miércoles, 30 de abril de 2025

Jueves de la Segunda Semana de Pascua


 Hch 5, 27-33

Nuevamente los apóstoles van a prisión, los adversarios son los mismos, los saduceos, el partido de los gobernantes del Templo, y de los manejadores de la Ley. Otra vez son conducidos a interrogatorio, y en esta nueva situación, la acusación es la desobediencia. Aquellos han conminado a los apóstoles a callar. Nuevamente ellos ponen por delante la obediencia a Dios antes que a los hombres. Y, se encargan de presentar el kerigma, para profundizarlo y enraizarlos con aquellos que necesitan que se les repase la lección. Es muy importante que la injusticia quede clara, ellos fueron los que llevaron a Jesús al Calvario, ellos fueron los que lo desangraron. El Sanedrín -en coherencia con las acciones de Pilato- se lava las manos, se niegan a reconocer sus manos tintas en Sangre del Mesías.

 

Los elementos del kerigma -en este caso- son:

a)    YHWH resucitó a Jesús

b)    Ustedes lo mataron colgándolo de un madero.

c)    Dios lo ha exaltado con el poder de su Diestra, entronizándolo “Jefe y Salvador”.

d)    Por Su Intermedio, se dona a Israel la conversión y el perdón de los pecados.

e)    Los apóstoles junto con el Espíritu Santo testifican la Naturaleza divina de Jesús y su Mensaje.

f)     El Espíritu Santo se otorga a los que obedecen con su aceptación a Dios.


 Los saduceos se consumen de rabia y ponen todos los medios a su alcance para matarlos.

 

 

Sal 34(33), 2 y 9. 17-18. 19-20

 

Hay una potente demostración de la parcialidad de Dios en favor del atribulado, y es que Él escucha y responde sus clamores. De nuevo el Salmo de ayer, pero se toman versículos diferentes, para formar las tres estrofas de la perícopa de hoy:

 

La primera estrofa se configura con el versículo 2 y 9 -que se usaron ayer. Bendición y alabanza llenan mis labios, todo el tiempo. La bondad del Señor está a la vista para degustarla y verla.


 

La maldad no es algo que el Señor deja impune, por el contrario, la enfrenta para destruirla y erradicarla. Así que clamemos al Señor, Él escucha y libra de las zozobras.

 

Cercano para los atribulados, Salvador de los apesadumbrados. El justo contará con el blindaje protector que le da YHWH.

 

 

Jn 3, 31-36.

Lo que somos es lo que manifestamos, y hablamos de las cosas que hemos visto. Jesús nos dice hoy: “El que es de la tierra habla de la tierra. El que Dios envió habla las palabras de Dios”.

Papa Francisco

En la parábola de los viñadores homicidas, el Señor envía primero a sus siervos para que reciban los frutos de la cosecha; estos “siervos” son venidos de “la tierra”; pero después, en un segundo momento, confiando que le respetaran la vida, envía a su Hijo, lo comisiona para llevar a cabo el cobro; este Nuevo Delegado, no es de la tierra, es del Cielo y “está por encima de todos”. Él puede mostrar sus Divinas Credenciales y, además, hablarles de las cosas Celestiales, porque Él las conoce de primera mano, ha estado allí y de allí proviene.


 Si uno no acepta lo que Jesús dice, está afirmando que Dios es mentiroso; no se da cuenta que las palabras de Jesús son las propias Palabras del Padre, y que el Padre le ha entregado a Su Hijo, total Potestad, sobre todo, porque Dios Padre no da por porciones, sino con abundancia inmensa.

 

En cambio, el que cree en el Hijo, recibe por esta creencia, la Vida eterna. El que lo rechaza, está haciendo el peor “negocio”: cambiar la Vida Eterna por la Ira de Dios (recordemos que la palabra ira referida a Dios no es otra cosa que una antropomorfización de la divinidad para señalar una “ruptura”, un “daño profundo”, referido a la Amistad entre Dios y el hombre), porque si hay algo que duela al Padre es la impugnación de su Amadísimo Hijo.

 

Así podemos regresar e iluminar el tema bautismal “nacer de nuevo de agua y del Espíritu”. Recientemente hemos visto que Jesús nos da el Espíritu, sopla sobre nosotros y nos impulsa la energía vivificante de su Aliento, de su Halito (anhelito). ¿Y el agua? “Espíritu y Agua, cielo y tierra, Cristo e Iglesia van unidos: de esta manera se produce el “renacer”. En el sacramento, el agua simboliza la tierra materna, la santa Iglesia que acoge en sí la creación y la representa” -nos dijo Benedicto XVI.


 «Revisemos nuestras conversaciones diarias ¿De qué hablamos? Es posible que estén llenas de la amargura de quien todo lo ve oscuro, de quien todo lo critica, de la inmadurez de quien murmura, de la palabra maledicente y vacía, o preocupada por las apariencias, las modas y el prestigio… Jesús dice también que Él “da el Espíritu sin medida”. Un Espíritu dado a todos por igual, copiosamente, y que se evidenciará también en lo que hablamos a diario». (Papa Francisco)

martes, 29 de abril de 2025

Miércoles de la Segunda Semana de Pascua


Hch 5, 17-26

Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley no encontraban la manera de hacer desaparecer a Jesús, pues tenían miedo del pueblo.

Lc 22, 2

Tenemos aquí, como punto de partida, la presentación de los antagonistas, a saber, la secta de los saduceos, a la que pertenecían el sumo sacerdote y toda su cohorte. Estos apresaron a los apóstoles y los enviaron a prisión. Pero he aquí que un ángel del Señor vino a franquearles la salida y los dirigió al Templo. Quizás desde otra óptica, y sabiendo la animadversión que los poderosos del Sanedrín les tenían, deberían haber aprovechado la oportunidad para ponerse fuera del alcance de sus perseguidores y escapar del peligro. Esta es la perspectiva humana, pero veamos ¿cuál era el enfoque Divino? Vayan al Templo y allí expliquen a todos, estas palabras de vida. Así, tan pronto amaneció se pusieron a la obra, y comenzaron a predicar.

 

¿Qué hacen en ese momento los sátrapas del Templo? Encabezados por el Sumo Sacerdote, llamaron al Sanedrín en pleno y enviaron a traer a los apóstoles de la cárcel. “… las autoridades, muchas veces elegidas para llevar a cabo la voluntad de Dios, o que se han arrogado el papel de ejecutoras del proyecto de Dios, en realidad están en contra de Dios, y exclusivamente al servicio de sus propios intereses.” (Ivo Storniolo)  Aun cuando la cárcel estaba cerrada y guardada por los centinelas apostados en las puertas, allá adentro, no estaba nadie. ¡Pues claro! Esto era inexplicable. De pronto prorrumpió uno notificando que los apóstoles se hallaban en el Templo, predicando, tan campantes.

 

Enviaron a recapturarlos, pero, a traerlos por las buenas no va y fuera que el pueblo se les amotinara “…tienen miedo del pueblo porque saben que el pueblo puede poner fin a sus privilegios, que se fundan en la explotación y opresión del mismo” (Ivo Storniolo). Como se dice, ¡el miedo no monta en burro! Porque, obvio, el burro no es un vehículo para afanes (el burro no solo alude a la humildad, también apunta en la dirección de ser pacientes e ir al ritmo de la cabalgadura, no según las premuras del nervioso y apurado jinete, no es cabalgadura para la precipitud), y aquí la cuestión era de urgente solución y toma de férreas medidas -aquí con la expresión “férreas” se mencionan parabólicamente las lanzas y las espadas- por parte del sequito de los Saduceos. Estaban procediendo afanados por su ζήλου [zelou] “celo”, valga decir, al fragor de sus sentimientos que veían como estas “actividades” de los cristianos, eran amenazantes para su estabilidad, ¡nada mejor que detenerlos cuanto antes! En cierto lenguaje a esto se llama “desatar la represión”.


 Cabe pensar que Lucas intenta de nuevo relacionar la experiencia de la comunidad con la de Jesús. Efectivamente en su primer libro, algunos de los pasajes propios de Lucas subrayan el contraste entre la actitud desfavorable de los dirigentes y la reacción favorable del pueblo. (Michel Gourgues)

 

Sal 34(33), 2-3. 4-5. 6-7. 8-9

Se ha organizado la perícopa con 4 versos tomando para ello 8 versículos consecutivos, de dos en dos, de este Salmo alefático, donde cada verso empieza con una letra del alefato. Es un Salmo de Acción de Gracias.

 

En la primera estrofa, se bendice y se alaba al Señor, convocando preferencialmente a los 

עֲנָוִ֣ים [anawin] “pobres”, “mansos”, “humildes” a la escucha y la alegría.

 

Se convida -en la segunda estrofa- a superar el aislamiento individualista y a reunirse en “asamblea” para proclamar la grandeza y ensalzar el Santo Nombre de Dios. Declarando que, si uno se remite a Dios y pone ante sus Ojos y en sus Manos sus afanes y preocupaciones, el inculca el sosiego y da paz y fortaleza espiritual.


 La tercera estrofa, siguiendo en la misma línea, afirma que si -en medio de las aflicciones se invoca al Señor- Él lo escucha y lo salva de las angustias. Así que, ánimo, contemplémoslo y nuestro rostro resplandecerá con su Fuerza protectora en vez de mantenernos agraviados.

 

Gustar y saborear, ver y contemplar la Bondad Ilimitada de Dios que comisiona ángeles protectores que pone para escoltar de los que amán y respetan Su Santo Nombre. En particular, saboreemos y degustemos los frutos espirituales cuyo elenco se presenta en Gal 5, 22.

 

Es por esto -y por mucho más- que el responsorio destaca una y otra vez, que el Señor jamás defrauda.

 

Jn 3, 16-21

La expresión más sencilla que resume todo el evangelio, la fe la teología: Dios nos ama de verdad y nos ama con Amor gratuito y sin límites.

Papa Francisco

Podemos pensar que sí a Dios le interesara lo más mínimo el destino humano, si Él nos tuviera destinados al juicio y a la perdición ¿habría destinado a Su Propio-Único-Hijo para nuestra Salvación? Por el contrario, tal es la prueba fehaciente de que no sólo se interesa y se preocupa un poquitín, sino que ¡nos A-M-A con derroche! Con un Amor generoso que no discrimina por nacionalidades, es un Amor que cobija a todo el mundo. El Fruto Excelso de este Amor es para nosotros la Salvación.


 Esta Entrega de Su Hijo tiene una implicación, es que Él no nos juzgará por no creer, somos nosotros los que nos auto-condenamos y nos ponemos la soga al cuello y nos impulsamos con vehemencia a la muerte eterna, porque no aceptamos el Don. ¡Nos tiramos de cabeza al abismo, con arrogante porfía!

 

¿Cómo podemos ser tan “tercos”? ¿cómo podemos persistir en tamaña obstinación? ¿cómo podemos obcecarnos en cavar nuestra propia fosa hacia la oscuridad perpetua? Pues, no cabe otra respuesta, por que amamos las tinieblas, ¡es evidente! ¡sólo quien detesta la luz, corre hacia la oscuridad!

 

Nos avergüenza reconocer el error y preferimos conservar el orgullo, aunque nos cueste la Vida Eterna.


 La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ha amado “hasta el extremo” (Jn 13,1), es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia de Dios perdona todo y Dios perdona siempre. (Papa Francisco)

lunes, 28 de abril de 2025

Martes de la Segunda Semana de Pascua



Hch 4, 32-37

El hagiógrafo -San Lucas- nos presenta una descripción de la Comunidad- condensándola en una fórmula: “tenía un solo corazón y una sola alma”. Era una comunidad cuya solidaridad les había permitido alcanzar la “unanimidad”; allí donde se da la unanimidad, se salvan de salida las discusiones, las divergencias, el sectarismo, el grupismo. Esta unanimidad se expresaba en un carisma que borraba todo tipo de egoísmo, y de avaricia personalista. “lo poseían todo en común”. Supuesta esta condición de koinonía, se daban las condiciones para que “no hubiera necesitados”. Los apóstoles eran los encargados de administrar y enfocar la destinación de estos fondos que se recababan entre todos. La unanimidad trasparenta la Presencia del Resucitado.

 

En la actualidad hemos viralizado otro tipo de relación, ¡todos somos y todos pensamos diferente! Si en una habitación hay cuatro personas, suponemos -como punto de partida y base lógica- que habrá 4 posiciones discordantes. Atención a la palabra “discordante” que significa “corazones diferentes”. Babel llevado a su máxima potencia. Y nosotros mismos -so capa de impulsar la “inclusión”- operamos a partir de esta misma premisa. E incurrimos, muy seguro que por ingenuidad- en la ideología del “individualismo”, estimulando lo que constituye la razón de ser del único-enemigo: “la división”. Se produce un paulatino alejamiento de la fe, y una progresiva eliminación de nuestra “imagen y semejanza”. ¡Cuán democráticos somos!

 

La perícopa de hoy concluye señalando el ejemplo de un levita chipriota -Bernabé, “hijo de la consolación”- que era dueño de un campo, y lo vendió para poner ese dinero, también él, a disposición de los apóstoles y para el bien de toda la comunidad creyente.


 

Además de la simpatía que desataban, los creyentes se habían atraído la admiración por el mucho valor con el que daban testimonio de la Resurrección del Señor.

 

Sal 93(92), 1ab. 1c-2.5

Salmo para acompañar el cortejo real que marchaba hacia la entrega al “monarca” de los emblemas reales y a la presentación de armas por parte de su ejército. En la primera estrofa de la perícopa proclamada hoy, nos llama la atención y nos enfoca en la Vestimenta Real, uno de los emblemas reales. Es indudable que por su porte y su elegancia distinguimos al Rey.


 

Miremos la Segunda Estrofa: En la Realeza de Dios, el Atuendo representa la firmeza del cosmos, que ha sido cimentada para siempre.  La Creación no titubea, el Cosmos -quizás a alguien le parezca verlo tambalear, pero no nos cansamos de ver como recompone su estabilidad, y guiado por la Misericordia, se restaura. Su ecuación entraña la recomposición autónoma de los valores reparadores.

 

¿Con qué atuendo asistiremos al Templo a rendir honores a su Eterna Majestad? ¡No lo dudéis, con las galas de la Santidad! Nos acicalaremos con el traje de la fidelidad a sus Tiernos Mandatos. Nuestras Galas serán siempre las Vestimentas Blancas del Bautismo, lavadas en la Sangre del Cordero.

 

Jn 3, 7b-15

¡Cuántas veces nos habrá ocurrido que percibamos el ulular del viento, pero -a falta de una veleta- no podamos determinar su dirección! También, en muchas oportunidades, una veleta, o una tira de tela o un gallardete de papel nos permite determinar la dirección -provisional- del viento pese a lo cual, no podemos saber, en sus caprichos, cuantos segundos más tarde, el viento cambiará completamente de dirección. A veces, hasta los meteorólogos, apoyados en su instrumental y en la información satelital, no logran precisar -al final de cuentas- para donde ira la ráfaga… Los hijos del “espíritu”, llevan en sus venas este ADN, de su sorpresiva, variable e impredecible multidireccionalidad.


 

Ciertos saberes, quedan -para nuestros sentidos- completamente a trasmano. No sabemos a dónde van las exhalaciones del “viento”; tampoco, podemos comprender el encadenamiento de los sucesos espirituales. Escasamente -y dentro de un margen muy limitado- podemos hablar de las cosas de la carne, las cuales -aun cuando somos de la carne- nos cuesta entender. Mucho mayor es nuestra limitación para los saberes del espíritu. Es Jesús, Quien viene de lo Más-Altamente-Espiritual Quien nos puede dar razón. Es Él quien ha estado Allí, es el Quien conoce la Voluntad del Altísimo, para Él, nada de lo Celestial es misterioso. Deberíamos saber aceptar su Palabra y no dudar de su Revelación. Él conoce el Secreto de la Misericordia, Él sabe descifrar Su Gigantesco Amor.


 

De nada nos sirve y para nada nos vale aprender de memoria los largos códigos y los detallados catálogos legales; vano y estéril será el esfuerzo si solo evitamos infringir la Ley y no alcanzamos a sembrar las semillas del Amor. Levantar a Jesús en la Cruz, sintonizar con ese ímpetu que lleva a Jesús hacia las Alturas, es apenas iniciar una tendencia. Pero, será el Padre quien lo haga sentar a su Derecha. Nosotros, en nuestra contemplación podemos volver nuestra mirada hacia Él, procurar no perderlo de vista, conscientes de que al mirar la Serpiente de Bronce sanaremos de la picadura mortal y ganaremos Vida Eterna. Cómo expertos marinos, debemos estar atentos a ver por dónde sopla el Espíritu-Amor, para tender el velamen.

sábado, 26 de abril de 2025

LLAMADOS A VIVIR MISERICORDIOSAMENTE

 


Hch 5, 12-16; Sal 118(117), 2-4. 22-24. 25-27a; Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19; Jn 20, 19-31

 

 

“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” (cf. Jn 17,23ss; 14,21). Hay una especie de cascada de amor y de misión, que arranca del corazón del Padre y pasa por el corazón de Jesús, en el que reverbera el amor de Dios Padre. Dios mismo nos ama, a Él no le somos indiferentes, junto a Él hay siempre oportunidad para la esperanza.

Ricardo Blázquez.

 

Misericordia

El propio Jesús le manifestó a Santa Faustina Kowalska su voluntad de que fuera celebrada la Fiesta de la Divina Misericordia en esta fecha, el Segundo Domingo de Pascua. Esta festividad tiene por objeto profundizar y adentrarse con tesón en el poder de la Misericordia de Dios-Hijo que puede enfrentar y ha vencido con su Resurrección -no sólo la muerte- sino también y, además, el poder del pecado para tenernos maniatados a la muerte. Esta Misericordia Divina está definitivamente conectada y es co-existente con el Amor de Dios por sus criaturas.

 

Tomás, el discípulo que no estaba con los apóstoles, que se hallaban reunidos a puerta cerrada, cuando Jesús-Resucitado vino y exhaló su aliento sobre ellos, milita en las filas del agnosticismo. ¿Hasta qué punto este discípulo encierra en su actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por formación académica se rigen en sus comprobaciones por la línea de acción empirista: “Hasta no ver no creer”? Y suena terriblemente funcional, funcional para el ateísmo; sin embargo, se requieren otras formas de pensamiento y de percepción: “… dichosos los que creerán (aoristo participio activo) sin haber visto”. (Jn 20, 29c).

 

El Mesías para el pueblo judío era el Esperado, pero se esperaba que fuera según la perspectiva mundana, empirista, bélica; Jesús-Es-el-Mesías, el Ungido, el Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de captar- un Mesías de otro modo, no se trata de un guerrero líder-militar que devolverá el poderío y la “buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez y humildad, por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá la muerte. ¡Señor de la Misericordia!

 

De Él proclamamos: ¡Resucitó!


 

Pero ¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario, veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza… Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) quien tuvo un aplazamiento porque para él, Jesús seguía muerto. Esta demora fue de exactamente una semana, que marca la demora para pasar de un discípulo en soledad-aislamiento a un discípulo en el seno de la Comunidad: Pasar de “Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. a “A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos”. ¿De quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y sí nuestra incredulidad es más fuerte, entonces la espera será más larga. «¿Tomás tuvo caracteres de agnóstico? Es duro de cabeza. Sólo le entra lo que él calcule, razone, pruebe y argumente… El agnóstico ´pasa´ de Dios. No le importa. Deja el tema arrinconado y quiere que también Dios lo deje a él en paz. En el fondo es su ´narcisismo´, su orgullo y soberbia, su autosuficiencia lo que le ha vuelto ´todopoderoso´.  Él es ´dios´ para él mismo.»[1] Somos de la misma ralea de incrédulos. Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo ejercicios de voluntad. La fe no es un subproducto del voluntarismo. La capacidad de creer es un don del Cielo, una iniciativa divina. Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos recibido, tenemos el deber de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”, instruirla, para que pueda desarrollarse.


Demos expresión a la intuición de que su chispa siempre nos habita, que Dios Misericordiosísimo no se la niega a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de espiritualidad se manifiestan así. Esta intuición sobre la generosa y abundante distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente, nos obliga a llamar la atención sobre la responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión. Si alguien ha intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos sabrá cuánto hay que cuidar las “chispas” para lograr que ellas evolucionen hacia una “llama” consistente. Valga la analogía para subrayar el papel que juegan padres y maestros con la “chispa” de la fe entre niños y jóvenes. Muchas veces creemos estar enseñando verdadera “sabiduría” cuando promovemos el ateísmo y no somos capaces de reconocer el profundo mal que se causa al hacer tambalear el don de la convicción y al desestabilizar el fuero que tiene el corazón para aceptar la Revelación, que no es ciencia sino fe (aquí debemos añadir que ciencia y fe no son antagónicos).


 El ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario, podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer, la historia de las culturas demuestra ese potencial que hemos recibido. El problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la fe.

 


Reflexionemos cuánto daño hacemos o hemos hecho en el pasado, nunca para “llorar sobre la leche derramada” porque  -ya lo dice la sabiduría popular- “ya después del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; ¡no!, no se trata de caer en la zona de las lamentaciones, sino procurar cambiar, ayudar a creer, abrirle la puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras la puerta, llamando obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina enquistada en la indiferencia, negándose a abrirle.


El Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está adentro, llamando para salir, para llegar donde otros que también tienen sed de Él. En otro momento se refirió a la necesidad de proclamar nuestra fe, que no basta tenerla, sino que además Jesús nos envía a anunciarla, a evangelizar.


 Hay un punto nuclear en el Evangelio que no puede quedar ignorado: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Toda esta Misericordia está concatenada con el Sacramento de la Conversión, o sea la Confesión, que también se llama de la Penitencia y de la Reconciliación. No nos hagamos de la vista gacha para no tomar en cuenta que se consagra este sacramento con este mandato y gracia, ellos, los consagrados, reciben esta potestad de perdonar y retener. Vayamos sobre el #1446 del Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia" (Concilio de Trento: DS 1542; cf Tertuliano, De pænitentia 4, 2).»

 

Salmo 118(117): Eucarístico de Amor eterno

Nos hallamos ante un salmo de Acción de Gracias por eso lo llamamos Eucarístico. «Voces de Domingo de Pascua, gritos de victoria sobre la muerte, confianza en el poder de Dios, regocijo en el triunfo común y proclamación de este día como el más grande que ha hecho el Señor. Eso es este salmo rebosante de gloria y de gozo… esta es la liturgia de Pascua en el corazón del año. Pero para el verdadero cristiano, cada domingo es Pascua y cada día es domingo. Por eso cada día es Pascua, es “el día que ha hecho el Señor, el día en que actuó el Señor”»[2]

 

¡Dad gracias a YHWH, porque es bueno! –porque es eterno su Amor.

Diga la casa de Israel: -¡Es eterno su Amor!

Diga la casa de Aarón: -¡Es eterno su Amor!

Digan los que temen a YHWH: -¡Es eterno su Amor!

 

Nos encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד [jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “Amor”; ¿habría otra traducción más exacta? Podríamos proponer “Misericordia”, “Favor”, “Lealtad Divina”, “Predilección Amorosa”. Si se tiene en cuenta que la relación con Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos decir que “Su alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro agradecimiento expresado en este salmo. Estamos agradeciendo, con el Salmo, que Dios no quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se deja defraudar con nuestra actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa, así como su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que hacemos, porque “metemos la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin alcanzar a comprender que ofendemos a un Dios-tan-Bueno. Nadie discrepa que este salmo se compuso cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo post-exilico; entonces ¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al aguardado, al esperado, al vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que no quebrantó la Alianza y que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se brindó hasta la última Gota de su Sangre para ser el Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el Chivo-Expiatorio y lavó pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él, que nunca nos ha fallado, “que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se quiebra nunca jamás”, Cfr. Sal 18(17), 29. ¡Porque es eterna su Misericordia!

 

 

Herederos

Jesús nos había ofrecido que haríamos incluso obras mayores que las suyas. En la semana anterior (octava de Pascua), hemos venido leyendo continuadamente el Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y a los otros discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos varios en este libro. Los sumarios cumplen una función dinámica, hacen avanzar el relato y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran un resumen de lo que se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un telón que baja en la continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos hablado de una cosa, ahora, vamos a hablar de otra”.  Ahora, inmediatamente después de este sumario viene la persecución; en el versículo 18, sólo dos versículos más adelante, serán llevados a la cárcel.


 

Pero el resumen o sumario -como se le llama- nos deja una idea muy clara: Jesús no se ha ido, no es que hayan sido abandonados, está con ellos (y con nosotros veintiún siglos después) y los/nos llena de poder, de autoridad, de seguridad y firmeza y también de elocuencia, pues a pesar de ser simples pescadores proclaman sin rodeos y superando sus propios temores e inseguridades, que no obran en nombre propio sino en el Nombre de Jesús.

 

Con nosotros está

No vale trancar la puerta pues no hay obstáculos por fuertes que sean que impidan la Presencia del Señor.

 

«Reunió a varios discípulos para explicarles que el mayor de los milagros era que Dios creó el mundo por puro amor, y creo al hombre por amor más grande todavía… Jesús elevó los ojos hacia Dios, su Padre, nos pidió que hiciéramos lo mismo y que escucháramos atentamente sus palabras. Y expresó, lenta y cadenciosamente, como en un susurro suave -te alabo, Padre bueno y fecundo, hacedor de toda bondad, porque Eres-el-que-Eres y Haces lo que Haces. Te doy gracias y te canto con las notas de la sinfonía de las estrellas y las voces de las lluvias, porque el mar es hondo, y tu Corazón, más profundo aún. Querría ser poeta para decirte que el oro es vil, comparado con tu Amor, y que el mejor vino y la miel más deliciosa, son vinagre y amargor, al lado de la dulce embriaguez que produce tu Palabra. Te canto una y mil veces, con las voces de todos los coros y de todas las orquestas y también “con el sonido de las batutas”, porque tú eres el Cantor que merece nuestro canto y porque purificas nuestros labios con brasas encendidas, para que nuestro aliento te sea grato.»[3]

 

También en el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a proclamar (en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto personal, privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para imponer, la fe se propone). La Presencia del Señor tiene un valor de Presencia tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica, es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le tocó con la mano derecha. Si leemos toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el carácter fuertemente físico de la visión: la Voz, la figura humana, las vestiduras, el pecho, el cinturón de oro, cabeza, cabellos, ojos, pies, la diestra, etc. «El símbolo de la figura humana… representa allí al Pueblo de los Santos del Altísimo. Es el anti-símbolo de las Bestias, que representan a los Impe-rios. En el Apocalipsis este símbolo representa claramente a Jesús resucitado… la figura humana tiene vestido, cabeza, cabellos, pies, voz, mano, boca, rostro. El autor expresa simbólicamente cómo él experimenta cada elemento de la corporeidad de Jesús: el vestido es una túnica sacerdotal; los cabellos son blancos; los ojos como fuego; los pies sólidos como el metal; su mano tiene 7 estrellas (los responsables de cada comunidad están seguros en la mano de Cristo resucitado); de su boca sale una espada penetrante; su rostro brilla como el sol. Finalmente, Juan siente físicamente la mano de Jesús sobre su cuerpo: El puso su mano derecha sobre mí.»[4]

 

Si bien este es el Domingo llamado de la Misericordia , podríamos Afirmar también que es el Domingo de la Presencia puesto que una y otra vez se vuelve al tema de que Él está con nosotros y que su Alianza, no se parece a las cosas humanas: momentáneas, transitorias, perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios es Eterno y Dios es Amor.

 


Celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia requiere trasparentar esa Presencia, vivir Jesús-mente viviendo misericordiosamente; por eso no podemos pasar desapercibido el numeral 742 del Diario de Santa Faustina:Sí, el primer Domingo después de Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también ha de haber obras de misericordia que deben surgir de tu confianza en Mí y de tu amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes: la acción, la palabra y la oración. No puedes excusarte. La fe sin obras es inútil.”



[1] Mazariegos, Emilio L. ESTALLIDOS DE GOZO Y ALEGRÍA Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2003 p. 73

[2] Vallés, Carlos G. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae. Santandar 1989.  p.224

[3] Muñoz, Héctor. CUENTOS BÍBLICOS CORTITOS. Ed. San Pablo 2004 BB.AA.-Argentina pp. 174-175

[4]  Richard, Pablo. APOCALIPSIS. RECONSTRUCCIÓN DE LA ESPERANZA. Ed. Tierra Nueva. Quito-Ecuador. 1999 pp.73-74

viernes, 25 de abril de 2025

Sábado de la Octava de Pascua

 

Hch 4, 13-21

Algo que escandaliza a los “poderosos” es que la defensa y la proclamación de Jesús viene por cuenta de gente sin letras, sin mayor educación, gente del “vulgo”, gente “chabacana” -seguramente dirían ellos- lo que contrastaba con la seguridad y la parresia con la que se expresaban. Los reconocían como “elementos” que andaban con Jesús, pero -al verlos escoltados por el antes paralitico- no se les ocurría ninguna respuesta. Les dan orden de salir -muy apropiado para poder complotar a sus espaldas y urdir, a sus anchas las “tácticas”- para eliminar esta “molestia”.

 

En su forma de hablar se advierte que a estas “autoridades” ni les interesa la verdad, ni les preocupa Dios; el paralitico allí parado, en medio de los discípulos resulta un argumento imbatible, porque todos lo habían visto mendigando, en el Templo, toda la vida. Se ve que todo el respaldo contra sus argumentos se saca de la injusticia y del abuso, del miedo y la represión.

 

La posición de Pedro y Juan es obedecer a Dios, costárales lo que les costase; puesto que la obediencia a Dios es lo que exige la recta consciencia. Callar era una opción no disponible.

 


¿Qué se podía hacer? No les quedó otro remedio que soltarlos. Se nota que el remedio que esperaban fuera suficiente para silenciarlos, la “prohibición”, sólo era una “carabina de Ambrosio”, porque no era justo que los discípulos obedecieran más a los jefes del pueblo, a los ancianos y los escribas, pasando por sobre Dios.

 

Sal 118(117), 1 y 14-15. 18-18. 19-21

Es el mismo salmo de ayer, pero se han escogido tres versos distintos.

 

Se ha traducido: ¡Dad gracias al Señor porque es Bueno! הֹוד֣וּ לַיהוָ֣ה aquí, la expresión יָדָה [yadah] “dad gracias” puede traducirse por “cantad”, o por “Alabad”, o “load”, o -también- por “Gloriad”, algunos especialistas proponen traducirlo por “proclamad”, o por “pregonad”.

 

El Señor ha sido mi fuerza, ha sido mi pilar de Salvación, se oye un clamor jubiloso en las tiendas de los justos. Quizás estas “tiendas de los justos son las “enramadas” que se usaban para celebrar la fiesta de Sukkot (las cabañas, las enramadas, los tabernáculos); no es la Tienda del Encuentro porque a esta se la llamaba la Tienda de YHWH.



En la segunda estrofa está el tema de la Resurrección, “no lo entregó a la muerte”, “vivirá para contar las hazañas del Señor”.

 

En la tercera estrofa, para que pueda entrar el Rey y sus sequito de vasallos -el pueblo entero- los levitas y los sacerdotes abren la Puerta. El Rey, entonces, caminara hacia el Altar para “proclamar la Salvación”.

 

Mc 16, 9-15

Esta perícopa, nos presenta una sinopsis de las apariciones del Resucitado y la misión de la Iglesia. Como sabemos este capítulo no es marqueano, sino una adición que los miembros de la escuela de Marcos tuvieron a bien añadir para “redondear” el Evangelio que parecía interrumpido sin un cierre propio. Después de haber resumido las otras apariciones pasa a presentar el encuentro con los Once, en torno a la Mesa (Eucarística), donde Jesús les reprocha su falta de entendimiento y su dureza de corazón para asimilar los testimonios recibidos. Jerusalén quedará atrás como ciudad de muerte, Galilea, el lugar de la cita con el Resucitado, será el lugar de la Vida Renovada. Será entonces cuando les dé el Envío de proclamar el Evangelio a toda la Creación.


 En la base de la comprensión de esta perícopa está la observación de un Jesús que no se queda estancado en el reproche, que corrige para direccionar, no calla la debilidad, la menciona para que allí florezca -en lo sucesivo- la apertura de corazón para el Anuncio. Pero sigue confiando en ellos, pasa a enviarlos, no los amenaza con un “despido” colectivo, sino que les muestra que después de su Ascensión, les corresponderá, como lo han enfatizado los Obispos en Aparecida: no hay discipulado sin misión; ser discípulos-misioneros es el perfil de cualquier seguimiento sincero.

jueves, 24 de abril de 2025

Viernes de la Octava de Pascua

 

Hch 4, 1-12

Jesús restituye las fuerzas y da salud integral; los “judíos” mataron a Jesús, pero Dios lo resucitó; ahora, sigue actuando a través de sus discípulos que lo hacen presente por medio de Su Santo Nombre. Muchos de los que habían oído el discurso (de Pedro y Juan), creyeron; los que oyeron eran alrededor de cinco mil hombres) ¡Una pesca abundante! Así, este “discurso”, es el “testimonio” al que estamos llamados todos los discípulos.

 

Cuando se menciona a los judíos, no se refiere a todos ellos, como lo hemos venido señalando con insistencia, se refiere a los sacerdotes, los Jefes del Templo y los saduceos, los jefes del pueblo, los ancianos, los escribas, Anás, Caifás, Juan y Alejandro y todos los demás que integraban este nepotismo -como claramente se dice en el verso (Hch 4, 6c) καὶ ὅσοι ἦσαν ἐκ γένους ἀρχιερατικοῦ- son los representantes de estos que, se desenmascaran al apresar a los Apóstoles. Estos “judíos” ven el “signo” que obró Pedro en las piernas del paralítico, y reaccionan, los apresan, los hacen encarcelar, y los hacen comparecer ante ellos.

 

En este marco, se da la ocasión para que Pedro “declare”; esta declaración es -de nuevo- la enunciación del Kerigma:

a)    La pregunta es ¡con qué poder o en nombre de quién, han hecho eso ustedes?

b)    La respuesta -contundente y clara, cantante y sonante- “ha sido el Poder del Nombre de Jesús el Nazareno.

c)    Ustedes lo crucificaron,

d)    Dios lo Resucitó de entre los muertos;

e)    Él es la piedra que “Ustedes” -los arquitectos” desecharon- y, que se ha convertido en “Piedra Angular”.

f)     Sólo en el Nombre de Jesús el Nazareno hay Salvación; en γὰρ ὄνομά ἐστιν ἕτερον “en ningún otro nombre” está la Salvación.


 

Notemos cómo está formulada la pregunta: “¿Con qué poder”?... Evidentemente los que preguntan, preguntan lo que les preocupa, lo que los trasnocha: ¡el tema del poder! Entre los encarceladores está representado el poder económico, el poder político y el poder religioso (el poder centralizado en el Templo y en el Sanedrín). Es valioso destacar que Pedro no llama a los perseguidores a la “conversión”, solo los sienta en el banquillo del Juicio (de los acusados, porque el déspota siempre se empapela tras su supuesto derecho de culpar), para mostrar al pueblo la enorme injusticia de la que son reos.

 

Sal 118(117), 1-2 y 4. 22-24. 25-27a

En este Salmo de Acción de Gracias, encontramos este estilo litúrgico de dialogo real-sacerdotal, levítico y del pueblo. Se agradece la Misericordia, que es la bondad de Dios, siempre Fiel a su Alianza: חָ֫סֶד [chessed]. Decimos “den gracias”, pero hay un reconocimiento, que no sólo agradece, sino que “declara”, “canta”, “loa”, “pondera”.


En el verso (Sal 118(117), 22) está contemplado el tema de לְרֹ֣אשׁ פִּנָּֽה [le ros pin-nah] “la Piedra Angular”, -tomar una persona, común y corriente, y sacar de ella el “fundamento” de toda la sociedad, del mundo entero, se tiene que ponderar, como un verdadero “milagro”- que luego, San Lucas retomará en Hch 4, 11: κεφαλὴν γωνίας [kefalén gonias] para referirse al Resucitado. Los tres sinópticos enfatizan que el mismo Jesús, se aplicó este Salmo, donde aparece como cierre de la parábola de los viñadores asesinos.

 

Este salmo se refiere a un Rey, pero los investigadores han encontrado con bastante certeza que este Salmo, en particular, es un Salmo post-exilico, cuando ya no tenían rey. Lo cual nos lleva a concluir que este Mesías es una figura escatológica, y este Mesías es un “revestimiento midrashico”, dicho en otras palabras, fábulas noveladas, que emplean esta estructura ficticia -de los rabinos- para dar una enseñanza, forma de literatura sapiencial, con moraleja. Nos enseña Quien es este Rey-mesiánico que ha traído libertad, alegría, salvación y entendimiento del corazón para adentrarse en Él: Entonces, lo que verdaderamente se pondera es a YHWH como Único-Dios.

 

Jn 21, 1-14

Nos hallamos ante una perícopa eminentemente eclesiológica. Todo se aclara si entendemos que la “Barca” precisamente representa la Iglesia. Recordemos que Jesús convocó a los discípulos -para nada más y nada menos que- para hacer de ellos “pescadores de hombres” (Cfr. Mt 4,19. 20; Mt 13, 47; Lc 5, 11; Mc 1,17–18). Sin embargo, aquel día, nadie se unía, nadie estaba interesado en escuchar la predicación, el esfuerzo parecía ser rotundamente ineficaz. Toda la noche gastaron lo mejor de sus energías con total esterilidad. Era de noche porque no se ponían en las Manos del Señor, su oscuridad provenía de no reconocer que Dios estaba a su lado para asistirlo; porque no apelaban al “Nombre”, era de noche porque solo se respaldaban en sus propias fuerzas. ¿Qué es lo que les dice Jesús?: Cambien de táctica, echen la red por el otro lado, quizás quería decir que había que cambiar de estrategia, o que debían cambiar el lugar de predicación, o sencillamente que no esperaran los resultados humanamente previsibles, sino que dejaran a Dios demorase tanto como Él quisiera tardar.


 Tan pronto el guía de la acción es Jesús, todo cambia, la pesca se hace abundante, todos los que pescan están en δίκτυον [diktuon] “red”, (Jn 21, 11), es decir, en sinodalidad, todos obraban estando en la misma página. Los “pescados” pertenecen a diversas culturas, diversas lenguas, diversidad de raza, de nación y color de piel; pero la “red” no se revienta. San Jerónimo decía que 153 eran las distintas variedades de peces que los zoólogos griegos conocían en aquella época. Pero la “red” no se rompe. Hay ahora, una “soldadura firme” que une a los miembros de la Iglesia y que supera todas esas diversidades. ¡Su Catolicidad! Allí había partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes. (Hch 2, 9-11a). Todos en “red”.

 

Los discípulos de Jesús se notan todavía desalentados. Pedro no les dice ¡Vamos pescar! en cambio les dice. ¡voy a pescar!, hay algo de ese tono de “yo voy a hacer esto, ustedes hagan lo que quieran, disolvamos nuestro equipo que ya no hay nada para trabajar en común”. Pese a todo, no se parte de cero, ellos, quizás sin tanto entusiasmo, resuelven ir con él.  Pero, cuando los reciben los peces asados, hay un toque evocativo de primer orden y se da esa intuición profunda que tiene el discípulo a quien Jesús amaba: ¡Es el Señor!

 


No le preguntan a Jesús ¿Quién eres? Todos sabían ya quién era, sus labios lo callaban, sus inteligencias no lo pueden aceptar, pero sus corazones ya lo habían reconocido. ¡Era el Señor! Y nuevamente les celebra la Eucaristía. Se ven los “signos” del amor de Jesús por su “Barca”: la fogata con sus brasas, peces y panes. Les pide que de los propios “bienes” de su trabajo, aporten a la Mesa Eucarística: ¡eso es comunión! Nadie debe decir: “a este lo pesqué yo”, lo que se pesca es gracia, los que aceptan el mensaje y se unen, han sido tocados por Jesús y por el Santo Espíritu, no por x ó y discípulo; aun cuando es cierto que fue gracias a que todos ayudaron a sacar la red, que pudieron sacar los tantos peces que Jesús empujó a la red, el trabajo “sinodal”, cooperativo es esencial a la tarea eclesial para ser eficaces en “subir los peces” a la Barca (recordemos que la “barca” es figura de la Iglesia).