2 Cor 6,1-10
No demos motivo de escandalo jamás
San
Pablo empieza, hoy, explicando -en una sola expresión- cuál es el papel que
desempeñamos y que Dios, con su Convocatoria, nos ha regalado comisionándonos
una misión. ¿Cuál es? ser “colaboradores en la obra de Dios”. Συνεργοῦντες [Sunergoytes] significa precisamente “el que trabaja junto
con uno en la misma labor”, “el que colabora”, “el que tiene un profundo
espíritu de pertenencia y se identifica con los ideales de la empresa”, “el que
ayuda poniendo en ello alma, vida y sombrero”. Y, ¿en qué colabora? ¡en la
empresa de Dios”, en el “trabajo divino”. Esta palabra se deriva de συνεργέω
[sunergeo]
“cooperar con alguien en muy estrecha relación”. (Pienso -para ilustrar el
concepto- cómo le metían el hombro todos y cada uno de los miembros de la
familia de Noé a la construcción del Arca, ahí está la clave de ese relato, no
en quedarnos mirando alelados el barquito y abrir los ojos, como platos,
mirando -ingenuamente- el zoológico flotante. ¿Por qué no nos sorprendemos más bien
de la laboriosidad cooperativa para construir el Arca?). La sinergia es el
espíritu de la sinodalidad.
¿Cuál
es ese tiempo ¿Cuándo es eso? ¿En qué fecha? Precisamente ahora, este
es el “momento oportuno”; este es “el Día de la Salvación”. ¿Qué significa “día
de Salvación”? ¿Un Día en que Dios viene con su ejército a implantar un
reinado? O ¿el Día que nos empeñamos -por fin- en tocar conjuntamente la
partitura de esa Gran Sinfonía que se llama Conversión? Como hormigas que se
mueven y actúan juntas en una colonia, organizadas y trabajando en conjunto por
un objetivo común.
Para eso somos convocados y “contratados”
para actuar como διάκονος [diakonos]. Nos encanta llamar la
atención que esta palabra cobra su significado de aludir a una persona que, al
hacer su oficio de limpieza, lo hace con tal dedicación y prolijidad que
levanta una nube de polvo, diá, "a fondo" y σκόνη [skone] "polvo": ¿Se han fijado cómo, -en un día soleado- al hacer el aseo se
levanta un ballet de polvillo? Siempre se levanta, pero sólo cuando está
soleado, vemos -por el efecto Tyndall- las partículas que dispersan la luz,
haciendo que el haz de luz sea visible y en él, el torbellino del polvillo. Pues
esa es la etimología de la palabra diacono. ¡Diligentes y dedicados! Así, con
ese par de palabras podemos descifrar el alma del diacono.
Y
sigue diciendo: si hacemos algo malo afectamos el prestigio de nuestra tarea, o
sea que, dañamos la fama de Dios: he ahí el problema, lo malo que hagamos
perjudica el Renombre del Rey del Cielo. Por eso, en todo momento y en todo
cuanto hagamos, testimoniemos el Nombre Santo de Dios.
Lo
cual nos exige un elenco de virtudes que aquí se nombran:
Soportar con mucha
paciencia los sufrimientos
También las
dificultades
Y no se diga las
necesidades que pasamos
Así como las
dificultades que se nos presenten
Sean azotes
Encarcelamientos
Alborotos y motines
en contra nuestra
Trabajo esforzado
Desvelos y
Hambres
Pero
la lista no concluye allí, aún falta nombrar 9 situaciones en las que Pablo ha
probado demostración de fortaleza y paciencia en el curso de su apostolado
Demostrar nuestra
pureza
Porque contamos con
el conocimiento de la verdad
Por nuestra
tolerancia
Y también por
nuestra bondad
Porque dejamos
trasparentar que tenemos en nosotros el Espíritu Santo
Y por la sinceridad
de nuestro amor.
Por la verdad que
estructura nuestro Mensaje
Y porque es
evidente que Dios está con nosotros
Ninguna arma
diferente a la rectitud está en nuestras manos. Se dice que, tanto para el
ataque como para la defensa, que si se traduce al pie de la letra dice “las
de la derecha y las de la izquierda”; esto siempre alude a que el guerrero
lleva la espada en la derecha y el escudo en la mano izquierda.
Y,
a continuación, se muestra nuestra definición -lo que caracteriza a un
verdadero agente de pastoral- con seis oximorones:
Como impostores que
dicen la verdad
Como desconocidos,
siendo conocidos de sobra
Como moribundos que
vivimos sentenciados nunca ajusticiados
Como afligidos,
pero siempre alegres
Como pobres que
enriquecen a muchos
Como necesitados,
pero poseyéndolo todo.
Quiere
decir que se nos visualiza exactamente como lo contrario de lo que realmente somos
(lo que pasa es que ese es su estilo de ataque: calumniarnos), cuando se nos
mira con los ojos del mundo, para que el mundo nos vea así, para
desprestigiarnos.
A
esto estaba convocando San Pablo a los corintios: Esta perícopa la podemos
visualizar, globalmente, como un Manual de Instrucciones para poder colaborar,
hombro a hombro con el Señor en la edificación de su Reino, y actuar con
diaconía en medio de ese ambiente de sinergia, del griego συνεργία
[synergía] 'cooperación'.
¡Pablo nos ruega que no dejemos pasar esta oportunidad que Dios nos propone!
Sal
98(97), 1bcde. 2-3ab. 3cd-4
El
salmo se ocupa de saludar la llegada del Mesías, el Rey incuestionable de toda
la tierra no sólo de Israel, sino, además de las que aquí se llaman las
“islas”, con lo que se quiere nombrar el resto del mundo, fuera de Israel.
Observemos
que Su reinado no está acompañado de bombas, ni del sonido de bombarderos, ni
de drones, ni de misiles. Hay un fondo musical de carnaval, de jolgorio, los
instrumentos que se mencionan hablan de dicha, no de destrucción y muerte. Nada
permite pensar que haya dolor y llanto de niños y mujeres. En esta
instrumentación, todo son citaras, clarines y trompetas. El que viene es el
Propio Señor y Rey.
¿Cómo
va a ser la regencia de este Gobernante? ¿Traerá atropellos y vejaciones? ¿Sus
armas serán denuestos y maltratos? ¿Acaso basará su dominio sobre
arbitrariedades y desafueros? Consultemos el salmo, a ver qué nos dice:
Justicia, Misericordia y Fidelidad, es lo que traerá.
Tengo
que entender que mi inteligencia es lenta para captar: No me doy cuenta que el
Señor sale -a lo largo del día- a contratar diáconos, que le ayuden en su
viñedo: desde muy temprano en la mañana, a las nueve, al mediodía, a las tres y
a las cinco (cfr. Mt 20, 1-16); y me viene a la mente la recomendación de San
Pablo: “¡que no dejemos pasar esta oportunidad que Dios nos propone!
Me
cuesta trabajo aceptar la contratación porque siempre espero que me venga a
llamar un “Emperador” y me cuesta distinguir este sencillo “Carpintero” que me
llama.
Me
contrata para trabajar en la viña, pero también quiere usar mis labios y mi
garganta para reproducir el llamado, y para entonar los canticos motivadores,
animadores, entusiasmantes. Ambas cosas, las manos y la garganta se han de poner
al servicio de Su “Obra”. ¡Sin dejar de lado la alegría desbordante!
Mt 5, 38-42
Remontarse por sobre
la Justicia como venganza
Ojo por ojo, solo acaba dejando ciego al mundo
entero.
Mahatma Gandhi
El Señor Jesús nos sigue guiando hacia la
plenitud de la Ley. Hoy tomará la que en el Primer Testamento es la “Ley del
talión” (Cfr. Ex 21,23-25), que fue un enorme progreso en Acadia y Babilonia
como cortapisa de la vengatividad, poniendo freno a la sed de retaliación bloqueando
que se llevara la sentencia más allá del daño causado, sino tratando de
equilibrar el daño con su contra-paga, el castigo. Y que, sin embargo, fuera de
ser un intento de contención, lo que hacía era coger un mal y sacarle una
fotocopia, para no tener un solo mal sino su doble (su principio se basaba en
la tabla de la multiplicación: la Justicia sería la fabricación de otra
“injusticia”), de sentido contrario, con la ingenuidad de que la una
contrarrestaría la otra, idealizando que tal era la solución, muchos siguen
idolatrando esa fantasía, suponiendo que así se logrará restañar la herida, y
sin visualizar que eso solamente continua la “serie en cadena”. Sacan el pecho
y hablan de desalentar a otros que quieran repetir la afrenta, y quieren, -tapándose
un ojo-, pensar que, contra toda evidencia, la cadena de males se interrumpirá.
Hay un punto de soldadura que nos ofrece
Gandhi, entre la Primera Lectura y el Evangelio de hoy: “Lo que se obtiene con
violencia, solamente se puede mantener con violencia”.
La Ley perfecta de Jesús no consiste en
enfrentar los agravios con violencia, miremos las pautas que Él nos da:
a)
Su alguien nos
abofetea la mejilla derecha, la propuesta consiste en ofrecerle la otra mejilla
para que pueda asestarnos su revés.
b)
A quien quiera
adueñarse de nuestro manto, démosle también la capa.
c)
Si alguien nos
impone acompañamiento por la distancia de una milla, vayamos junto con él, dos
millas.
d)
Si alguien nos pide,
¡démosle!
e)
No le saquemos el
cuerpo a quien nos pida un préstamo.
Se trata pues de un total desprendimiento, de manera tal que, aquel
que pretenda nuestra viña, la pueda tomar, sin necesidad de calumniarnos ni de
conducirnos a la lapidación.
Quien tiene, siempre será objeto del envidioso. Las posesiones siempre estarán sujetas a la codicia ajena. La injustica estará pronta a gatillarse en toda cultura que se cimienta sobre la posesión. Sólo el desapego es invulnerable.
El Reino se tiene que basar sobre el desprendimiento y la
generosidad. Solemos decir que Dios no se deja ganar en munificencia, como para
decir que es demasiado arduo, para el ser humano promedio, vivir en el marco de
la divina prodigalidad generosa. Y, al volver los ojos al Crucificado,
descubrimos una religión y una cultura de la “entrega”: Hasta la perfección de
la donación.
Aun cuando lo hemos cubierto por pudor con un trapo para ocultar su
recato, para hacer sus imágenes pudorosas; lo cierto es que lo entregó todo,
hasta su desnudez. Para usar de la fórmula manoseada “hasta Su Última Gota de
Sangre” y era ¡Sangre Divina!
Por mucho que nos incomode, esa es la perfección que Jesús nos
entrega, esa es la asombrosa valentía que aquel muchacho acomodado asumió como
paradigma de su vida y que tanta admiración nos provoca, estamos pensando en
San Francisco de Asís.
El cínico, que es uno de los crueles del género humano, lo que primero
saca del baúl de la concupiscencia (que se ha promovida bajo el subtítulo de
“justicia”), nos espeta: ¡Pues venga y le quitamos a usted todo, y después nos
cuenta!
Nietzsche nos reprochaba estar en una religión de esclavos. Porque
su propuesta apuntaba hacia la fuerza, la arrogancia, el poder. No puede
descifrar nada en el fondo de la fuerza verdadera que implica una cultura de la
debilidad, ¿qué podría decirle a él, la donación voluntaria, el abandono, la
mansedumbre? A todos, estas líneas del Evangelio Mateano nos cuestionan muy
hondamente, sabemos que se nos está hablando de algo novísimo, que -en
realidad- todavía no se ha ensayado. ¡Qué reto!
¿La interpretación del filósofo estaba totalmente desviada? Pues,
nos parece que, él era, más o menos consciente de la situación que se podía
introducir por debajo del intersticio de la humildad y la mansedumbre: la
oprobiosa dictadura, aquellos que -so capa de redención- buscarían mantener su
prepotencia, promoviendo el sometimiento: Sea servil para poder inyectarle la
sumisión. La humildad para todos, que yo me encargaré de manejar el monopolio
de la “obediencia”. Se trata -nada más ni nada menos- que de la idolatría del
“acatamiento”.
Observemos que le pidió la Serpiente a Jesús en el desierto:
que esas piedras se conviertan en panes
tirarse del punto más alto del templo y
ordenarles a los ángeles que Lo salvaran
póstrate para adorarme
Satanás
quería someter el Señor bajo su tiranía. La serpiente, ¿qué nos pide hoy por
hoy? ¡Que vayamos al arsenal a buscar pertrechos!
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