«Salve, Señora, santa
Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por
el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo
y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la
gracia y todo bien»
San Francisco
Hay
un gran margen de error sobre este dogma católico de la Virgen. Muchos creen
que tiene que ver con el hecho de la Concepción de Jesús sin la intervención de
varón, sólo porque la “sombra del Espíritu Santo se posó sobre ella”. Nada
tiene que ver con ese otro dogma que es el de la Virginidad Perpetua de María
Santísima. La Inmaculada Concepción quiere significar que Dios exceptuó a María
del pecado original y fue concebida, libre de toda mancha en el vientre de
Santa Ana, su madre.
Mirar
la ternura de María que se ha hecho presente a través de la historia en
distintos sitios y allí donde se necesitaba. Es una Madre que vela por todos
sus hijos. Jesús nos encargó a su cuidado cuando se la encargó a Juan, en Juan
todos quedamos encargados pero también cobijados bajo su amparo.
María
es Madre de la Iglesia por lo tanto vela por todos en la Iglesia.
Miremos algunos momentos históricos cuando Ella se ha manifestado. Todos
comprendemos que esta Maravillosa Intercesión revela y renueva en nuestro pecho
el Amor al Padre y a su Hijo, el
Tres-Veces-Santo.
1
La
advocación de Nuestra Señora del Rosario se la apareció por primera vez –hasta
donde sabemos- a Santo Domingo de Guzmán. Llevaba la camándula en las manos y
le enseño a rezar el Rosario. Santo Domingo tenía un amigo –Simon IV de
Monfort, a quien el fundador de los Dominicos le enseñó la devoción, así que
cuando este ganó la Batalla de Muret, le construyó una Iglesia a la Virgen del
Rosario.
Debemos
al beato Alano de la Rupe la reinstauración de esta devoción que en el siglo XV
se había extinguido. El beato escribió un libro -a petición de la Virgen- donde
se enumeraban los prodigios obrados por intercesión de este rezo y expuso 15
promesas de la Virgen para quienes practicaran esta devoción
San
Pío V definió fecha para conmemorar esta advocación, se trata del 7 de octubre,
fecha de la victoria en la Batalla de Lepanto, donde las fuerzas cristianas
derrotaron a los turcos que invadían Europa, esta victoria se atribuye a la
intercesión de la Santísima Virgen, a
quien por tal motivo conocemos también como Nuestra Señora de las Victorias;
Fue Gregorio XIII, quien denominó esta festividad “Nuestra Señora del Rosario”.
A su vez, León XIII, piadosísimo practicante de esta manera de orar, consagró
el mes de octubre al Santo Rosario.
Las
apariciones de la Virgen en Lourdes, en 1858, y en Fátima, en 1917 también nos
convoca, por medio de Santa Bernardita Soubirous, Lucia de Jesús dos Santos y
sus primos Jacinta y Francisco Marto, a practicar el rezo del Santo Rosario.
2
Muy
difundida está la historia de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin a quien en cuatro
oportunidades se le apareció la Santísima Virgen en la advocación de la Virgen
de Guadalupe, la “Morenita” entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. Celebraremos
la fiesta de San Juan Diego mañana, 9 de diciembre.
El
nombre de la Virgen pronunciado en Náhuatl era «Te-coa-tla-xope» o
«Tequatlasupe» que significa en azteca «la que aplasta la serpiente» y según
otros "aplastará la serpiente de piedra", pero para los españoles
sonaba raro y difícil de pronunciar. Los españoles la asociaron con la Virgen
de Guadalupe y así la llamaron por similitud fonética.
Quetzalcoatl
era la Serpiente Emplumada, cruel deidad a la que se tenían que ofrecer
sacrificios humanos, gracias a la adopción de la fe católica esta práctica fue
abolida. Pero, esta aparición de la Virgen en el ayate de Juan Diego donde
quedó estampada y por eso es ἀχειροποίητα “acheropoietas” o sea, no pintada por
mano humana; vino oportuna para desmontar la belicosa actitud de otras tribus
aztecas que querían agredir y dar comienzo a una guerra de proporciones intimidantemente
insospechadas. Juan Diego era de la tribu chichimeca. A partir de este Divino
portento y en sólo siete años, se convirtieron ocho millones de indígenas.
3
En
1946 La estatua de Nuestra Señora de Fátima ubicada en la capillita es coronada
por el Cardenal Marsella, Legado Pontificio. La corona fue ofrecida por las
mujeres portuguesas en agradecimiento por haber librado a Portugal de la
Segunda Guerra Mundial. El Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima es
visitado por cuatro millones de peregrinos.
Estos
relatos nos dejan ver cómo Dios obra en la historia y cuál es el papel que
Jesús le ha encomendado a la Virgen María. Podríamos revisar otras advocaciones
y su respectivo marco histórico para mejor entender el rol que a los católicos
nos lleva a venerar, óigase bien, venerar –que no adorar, ya que la adoración
se reserva a Dios.
Oh Dios,
que mediante la Inmaculada Concepción de la Virgen
preparaste una digna morada a tu Hijo:
Te suplicamos que así como la preservaste a Ella de toda
mancha
-en previsión de la muerte de tu mismo Hijo-
así también nos concedas por su intercesión
llegarnos a Ti
purificados de todo pecado.
Por el mismo Jesucristo
Nuestro Señor. Amén
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