Sancta Dei
Genitrix
(θεός, Dios - τόκος, parto)
Num 6, 22-27; Ga 4, 4-7; Lc 2, 16-21
ἡ δὲ Μαριὰμ πάντα συνετήρει τὰ ῥήματα ταῦτα συμβάλλουσα ἐν τῇ καρδίᾳ αὐτῆς
Pero María lo conservaba y meditaba todo en su interior
Lc 2, 19
Nos hemos limitado a colgar el mismo blog del Año Pasado; y, a reemplazar 2012 por 2013.
1
De Santa María se dice en la Carta a los Gálatas –Segunda
lectura de la liturgia de hoy: "Cuando se cumplió el plazo, envió Dios a
su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley", cotejamos con otras
versiones, donde se lee “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” (Ga 4, 4), no es mucha la
diferencia; Ella, pues, ha sido quien se ha encargado de darle un cuerpo
al Verbo de Dios hecho hombre. La Santísima Virgen está en la base misma del proceso de dar ser-histórico a Quien –de Suyo- había habitado por Naturaleza, la Eternidad ; abriendo y
destrabando con su Fiat las
compuertas de la
Salvación. Esta
participación de lo humano en la
Encarnación ya ennoblece al ser humano y dignifica en grado
sumo a la mujer. Ya hemos visto que Jesús gustaba llamarse a sí mismo “Hijo del
hombre” queriendo resaltar con ello su plena humanización; pues es la
aquiescencia de María lo que permite que Jesús pueda asumir la plenitud de
nuestra naturaleza ya que es indispensable que todo lo humano sea asumido para
que todo lo humano pueda ser redimido, para que todo lo humano sea
verdaderamente salvo.
« Aquellos que insisten en que en Él no hay otra cosa que un hombre engendrado por José permanecen en la esclavitud de la desobediencia antigua y en ella mueren no habiendo alcanzado la comunión con el Verbo de Dios Padre, y no han tomado parte en la libertad que nos viene por el Hijo, según lo que Él dice de sí mismo: “Por tanto, si el Hijo les da la libertad, serán verdaderamente Libres” (Jn 8,36). Al ignorar al Emmanuel nacido de
Al celebrar la
Madre de Dios, en griego, Theotokos. Madre de la Contemplación , de la Adoración , de la Vida Mística ; por
cuya intercesión ponemos nuestra vida y las primicias del 2012 en las Manos de
Jesús, en las del Providente Dios-Padre y en las de su Esposo, el Espíritu Santo:
“En este primer día de un nuevo año pedimos sólo que nos sea dado adorar tu
Presencia, Niño Dios, en este amanecer de nuestro calendario humano, dejando
que Tú guíes los acontecimientos de nuestras vidas y de la vida del mundo. Te
pedimos solamente, Niño Dios, que nos concedas tener una fe profunda que se
sienta satisfecha con mirarte y sonreírte silenciosamente, para prepararnos
desde ya a tener corazones vacíos de
palabras y capaces de acoger gozosamente las tuyas cuando, al
encontrarnos nos hables: Madre del Señor, ven con tu Hijo a nosotros, a pesar
del frío y la indiferencia del mundo, nuestro corazón tendrá –tanto para Él
como para Ti, un cálido refugio”[2].
2
Fue en el 431, durante el
Concilio de Éfeso que se proclamó solemnemente la Maternidad de Dios en la Maternidad de María al
dar a luz a su Hijo Jesucristo-Nuestro-Señor. Con frecuencia saludamos a Santa
María-siempre-Virgen con una antiquísima oración titulada Sub tuum praesidium que
viene en la Liturgia
de las Horas y que data del siglo III, al parecer tuvo su origen entre los
Coptos, aún cuando el papiro que se ha recobrado está en griego: “Bajo tu
amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas las suplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades; antes bien, líbranos de todo mal y peligro, oh siempre
Virgen gloriosa y bendita”.
Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.
Debemos al eminente
papirólogo de la
Universidad de Oxford Edgar Lobel el descubrimiento de un
papiro, cerca de la ciudad de Oxirrinco Según los registros históricos, es en
esta oración, donde por primera vez hace su aparición este apelativo dirigido a
Santa María: Θεοτόκος. que para el siglo IV ya se había hecho frecuente tanto en Oriente
como en Occidente. Aquí la palabra aparece en modo vocativo: Θεοτόκε. Lobe
dató este papiro en el 250 de nuestra era.
Gabriele Giamberardini, pionero
especialista en el cristianismo primitivo egipcio, en un documentado estudio,
ha mostrado la presencia del tropario (himno bizantino) en los más diversos
ritos y con diversas variantes que se encuentra, inclusive en la liturgia
latina.
Fue Nestorio, en el siglo
V quien puso en entredicho la expresión Teotokos, proponiendo la limitante de
Christokos, es decir, sólo Madre de Cristo; para Nestorio habían dos personas:
por una parte el Verbo, y por otra, bien distinta, Jesús; murió en la cruz
–según Nestorio- Cristo, más no el Verbo, una presencia especial de Dios en la
humanidad de Cristo, como en un ser santo, como en un templo. Viene aquí, la
contra-posición, la de San Ignacio de Antioquía y San Cirilo de Alejandría, que
devino la del Concilio de Éfeso, aclarando que en Jesucristo hipostáticamente (ύπόστασις) conviven –desde la concepción- El Verbo y el
hombre. Teotokos es, pues, la
Madre del Verbo Encarnado. No se debe leer como si María
fuera Madre de una sola de las entidades, puesto que no encontramos dualidad en
Jesucristo, en Él está el hombre y está Dios; al nacer, nacen unificadamente
Dios-y-Hombre, por eso podemos predicar que María es tanto Christokos como
Theotokos. Simultáneamente ambos. Al decir de San Agustín: “Si la Madre fuera ficticia, sería
ficticia también la Carne
(…) y serían ficticias las cicatrices de la Resurrección ”
(Tratado sobre el Evangelio de Juan 8,6-7).
«María
no le dio a su Hijo Jesús la divinidad, pero bien podemos decir que es madre,
no solamente de su carne, sino de la persona que engendra, que en este caso
singular es la persona única de Dios hecho hombre. María, la madre de Jesús, es
Madre de Dios.»[3]
3
Bueno, hoy la Santa Madre Iglesia, para
iniciar el Año Calendario, celebra la fiesta de Santa María Madre de Dios, Θεοτόκος. Vayamos a las lecturas señaladas
para esta liturgia. La primera cosa que notaremos es la -prácticamente total-
ausencia de la Theotokos
en ellas. Podríamos decir que se la nombre dos veces, una de manera directa y
la segunda de forma indirecta, a esta ya nos hemos referido, se trata de la
mención hecha sobre ella en la
Carta a los Gálatas 4, 4. La mención directa se hace en el
Evangelio de San Lucas: «Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño
acostado en el pesebre» Lc 2, 16. Y eso es todo. El protagonismo en la perícopa
del Evangelio se lo llevan los pastores.
«La familia de María
estaba lejos, allá en Nazaret. El niño nació, fue envuelto en unos pañales y
dejado en un pesebre sobre la paja (cfr. Lc 2,7). Los pastores vinieron a hacerle
una visita (cfr. Lc 2, 8-12). No apareció ninguna persona importante en la
cueva. Sólo gente pobre. Todo pobre… Solamente la gente pobre como los pastores
y la gente humilde como los magos pueden tomar en serio esta noticia y creer en
ella.»[4]
La palabra que aparece en
el Evangelio de San Lucas, en el capítulo 2, en los vv. 8. 15.18. 20, es Ποιμένες pastores; como se puede ver, son mencionados cuatro veces, y
toda la perícopa gira en torno suyo. ¿Qué es lo que hacen? Reciben un anuncio y
se dedican a difundirlo δοξάζοντες καὶ αἰνοῦντες,
es decir, actúan como misioneros evangelizadores. Eso es lo que encontramos en
el Evangelio de hoy.
Abel, Abrahán, Isaac,
Jacob, Moisés, David figuras especialísimas de la Sagrada Escritura
eran pastores. Los pastores se caracterizaban porque eran seminómadas,
vivían trasladándose de un lugar a otro,
en busca de agua y pastos para sus
rebaños. Además, debían proveer un lugar seguro para sus rebaños, los pastores tenían que proteger a sus ovejas de los
ladrones y de los animales tales como los lobos, los leones y los osos y prevenir que se apartaran del rebaño y se
perdieran.
La palabra "pastor" se usa con frecuencia en el texto bíblico para designar a la dirigencia: los sacerdotes y gobernantes, los escribas y la clase acomodada. Los profetas Isaías, Ezequiel y Zacarías reprendieron duramente a los dirigentes de Israel, y los compararon con pastores despiadados, insensibles, codiciosos, que conducían a la perdición a los que estaban bajo su cuidado, y se aprovechaban de ellos expoliándolos hasta la muerte.
Con frecuencia, también, se designa al propio Jesús como un Pastor que
conduce y cuida de sus "ovejas" con ternura, bondad y fidelidad. En
el capítulo 10 de San Juan, Jesús se llama a sí mismo “el Buen Pastor”,
dispuesto a dar su vida por sus ovejas (Jn 10, 11-15). Por otra parte, las
ovejas llegaban a identificar de tal forma a su pastor, que lo reconocían y sólo
respondían a su voz.
Identificamos a los pastores con los Anawin, con los “clientes” de
Jesús; Él siempre estaba rodeado de enfermos, leprosos, jorobados, cojos,
inválidos. Los pastores aparecen en las pinturas egipcias frecuentemente como
seres miserables, sucios y barbudos, desnudos y medio muertos de hambre, a
menudo deformes y rengos.
Emilio Mazariegos define quienes son estos pastores: «La gente. La buena
gente. Lo que no tiene nombre. Lo perdido. Lo que no se da importancia. La
gente. Los del montón. Los de la noticia. La gente. Los de corazón sencillo y
humilde. Aquellos que hicieron temblar el corazón de Jesús de gozo. Aquellos
que se sienten bien al lado de un Nazareno, un don nadie. Aquellos que le
buscan porque lo necesitan. Aquellos que comen el pan de cada día.
En la noche de la historia los testigos fueron una buena gente, los
pastores. Gente despreciada, gente tenida por marginados. Fueron testigos de la Buena Nueva , de la Gran Noticia , los que vivían
despojados de todo –en eterno éxodo- los que dormían al sereno de la noche.
Fueron testigos del don de María al mundo los que tenían el corazón lleno de
estrellas, como las que cubrían su cuerpo, los que estaban acostumbrados a ver
la luz en la oscuridad de la noche.
En la noche escucharon la Gran
Noticia. Y en la noche les llovió paz. Paz porque eran buena
gente. Paz porque ya la llevaban en su corazón sin poderes. Ellos descubrieron
la nueva Estrella, el Mesías esperado.»[5]
En esta fecha la Iglesia
nos convida a la Jornada Mundial
de Oración por la Paz.
«Así, para designar a sus pastores, Lc tomó como
modelo a los misioneros cristianos. Se convierten entonces en modelo de lo que
todo cristiano tiene que hacer en el mundo.»[6]
4
Escasa, muy escasa mención
de la Virgen María
en las lectura de esta liturgia si se tiene en cuenta que estamos celebrando la
fiesta de la Madre
de Dios. Estábamos revisando el Salmo correspondiente, el 67(66) “Que te alaben
todos los pueblos”, se trata de un salmo para pedir bendición; se dice sobre
este salmo que «desarrolla la formula ritual de Num 6, 24-26 por la que los
sacerdotes ponían el “nombre de Dios sobre los hijos de Israel “para que Dios
los bendijese»[7] El Padre
Eliécer Sálesman dice sobre este salmo que es un salmo verdaderamente misionero. Nos
hemos topado con la siguiente glosa: «Si yo fuera un ermitaño en una cueva,
podrías hacerme a un lado; pero soy un cristiano en medio de una sociedad de
hecho pagana. Soy tu representante, tu
embajador aquí abajo. Llevo tu Nombre y estoy en tu lugar. Tu reputación,
por lo que a esta gente se refiere, depende de mí. Eso me da derecho a pedir
con urgencia, ya que no con mérito alguno, que bendigas mi vida y dirijas mi
conducta frente a todos estos que quieren juzgarte a ti por lo que ven en mí, y
tu santidad por mi virtud. Bendíceme, Señor, bendice a tu pueblo, bendice a tu
Iglesia, danos a todos los que invocamos tu nombre una cosecha abundante de
santidad profunda y de servicio generoso, para que todos puedan ver nuestras
obras y te alaben por ellas.»[8]
El salmo nos dio la pista:
Entonces entendimos que la liturgia tiene un eje misional. Se refiere a ese
papel de representantes, de embajadores “aquí abajo”, está en la urgencia de
que transparentemos a Dios, que vivamos Jesusmente –valga decir- a la manera de
Jesús, con el fin de que su Nombre sea Santificado. Se cumple en la figura de
los pastores y de la función que cumplen en el relato del Evangelio. Miremos
ahora, cómo está lo misional en la
Madre de Dios.
5
Félix Moracho dice: «Dios
fue enteramente libre para escoger a la madre de su hijo. ¿A qué María escoge
Dios, de entre tantas mujeres, para madre de su hijo hecho hombre? ¿A qué
“señora” elige? A una mujer judía, María pertenece al pueblo judío, un pueblo
pequeño, entonces pobre, colonizado y ocupado militarmente por el Imperio
romano (Lc 2, 1-7) María es de una región, Galilea, despreciada por los de la
capital (Jn 7, 52) de un pueblito del que se dice “¿De Nazaret puede salir algo
bueno? (Jn 3,46). A una mujer pobre. Esta es la realidad. Dios no escoge a una
princesa, una persona importante. Lo podía hacer. Pero María ni siquiera es la
esposa de un sacerdote judío (y había 7.200 en aquella nación tan pequeña), ni
de un doctor (escriba), ni siquiera de un piadoso fariseo. Mucho menos es la
mujer de un hacendado, ganadero o comerciante judío. De una mujer pobre nació
el Hijo de Dios en la tierra. A una mujer de pueblo. La madre de Dios es María
de Nazaret, un pueblecito pequeño, más bien un caserío. Es una mujer campesina.
Como su hijo Jesús “el de Nazaret” (cfr. 1, 45-46) nació y vivió pobre en medio
de su pueblo. Da a luz a su hijo en un establo y no tiene otra cuna para él que
un pesebre de animales (Lc 2, 7-19).»[9]
Su cuna es un pesebre, φάτνῃ [fatné]
dice el original griego; la palabra en español es de origen latino, viene de
praesepe que significa establo, pesebre, caballeriza, corral, cuadra, cercado o
lugar cerrado en que se recoge el ganado, cuadra. Formado por el prefijo prae por delante, más el sustantivo saepes, que
significa recinto, cerca, cercado.
María dejó que Jesús
tomara forma en su vientre y también en su corazón, en todo su ser, meditando
hondamente lo que Jesús hacía y decía, dos formas de palabra ῥῆμα,
palabra hecho vida y palabra verbal (palabra
pronunciada y palabra sucedida,
distingue Etienne Charpentier). Otro tanto hemos de hacer nosotros, ir a Jesús
y atesorar συνετήρει
con profundidad cada palabra y cada gesto, dejarlos madurar en nuestro corazón συμβάλλουσα
y luego, difundirlo, proclamarlo por doquier, procurando desatar hambre y sed
de Dios.
Doquiera se presenta
María, en cualquiera de sus advocaciones, allí llega Ella, misionera, portadora
del Evangelio viviente, viene siempre con el Mesías en sus brazos, siempre nos
está indicando “Lo que les diga, háganlo” (Jn 2, 5b). «El don que María hará a
este continente es el revelar a Dios que “dispersa a los hombres de soberbio
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. En pocos
lugares de la tierra, María es centro de atención y de esperanza tanto como en
America Latina. Desde Guadalupe hasta Maipú, he visto masas inmensas recorrer
de rodillas interminables y duros pavimentos, para tocar la imagen de María y
confiarle su impotencia frente al sufrimiento.»[10]
“¡Te saludo Madre de
Gracia!... Con la Iglesia
entera profeso y proclamo que Jesucristo… es el único mediador entre Dios y los
hombres: pues su encarnación prodigó a los hijos de Adán, quienes están sujetos
al poder del pecado y de la muerte, su redención y purificación. Al mismo
tiempo, estoy plenamente convencido de que nadie ha sido llamado a participar
tan profundamente como tú, Madre del Redentor, en este inmenso y extraordinario
Misterio. Y nadie está mejor capacitado que tú misma, María, para permitirnos
penetrar este Misterio de manera más sencilla y clara, nosotros que lo
anunciamos y que formamos parte de Él.”[11]
María es nuestro ejemplo
de misioneros evangelizadores, aún cuando muchas veces evangelizamos sin
palabras. «Es necesario y urgente “plantar viñas”. “Sembrad, segad, plantad y
comed de sus frutos”, dice el profeta Isaías. Sembrar y cosechar para dar con
abundancia lo que cada uno ha recibido del Señor. Si no somos misioneros no
somos plenamente cristianos… Tu testimonio de buen cristiano es fundamental
donde te encuentres y tu palabra atenta para anunciar tu experiencia de vida de
Jesús a los demás es muy importante.»[12]
[1] San Ireneo, CONTRA LOS
HEREJES III,19,1
[2] HIMNO DE NOTRE DAME
[4] Mesters, Carlos. MARÍA LA MADRE DE
JESÚS. Ed. “Tierra Nueva” Quito Ecuador. 2001 pp. 38-39
[8] Vallés, Carlos G. sj.
BUSCO TU ROSTRO ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae Santander España 1989 p. 126
[10] Paoli Arturo. LA PERSPECTIVA POLÍTICA
DE SAN LUCAS Siglo XXI Editores Buenos Aires Argentina 1973 p. 183
[12] Munera Ochoa, Oscar pbro.
LLAMADOS TODOS A LA MISIÓN PERMANENTE.
En Revista IGLESIA SINFRONTERAS Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús
#341 p.49
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