Ez 17, 22-24; Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16; 2 Cor 5,
6-10; Mc 4, 26-34
Sacamos la
lengua a la vida, al mundo,
a toda
realidad
para hacernos la selfy.
¿Le
hacemos mueca a alguien?
A la
propia muerte, a un mundo inmerso en el desaliento,
rendimos
tributo a le desesperación,
y
es que la “cultura de la muerte” no es solamente
impulsar
el suicidio,
proponer
el aborto como vía de liberación,
agitar las
banderas –mal llamadas- “eutanáticas”;
no, la
cultura de la muerte es sobretodo proponernos tirar la toalla,
antes de tiempo,
es
aprender a desistir,
es recomendar
la tristeza hasta que la tristeza nos encarcele,
es
alimentarnos de desasosiego,
es gustar
de la música que nos deprime,
es oscuro
y es soledad,
abandono
en la desesperanza,
dejación
en el pecado,
vivir la zozobra constante del sin-sentido,
comentario
pesimista,
vocabulario
procaz,
miedo que
nos hunde,
tenaza que
nos desconsuela.
Pero
cuando alguien cree que la “muerte” es la respuesta,
viene la
Voz de Dios y afirma que
“Él hace secarse el árbol verde,
y
florecer el árbol seco”.
Esos
que hoy siembran entre lágrimas,
-Dios
lo ha dicho- mañana segaran entre cantares,
y
serán canticos de jolgorio.
Sus
voces serán mañana
trinos y gorjeos
a la sombra del Árbol Gigantesco
del
Cedro Sempiterno.
¡que
asombrosa disparidad entre el tamaño de
la semilla
y la talla del árbol que produce!
Insistimos,
los que creemos, que hay que guardar la esperanza,
y
que en cualquier momento mientras se espera, llagará la dicha,
no
llegará para irse,
sino que vendrá para quedarse
-oráculo
del Señor.
Aquel
árbol que parecía augurar el fin del mundo y ser el mausoleo de la historia,
estará
más vivo que lo estuvo nunca, esto dice el Señor,
se
convertirá en un cedro magnifico,
aves
de todas clases anidarán en él
al
abrigo de sus ramas.
Dios
Mismo, con una sola rama que escogió,
obtuvo
florescencia y frutescencia, al ciento por uno.
Y
los bobalicones, langui-tristes, cari-lambidos,
se quedaran –desenmascarados-
sepultados
bajo tanta alegría real. (No falsas alegrías);
¡sino
la alegría del Reino de Dios!
¡Qué
sabemos nosotros del programa que duerme en la semilla!,
la
“semilla” sigue su curso,
como
si tuviera una “programación” interna
que rige su germinación,
que
guarda el potencial –dormido- de llegar a ser planta adulta y fructífera;
de llegar a ser Reino.
y
este proceso es totalmente independiente de la voluntad de los agricultores
llegará
a ser planta
que
desmiente al engaño que se propalaba,
para
seducirnos con su embuste,
con
su cuento de que la muerte es poderosa,
¡pobre
impotente! No se ha enterado
que
Jesús la derrotó,
no se ha
despertado
y sigue convencida
de
su propio engaño.
(lo
sabe, pero se hace la que no
porque su único recurso
es
ver si nos vence con ese engaño
y
nos hace expulsar del Paraíso otra vez).
Leamos
con atención el Evangelio,
¿cuándo se mete la hoz?
-pregunta
escatológica-
Ni
antes, ni después,
sino en el justo momento de la siega,
Ni
antes, ni después.
Mientras,
la hoz seguirá inactiva,
sólo
se activará cuando la espiga haya fructificado.
¡Ni
antes, ni después!
No son
exclusivamente árboles frutales,
Son
árboles que se convierten en la morada de las aves,
de
muchas aves.
Sus trinos
llenaran el ambiente de un himno vital pletórico de júbilo
abundará
en regocijo,
será himno
feliz,
himno vital.
¡Contad
con ello!
Oráculo del Señor
los ritmos
Divinos son de calma y paciencia
a su tiempo
ni
antes, ni después.
sólo
hasta que se haga grande,
hasta
cuando madure la Salvación
se haga alta,
eche
ramas
grandes
entonces
los pájaros
del Cielo
podremos
anidar a su sombra.
Vamos
a conglomerarnos
como bandadas
en torno a Jesús,
para
que nos lo explique en privado:
nuestro
estilo de planeación no logra ni emparentar
ni
desentrañar el curso de la Voluntad Divina,
estamos invitados a acogernos a su ritmo,
acogernos
a Su Ritmo es vivir en la paz del Señor
porque
vivimos en sus Manos.
Nuestra
manera de pensar es excesivamente inmediatista
y
la sociedad nos incultura mayor “acelere” con sus pautas resultistas,
positivistas, productivas.
Una
cultura de metas con plazos previstos
a
dos, cinco o máximo diez años
a los que denominamos “largo plazo”
circundadas
de objetivos a “seis meses” o a “un año”,
definen
carreras desenfrenadas
que
revientan los nervios en stress
y
la salud en dolores de cabeza,
de espalda,
úlceras estomacales,
irritabilidad
e inflamación del colón, infartos entre otros.
Hay
que saberse poner en las Manos de Dios,
Tener
su Paciencia
Misericordiosa.
El
sabe, Él-que-todo-lo-sabe
esperando
a los que todavía no lo conocen ,
a
los que a duras penas lo intuyen, sin afianzarse en Él.
Saber
aguardar a que la savia de la fe
circule,
y
a que la Salvación madure.
¿Quiere
decir que nuestro deber se sume en la inactividad pasiva,
quedarse
cruzados de brazos esperando que el Reino se construya solo?
El
Reino de Dios no es una tarea que compete al Mesías
y
nosotros cruzaditos de brazos,
niños
juiciosos y bobalicones
ahí, mirando;
la siembra
–valga decir- la expansión y consolidación del Reino;
¡por el
contrario!
es
competencia de todos los que somos células del Cuerpo Místico de Cristo,
a quienes
el Sagrado Corazón nos bombea la Energía Infatigable,
también
Incontenible
–aun
cuando discreta y nada espectacular-
que
trabaja sin cesar,
dormidos o despiertos,
de noche o de día:
progresa,
avanza, crece y brota.
“Todos
tendremos que comparecer
ante el
tribunal de Cristo,
para
recibir lo que se debe
por las
cosas hechas
mientras estuvimos en vida,
bueno o malo”.
Dice
San Pablo.
¡Ea
pues!, cero impaciencia
total confianza en Dios
y
reconocer su Reino
en un
contexto de Esperanza
sin
abandonar la Misión recibida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario