamiento de la Voluntad del Señor. Imagínense ustedes sí después de “comerlo” como Pan Venido de los Cielos, no nos asimilará a Él, haciendo que nuestro ADN espiritual, quede marcado y entre a transformarse en lazo de Carne y Sangre.

 

Ser madre o padre de tal o cual hijo es un adorno que retribuye la hija o el hijo, pero explorándolo más a fondo, es un regalo Celestial. Uno cuando mucho, podrá envanecerse del buen ejemplo que le ha dado o de los costos que pagó en la institución donde desarrolló sus habilidades. Pero lo que uno hace con lo que se ha recibido, tiene -como merito- haberlo aclimatado a nuestra vida y a nuestras condiciones personales y el haber superado las dificultades y tropiezos que pudieron surgir para alcanzar la meta.

 

Pasemos a pensar -en un mundo dónde nos cuesta tanto escuchar, donde el egoísmo es tan recalcitrante que nos vuelve totalmente impermeables al otro -evidenciado, por ejemplo, en la atención que podemos darle al televisor, al teléfono, mientras que el “prójimo” es invisible e inaudible. Si no podemos “escuchar” -que una y otra vez acentuamos que es mucho más que oír, porque esto último queda en un plano de superficialidad; mientras que la escucha, es la capacidad de trasladar los mensajes hasta el centro de nuestro propio corazón, y allí, atesorarlo- ese entrenamiento no lo hemos incorporado; nuestra cultura no educa para la “competencia de la escucha”, por el contrario, queremos que todo se diga, se haga, se enseñe, se produzca por un efecto circense de espectacularidad; hasta el límite que el “docente” debe aprender a ser “contorsionista” para desatar al atención y el interés del “dicente”. Luego, decimos: ¡es que la Misa es tan aburrida! ¡con razón a los jóvenes no les gusta! Por favor, padre, ¿no podría usted iniciar la predicación en una motoneta haciendo algunas acrobacias que despierten a su público?

 

Y a Jesús, ¿qué le decimos? ¡Basta, basta ya de parábolas! ¡Queremos imágenes con efectos especiales! No tanto bla-bla-bla. Nos gustaría verte dar un salto triple; no creeríamos en Ti, pero te aplaudiríamos tres minutos, para después olvidarte.

 

Cuántos venimos muy honestamente a aconsejarle a Jesús que contrate unos asesores de imagen que promuevan su campaña, porque -nos parece que es urgente que- cambie de “imagen”.

 

Si uno se pone a “contemplar” a Jesús y quiere asumir una actitud de honesto discipulado, no tiene que preguntarse cuál es la técnica y la mezcla exacta de palabras y gestos para poder obrar un milagro; tiene que aprender a “escuchar”, como Él hace siempre respecto de su Padre. La materia esencial del cristianismo está en el equilibrio entre Escucha y Projimidad.

 

Aún hay más. La Escucha, es el paso primario de la Projimidad. Si aprendo a escuchar, no mucho después estaré obrando con la más sincera “projimidad”. Hay muy poco que podamos hacer para lograr la maduración espiritual, pero hay algo que -modestamente-  nos hará progresar y nos pondrá a disposición la “escala de Jacob”, y esa es, la escucha, de Dios y del prójimo.


Hoy, en la perícopa leída, Jesús parece estarnos diciendo: «¿sabéis por qué Mi Santísima Madre es paradigma de la Iglesia? porque todo cuanto escuchó y todo cuanto escucha, va primero a su Corazón, y allí lo atesora”.

jueves, 9 de octubre de 2025

Viernes de la Vigésimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario


 Jl 1, 13-15; 2, 1-2

Hoy y mañana daremos una mirada al profeta Joel quien habría ejercido su profetismo en algún momento entre el reinado de Joás, previo el año 850 a.C., y el regreso de la tribu de Judá de su cautiverio en Babilonia 540 a.C. -es un periodo de incertidumbre suficientemente amplio; muchos estudiosos lo precisan coetáneo de Esdras y Nehemías. Joel era un estudioso de la Biblia, leer esta profecía es encontrarnos con un extenso conocimiento de los Libros del Tanaj.

 

Atención, miremos esta profecía y nos vamos a dar de bruces con una enorme sorpresa: Joel no le achaca al pueblo de Israel ningún pecado. Vale la pena leer este Libro concienzudamente y estar atentos a esta perspectiva. ¿Cómo puede desarrollarse un Libro profético sin restregar en la cara del pueblo sus “fechorías”? ¿No es un rol esencial del profeta la “denuncia” para provocar la “conversión”? Se anuncia que algo va a pasar, y se llama al ayuno y a la penitencia, pero sin especificar causal atribuible al propio pueblo. Hay un categórico llamado a la penitencia, donde los primeros convocados son los sacerdotes; enfatizando la urgencia de no “rasgarse las vestiduras” haciendo del acto penitencial una exhibición, sino de ir a la penitencia “interna”, un arrepentimiento de corazón, ceniza y sayal interior, no exterior.

 

Los capítulos 1 y 2 -de los que proviene la perícopa de hoy-, tienen por pivote la idea del “Día del Señor” que, como él dice, será día de oscuridad y negrura, día de niebla y oscuridad. La penitencia que se pide es preparatoria, precisamente porque el Día del Señor se acerca. El Día del Señor está simbolizado por un ejército de langostas, que marchan, aproximándose.

 

Pero, el Día del Señor no es un día espantoso para los Israelitas, porque el עֶלְיוֹן [Elyoun] Altísimo traerá en aquel Día, la Victoria decisiva de Israel.

 

La razón para que esta perícopa sea parte de la liturgia del Miércoles de Ceniza es, precisamente, porque no son sólo culpables los laicos, los fieles, los indiferentes, los agnósticos y los que se pretenden ateos. Urge que todos por igual nos adentremos en esta liturgia penitencial: ¡todos -de una manera u otra- hemos fallado nuestros deberes con las Alianza! Los que vienen -penitentes- conforman un gentío innumerable, luego, veremos que se trata del ejército de langostas que lo cubren todo, como un chorreón de tinta que se va expandiendo por las montañas hasta adueñarse de todo el mapa.

 

Frente a la concepción del pecado como mancha trans-generacional, se dio un paso enorme al reconocer la responsabilidad personal como causal única para la imputabilidad del pecado. Esto se llevó a tales extremos que paso a desconocerse la gigantesca responsabilidad que cabe a la comunidad como difusora del contagio endémico del pecado. Podemos pensar en la apología social que se hace de la violencia, con la que sucedió análogamente con las bebidas alcohólicas y con el tabaquismo, considerándolos -sencillamente- como unas actividades de socialización; fue sólo cuando sus secuelas repercutieron en el bolsillo de las empresas prestadoras de servicios de salud, que se revirtió el proceso y se tuvo que presentar tales “divertimentos” como actividades menos “sanas” hasta tener que declararlas, francamente nocivas.

 

Ha sucedido, como en Norteamérica y otros países, donde el negocio armamentista reporta tan jugosos márgenes de rentabilidad que el mito de las armas que generan “seguridad” se ha volteado contra la propia sociedad, pero todavía los fabricantes y distribuidores no se dan por vencidos. Inclusive en muy álgidos momentos de guerra mundial, no pierden la oportunidad de difundir sus películas de bombardeos e invasiones y mostrarnos sus ficciones guerreristas ¿será que en temporadas así se venden más armas? Y ¿de dónde salen todos estos misiles, aviones de guerra y armas de alta tecnología que se usan en estas guerras? ¿Qué cuesta más -monetariamente hablando- los armamentos o los entierros? Y ¿los tratamientos psiquiátricos de todos esos combatientes que vuelven con “stress post-traumático” o físicamente disminuidos ¿quién los costea? (No lo sabemos con certeza, pero nos parece que el erario público los costea).

 

Sin embargo, no hay que preocuparse mucho de eso (dicen ellos) …  con tal que las ventas de armas suban, eso ¡genera empleos! No sabemos, suponemos que todas estas son “piezas” que configuran la cultura de la muerte.

 


El punto está en que, estas mitologías configuran una responsabilidad social y comunitaria del pecado (el pecado social que siempre tiene atrás la responsabilidad individual de los que colocan las fichas para que caigan en serie). La responsabilidad por un cierto y determinado pecado, -que es personal- tiene ahora, gruesas raíces en la responsabilidad de la comunidad que ha decidido “comulgar” y sostener en su seno, esa falsedad que justifica cierta falta de hermandad, cierto perjuicio a la “projimidad”. Los que han estado detrás de ese engaño, tiene que asumir las consecuencias del daño que se está promoviendo. Esa añagaza, no pasará impune para el Señor, que es un Dios Justo: “El Señor juzgará el Orbe con Justicia”. No vayan a creer que el Señor dilata la sanción para que el deshonesto y el impío salgan airosos, pretextando vencimiento de términos”

 

Sal 9, 2-3. 6 y 16. 8-9

La primera estrofa de esta perícopa: da gracias, proclama las maravillas que obra el Señor, se alegra y se regocija con Dios; hace de su himno un cántico y lo musicaliza.

 

Los que tejen artimañas quedaran irremediablemente sepultados; Dios reprende a las comunidades que donan su complicidad con el pecado, hará arder en el horno a los que enseñan las rutas del pecado haciéndolas pasar por derroteros justos, y su apellido jamás se volverá a pronunciar. En el mismo cepo que diseñaron, quedará trabado su pie.


Dios puso su Tribunal, no para dejarlo ahí abandonado -como elefante blanco- Él Rige no desde un trono, sino desde la “Sede de la Justicia”, está allí para aplicarla rectamente, a todos -hay quienes se engañan pensando que tienen “coronilla” para pasar por delante del Tribunal, agachados, por debajo de la cuerda; ¡no es así, todo el que cruce tendrá que poner su “Confesión” en el Altar de YHWH, que es Misericordioso por sobre todo, pero no olvida el Mal que hayas causado a tu hermano, y más aún, si ese hermano es un “débil”, uno de sus “pequeñines”, de sus “favoritos”.

 

¡Nadie piense que Dios se la va a pasar, encubriéndole el daño causado a un hermano! Todo el Orbe, está sujeto a su Justicia, con mayúscula.

 

Lc 11, 15-26

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, vaga por lugares desiertos, buscando reposo, y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando la encuentra barrida y adornada, entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, que vienen y toman posesión de la morada.

Papa Francisco

Jesús, por medio de esta liberación del poseído, da una de las más contundentes evidencias de su Divinidad. ¿De qué otra manera podría -con toda eficacia- mandar salir al demonio? De otra parte, es bien ilógico, pretender que con la colaboración del propio jefe de los demonios lo iba a expulsar. ¿Cómo iba a someterle sus esbirros el mismísimo demonio, o por cuál ventaja?


Jesús establece un criterio de juicio muy clarificador y muy a propósito para hacer el discernimiento: «El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama». Eso es la que hace el Malo, nos dispersa, nos disgrega, en vez de acercarnos y sentar los fundamentos para alcanzar la unidad, se esmera y se desvela, estableciendo separaciones, creando barreras, alimentando la confusión. ¡Mirada atenta! Esto no significa que no haya ciertas diferencias, que no haya -a veces ópticas contrapuestas- pero eso no significa que seamos enemigos, sólo significa que estamos ubicados en ángulos diferentes, que no nos dejan ver lo mismo, pero estas discrepancias, aparentes, dan como resultado ópticas complementarias, no enemistad.

 

Tampoco tiene que ser nuestro oficio -como algunos se empeñan en hacer creer- que nuestro deber está en maximizar estas divergencias para llevarnos cuanto antes a la conflagración (esos son los que fomentan la polarización). Hay brechas que, en vez de ahondarlas, deben ser subsanadas, deben rellenarse para permitir el acercamiento de doble vía.

 

Por amor de Dios, no hagamos de una fisura un abismo, como no se debe creer que una gota es un océano completo.

 

Pero, así como no es conducente inventar discrepancias o maximizarlas; tampoco es sano, ignorar las incompatibilidades o suponerlas superadas: cuando las hay, las hay, y lo necesario -en tal caso- es trabajar sobre ellas para llegar a zanjarlas si fuera posible. No se trata, de ninguna manera, de engañarnos sobre la situación real, ni tampoco llegar a confundir un ideal con la apreciación madura y equilibrada de la fase por la que estamos atravesando.

 

Evidentemente no podemos pactar con los demonios; pero, tampoco podemos demonizar a diestra y siniestra, lo que nos convertiría en “desparramadores” profesionales.


La contundencia del exorcismo debe ser tal que el liberado no se vaya a convertir en “hotel” de muchos demonios, porque el que lo poseía, le haga propaganda de haber sido “vivienda confortable” del que antes lo poseyó. Ese es el motivo de que los exorcistas “verdaderos” sean elegidos por el Obispo del lugar y es el Obispo quien le entrega la delegación eclesial. Esta claridad es oportuna tenerla, para no caer en las manos de expulsadores-comerciantes, que no liberan, sólo acondicionan el “hotel” para poder recibir otros siete “inquilinos”, peores que el anterior.