Hch 19, 1-8
El tercer viaje también
comienza en Antioquia de Siria, pero termina en Jerusalén, probablemente contra
la voluntad de Pablo que era la de llevar el resultado del trabajo comunitario
internacional de solidaridad y acabó preso.
Lucas hace de Éfeso una
etapa del tercer viaje. Antes de mostrar a Pablo allí, habla de Apolo, africano
de Alejandría “catequizado” en Éfeso por Priscila y Aquila.
José Bortolini
Del
18,23 – 21,19 nos ocuparemos del Tercer viaje, esa será la temática, o sea, que
de esta etapa nos vamos a ocupar estos tres días, hasta el miércoles,
inclusive. Luego vendrá, la “Pasión de Pablo” que ocupa, en hechos, desde el
21,20 – 28, 31, valga decir, hasta el final, lo que trabajaremos del jueves al
sábado, los otros tres días Pascuales, los que nos llevan directamente hasta la
conclusión de este tiempo Pascual coronado con Pentecostés, (cuando leeremos,
con una mirada sintética de todo el Libro de los hechos, la perícopa 2, 1-11
que redondea la entrega prometida del Espíritu Santo a la Iglesia que lo
requiere como guía; ese es el episodio culmen). Luego, retomaremos la Segunda
parte del Tiempo Ordinario, en le Décima Semana del Tiempo Ordinario.
Apolo
-que tenía solo una comprensión parcial del Evangelio- se quedó en Corinto,
Pablo -con algo así como 47-49 años- avanzó hasta Éfeso, que era -en aquel
tiempo- una ciudad importantísima, un significativo centro comercial, cultural
y religioso de la antigüedad, el segundo después de Alejandría-; todo esto nos
parecerá extraño, cuando hoy, de Éfeso sólo queda, un sitio de turismo
arqueológico y cultural, con sus ruinas bien conservadas, eso sí, de la cual
particularizaremos el templo de Diana -tenido como una de las 7 maravillas del
mundo antiguo-, a orillas del mar Egeo. Encontró allí unos discípulos (en
número de 12) a quienes preguntó, si habían recibido el Espíritu Santo. Y
ellos, ni siquiera habían oído esta combinación de palabras. Πνεῦμα Ἅγιον [Pneuma
Agión] ¿Espíritu
Santo? ¡Ni nos lo han mencionado! Estas personas estaban detenidas en cierto
punto de su desarrollo espiritual, si cabe hablar así…
Sólo
conocían el bautismo de conversión al que convocaba San Juan el Bautista: este
ritual de conversión convidaba a experimentar pesar por haber pecado, lo que
traduce la palabra arrepentimiento. Acto seguido, San Pablo les completa su
Iniciación Cristiana, y les concede la imposición de manos. En estas acciones,
podemos rastrear el Sacramento de la Confirmación -que completa la iniciación
cristiana, como prolongación de la responsabilidad del Bautizado, que además
tendrá a su responsabilidad el anuncio del Evangelio, después del bautismo. Es
urgente entender que no se trata de una segunda dosis de Espíritu Santo, sino
de una delegación y un envío, que es el significado de la Imposición de
manos, lo que hace de este un Sacramento diferente del Bautismo; se entrega al
Confirmando una misión muy específica: darse cuenta que la vida en la Iglesia
es más que atesorar le fe en el corazón, es sentir la urgente necesidad de
proclamar a otros la grandeza y la belleza de Creer en Jesucristo como
Salvador. Es compartirles a los hermanos el don recibido. Este Sacramento bien
merece llamarse de “la adultez cristiana”, -ya no se nos trata como niños
dentro de la Iglesia-, ahora, además, se nos reclama una respuesta y un
testimonio: hemos de asumir nuestro ser de discípulos y misioneros, este es el
Envío, que es el significado de este impulso sacramental. ¿Qué pasó?, ¡tuvieron
su propio Pentecostés! ¡Hablaban en lenguas extranjeras, y profetizaban!
El
Espíritu fue derramado sobre ellos con efusiva prodigalidad, que los llevó a
exultar (saltar hacia afuera), a asumirse como Iglesia en salida.
Pablo,
como repitiendo lo que se dijo del segundo viaje: Hablaba ἐπαρρησιάζετο
[eparresiazeto] “con audacia”, “con parresia”, con “completa audacia”, “con
toda libertad” del Reino de Dios, ¿en qué consistía la tarea de Pablo?:
Dialogaba con ellos y trataba de persuadirlos. Aquí tenemos una fijación de
principios: ¿Qué le corresponde al evangelizador? No obligar a nadie, nada de
presiones psicológicas ni chantajes emocionales: sólo διαλεγόμενος [dialegomenos] dialogo y πείθων
[peizón] “persuasión”, “confianza”. En Éfeso, Pablo siguió su metodología
habitual, anunció en primer término a los judíos y -sólo en segundo término- se
dirigió a los gentiles.
«Pablo
se demora allí y durante tres meses anuncia el reino de Dios en la sinagoga. Durante
dos años enseña en la escuela de Tirano. Más adelante en el discurso de
despedida, habla de tres años vividos en esa ciudad. Es el periodo más largo
que trascurre en una ciudad después de que comenzó a recorrer el mundo para anunciar
a Jesús…. La mayoría de los estudiosos hoy, sabiendo que Lucas no narra todos
los acontecimientos, suponen un periodo de prisión en Éfeso ...» (José
Bortolini)
Sal
68(67), 2-3. 4-5ac. 6-7ab
Predilección con los más desvalidos y marginales
Este
es un salmo del Reino. Hoy se han configurado tres estrofas con los cuatro
versos y los dos medios versos que se tomaron, de los 35 que componen el Sal
68(67).
Aquí tenemos un salmo un tanto indescifrable porque su poética es elevadísima. Primero nos revela -tomando como referencia, su despliegue de paternalismo con sus manifestaciones en el Sinaí. Aquí se nos descubre como Padre de huérfanos, Protector de las viudas, Anfitrión de los desvalidos y Liberador de los cautivos, es decir, se pone de patente su desvelo de predilección con los más desvalidos y los marginales de la sociedad.
Así
como al principio los puso en el Edén, ahora los lleva a su tierra de
promisión: Llevó su rebaño a la tierra que preparó para esos pobres.
La
primera estrofa de hoy, anuncia que será nuestro defensor y que derretirá, como
a cera, el fuego de su amor-Protector. Los enemigos son los que deben temblar.
En
la segunda estrofa se señala que, por el contrario, nosotros nos llenamos de
júbilo, gozamos ante su Presencia, cantamos tocamos. Se podría traducir esta
estrofa como un llamado a “alabar al que cabalga a lomo de nubes”.
En
la tercera estrofa veos que Dios le prepara casa a los desvalidos, liberando a
los desvalidos y enriqueciéndolos. En la parte c y d del verso 7 se nos dice
que, en cambio, los rebeldes habitarán tierra estéril y serán abrasados.
La
atmosfera es, para sus fieles, la de estar en una fiesta de ilimitado jolgorio
donde se han alcanzado por fin, las
dichas del esjatón: Los frutos maduros de A Resurrección.
Jn
16, 29-33
Capacitándonos para afrontar el odio del mundo y la
aflicción
Jesús ha hablado del
odio del mundo y de la aflicción que los discípulos tendrán que afrontar
después de Él, con Él y como Él.
Silvano Fausti
Jesús
deja atrás su lenguaje de “comparaciones”. Cuando el entendimiento está
bloqueado, así se nos desmigaje en partículas, de todas maneras, nos quedamos
en ayunas. Cuando alguien habla en parábolas, uno creería que todo queda muy
claro, sin embargo, el lenguaje parabólico no genera certezas, está abierto a un
amplísimo compas de sentidos, en verdad la parábola siempre genera una polisemia
enorme, multifacética que no se parece a la univocidad que nos gusta para el “saber”,
que nos parece sólido porque nos genera la ilusión de “atrapar” el interlocutor
en nuestra “jaula”. En cambio, e lenguaje de Jesús empieza -por el contrario-
desde la jaula, Él no quiere escaparse, quiere anidar allí, poner su nido en
nuestro corazón. A Él no se requiere tenerle trampas. Él mismo se enreda en los
hilos para quedarse voluntariamente.
Para el cazador, esto no tiene el menor sentido: Un ave que, en vez de querer escapar, se deja atrapar gozosa. Entonces, ¿para qué tomamos tantos cursos de cetrería? y ¿para qué hicimos todos esos talleres de trampas para atrapar aves? Estábamos muy contentos antes, cuando la tarea encomendada era dispararles proyectiles a los pájaros con la honda; pero ahora, acuden cariñosas a nuestras manos.
Estos
cazadores dicen que “ahora si entienden”, pero en verdad, están aguardando o
distrayendo a los pajarillos, para, al menor descuido, dispararles. Jesús les
dice que “la hora es llegada” cuando, se evadirán, temerosos de ser ellos
mismos los primeros en caer enjaulados. Nadie estaba listo para acoger un Mesías
que era “Siervo sufriente”.
Empieza
a desvelarnos la realidad que nos ofrece. Nosotros alcanzamos -también por fin-
a vislumbrar su Sapiencia Infinita. La teología acuñó la expresión
“Omnisciencia” para indicarnos como es el “Saber Divino”. Aun cuando no sabemos
qué es lo que Él sabe, ya es una aproximación muy buena, saber que nada se le
escapa, y que nada le tenemos que ocultar, pues todo se le descubre. Y,
animados por la evidencia de esta “intuición” nos proponemos dar el gran salto
a Sus Brazos, ¡queremos aceptarlo! Recibirlo como Rey Nuestro. Y, conscientes
de nuestras limitaciones, y de la variabilidad de nuestros estados, quisiéramos
“creer” siempre y “dudar” nunca.
Sin
embargo, Dios sabe que vamos a tambalear. Él sabe que los fragores, las
turbaciones, las inseguridades nos mostraran sus afilados colmillos y nosotros
empezaremos a temblar como ovejas, que van al matadero. En medio de esos
azoramientos, tribulaciones y ofuscaciones, nos dispersaremos, cogeremos cada
cual por su lado y nos apartaremos del rebaño en vez de acudir al aprisco. Él
presiente nuestro abandono, nuestras traiciones, nuestra tendencia facilista a
la deserción. En cambio, Él no flaquea, porque se apoya en el Pilar inamovible
del Padre.
Todo
esto nos lo dice y nos lo reitera, para que recibamos otro Don que Él nos
otorga: ¡La Presencia de Animo! Es la solidez que da el Paráclito, la
convicción de que Su Victoria se nos comunica, le da un esqueleto reforzado a
la fe y nuestro pecho, queda recubierto por su Escudo.
«Sin
fe no se puede seguir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús.
Necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos lanza flores sino
flechas en llamas para matarnos… Los invito a rezar constantemente, a velar con
oraciones y súplicas». (Papa Francisco)
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