Gen 3, 9-15; Sal. 129,
1-2. 3-4. 5-6. 7-8; 2Cor 4, 13–5, 1; Mc 3, 20-35
¡Dichosa tú, que has
creído
que lo te ha dicho el
Señor se cumplirá!
Lc 1, 45
El mal, es claro, no
es la desnudez en sí misma (el cuerpo humano es obra de Dios y es un reflejo de
su belleza); es, más bien, el uso instrumental y comercial, que se le hace,
para seducir y hacer dinero. El uso, que se hace de la desnudez en la
pornografía y frecuentemente también en la publicidad, no es otra cosa que una
forma residual de prostitución, un vender el propio cuerpo.
Raniero Cantalamessa
ofm Capuch.
¿Cómo
desplazamos la responsabilidad?
Adán
transfiere la culpa a Eva,
Eva la
traslada a la serpiente que la sedujo…
El meollo
está en la seducción, que conlleva engaño,
Eva habría
caído –precisamente- víctima de su credulidad.
Lo que no
se puede olvidar es que habían sido explícitamente advertidos…
Hoy –sin
embargo- el foco está en la promesa, que cierra la perícopa,
hay
garantía de Una Descendencia que le aplastará la cabeza a la serpiente,
que nos
redimirá de todos los delitos,
de esa Descendencia
esperábamos la Misericordia,
la
Redención
generosa y abundante
de
su Linaje proviene el Perdón;
Perdón,
Misericordia y Redención guardan teológica sinonimia;
de
un Dios que lo único malo que tiene es la Memoria
¡Alabada
por los siglos de los siglos su Desmemoria!
¡La
Redención es un ataque amnésico de la Memoria Divina!
Ataque
que Le sobrevino al ver a su Hijo crucificado.
Una
consecuencia, de la que no se hace mención
en la
perícopa del Génesis de este Domingo,
es el
hecho de que nuestra “humanidad exterior” se va desmoronando;
-a ello
apunta la perícopa de la Segunda Carta a los Corintios-
es la
muerte que muerde;
pero eso no ha de descorazonarnos,
porque si
bien hay desmorone exterior,
asistimos
a nuestra renovación cotidiana,
pongamos
de relieve esta Palabra esencial: “Renovación”,
cuando parecemos
decaer, hay –en verdad- un florecimiento interior,
aun cuando
en una cultura visual lo que vale es lo “que se ve” ,
no nos
dejemos “seducir” por los ojos,
seamos capaces
de captar
lo invisible –que es lo eterno-
y no de
estancarnos en los visible
que es lo efímero.
Tenemos
heredado un consejo en la 1ª Carta de Pedro sobre la desnudez
«Que
vuestro adorno no esté en el exterior,
en
peinados, joyas y modas,
sino en lo
oculto del corazón,
en la
incorruptibilidad de un espíritu dulce y sereno:
esto es,
precioso ante Dios.
Así se adornaban
-en otro tiempo-
las santas
mujeres que esperaban en Dios»
1 P 3,3-8
No
corramos pues, detrás de los palacios terrenales,
sino
llenémonos de anhelos por la morada
eterna
que el
Mismo Jesús ha ido
al Cielo a prepararnos.
Hay un
concepto que tenemos que dejar aclarado
en nuestra
fe, en esta fecha:
“Blasfemia”.
Primero:
la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado imperdonable;
Segundo,
se blasfema contra el Espíritu Santo si se cree
que el poder
de Jesús viene del Malo,
porque eso
es identificar al Espíritu Santo con el espíritu inmundo,
valga
decir,
no poder ver que el Espíritu Santo es
Dios,
confundirlo
con el dios de las moscas.
Y eso, no
se puede subsanar, porque es el error garrafal,
más que
garrafal, fatal,
un error
con el que renunciamos a pasar por las puertas de la Salvación.
Qué pasa
si a lo bueno lo llamamos malo
y a lo malo bueno,
que nos
pegamos el más terrible extravío,
y –cuando
nos venimos a dar cuenta- ya habremos cruzado el fatídico umbral
“Lasciete
ogni speranza, voi ch’entrate”
dice Dante que marca tal entrada.
Luego
blasfemia es confundir el derrotero que conduce hacia Dios,
Porque el
Camino es Jesús
Que
es también Verdad y Vida,
Si no vamos
en pos suya,
nuestro derrotero nos llevará a la
Muerte,
donde es
el llanto y el rechinar de dientes,
porque
allí todo es oscuro
y sólo
existe el tristísimo alejamiento de Dios:
Su
Ausencia-lo más doloroso.
¡No está
Dios y su falta es por siempre!
En vez de dejarnos engañar
e irnos detrás de falacias,
busquemos “…la profunda verdad de que Dios,
y no el hombre,
es el verdadero Señor de todo ser humano,
de toda vida humana”.
No te muestres desnudo, muéstrate virtuoso.
Prepotencia y arrogancia, ¡Vade retro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario