Núm 11, 25-29 / Sal
19(18), (8-14) / Sgt 5, 1-6 / Mc 9, 38-43,45,47-48
Algunos se consideran libres cuando viven sin Dios o al
margen de él. No advierten que de ese modo transitan por esta vida como
huérfanos, sin un hogar donde volver. «Dejan de ser peregrinos y se convierten
en errantes, que giran siempre en torno a sí mismos sin llegar a ninguna parte»
(Exhort. ap. Evangelii gaudium, 170).
Papa Francisco
Tampoco
se puede hacer un fetiche con la palabra “inclusión”, pero es que en el curso
del siglo pasado y en lo que va corrido de este, se ha hecho cada vez más
frecuente armar círculos exclusivos, y exclusivistas, y lograr pertenecer a
ellos es algo muy arraigado en nuestra mentalidad y es casi un objetivo de vida.
Lo vemos como una conducta normal y sana y hemos acuñado expresiones y giros
del habla popular para la constitución de “roscas” y la tranquilidad de
nuestras consciencias. Se arman con frecuencia –también- agrupaciones cuyo propósito
es mantener a “ciertas” personas a raya, al margen, y se constituyen –con muy
variados pretextos- verdaderos mecanismos de exclusión para marginar por razones
religiosas, culturales, raciales o étnicas, los ghettos, en el ghetto el
significado esencial es la “segregación”.
Cuando
el pueblo Judío experimentó el inmenso Amor de Dios, pensó –porque así pensamos
los seres humanos- que “ser amado” era ser “el pueblo escogido”, y de ahí a
pensar que era “el pueblo superior” y que Dios era su exclusividad no había más
que un paso milimétrico. Esa idea, subproducto de esta lógica, los llevo a
pensar así: “pueblo amado por Dios” = “pueblo escogido” = “pueblo dueño de
Dios”. Este XXVI Domingo nos muestra otra panorámica, desde el ángulo visual de
Dios, Él no puede ser acaparado, no le pertenece a nadie, es para todos, nadie
se puede arrogar su exclusividad.
En
toda conducta segregativa es esencial el “escándalo”. Los invitamos a tener presente
lo que implica el escándalo: la palabra procede del latín scandălum, que, a su vez, procede del griego
σκάνδαλον. Los indoeuropeos
compusieron con -skand y el sufijo -alo el vocablo skandalo, que significaba
‘obstáculo’, ‘dificultad’, que llegó al griego como skandalon (‘obstáculo’), con el sentido de
‘trampa para hacer caer a alguien’. ¡Ah!, entonces nos estamos refiriendo a lo
que puede dañar a otro, a un prójimo, que se pueda ver afectado por el “mal
ejemplo”. Escándalo sería, pues, aquello que da motivo a la situación de “pecado”.
Jesús,
en el Evangelio nos pone sobre alerta frente a esta situación. Pero vemos que
ya desde el principio, en el Libro de los Números, Moisés mismo evitaba y
desalentaba las conductas de exclusividad. No se limita la entrega del Espíritu
Santo a los 70 que se hallaban presentes, sino que todos los que figuraban en
la lista, lo reciben. Y va un gigantesco paso más allá, formula el deseo de que
¡Pudiera ser en la Voluntad de Dios que todo el pueblo del Señor fuera profeta
y recibiera el Espíritu del Señor!
¿Cómo
se encadena el tema de la segregación, del pecado y el tema del profetismo y de
que el Espíritu de Dios cayera indiscriminadamente sobre –de estar en la Voluntad de Dios- todos? En la Misión del Profeta. Recordémosla aquí:
Anunciar, denunciar y consolar.
La
página de Santiago es prototípica el respecto, en su sustancia resuena la
denuncia como nota principalísima: “¡Habéis amontonado riqueza,… El jornal
defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra
vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de
los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os
habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; porque
él no puede resistirles.”
Observemos
que no se trata en el evangelio de alguien que simplemente pone en sus labios
el Santo Nombre, sino de alguien que pone en el centro de su vida el
Santo-Nombre, y por ello, puede obrar milagros.
Estamos
listos para presentar una apretada síntesis:
a) Todos los que sintonizan con el Plan
Salvífico pueden obrar y expulsar a los demonios en “su Nombre”, obrar
prodigios y ayudar a salvar. Nada, ni nadie ha consignado a Dios en su propia
cuenta bancaria o en su talonario de comprobante de depósitos.
b) Hay otras maneras de ejercer el
discipulado y es apoyando la “difusión” del Santo Nombre, o sea la difusión de
sus enseñanzas, y es socorriendo a los predicadores, profetas y maestros que
ayudan a extender su conocimiento, aun cuando ese apoyo sea simplemente “un
vaso de agua” Dios no pasará por alto que ese vaso de agua fue dado pensando en
ayudar a llevar la bondad salvadora de Dios allí donde se le desconoce o, donde
el olvido, el descuido a la distracción ha tratado de borrarlo.
c) Por eso hemos de evitar a toda consta
ser difusores de lo contrario, ayudando a promover el mal ejemplo, proponiendo
vías contrarias a las que ha propuesto el Salvador, porque “el que conmigo no
recoge, desparrama” (Lc 11, 23; Mt 12, 30). Antes que llegar a ser un
contra-servidor es preferible morir con una piedra de molino atada al cuello.
d) La mano que se apodera, coge y
arrebata, así como los pies que nos pueden llevar por los malos caminos y el
ojo codicioso que ve, desea e intoxica el corazón deben “domarse” para podernos
sustraer a su control. El discípulo no se deja esclavizar de sus propias manos,
pies y ojos cuando ellos van rumbo al precipicio de su perdición. El verdadero
discípulo recorre las vías del Señor para mostrar a todos que esa es la vía que
conduce a su Reinado.
e) Esa mano codiciosa, esos ojos avaros
que quieren quedarse con el “salario” que en justicia corresponde a los
trabajadores fraguan la perdición y la condena del fuego que consumirá sus
carnes como las consumiría el fuego. Dios no castiga porque Él es Infinitamente
Misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; son nuestros pies los que
nos llevan por las sendas indeseables, contra la Voluntad de Dios. (Ver Segunda
Lectura de este Domingo).
El
anti-discípulo recibe en vez de premio, su castigo de perdición, ir al fuego
que tortura y que hace rechinar los dientes por toda la eternidad. Podemos ser
sal y luz del mundo o ser la piedra de escándalo que hace tropezar a un hermano
y lo lleve a mal vivir y recorrer las rutas que significan “muerte eterna”.
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